ZOLOTAYA BABA. EL IDOLO DORADO DE ALTÁI Por Mercedes Pullman Antigua leyenda del pueblo Dino, una pequeña tribu indígena de Siberia Hace mucho, mucho tiempo, cuando el antiguo pueblo Dino vivía felizmente en un país rodeado de lagos y tierras fértiles, los dioses se enojaron con ellos y enviaron a la tierra una gran tormenta, y del cielo cayó una lluvia incesante. Día a día, el agua conquistaba la tierra de los Dinos. Viendo el inminente peligro, se convocó un gran consejo para decidir que podían hacer para salvar el pueblo pero por mucho que deliberaban, no llegan a un acuerdo. Todos callaron al ver que se puso de pie la mujer más anciana de la tribu, distinguida por su sabiduría y paciencia. Levantó la mano y pronuncio: "¡No más discusiones! Desmontad vuestras casas para hacer balsas con ellas antes de que el agua se lleve toda nuestra tierra, nuestros niños y nuestro ganado." Y así lo hicieron, volvieron a sus casas y empezaron a desmontarlas. En ese momento, se dieron cuenta de que no tenían cuerdas suficientes para unir los troncos de madera. Entonces la anciana reunió a todo el pueblo y delante de todos cortó su largo cabello con un cuchillo. Lo lanzó al suelo con las palabras: "¡Haced las cuerdas!" (*) Todo el pueblo se cortó sus largas cabelleras e hicieron cuerdas con ellas. Siguieron trabajando hasta que vieron que ni así sería suficiente para terminar de montar las embarcaciones. Otra vez, la anciana reunió al pueblo y delante de todos se quitó todas sus alhajas de oro y las tiró al suelo diciendo: "¡Haced los clavos!" Con la ayuda de los herreros, todo el oro del pueblo fue convertido en clavos para poder terminar su trabajo. Nada más acabar, todos subieron a las balsas y de repente vieron como el agua se tragaba a su querida tierra natal. Se quedaron solos y desamparados en el mar embravecido. Cuarenta días y cuarenta noches navegaron en el mar abierto. Entonces los débiles de espíritu ya desesperados comenzaron a murmurar y a reprender a la anciana: "¿Por qué nos has llevado a este extremo? Sería mejor si nos ahogáramos en nuestro feliz país y no conociéramos este terrible tormento”. Pero la anciana seguía remando en silencio hasta que un día, vieron la tierra en el horizonte. Al fondear, salieron de la balsa a explorar la nueva tierra y vieron que el suelo era fértil. Muchas bestias habitaban el bosque y tantos peces que se podía cruzar un arroyo a lomos de los tímalos sin siquiera mojar los pies. Y entonces, desmontaron las embarcaciones y construyeron nuevas casas. Decidieron no dividir los clavos de oro entre ellos, sino en signo de la gratitud a la anciana que les salvo la vida, fundirlos y erigir un monumento a su imagen y semejanza. El nombre de aquella anciana, Altin - Ai, se convirtió en el nombre de la tierra encontrada. Desde entonces, el país de majestuosas montañas, ríos rebeldes y bosques que ascienden al cielo, se llama Altái.
ANTROPOLOGÍA y TRADICIONES POPULARES
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