Recomendación de los editores
Paradero del conocimiento perdido Diego Rabasa
Oiga, señor, dijo, levantándose de su silla, esto sabe a sombra platanera de patio trasero, tiene su puntico a fruto del naidí y un fondo oscuro y dulce como tierra de azotea, con su fantasmita de yerbas fragantosas donde predomina el pipilongo. Don Sando
Es una historia sobre las posibilidades de la lengua, un lienzo sonoro erigido sobre la ausencia que ha dejado la colonización de la imaginación, el mundo insulso, dócil y desencantado en donde incluso los que se creen amos son siervos de una hegemonía rapaz y depredadora que de no ser detenida avanzará hasta autofagocitarse y cagarse a sí misma. Pero antes que todo y primero que nada es la historia de don Sando y su alumno, también maestro machetero, Miguel Lourido, quienes a poesía no rompe el misterio, sino que le da forma», parten, acompañados por Cero —un escritor «café con leche» diserta don Sando, uno de los maestros macheteros viquien no se deja censurar o acomplejar por las voces que lo vos más legendarios del Cauca. Además del manejo de las acusan de extraer o apropiarse de las historias de los negros diagonales y el entrenamiento del ojo como una especie de redel Cauca, que no se deja intimidar por las visiones segregaceptor multisensorial capaz de adivinar intenciones del rival, cionistas que intentan decirle qué y desde dónde puede usar leer el temperamento del viento y desentramar la gramática la palabra— en busca del arte extraviado de la oscuridad, ser machetero implica del elástico de sombra. una disposición espiritual y algo así co- Esta es una historia sobre La primera parada de los dos maestros mo la asimilación del cuerpo como una el derecho a la tierra, sobre y el escribiente que los acompaña sienta costa en donde se placea la marea de la el tono del trayecto: a don Sando se le Naturaleza para empapar la mente y la la minga y sobre el nefando el Duende (que también es duenpercepción con su rebaba. Porque, nos linaje del Hombre Blanco. Es aparece da, habremos de enterarnos después) y le lo explica el maestro Héctor Elías Sanexplica las razones por las cuales no puedoval, don Sando: «Para ser machetero una historia sobre las poside ser él quien permee el conocimiento no había necesariamente que tener ma- bilidades de la lengua, un ancestral de las técnicas que han ido chete. Uno es machetero si tiene espírilienzo sonoro erigido sobre muriendo junto con los grandes maestu de machetero». Esta es una historia de macheteros, la ausencia que ha dejado la tros macheteros: Al-Que-Ya-Sabemos le ha impuesto un hechizo que le prohíbe o de un escritor, Cero, que quiere retransmitir sus saberes a los macheteros. latar las andanzas de dos macheteros, colonización de la imaginao de un arte marcial afrocolombiano ción, el mundo insulso, dócil Se lo dice y desaparece en un remolino que abre un boquete hacia el submundo. que se remonta al siglo xvii y que dio pie a grandes fábulas y leyendas, a per- y desencantado en donde in- Pero don Sando no se queda quieto, algo en la palabrería confusa y gambetera sonajes capaces de subirse de un salto cluso los que se creen amos del Duende no le cuadra. En la víspera a la copa de los árboles, a una técnica de combate tan sigilosa e infalible, el son siervos de una hegemoelástico de sombra, que según cuenta nía rapaz y depredadora que la historia oral de los propios maestros, ayudó de manera decisiva a decantar la de no ser detenida avanzará guerra entre Colombia y Perú en favor hasta autofagocitarse y cade los primeros —aunque la historia, contada casi siempre por señoritos bo- garse a sí misma. gotanos, le atribuya el triunfo a la artillería aérea—. Esta es una historia sobre el derecho a la tierra, sobre la minga y sobre el nefando linaje del Hombre Blanco.
«L
4