Reporte SP 54. Febrero de 2021

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La raja

Luciana Cadahia @lucianacadahia 33

Los fascistas libertarios

C

pebleyo —la dizque masa o turba fanática— la responsauando alguien pronuncia la palabra fascismo lo pribilidad última del fascismo? ¿Por qué no encontramos, del mero que se nos viene a la mente es la figura de Franco, lado de las élites, una imagen que pudiera tener el mismo Hitler o Mussolini ante una masa enardecida de fieles seguipeso simbólico? No es casual que el pueblo aparezca como dores. Incluso nos descubrimos a nosotros mismos expeel lugar de una sospecha y las élites queden, astutamente, rimentando un sinfín de sensaciones reprobatorias ante el sustraídas de la escena. A fuerza de fijar en nuestra memorevoltijo de pasiones que pareciera desatar el vínculo entre ria del fascismo la imagen del líder junto a las masas, nos el líder y su pueblo. Por eso, cada vez que vemos repetirse la olvidamos de pensar cómo las élites escena, es decir, cada vez que observamos la imagen de un pueblo organizado alrede- Está claro que las configuracio- mundiales propiciaron su ascenso y supieron sacar todo su provecho. dor de la figura de un líder, se encienden nes trilladas de los fascismos Más aún, estos imaginarios carien nosotros todas las luces de alarma. Peclásicos no nos ayudan a comcaturescos del fascismo presentan ro esta cadena asociativa de imágenes esprender sus aspectos novedo- grandes limitaciones para entender su tá lejos de ser algo espontáneo y natural. retorno. Está claro que las configuraMás bien responde a un régimen de visión sos ni, mucho menos, el papel que nos tiene acostumbrados a identificar que cumplen las élites actuales ciones trilladas de los fascismos clásiante esta nueva mutación. He- cos no nos ayudan a comprender sus de manera automática el vínculo del líder y el pueblo con el fascismo. Probablemos quedado atrapados en las aspectos novedosos ni, mucho memente no sea mala idea hacer el ejercicio grotescas imágenes del asalto nos, el papel que cumplen las élites especulativo de cortocircuitar esta caprial Capitolio de los Estados Uni- actuales ante esta nueva mutación. Hemos quedado atrapados en las grochosa asociación emocional que determidos como si allí, en ese vínculo tescas imágenes del asalto al Capitona de antemano qué debemos encontrar entre Trump y su dizque «hor- lio de los Estados Unidos como si allí, allí y cómo debemos sentirnos ante estas da de fanáticos», descansara la en ese vínculo entre Trump y su dizimágenes. Posiblemente este rechazo al raíz o esencia del fasicismo. que «horda de fanáticos», descansara vínculo entre pueblo y líder apunte más a la raíz o esencia del fasicismo. Pero nuestros propios tabúes que a los peligros no nos hemos puesto a pensar en todo lo que ha tenido que reales de reactivar las escenas del pasado. A fin de cuentas: pasar para que cierta parte de los sectores más vulnerables ¿de qué hablamos cuando nombramos al fascismo? de los Estados Unidos descubrieran en un personaje coQuizá sea momento de prestar más atención no tanto a mo Trump una forma de dignidad. Es decir: cuáles han sido las cadenas de asociaciones sino, más bien, a la cadena de los diferentes mecanismos de despojo cultural, simbólico y omisiones que han permitido situar la conexión entre pueeconómico que han perpetuado las élites norteamericanas blo y líder en el centro de la escena del fascismo. ¿No hay sobre la población como para encontrar una identificación algo profundamente sospechoso en reflejar del lado de lo emocional en alguien que pertenece a esa misma élite oligárquica. Y cuán astuto ha sido Trump en jugar con esos mismo tabúes del pasado para incitar a sus seguidores a la fantasía de la horda primordial. Por otra parte, qué puede haber en común entre la imagen de Donald Trump ofreciendo banquetes de hamburguesas de McDonald’s en la Casa Blanca, los guiños calculados del Ministro de Cultura de Jair Bolsonaro a Goebbels, la estética pop y naïf de un personaje como Mauricio Macri que invita a la revolución de la alegría, o las catarsisis evangélicas de Jeanine Añez en el Palacio Presidencial en Bolivia. Es como si asistiéramos a un pastiche de imágenes donde lo viejo y lo nuevo parecieran entremezclarse de manera confusa y caótica. Sin embargo, debajo de ese aparente caos, una nueva forma de autoritarismo, aún por descifrar, está comenzando a gestarse.


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