Políticos inmunizados Antonio Sola*
L
as portadas de los periódicos, en el momento de escribir este artículo, de muchos países del mundo, como los de España, auguran una dura segunda ola de esta pandemia sanitaria del COVID-19, una segunda embestida que, en muchos de ellos, coincidirá con la entrada del otoño y el invierno, y la época de gripe. Todas estas páginas muestran como el coronavirus vuelve a copar la agenda política y mediática -si alguna vez dejó de hacerlo-. Todas generan una sensación de impotencia y de tristeza inconmensurable, para todos aquellos que somos espectadores de una realidad que no podemos cambiar, más allá de contribuir con nuestro granito de arena, cumpliendo con las imprescindibles recomendaciones sanitarias. Estas noticias que nos llegan representan que nuestros mandatarios no aprenden de sus errores. Hace escasos meses, ante un problema que nos arrolló de manera cuasi inesperada, los políticos adolecían de cuatro pecados capitales, que también comentábamos en estas páginas:
no decir la verdad, subestimar a los ciudadanos, aletargar las decisiones y buscar la rentabilidad política. Lamentablemente, debemos incorporar un pecado capital más y es que se han inmunizado, pero no pensemos en inmunidad ante el COVID-19 ¡Ojalá! Estos políticos nos siguen demostrando la (mala) clase de la que están hechos y, de esta forma, se han inmunizado de la realidad, del dolor de la gente, de la soledad, de los muertos, de los niños encerrados. Así vamos… dirigidos por ellos mismos hacia un callejón sin casi salida, al menos, por el momento. Hace unos meses, teníamos una pandemia global, una crisis sanitaria sin comparación. Ahora estamos sumidos en el principio de la que se prevé como segunda ola, además de estar ya viviendo, en primera persona, la pandemia económica. Ante esto, vemos políticos que no analizan, no prevén, no lideran, no hacen una buena lectura de sus pueblos y ponen tiritas en heridas que necesitan ser suturadas.