Dossier: Feminismos populares
Una conversación con 22
Judith Butler Rosaura Martínez Ruiz
RMR: El pensamiento de Freud ha sido una gran influencia en tu obra, pero tus preocupaciones han sido políticas. ¿Cómo incorporas el legado de Freud a tu pensamiento político?
JB: Supongo que mis preocupaciones son filosóficas y políticas, y que mi obra pertenece a un campo más amplio de teoría crítica que acepta que nuestro pensamiento se sitúa en un mundo histórico, y que una de sus tareas es la de pensar en la mejor forma de pensar y evaluar dicho mundo. Freud siempre ha sido importante para mí, al menos hasta donde puedo recordar mi trayectoria como alguien a quien le gusta leer libros sobre la vida y la mente. Cuando era joven tenía los mismos prejuicios contra el psicoanálisis que mucha gente tiene, a saber, que reduce el deseo y las ideas a un crudo relato de la estructura edípica. Pero entre más leía, más comprendí el psicoanálisis como una práctica de interpretación, y eso modificó mi punto de vista. Cuando digo que es una «práctica» de interpretación, pretendo atraer la atención tanto a la dimensión teórica como clínica del psicoanálisis. En cierto sentido, el psicoanálisis monta su propio debate sobre la teoría y la práctica. Pregunta por lo que se «actúa» en el mundo y eso incluye la esfera política. Pero las dos principales preguntas que me han atraído al psicoanálisis tienen que ver con (a) la sexualidad, sus variaciones y su estructura no-teleológica y, (b) la pérdida y la destrucción, incluida la pregunta de por qué la gente va a la guerra, y cómo mejor comprender lo emocionante del sadismo y la incapacidad para hacer duelos. RMR: ¿Qué ideas o formulaciones freudianas encuentras más relevantes para tu pensamiento y por qué?
JB: Quizá la melancolía ha sido el principal concepto freudiano en mi obra publicada. Mi esfuerzo ha sido el de considerar cómo opera la melancolía no solo para la constitución del yo (como se formula en El yo y el ello) sino en el «malestar» (Unbehagen) de la cultura mismo. Los estrictos tabúes para el amor homosexual que aún prevalecen en varios lugares del mundo implican que muy a menudo no existe un lenguaje disponible para reconocer un amor o una pérdida. De hecho, si la melancolía es la incapacidad para reconocer o registrar una pérdida, podemos y debemos preguntarnos qué lenguajes se encuentran disponibles para realizar dicho reconocimien-
to. Si el lenguaje dota de un carácter patológico o criminal al amor, entonces, realizar abiertamente un duelo por dicho amor implica posicionarse como un criminal o un personaje patológico en el discurso público. Es un dilema terrible, pero también una consecuencia cultural bastante poco ética ocasionada por la homofobia. RMR: Al trabajar con el psicoanálisis como teoría para pensar las esferas política y social, la pregunta o crítica que más he encontrado tiene que ver con la «extrapolación» del mundo o registro psíquico hacia lo social y lo político. Aun así, me parece que no hay extrapolación, pues la psique freudiana es de entrada una organización social y política.
JB: Podemos estar de acuerdo en que la psique freudiana es de entrada una organización social y política, pero igualmente preguntar en qué sentido es social y en qué sentido es política. En otras palabras, que puede haber un particular sentido del carácter social y político de la psique que corresponda a su propia organización, y otro sentido que corresponda a la forma en que las dinámicas psíquicas se desarollan en el mundo, en la forma del discurso, silencio, instituciones, anarquía, políticas públicas, política e incluso revolución. O dicho de otro modo: ¿cómo pensamos en un «alzamiento» en términos psicoanalíticos? Debemos considerar muchos factores distintos, pero también la relación entre anhelo y destrucción, para comenzar nuestro análisis. No podemos permanecer solo dentro de la estructura social y política de la psique, sino que debemos también preguntarnos: «¿Cómo informa y anima —o incluso desestabiliza— la psique la estructura social y política?»