LA EXTIRPACION DE IDOLATRÍAS EN LA SIERRA DE LIMA

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José Gushiken

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nio femenino Uerzelia), etc. El tipo de mito en el que dos personajes que encarnan principios polares tienen el mismo 'padre', sobrevive hasta en las tradiciones religiosas que acentúan el dualismo, como es, por ejemplo, la teología irania. El zervanismo considera hermanos a Ormuzd y Ahriman, hijos ambos de Zervan, e incluso en el Avesta existen huellas de una concepción análoga. El mismo mito ha pasado a las tradiciones populares: hay muchas creencias y proverbios rumanos en los que se dice que Dios y Satán eran hermanos ". 35

A tenor de lo que escribía en 1611 el Arzobispo de Lima, la gente de estos lugares, al igual que los indios de Nueva Granada, adoraba y tenía por dioses a montes, cerros, palos, animales, pellejos de animales, plumas e ídolos de barro, madera y piedra. Y tenía asimismo sacerdotes que predicaban y enseñaban en contra de la Iglesia Católica. Avila mandó que se quemasen públicamente, en Huarochirí, todas las manifestaciones religiosas de los indígenas -que para él eran idolátricas-, y que en todos los lugares sagrados se colocaran cruces. Suplicaba constantemente a Dios para que la conversión fuera verdadera y no volviesen los aborígenes nunca más a sus antiguas creencias . 36

Eliade observa una estructura esencial en las manifestaciones de cualquier religión del mundo. Lo sagrado puede manifestarse en una piedra o en un árbol, por ejemplo; pero ni a la piedra ni al árbol se les adora en sí mismos; es decir, no se trata de una piedra sagrada o de un árbol sagrado, sino más bien de una hierofanía, esto es, "que lo sagrado se manifiesta y, por consiguiente, se limita y deja así de ser absoluto ". Al dejar de ser absoluto se hace asequible a la mentalidad humana, que se caracteriza por ser limitada. Así, Eliade

Extirpación de la Idolatría en la Sierra de Lima

afirma que Cristo, siendo Dios, acepta limitarse, se hace hombre y vive en una época determinada de la historia. Más o menos cuatro décadas después de la Conquista, los sacerdotes que trabajaban con los indios se dieron cuenta de un movimiento indígena que aspiraba a una restauración integral de su mundo, determinando ello la preocupación consiguiente de gobernadores y obispos, que procedieron entonces a ordenar un detenido examen de los ritos idolátricos y un informe minucioso acerca de ellos.

4.- Los Extirpadores A partir de 1597, don Francisco de Avila, cura de San Damián de Huarochirí, mestizo, conocedor de la lengua y costumbres de los naturales, vino a parar en la cuenta de que todos ellos practicaban sus creencias tradicionales. Inquieto, pues, ante esta comprobación y deseoso de remediar el mal que significaba la vigencia de la fe nativa, logra Avila que en años posteriores el gobierno ecleseástico envíe a su zona a los Padres jesuítas Pedro del Castillo y Gaspar Montalvo . 38

Cuando corría el mes de octubre del año indicado, presenta Avila algunos ídolos al Arzobispo, que al verlos se horroriza, y entonces por esta causa decide el prelado, de acuerdo con el Virrey, llevar a cabo

puede decir que no está en ningún lado porque, de acuerdo con la definición, Dios es omnipresente. Mientras nos encadene el intelecto, no podremos ver a Dios tal como es: lo buscaremos en todas partes, pero El siempre se alejará de nosotros rápidamente. El intelecto trata de localizarlo pero no lo consigue, porque está en la misma esencia de Dios el no poder ser limitado" (Introducción al budismo Zen). Buenos Aires, Ediciones Mundonuevo, 1960, p. 91). Con respecto a la persona de Cristo, H. R. Mackintosh cita las siguientes palabras del teólogo protestante R. Bultmann: "...la fe vino a ser posible sólo en un punto determinado de la historia y como consecuencia de un acontecimiento -es decir, el acontecimiento de Cristo. La fe en el sentido de una entrega obediente de sí mismo y de una separación interior del mundo sólo puede existir cuando es fe en Jesucristo" (Corrientes Teológicas Contemporáneas. Buenos Aires, Methopress Editorial y Gráfica, 1964, p. 316).

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35.

M. Eliade, Tratado de Historia de las Religiones. Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1954, pp. 393-394.

36.

Cf. Avila, o. c, pp. 253-254 (Carta del Arzobispo de Lima al Rey, fechada el 20 de abril de 1611).

37.

Eliade, Mitos, Sueños y Misterios, p. 153. D. T. Suzuki, al enfocar un problema similar en relación con el Zen, manifiesta lo siguiente: "Al decir que Dios está aquí, ya no es posible encontrarlo allí, pero no se

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38.

Cf. R. Vargas Ugarte, Historia de la Compañía de Jesús. Burgos (España), Imprenta de Aldecoa, 1963, p. 298.


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