José Gushiken
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procede a enterrarla en la puerta de calle ". Harry Tschopik no pudo encontrar estas costumbres en Chucuito, porque "la cría de ganado no es de primera importancia en la economía del pueblo. Sin embargo, en algunos ayllus vecinos está actividad es fundamental y en ellos se celebran a menudo dichas ceremonias ". 9
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3.- El Mito de Yayancuri y Huari Este relato sagrado no tiene lugar en Carampoma, sino en Japani, lugar de donde procedieron los naturales con motivo de las reducciones ordenadas por Toledo. Los protagonistas son dos dioses que actualmente se cuentan entre los principales del pueblo. Narra la historia que los héroes civilizadores realizaron aquí y allá algunas acciones por cuya causa resultaron ser autores de accidentes de terreno hoy todavía observables; y añade el relato que se detuvieron en tal lugar y que actualmente se encuentran en otro determinado. Su razón de ser dentro del contexto de la cultura está dada por su función, que no viene a ser una mera simbolización de fenómenos naturales, ni una simple relación de acontecimientos pasados, sino un rasgo cultural estrechamente ligado a la religión y que satisface profundas necesidades místicas, aspiraciones sociales, reivindicaciones, al mismo tiempo que consolida las convenciones y, al dotar de la continuidad necesaria a la tradición comunitaria, la legítima. De ahí, pues, que el estudio de este mito no puede limitarse a la mera lectura de las narraciones de los informantes; es necesario acudir al medio donde se desenvuelve el relato. Al respecto Malinowski afirma lo siguiente: "La reducción del estudio del mito al simple examen de los textos ha sido fatal para el conocimiento acertado de su índole. Las formas del mito que nos han transmitido la antigüedad clásica y
9.
G. Escobar, "Sicaya, una Comunidad Mestiza". En Estudios Sobre la Cultura Actual del Perú. Urna, U.N.M.S.M., 1964, p. 205.
10.
H. Tschopik, Magia en Chucuito. México, Instituto Indigenista Interamericano, 1968, p. 309.
Extirpación de la Idolatría en la Sierra de Lima
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los libros sagrados del Oriente, u otras fuentes similares, se nos ofrecen arrancados del seno de la fe viva, sin que podamos hacerlos comentar por los que fueron sus creyentes y sin el conocimiento paralelo de organización social, moralidad y costumbres populares; al menos, sin la amplia información que el investigador moderno puede obtener sobre el terrero ". 11
Del mito de Yayancuri y Huari recogimos dos versiones, cuya transcripción textual ofrecemos a continuación. La de Gabino Villarroel es como sigue: "Bueno, en el asunto de Yayancuri, eso sí es mucho tradicional; como repito, del tiempo del Incanato. Yayancure y Huare eran dos hombres, ¿no?, que disputaban por el tribu quién iba a ser el que iba a comandar al tribu; entonces se dentraron a un desafío. Yaya era el hombre político, pasivo. Entonces se sometieron a un desafío; en ese desafío Huare saca la cequia del sitio de Shunsha a la punta de Japani y formarse sus tanques la laguna. El Yaya saca la cequia de la laguna de Yayancure a regar los plantos de quinual. "Sometieron, cuando menos, según historia, según anuncios antiguos, que Huare lo ganó ese apuesta, en veinticuatro horas. Le puso el agua del lugar de Shunsha al sitio de Japani. Entonces Yaya con su gente no pudo sacar la cequia. Lo manda a un, como una comisión, a un sitio que le llaman Sayhua y allí revisa él la comisión. A la madrugada ya estuvo el agua con sus tanques en el sitio de Japani. Entonces qué hace Yaya. Caliente viene, y antiguamente tenían esos porongos de cal, ¿no?, en que una shucuna con un que le llaman chupacal, era de oro. Entonces, con eso del sitio de Sayhua, le manda un shucunazo a la laguna que ha construido Huare en Japani, para destruir el pueblo de Japani y la laguna. ¡Revienta la tierra! Ahí está el vestigio claro. Revienta la tierra, se produce la inundación y forma un tremendo barranco y ese barranco lo llamamos Camachuanca. Camachuanca se llama ese barranco. En ese estado se quedó. En-
11.
B. Malinowski, Estudios de Psicología Primitiva. Buenos Aires, Editorial Paidós, 1949. p. 30.