Conocoto Cultura Viva

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Quisiera reivindicar la contemporaneidad de la sociedad rural, / a pesar de las múltiples investigaciones sobre las culturas campesinas no se ha entendido lo suficiente su contemporaneidad / es necesario concebirlas como culturas vivas, amenazadas pero vivas, / ver lo rural desde enfoques menos estáticos y reconocer su vigencia…” Pedro A. Cantero

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Quisiera reivindicar la contemporaneidad de la sociedad rural, / a pesar de las múltiples investigaciones sobre las culturas campesinas no se ha entendido lo suficiente su contemporaneidad / es necesario concebirlas como culturas vivas, amenazadas pero vivas, / ver lo rural desde enfoques menos estáticos y reconocer su vigencia…” Pedro A. Cantero


Índice Presentación ..........................................................................................8

1. INTRODUCCIÓN Metodología .......................................................................................12 1.2. Marco conceptual .........................................................................15

2. HISTORIA Y ESPACIOS EN CONOCOTO 2.1 Características generales ...............................................................21 2.2 Breve Historia de Conocoto ............................................................23 2.3 Espacios de la vida diaria ...............................................................29 2.4 Tipología arquitectónica tradicional ...............................................37 2.5 El proceso de urbanización de Conocoto ......................................51

3. ECONOMÍA Y CULTURA 3.1. Los oficios que se perdieron en Conocoto .....................................61 3.2 Las huertas de Conocoto ...............................................................68 3.3 Comercio e industria ......................................................................70 3.4 Artesanía y Cultura .........................................................................73

4. LUCHA COMUNITARIA Y CIUDADANA 4.1 De la iglesia al transporte colectivo. ..............................................76 4.2 Del Comité Permanente, a la Asamblea Popular ..........................83 4.3 La migración profundiza la diversidad: migración y culturas...........89


5. ARTES Y CEREMONIAS 5.1 La Música .......................................................................................95 5.2 Hitos Artísticos y culturales .............................................................102 5.3 La danza .......................................................................................105 5.4 Conocoto fiestero .........................................................................109

6. TRADICIÓN ORAL Y JUEGOS 6.1 Cuentos y leyendas ......................................................................123 6.2 Personajes .....................................................................................130 6.3 Juegos Tradicionales ....................................................................139

7. DE FOGONES Y REMEDIOS 7.1 Prácticas culinarias .......................................................................143 7.2 Medicina tradicional y científica en Conocoto ............................157

8. QUÉ HACER Referencias Bibliográficas .................................................................168


Presentación Un señor sesentón que salió hace cuarenta años de Conocoto viene a visitar la población después de tanto tiempo, se para en una esquina del parque y empieza a ponderar detalladamente a sus hijos y nietos el rico sabor de los helados que se hacían en esa esquina, y la hermosura de la hija del dueño del negocio. Este es un ejemplo real de cómo la impronta cultural resurge a través del recuerdo. De hecho, la motivación del presente trabajo fue precisamente, iniciar un proceso de rememoración y conocimiento sobre los usos y percepciones de la población conocoteña, en torno a la cultura viva tangible e intangible de Conocoto, a fin de revalorizar el sentido de pertenencia de sus habitantes. La investigación fue auspiciada por La Extensión Conocoto de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo de Pichincha, y por la Asamblea Popular de Conocoto, y desarrollada por un equipo de trabajo conformado por pobladores relacionados con las temáticas del estudio. La investigación, en su mayoría, recogió información de personas que han vivido el proceso de Conocoto de los últimos setenta años. Un agradecimiento a las personas que compartieron saberes, conocimientos y experiencias sobre las culturas vivas de Conocoto y, también a las personas que negaron su contribución. Las unas y las otras permitieron entender las interrelaciones, aislamientos y desencuentros existentes en Conocoto. 8


Se revisaron publicaciones y se desempolvaron recuerdos y reflexiones en torno a la historia de Conocoto, su vida cotidiana, los espacios, la arquitectura, las luchas de sus habitantes, los oficios, las artes, las fiestas, las prácticas culinarias y los juegos tradicionales. Podemos decir, como Juan Paz y Miño, que un libro como este “trae recuerdos y vivencias, reflexiones e historias. Su valor está además en las fuentes que deja como testimonios para la historia, porque a partir de ellas podemos dar significación a ese pasado” (Paz y Miño, 2014). Pasado que nos permite desentrañar nuestra identidad. Revivir las prácticas culturales tradicionales que aún persisten, dentro de la compleja trama actual de culturas vivas en nuestro territorio, es el objetivo de la presente publicación. Por eso la entregamos en manos de las personas que viven y construyen Conocoto, esperanzados en promover nuevas reflexiones y nuevos aportes, con el fin de lograr el reconocimiento y revalorización de nuestra identidad cultural.

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1. INTRODUCCIÓN La investigación que sirvió de base a esta publicación se sustentó en la metodología cualitativa que integra el trabajo de campo: con entrevistas, el análisis de la información recopilada y, en la medida de lo posible, contrastada con la observación participante y la información ya documentada en diversas fuentes bibliográficas. Entre estas fuentes debemos destacar dos publicaciones: “Conocoto Puerta del Cielo, Geografía e Historia de Conocoto” de José Félix Gallardo (1984) y “Conocoto, Memoria Histórica y Colectiva”, del Municipio del Distrito Metropolitano de Quito, bajo la dirección y coordinación general de Manuel Espinosa Apolo (2006). La primera de estas obras registra de manera empírica, no sistemática, un conjunto extenso de datos recogidos por el autor sobre la historia de Conocoto, sus personajes y costumbres. La segunda tiene una primera parte muy bien documentada sobre la prehistoria e historia antigua de Conocoto; y la segunda parte es un recuento sucinto de gastronomía, lugares turísticos y cuentos de la población. Por eso estimamos que la presente publicación es un primer intento de interpretación de la cultura tradicional del Conocoto rural de antes y una aproximación a la cultura viva actual, a partir de la investigación de las manifestaciones culturales por parte de las personas y comunidades involucradas. El trabajo del equipo de investigación, permitió 10


constatar algunas limitaciones del estudio, y entender las razones por las cuales algunos elementos culturales, al igual que algunos artistas y gestores, no aparecen en la presente publicación,

Por ejemplo: Escasa información bibliográfica Falta de recursos para sostener una investigación de mayor amplitud. Falta de sinergias e integración por parte de artistas y gestores culturales para reconocer el aporte de otros Falta de apertura para entregar información por parte de algunas personas consideradas informantes claves Memoria histórica rota por la ausencia de personajes de generaciones anteriores. Prima la identidad negativa sobre la riqueza cultural ancestral, pues la modernidad y el correspondiente cambio de uso y de valor se ha instalado incluso en la arquitectura actual de Conocoto, y; Hay desconocimiento por parte de la población de los significados de patrimonio cultural tangible e intangible y las ventajas de cuidarlo.

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Metodología La investigación fue guiada por el enfoque etnográfico que permitió develar e interpretar el uso de los elementos culturales y las percepciones de la población informante. La metodología parte de la convicción de que la aproximación que se tenga a modelos o expresiones de una sociedad, norman, unifican y conceptualizan su forma de ser, pensar y de actuar. Incluye los valores, tradiciones, costumbres, rituales, creencias y prácticas que portan las personas y que se manifiestan de diferentes maneras. La investigación se respaldó en la metodología cualitativa que se interesa en fenómenos y experiencia humana, dando importancia a la construcción social de la realidad. Se hizo el análisis de contenidos en base a la lectura y re-lectura de cada entrevista, y algunas de ellas fueron contrastadas con la observación participante. Los conceptos son los explicados en el marco conceptual. La mayoría de temas de estudio se ubican en el campo teórico de la Sociología relacionada con el comportamiento cotidiano, las actividades diarias que en general no son pensadas, pero que se vuelven importantes en las interacciones sociales, las mismas que estructuran, significan y modelan la cultura en las personas. Una vez aprobada la propuesta metodológica y el cronograma de actividades por parte de la Extensión 12


Conocoto, de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo de Pichincha, se diseñó la metodología y los instrumentos para la toma de información, se conformó y capacitó al equipo de trabajo con el cual se discutieron las bases, instrumentos de recolección de datos y técnicas de investigación. Entrevistas a profundidad, grupos focales, observación participativa, en donde el investigador es el testigo que participa de la vida de las personas que informan. También se empleó la técnica de acompañamiento para los primeros levantamientos de información. Antes de la visita de campo, se realizaron los contactos con personas reconocidas por la comunidad, barrio u organización, y se propuso levantar la información a sujetos sociales ubicados en barrios de Conocoto como son: Centro de Conocoto, San Francisco, Chachas, San Cristóbal, La Loma, La Hospitalaria, Barrio Pichincha, artistas y gestores culturales, autoridades de Conocoto, migrantes y organizaciones de la sociedad civil que han trabajado en el desarrollo de la población. El grueso del levantamiento de la información se realizó en los meses de octubre, noviembre y diciembre de 2018, y continuó en enero, febrero y marzo de 2019. Para los casos en que la información recabada era insuficiente, se extendió a los meses de abril y mayo de 2019, para incluir información de temas que surgieron de la presentación de hallazgos. Se realizaron 37 entrevistas a profundidad a personas escogidas como informantes calificados y 7 a grupos focales, dando un total de 62 informantes, conformados por 24 mujeres y 36 hombres. Las edades 13


de los y las entrevistadas oscilaron entre 55 años a 90 años a excepción de las autoridades locales y líderes de organizaciones de los últimos veinte años. Las cifras expuestas no toman en cuenta a informantes espontáneos. Las profesiones, oficios y/o actividades del grupo son heterogéneas. Está compuesto por gestores culturales, artesanos, agricultores, comerciantes, albañiles; profesionales del arte, ciencias médicas tradicionales y ancestrales, ciencias administrativas; profesionales de leyes, diseño gráfico, docentes, religiosos, técnicos unos jubilados y otros no. El grupo está conformado por 12 migrantes, tres de ellos de otros países, y 50 personas que vieron su primera luz en Conocoto. La presentación de hallazgos acerca de la investigación, tanto para validarlos como para complementarlos, se realizó en mayo 2019 en las aulas de la Casa de la Cultura extensión Conocoto, convocando a personas calificadas que no habían sido entrevistadas. Las observaciones, sugerencias y aportes sobre el contenido de los hallazgos de la investigación fueron incluidos en el texto. La presentación y revisión de los hallazgos -como ya se mencionó- significó nuevas entrevistas y la incorporación de los barrios San Cristóbal y el barrio Aráuz situado en Conocoto Alto. El informe final de la investigación se entregó a la Extensión Conocoto, en julio de 2019, y se realizó una presentación de resultados a la población y autoridades del GAD Conocoto, a finales de octubre de 2019. La presentación fue bien acogida y surgieron 14


nuevos datos y sugerencias. Vale mencionar que la investigación queda abierta. El equipo está consciente que esta publicación es sólo el “inicio del ovillo” sobre los “usos y percepciones en torno a la cultura viva tangible e intangible de Conocoto”, ovillo que puede desenrollarse con nuevos aportes.

1.2. Marco conceptual El marco conceptual básico que sostiene y guía la investigación, pretende construir vínculos entre los diferentes conceptos de algunas disciplinas científicas, el objetivo es lograr mayor comprensión en el proceso de acercamiento al tema de investigación. Así es como los principales conceptos utilizados son:

Espacio Conocoto es el espacio de esta publicación, lugar que ha sido construido, transformado y modificado por sus habitantes en su quehacer diario. En este espacio se desarrollan, relacionan e interrelacionan y conviven; allí se encuentran, transitan, se “sienten seguros o, no”. Construyen cotidianamente sus culturas, vínculos afectivos o no, identidades, apreciaciones y también su desarrollo histórico. Conocoto, al ser un espacio habitantes, tiene una dimensión por lo visible, y a la vez tiene una relacionada con la experiencia

construido por sus física representada dimensión simbólica que sus habitantes 15


tienen del espacio. En este sentido, Conocoto, como toda sociedad: Cuenta con una forma específica de concebir, apropiarse, relacionarse, organizar y nombrar al espacio y al tiempo y al hacerlo, se va configurando a sí misma. Así es como se instituyen espacios de trabajo y de descanso, de ocio y de castigo, espacios profanos y espacios sagrados, espacios de celebración y espacios de memoria. (Kuri, 2017, p. 25). Es decir, que el espacio, además de ser el soporte material de las personas es el soporte simbólico de los significados, las prácticas, los calendarios de ceremonias, ritos, fiestas, luchas sociales, cívicas y recuerdos de sus habitantes. Esto, además, responde a la pertenencia de género, edad, experiencia y desarrollo individual, memoria y desarrollo histórico. Por otro lado, en relación al espacio público, se refiere al bien común, al lugar donde la comunidad, las familias, la sociedad, la colectividad se encuentran, intercambian y despliegan rutinas, ceremonias, ritos y establecen formas de convivencia, de recreación, de celebración, de trabajo y de protesta. El espacio público es el lugar donde se expresa la conexión social a la par que se expresan también las diversidades. (Kuri, 2017, p. 9-30). En el espacio público se encuentran los nombres de las calles, estatuas, monumentos, lugares donde se manifiestan las celebraciones, prácticas conmemorativas, marchas que dan cuenta de los días especiales de la colectividad. 16


Valor de uso y valor de cambio El valor tiene dos significados analizados originalmente por Carlos Marx en su obra el Capital y Adam Smith en su libro la Riqueza de las Naciones. Para Smith el valor de uso se expresa en la utilidad que tiene un objeto y el valor de cambio en la capacidad que se deriva de la posesión del dinero necesario para adquirirlo. Para Marx el valor de uso, es la utilidad que se establece entre el consumidor y el objeto consumido, es decir que, el valor de uso de un objeto está condicionado por sus cualidades materiales. El valor de cambio, aparece cuando el objeto es una mercancía, la misma que es producto de una relación cuantitativa basada en la división del trabajo. A su vez, el trabajo concreto responde a necesidades y crea valores de uso. El trabajo como mercancía crea valores de cambio. También el valor de uso puede convertirse en un valor de cambio a través de un proceso de transacción mercantil. Adorno y Horkheimer de la Escuela de Frankfurt, aplican el análisis de valor de uso y valor de cambio a la cultura; sostienen que el arte cambia su valor de uso cuando no es un medio de contemplación, sino un medio de entretenimiento, de consumo que en muchos casos, se limita a lo económico. Por ejemplo, una pieza de pintura pierde el valor de uso destinado a cubrir las necesidades de creación y de placer estético del sujeto que lo construye y, de contemplación del sujeto que consume cuando es convertido en una cosa, en lucro, en negocio (valor 17


de cambio). En esta línea tanto el arte como la cultura se vuelven mercancías susceptibles de intercambio comercial. Henri Lefebvre, lleva los conceptos de valor de uso y de cambio del campo de la economía política a procesos culturales ligados a lo simbólico. En su obra El derecho a la ciudad plantea que el espacio urbano (ciudad), surge como valor de uso, que va cambiando de la forma social natural a convertirse en producto, mercancía que se puede comprar y vender que no anula el valor de uso pero lo convierte en cosa mercantil. Flores en su artículo “Del Valor de Uso al Valor de Cambio” toma de Echeverría el concepto de que producir y consumir objetos es producir y consumir significaciones, y que además, el sujeto puede elegir qué valor de uso producir o qué uso darle al bien producido; pero, además, qué significado otorgarle al objeto vital (alimento, vestido, casa, ciudad), significado que puede llegar a ser simbólico. Las personas producen valores de uso para su subsistencia y al mismo tiempo reproducen un lenguaje lleno de signos y símbolos que generan una forma de interpretar el mundo.

Cultura Según el Diccionario de la Real Academia Española, es “el conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grados de desarrollo artístico, 18


industrial, en una época de un grupo social. Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico”. Dentro de la cultura también se encuentran los valores con los que una persona crece y que luego la inducen a tomar cierto tipo de decisiones. Cada país, y dentro de él, cada región, tienen su cultura propia. Es decir, al vivir una persona en una región, los hábitos y costumbres de esta región influyen en su conducta. La UNESCO ha definido a la cultura “como el conjunto de rasgos distintivos espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o grupo social y engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, las formas de convivencia, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias”, Es decir que la cultura tiene que ver con el modo de hacer, de sentir, de pensar y de ser de los pueblos; tiene que ver con creencias, costumbres, hábitos y usos de una sociedad determinada. Esta concepción rompe con la idea de la cultura como producción elitista en manos de “sabios” que ellos solos crean los elementos culturales para toda la sociedad.

Cultura inmaterial o intangible Es el conjunto de manifestaciones culturales de un determinado grupo, tales como: las tradiciones, la gastronomía, la herbolaria, la literatura, el folclor, la música, los mitos, los ritos, las supersticiones, la religión, 19


las teorías científicas y filosóficas, así como los patrones de comportamiento, - entre otras-, las cuales se basan en la tradición oral o gestual y se fortalecen con el transcurso del tiempo a través de un proceso de creación, adecuación y afirmación colectiva. La cultura inmaterial constituye la herencia de un grupo humano que se transmite, modifica y optimiza de generación en generación, que refuerza el sentido de pertenencia y es percibida por los otros como característica de ese grupo. Este patrimonio intangible representa la fuente vital de la identidad cultural arraigada en la historia y constituye el fundamento de la vida comunitaria.

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2. HISTORIA Y ESPACIOS EN CONOCOTO 2.1 Características generales Conocoto, parroquia rural, se encuentra ubicada en las vertientes costaneras del oriente de Quito y las planicies más próximas del valle de Los Chillos con un área de 5.100 hectáreas (51 km2). Limita al norte con las parroquias Puengasí (urbana) y Cumbayá (rural); al sur con la parroquia rural Amaguaña; al este con las parroquias rurales Guangopolo y Alangasí y el cantón Rumiñahui; y al oeste con las parroquias urbanas La Ferroviaria, La Argelia y Quitumbe. Conocoto “se ubica a 11 Km del centro de la Capital, a 25 Km al sur de la línea equinoccial, al costado occidental del Valle de los Chillos, sobre la ladera oriental de la Loma de Puengasí” (GADP Conocoto: 2015:28) Conocoto es una de las 33 parroquias rurales del cantón Quito y una de las 6 en el Valle de los Chillos. Está conformada por 24 barrios, una comuna y cincuenta y cuatro urbanizaciones, constituyéndose en una de las parroquias que mayor número de urbanizaciones posee (Plan de Desarrollo y Ordenamiento Territorial: 2015: 167).

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Es necesario señalar que dentro de varios de los barrios o áreas más grandes de la población se han constituido sectores como nuevos barrios a más de diversas organizaciones y condominios. Por eso algunas publicaciones e informes hablan de 80, 100 o más barrios en Conocoto. El uso del suelo de Conocoto es esencialmente residencial, con una población heterogénea. Sin embargo, tiene una zona comercial activa en el Centro y zonas comerciales emergentes en algunos sectores y urbanizaciones muy pobladas como San Juan de la Armenia y San José, entre otros. De acuerdo al último censo poblacional (2010) Conocoto contaba con 82.072 habitantes de ellos 42.381 son mujeres y 39.691 hombres. Por la cercanía a Quito, la parroquia ha tenido un crecimiento poblacional acelerado, su tasa de incremento anual en el período interesal 1982-1990 es de 4.9% (GADP Conocoto,2015). Sólo considerando esa tasa para el periodo 2010 – 2019 se puede estimar la población actual en 118.265 habitantes. En base a estos datos, la densidad poblacional de Conocoto se puede estimar en 2.318 habitantes por kilómetro cuadrado, lo cual confirma la altísima concentración de habitantes, la falta de planificación urbana y la aguda carencia de espacios verdes en la población.

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2.2 Breve Historia de Conocoto El nombre de Conocoto, según algunas investigaciones, deriva de los vocablos quichuas “Cunun” (abrigado, cálido) y “Coto” (loma, promontorio), que traducidos al español significan loma abrigada. La apreciación de que Conocoto es una loma es correcta, ya que se halla en una pequeña meseta ubicada a 150 metros sobre la planicie del valle, y lo de abrigada porque el Pasochoa y la Loma de Puengasí le protegen de los vientos fríos que soplan desde el Cotopaxi y desde la meseta de Quito respectivamente. (GADP Conocoto, 2015, p.23) El actual territorio del Valle de los Chillos, en el cual se encuentra Conocoto, se pobló hace más de 12.000 años, según investigaciones arqueológicas realizadas en el sector El Inga, al pie del cerro Ilaló. Esto permite lanzar la hipótesis de que el primer asentamiento humano del Ecuador se dio en este territorio. Hay evidencias lingüísticas y cerámicas del asentamiento del pueblo Cara, venido del norte, entre 550 y 1140 DC. Posteriormente el Valle fue poblado por la cultura Panzaleo venida del sur, más tarde por la cultura Inca y terminó con la colonización española. (GADP Conocoto, 2015). Conocoto fue transitado por grupos humanos nómadas que sobrevivían con la recolección de frutos silvestres y con la caza de animales, y más tarde, el conocimiento de las plantas les permitió su 23


domesticación y cultivo. El cultivo de maíz afianzó la agricultura y permitió el paso del nomadismo al sedentarismo en Conocoto (GADP Conocoto, 2015). El asentamiento incásico más notable de la época aborigen, que se ha mantenido hasta nuestros días, es la parcialidad de Chachas. Se ubica en el cañón del mismo nombre en la falda de la Loma de Puengasí. Su nombre se deriva de la migración mitimae traída a este sector por los incas desde la zona de Chachapoyas, en el norte peruano (GADP Conocoto, 2015). “Atahualpa se trasladaba al valle con un cargamento enorme de prendas de vestir para obsequiar a sus súbditos fieles y hermanos de raza y destino. Tales prendas eran trabajadas por manos de vírgenes, por las jóvenes doncellas del templo del sol de Quitwa y de Cotzasqui” (Gallardo: 1994, 9)

La construcción del centro poblado de Conocoto por parte de los españoles Empieza aproximadamente en 1560. Se escoge la planicie asentada entre la quebrada de Pungu Huaico y el camino a Pintag. Se construyen 5 calles longitudinales de Sur a Norte y 7 transversales de Este a Oeste, con límites en las actuales calles Juan Montalvo al Sur, Bolívar al Norte, Ascázubi al Este y la quebrada de Pungu Huaico al Oeste. El pueblo se estableció con una población inicial de aproximadamente 700 habitantes. (Wikipedia, s/f) 24


A decir del cronista Manuel Albán, ex presidente de la Junta Parroquial de Conocoto, con la llegada de los Incas se impuso, entre otras cosas, el idioma quichua y la adoración y tributación al Inca. Más tarde, con la conquista española, la tierra comunitaria fue apropiada por encomenderos y religiosos y el número de personas se redujo notablemente por asesinatos o por el trabajo esclavizante en las mitas y obrajes o por las enfermedades traídas del viejo continente. Con el tiempo, las encomiendas pasaron a constituir las grandes haciendas agrícolas y ganaderas emplazadas alrededor del caserío de Conocoto. La mayoría en manos de congregaciones religiosas (dominicos, agustinos y jesuitas) y otras en poder de los latifundistas españoles y sus descendientes. La vida de Conocoto en tiempos de la colonia estuvo signada por el dominio absoluto de los blancos. La gente, en su totalidad india y mestiza, se dedicaba a la agricultura, a las artesanías y a las manifestaciones religiosas. Mucha gente humilde participaba en las haciendas como jornaleros ocasionales en las épocas de siembra, deshierba y cosechas. Según Rosendo Racines, directivo de Chachas, “Como pago recibían generalmente raciones de cereales y el permiso para recoger hierba y leña”. De Conocoto era la mano de obra artesana calificada que servía ocasionalmente en las haciendas. En 1.775 la doctrina de Conocoto pasó a ser parroquia eclesiástica con el Nombre de San Pedro de Conocoto.

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En la Independencia, Conocoto fue usado como paso de los patriotas que cruzaban hacia Chillo Compañía, en Sangolquí, a reunirse para fraguar la libertad de Quito. El General Antonio José de Sucre, al mando del ejército libertario llegó a la Hacienda Chillo y a la hacienda del Deán, ubicada en Conocoto, propiedad de la marquesa de Solanda, quien llegaría a ser su esposa. La instauración de la República no significó cambio alguno en el orden social. La hacienda siguió siendo el núcleo de la economía del país y del sistema de explotación al indio. El 29 de Mayo de 1861, en el primer gobierno del Dr. Gabriel García Moreno, la Convención Nacional decretó la División Política del Ecuador. Con esta ley se crearon provincias, cantones y un sinnúmero de parroquias entre las que constaba la de Conocoto. Luis Antonio Llumiquinga, instructor de mecánica y cronista aficionado, aporta información sobre clases sociales en el Conocoto de los años 1950-60: La distribución de la sociedad en castas o clases sociales existió en Conocoto: terratenientes, artesanos “blancos”, artesanos “indígenas”, agricultores de “tierra arriba”. Los propietarios de las haciendas vivían en Quito, venían aquí a pasar vacaciones, se los veía pasear a caballo, pero no tenían contacto con el resto de la población sino a través de sus administradores y mayordomos. Los artesanos “blancos” de la población nunca dependieron directamente de 26


los hacendados, aunque realizaban trabajos para ellos, eran carpinteros, sastres, herreros, plomeros, zapateros, electricistas. Muchos tenían sus negocios de abarrotes o ropa. Existían también en la población algunos indígenas que eran artesanos y tenían propiedades; eran albañiles, picapedreros, peluqueros o agricultores de sus propios terrenos. Los últimos de la rueda eran los trabajadores de las haciendas, llamados despectivamente “de tierra arriba”, ya que sus huasipungos estaban por lo general situados en las lomas. Sus condiciones de vida eran precarias, carecían de agua potable y electricidad. Las familias se formaban respetando siempre la clase social a la que pertenecían, era un tremendo deshonor emparentarse con alguien de una clase social más baja. (Llumiquinga, 2018 mimeo) La construcción de las carreteras empedradas Quito - Conocoto - Sangolquí y la Conocoto - Amaguaña, y la creación de las primeras escuelas fiscales ordenadas por el General Eloy Alfaro, fueron factores decisivos en el desarrollo de nuestra población. Conocoto pasó a ser el paso obligado hacia el resto del Valle de los Chillos. Pero el impacto más notable que cambió la fisonomía de la población, la tenencia de la tierra, la condición laboral y social de los pobladores de Conocoto, especialmente los del sector agrario, fue la promulgación de la Ley de Reforma Agraria en la década de los sesenta del siglo anterior. La puesta en vigencia de este instrumento jurídico significó el fin de las haciendas. Las tierras labrantías fueron vendidas, se acabó la producción agrícola y ganadera. 27


Los huasipungueros se quedaron sin trabajo, sin vivienda y sin huertas. Recibieron en compensación cangaguales improductivos, sin agua ni caminos y sin asistencia técnica ni económica. Muchos vendieron a los traficantes de tierras. La necesidad de vivienda, la gran oferta de tierras, el clima y la cercanía a Quito hizo que se produjera una gran afluencia de gente hacia Conocoto. Aparecieron asentamientos que fueron creciendo en forma caótica, sin servicios básicos, sin planificación, regulación ni control. No se construyeron caminos que interconecten la parroquia con los nuevos asentamientos si no que se siguieron utilizando los caminos antiguos de hacienda. Por la falta de un instrumento de planificación urbana existió un crecimiento desordenado directamente relacionado con el deterioro de la calidad ambiental y de los recursos naturales (Cabezas, Lincango, 2015).

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2.3 Espacios de la vida diaria Conocoto es más que el Parque Central, el parque recreacional la Moya o las comidas típicas y las fiestas. Conocoto es una cartografía cambiante, diversa, heterogénea, que responde a diferentes construcciones de significados, de acuerdo a las experiencias de sus pobladores: sus historias, identidades, lugares que ocupan en la estructura social. Las personas mapean (Flores, 1998) a Conocoto a través de sus prácticas sociales cotidianas. En referencia al uso de espacios, la investigación ha seguido el análisis realizado por Fernando Carrión y retomado por Ortiz en la investigación sobre Espacio Público y Patrimonio, el cual confluye en cuatro componentes: lo simbólico, lo simbiótico, el intercambio y lo cívico. Lo Simbólico: es el espacio que construye identidad. En la observación participativa y en las entrevistas realizadas a moradores de Conocoto se encuentra que hay cuatro formas de lo simbólico: 1) La pertenencia de las personas que han nacido, viven, sienten y expresan ser parte de Conocoto; 2) La habitabilidad de personas que viven sin haber nacido allí y que podrían sentir, o no, ser parte de ese terruño, como el caso de migrantes; 3) La pertenencia fragmentada de las personas que habiendo nacido y vivido en el territorio tienen 29


identidad enfocada con su barrio o comunidad y no con el global de Conocoto; y, 4) La inversión económica de las personas que han invertido en Conocoto para la obtención de ganancia. Estas formas simbólicas en el diario vivir conocoteño se combinan (Ortiz, 2010). El espacio simbólico se refiere a la construcción del espacio de interacción social, al vínculo en la comunidad y entre las familias; al significado para las personas que lo habitan o lo visitan y para las personas que lo mencionan como referente. La gran mayoría de entrevistados se identifican con el centro de Conocoto, no así quienes nacieron y viven en la periferia, quienes sienten que no son de Conocoto a pesar de que su barrio hace parte de su división geográfica territorial. Ellos se perciben en el centro de Conocoto como de paso, sea para retirar a sus hijos de las escuelas, sea para oír misa o responder a las regulaciones sociales, o, como es pagar los servicios públicos. A la pregunta ¿Cuáles son los espacios considerados como culturales para la Junta Parroquial de Conocoto? la ex presidenta Náthaly Gallardo, -entrevistada en diciembre de 2019-, responde: “La iglesia, la guitarra, la Moya, el Parque Metropolitano y el Cachaco. También la Iglesia, -considerada como Basílica- que fue construida entre 1922 y 1940”. Aclara que “según los archivos históricos parroquiales que datan de 1741, la primera iglesia de Conocoto era un chozón grande con techo de paja”. 30


El centro de Conocoto, la iglesia, el parque y la Moya, son percibidos como el único sector de Conocoto que es de todos. Siendo estos el escenario de las fiestas y ceremonias importantes, de los momentos cívicos, de la representación de la mayoría de expresiones culturales y de las ceremonias o ritos. Particularmente el parque, es percibido y usado como el espacio tradicional de circulación, juegos, ritos cívicos, de servicios y escenario de enamoramiento. La Moya, como el símbolo de la salud física, de encuentros de vecinos y amigos, de eventos artísticos; y la iglesia, como espacio de recogimiento y encuentro y de ceremonias de bienvenida y despedida. Antes existían otros sitios de importancia: Turucucho, lugar de nacimiento del fútbol de Conocoto, y usado también como plaza de toros de pueblo. Mariana Paredes y Martha Sosa suman otros lugares simbólicos como “Las cochas azules, (pequeñas lagunas), Quebrada Upayaku, Barrio Aguapillo, o la Hacienda San José”. Patricio Gallardo agrega las haciendas: la Siria y Cornejo en el norte de Conocoto, y “la quebrada Punguhuaico, que es la quebrada más significativa para los pobladores del centro. En esta quebrada se encontraban las Cochas azules”. Algunos lugares simbólicos fueron los lugares preferidos de los enamorados: las calles angostas bordeadas de vegetación o el antiguo potrero de San Pedro, que también era el lugar de descanso de los yumbos. Ahora, la iglesia católica abre las puertas a expresiones culturales artísticas. El Sacerdote Fabián Vázquez, anterior párroco de Conocoto, señala que “a partir del Concilio Vaticano II, la iglesia se abre al 31


mundo y pasa a ser una iglesia comunitaria en donde las manifestaciones espirituales se hacen presentes”

Lo simbiótico: relacionado con la accesibilidad a los

espacios de todos, que le da sentido colectivo, de interacción social, de encuentro, de socialización, de alteridad; lugar de la simbiosis donde las relaciones como el trasporte, la comunicación, la educación se diversifican. Lo simbiótico es también el lugar donde las diferencias se respetan. El Conocoto de los últimos años está inmerso en una dinámica, donde el uso del espacio público como la calle y la plaza, han sido reducidos por la dinámica del mercado. La Moya, a decir de Ramiro Sosa, era un “potrero grande de bajada larga usada por los jóvenes para deslizarse con los coches de madera; también fue espacio de pasto para los animales. Lugar de descanso, de recuerdos valiosos, ahora es el lugar donde se reúnen para ver el fútbol, presentaciones artísticas, oír discursos políticos, u otras actividades, pero ya no se la siente como parte de la vida de las personas. Ahora tiene un valor utilitario”, un valor de cambio. Las calles del centro ya no son interrumpidas para dar paso a los guambras y convertirse en escenarios lúdicos de la niñez o de la juventud: “san Benito nos coge el diablito”; “el florón que está en mis manos” etc. Las calles fueron los principales lugares de reunión, de encuentros, enamoramientos y serenos. Eran la extensión de la casa. Los “cinco arcos” o “las cochas azules” fueron lugares de paseo, de aventura. Las quebradas ofrecían la posibilidad de cuidarse unos a otros mientras se pasaba por el agua o por las 32


piedras. Para Diana Párraga, “Conocoto tiene hoy una gran diversidad, y muchos espacios pasan invisibilizados, como el Parque Metropolitano, donde las personas van a pasear y buscar plantas para remedios, y otros lugares como la Armenia o la Hacienda El Deán”. El lugar público se ha constituido en un espacio de memorias, un lugar donde están los que no tienen en donde estar, los que no tienen qué hacer, los que esperan. El papel de la plaza y las calles, se ha “diluido en el espacio de flujos” comerciales, en la sobrevaloración del mercado, en la mirada de lejos de las autoridades cuando se piensa en recuperarlo. El lugar público ha sido disminuido a un área de intercambio comercial, a la ausencia de sentir y percibir las interacciones (Ortiz, 2010). Ahora, las calles de Conocoto, sin personalidad ni identidad, son usadas básicamente para actividades de mercado o de paso, para pasar el rato mientras se encuentra trabajo. Conocoto también es sujeto y testigo del problema económico. El uso de espacios está determinado más por los intereses personales o familiares que por los intereses de la comunidad. En esta dinámica, el espacio privado tiene mayor valor. Conocoto, dice Ramiro Sosa “ahora es un pueblo de pocos conocidos y la mayoría desconocidos que corren de un lado para el otro siempre apurados”.

Intercambio: es un espacio donde se intercambian bienes y servicios. La centralidad concentra la 33


mayoría de espacios de intercambio en los pequeños negocios, ferias, servicios como el comercio, información y comunicación.

Uso de espacios públicos. Ventas ambulantes en Conocoto 2019

Uno de los ejemplos de intercambio en el Conocoto de antes podría ser el alquiler de las duchas de baño al público en el Centro de Conocoto, o en el barrio de la Paz. O los sitios de alquiler de revistas que servían para que los muchachos busquen nuevos números de Tarzán, Kalimán, Llanero Solitario, Pequeña Lulú, Chanoc, entre muchas otras. El lugar clásico de intercambio era la plaza en lo que hoy es el parque. Ahí se intercambiaban productos agrícolas, 34


animales, artesanías y también ventas para las fiestas y ceremonias puntuales.

Civismo: es el espacio donde se forma ciudadanía.

Lugar de confrontación de ideas e intereses políticos, culturales, económicos. Es el espacio donde se revelan fuerzas, partidos políticos y movimientos sociales, que interrogan o interpelan sobre la permanente construcción social, cultural y económica. (Mejía y Enríquez, 2012). En Conocoto, las calles y plazas han sido escenarios de formación de ciudadanía, tanto en los desfiles y manifestaciones sociales como en la presentación de candidatos. En este último caso, el balcón de la casa del parque, propiedad de la familia Vizcaíno fue considerado como el lugar en que “candidato que lo usaba, era candidato elegido sin importar su partido” Otra fuente de civismo según varios entrevistados fue y es la institución educativa, sobre todo la escuela. Según la Profesora Martha Sosa, “con la salida obligatoria de reconocimiento del terruño, del lugar natal, del amor al sitio donde nació y pertenece” en que los guaguas (niños) aprenden a querer a su tierra. Para Ramiro Sosa, la principal pérdida en la cultura de Conocoto se cifra en la importancia que tenía la palabra, “Los compromisos de las personas se convertían en oro, la palabra era inquebrantable, significaba ética y honor. Las dos cosas ahora han perdido valor”. Añade, “El padre de familia era el portador de la palabra” También, continúa, “se han perdido algunas manifestaciones culturales, pero no se trata de reeditarlas, porque eso significaría 35


quedarse en otros tiempos”. Concluye diciendo: “hay personas que han venido de afuera trayendo su propia cultura, debemos tomar en cuenta esa cultura y debemos acogerles, asimilar para enriquecer”. Mariana Paredes y Martha Sosa añaden a la práctica del intercambio, esta opinión: -como parte del civismo-, “hay mucha diferencia entre antes y ahora; las familias antes eran bien llevadas, se vivía cerca y se compartía muchas cosas. Cuando se cosechaba se compartía con los vecinos, ahora no se les conoce, todo se hace por celular, ya el terruño no tiene significado”. Diana Párraga considera que hay que apropiarse de esos espacios públicos y darles vida. “Un espacio que no debe ser para la delincuencia, sino un espacio de recreación para la familia”. Como antítesis del civismo y la identidad, las motos de los pollos KFC encabezaron uno de los desfiles cívicos de Conocoto.

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2.4 Tipología arquitectónica tradicional A cualquiera que vea ahora a Conocoto se le hará difícil imaginar que hasta no hace mucho tiempo, a solo tres cuadras del parque Central, en cualquier dirección ya empezaban las chacras, quintas y haciendas, y que desde esa distancia de tan solo tres o cuatro cuadras, las frases “ir al pueblo” y “bajar al pueblo” eran comunes en la conversación diaria. Al pueblo se iba por chaquiñanes y caminos empedrados, bordeando sembríos y pastizales cuyas cercas eran unos amontonamientos de tierra en los que crecían sigses (Cortaderia jubata), supirosas (Lantana rugulosa), mote casha (Duranta triacanta), moras (Rubus adenotrichos), uña de gato (Mimosa albida), cabuyos (Furcraea andina) o chilcas (Baccharis latifolia) y el alambre de púas estaba sostenido por lecheros (Euphorbia laurifolia). Era un Conocoto que vivía con limitaciones de agua potable, donde la “luz se iba a cada rato” y una llamada telefónica a Quito era considerada de larga distancia y se pagaba como tal. Sin negar el valor de las edificaciones de la Iglesia y de la Tenencia Política, veremos aquí solo las edificaciones cuya función principal es la vivienda, porque estas constituyen el grueso del inventario existente. Conocoto tiene delimitadas dos áreas históricas, de primero y segundo orden, además están registrados hitos y elementos emergentes.

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Al hablar de casa de blancos, casa mestiza o casa indígena, lo hacemos como tipología constructiva y nada tiene que ver con la raza o etnia de sus propietarios u ocupantes. Hubo en Conocoto dos lugares muy modernos para su época. Una fue la estación de un radio aficionado, primera estación de radio de onda corta, con tubos al vacío en forma de gigantescas lámparas, que estaba en la hacienda El Prado (hoy Academia Militar el Valle) y funcionó ocasionalmente hasta los años 70 del siglo pasado. El otro fue una pequeña sala de cine de la cadena del Teatro Bolívar propiedad de la familia Mantilla, donde se estrenaban las películas a veces hasta quince días antes que en Quito, con funciones los sábados a la noche para los mayores, y la matiné de los domingos para niños y jóvenes, con censura algo tolerante. La sala estaba adjunta a la casa de la quinta familiar, junto a la cual se construyó el tentadero Los Manolos, hoy sin actividad. Cuando el hipódromo de Quito debió salir de su emplazamiento en La Carolina por la construcción del Centro Comercial Iñaquito (CCI), vino a Conocoto y se instaló en los terrenos de la hacienda el Prado donde ya funcionaba la Academia Militar del Valle. A partir de los años setenta, Conocoto se convirtió en una zona de transición. Cambios sociales, económicos y sobre todo de uso de suelos dieron lugar a un cambio en el uso de las edificaciones y a su transformación; por ejemplo: se cerraron los zaguanes que pasaron a integrarse a las estancias privadas de 38


la casa o se convirtieron en espacios para comercio.

La casa de los blancos. Corresponde a la también llamada arquitectura tradicional elaborada, que usa varios elementos formales que la hacen más señorial: como pilastras de fuste liso o estriado, cornisas, enmarcaciones de los vanos de puertas y ventanas, molduras decorativas, terrazas con balaustradas y balcones.

Casa de Blancos

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Es, por decirlo de alguna manera, un modelo más citadino en donde se inspiran sus diseños, y como en la ciudad puede edificarse, su construcción desde la línea de fábrica con casas adosadas con dos formas: una con un bloque de la edificación a la calle que se conecta con uno o varios patios; y la otra, con un solo bloque de construcción a la calle que se enlaza al interior y tiene un patio en la parte posterior.

Casa de Blancos con cubierta modificada

Otro tipo de edificación fue el de las casas aisladas, estas tienen retiros frontales, laterales y posteriores, usándose el primero como jardín y el último como patio. Las cubiertas a dos o cuatro aguas. La casa 40


de los blancos, la quinta y la casa de hacienda, comparten las técnicas de construcción y el uso de materiales, con la casa mestiza que se verá a continuación, aunque hay mayor cuidado en los acabados y calidad de materiales.

La casa mestiza. Conocida también como arquitectura tradicional simple, era la más común. Corresponde a la construcción típica andina, de planta rectangular, cubierta de teja a dos o cuatro aguas coronada por una cruz o un gallo, símbolo de San Pedro, éste a veces en forma de veleta.

Casa Mestiza modificada

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La casa tenía un amplio zaguán, siempre con un poyo adosado a la pared, que fungía como sala de recibimiento y taller de actividades artesanales. Las puertas de dos o tres habitaciones daban al zaguán y a veces salía de él un corredor que llevaba a las habitaciones posteriores y a la cocina que ocasionalmente, -reminiscencia de normativa colonial-, estaba separada de la construcción principal. El patio era infaltable para secar maíz y asolear las ocas. Siempre había gallinas y a veces algún chancho; en la huerta era común el guabo y el tomate de árbol. Nadie dejaba de tener una plantita de ruda y una matita de ají. Era común crear un espacio para los cuyes en la cocina, donde la temperatura era relativamente abrigada. La cimentación de cal y canto soportaba a las paredes hechas de tapial (tierra apisonada con mezcla de paja) o de adobe, las paredes interiores podían ser de bahareque cuando no soportaban carga. Las paredes se enlucían con chocoto. El piso era de tierra apisonada o de ladrillo. Tiempo después se empezó a utilizar el piso de duela de madera, soportado por vigas, sobre una especie de sotanillo ventilado por medio de michinales. La cubierta era de teja a la que soportaba una armadura de madera que a su vez, se amarraba con tiras de cuero crudo. El cielo raso, cuando lo había, era de carrizo amarrado con hilo de cabuya y cubierto de chocoto. Se pintaba con lechada de cal, y pocas veces se adicionaba tierras de colores. Era común empapelar 42


las paredes con periódicos como enlucido o acabado. Las puertas se cerraban por dentro con pestillo y por fuera ya sea con armella y candado o con aldaba y candado. Pocas construcciones de dos plantas tenían el entrepiso de madera en las habitaciones. En los corredores exteriores se utilizaba un entramado de madera que soportaba ladrillos sobre los que se ponía un mortero de cal y arena. La madera de árboles que debían ser cortados con la luna a fines de menguante y antes de creciente, tenían un proceso de secado natural de un año por lo menos. Se trataban para su conservación con una mezcla de DDT y diesel y la que quedaba a la vista recibía un acabado de aceite de linaza o cera. Las maderas más usadas eran: el eucalipto para uso general, vigas, columnas y pisos; el aliso y el laurel para puertas, marcos, tapa marcos y barrederas; y el cedro y el laurel para puertas y muebles. Estos dos últimos venían de zonas subtropicales, y el eucalipto de bosques cercanos, -aunque es especie introducida. Con el tiempo se hizo común construir con ladrillo y mortero de cal, luego se utilizaron morteros bastardos de cal y cemento que cayeron en desuso por el alto precio de la cal, siendo substituidos por morteros de cemento.

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La casa indígena. No había en Conocoto ni la chaquihuasi, -que es la casa de paja hasta el suelo-, de un solo ambiente, más propia de los páramos, ni la turuc-huasi, casa construida enteramente de elementos vegetales, también de un solo ambiente. El modelo que encontramos es el de la pircahuasi. Casa con paredes de tapial, cubierta de paja y con el tiempo de teja; el piso era de tierra apisonada. La casa tenía varios ambientes y a veces un corredor frontal. Presentaba un esquema parecido al de la casa mestiza antes mencionada, pero con materiales más económicos. Solía haber frente a la casa, o en el cercado, al menos un lechero (Euphorbia laurifolia). “El lechero es objeto de culto en casi toda la Sierra. Su nombre común se debe a la substancia lechosa o yurak wiki -lágrimas blancas- que secreta. Según Alejandro Montalvo, de Imbabura, el lechero: Es como el llamado especial de algún ídolo. Resiste y se enraíza donde quiera que esté. Se utiliza para todo: para cercas, para los pilares de la choza, para los tendederos de la ropa. Da goma, que sirve para pegar y cura las enfermedades del oído, la sordera. Tiene vida, nunca muere y por eso se utiliza para lápidas y cruces. Da vida al que está muerto. El lechero se arranca y sigue viviendo. El lechero se siembra en sitios considerados como peligrosos y da cuenta del diablo. Es para contrarrestarlo” (Alejandro Montalvo, Simbolismo y ritual en el Ecuador Andino p.79) 44


La Quinta Había distintos tipos de quintas. Por su extensión se diferenciaban las que en realidad eran pequeñas haciendas, de los terrenos que no llegaba a una hectárea, además por su uso se distinguían las que eran unidades productivas agrícola- ganaderas, a las de uso vacacional o de fin de semana. Independientemente de lo anterior, la casa podía tener las características de la casa de hacienda o asimilarse a los chalets que por ese entonces se construían en las zonas de expansión de Quito, como La Mariscal. Era infaltable un amplio y bien cuidado jardín con variedad de árboles frutales, flores perfumadas y hierbas aromáticas.

Casa de las Quintas. Ex Academia Militar del Valle años 60 45


Almuth Wenner rememora la vida en las quintas de Conocoto: Quisiera hablar de una manifestación cultural en vías, de extinción: Las Quintas. Aquellas quintas con sus sombreados jardines, con sus árboles plantados por el bisabuelo en complicidad con los rebrotes tiernos de la familia. Allí plantaron sus árboles de guabo, de aguacate y quizá también de tocte, de nogal. Había allí los arbustos de chihualcanes, de chamburo, de guayaba, con su rico e invasivo aroma vespertino. En el suelo había matitas humildes de paico para el locro de papas; la cebolla larga para las empanadas, y el cilantro para el agrio. Estaba la casa antigua de adobe, un poco oscura y de olor mustio por los tapices desgastados y raídos, y el carrizo ligeramente húmedo por algún desperfecto crónico en el techo. En el corredor, adentro, había un viejo y desafinado piano o una radiola, y en el aire flotaba una canción de Carlota Jaramillo. En el sofá estaba sentado el abuelo, contando las picardías de sus años mozos, olvidando por completo la gota en el dedo gordo de su pie y la artrosis en la rodilla. Una tía, un poco entrada en años, estaba sentada en una butaca, tejiendo escarpines para algún sobrinito próximo a nacer. En la cocina la abuela, removía la colada morada, mientras las niñas grandes picaban la piña, y las nenas chiquitas corrían al jardín para traer una rama de cedrón o un manojo de hierba Luisa. Los adolescentes, con sus mejillas pasposas por haber jugado al aire libre por mucho tiempo, decoraban las guaguas de pan con colores vivos y no tan sanos. Hoy están por desaparecer estos sitios bucólicos, íntimos, de paz y de unión familiar trans-generacional. Ya no hay los guambras trepados en los arboles de capulí o el sobador de huesos en camino, presto a sobar las rodillas magulladas, tras las caídas del árbol embrujado. Ya no hay un sitio para pedir el 46


consejo sincero de la familia. De esto se encarga la psicóloga, con citas de 20 minutos de duración, contratadas con 15 días de antelación y a cambio del pago al contado. Ya no hay chance de ventilar un pequeño desaire accidental entre familiares. En vez de esto, se da el abrazo del perdón al desconocido en la iglesia y se busca la anhelada redención en las páginas de Facebook. Las quintas de antaño se han quedado vacías y silenciosas. El impuesto predial se ajusta sin punto y sin coma, al precio de una propiedad horizontal y la plata no alcanza para reparar el techo o combatir la polilla en las vigas antiguas. ¡Ah, y del problema con las cañerías viejas, ni hablemos! El alegre borbotear de la conversación en el salón ha cedido al actual chequeo de los últimos mensajes en Whatsapp. Y la mesa la compartimos con un único comensal, estresado, mental y emocionalmente ausente. El locro se condimenta con cubos Maggi y de postre hay una compota comercial, de dulce de higos, marca Guayas. El municipio desea declarar patrimonio cultural a la casona, lo cual impide hacer reformas oportunas y nos condena a vivir, cual fantasmas, en una especie de museo. Las amistades se han replegado en las urbanizaciones y condominios, en donde habitan en 54 metros cuadrados, oliendo los condimentos de todo el bloque y escuchando la cacofonía de 3 televisores distintos y ajenos. La entrada a aquel paraíso moderno está debidamente resguardado por un arcángel Gabriel actual, un guardia uniformado.

¿Qué hacemos para preservar lo que nos queda de las quintas de antaño? 47


Son el silencioso testimonio físico de nuestro pasado compartido, testimonio de vital importancia en el juicio imparcial y frío de la historia de Conocoto y de la nación.

La Hacienda La hacienda era una unidad productiva agrícola y/o ganadera. En ella convivían varias tipologías de construcción, unas derivadas de las necesidades productivas y otras derivadas de la posición del habitante en su relación con la hacienda. En las haciendas ganaderas era imprescindible el establo para el ordeño, y en algunas, como la San José, el espacio para elaborar quesos. En las haciendas agrícolas tenía especial importancia el troje con pocas y altas ventanas y puerta anti ratas, de esto tenemos un ejemplo bueno y accesible en el troje de la hacienda San José, donde está clara la función en el marco y en el umbral de la puerta, aunque las hojas de la misma, en madera, están mal reconstruidas. Independientemente de que la hacienda haya sido agrícola o ganadera, la casa de hacienda se pudo dividir en dos tipos: uno más antiguo, de origen colonial español, con las habitaciones conectadas por un corredor exterior cubierto, y otro más moderno que empezó a construirse desde el último cuarto del siglo XIX. Éste conectaba las habitaciones desde el interior, a veces de dos plantas, por medio de una escalera interna. La arquitectura de este segundo tipo 48


tiene influencia francesa o italiana. A la casa de hacienda se llegaba por una alameda de altos y añosos árboles que desgraciadamente hoy han desaparecido. A partir de los años sesenta fueron cortados para aprovechar la madera de esos eucaliptos, pinos o cipreses que la conformaban. La casa de hacienda tenía siempre un gran patio amurallado al que se entraba por una puerta imponente. El patio, además de servir como vínculo a los diferentes espacios funcionales, tenía una función simbólica y hasta ritual. Allí era donde huasipungueros, arrimados, yanaperos y peones “veían” al patrón y eran vistos por él; pedían favores, (“mercedes” como les llamaban). Allí cobraban su sueldo y eran castigados; hasta allí llegaban para bailar los sanjuanes en honor al patrón. Los huasipungueros usufructuaban de una parcela, de pastos naturales, derecho de hierba o pastoreo; agua, leña e inclusive tenían un pequeño salario. Semanalmente debían dar a la hacienda cinco jornadas de trabajo, generalmente de diez horas cada una. Los arrimados o apegados eran familiares o parte de la familia ampliada del huasipunguero y vivían en el huasipungo. La jornada de diez horas de un hombre equivalía a una “raya”, las mujeres y los niños cobraban media “raya”. El pago podía ser en efectivo o en especie: la “ración” de lo que se había cosechado. Una “ración” equivalía a una “raya”. Los yanaperos entregaban a la hacienda una jornada semanal de trabajo gratuito por el usufructo de agua, leña y caminos. Los peones 49


internos eran los hijos mayores de los huasipungueros o apegados que cobraban por “raya”; y los peones externos eran de comunidades cercanas a la hacienda llamados estacionalmente por siembra o cosecha y también cobraban por “raya”. En las cosechas había la costumbre de “chugchir”, es decir el derecho que tenían las viudas, los huérfanos y los ancianos a recoger lo que iba quedando olvidado, siguiendo el ejemplo bíblico del Libro de Rut. Propietarios y mayordomos tenían sus favoritismos al conceder este derecho. Al patio de la hacienda en algunos casos se añadía un parque de inspiración francesa o italiana como espacio privado del propietario y su familia, con un imponente muro perimetral cuando no había elementos naturales que sirvieran de barrera. Actualmente es accesible al público el parque de la hacienda San José, actual Administración Zonal Los Chillos, que además, es el único de los “Jardines que Hablan” que puede visitarse en Conocoto, aunque desgraciadamente se ha perdido casi toda la vegetación simbólica que allí plantó su propietario. Hay que recalcar que el muro perimetral occidental del parque fue derribado para ampliar la avenida Gribaldo Miño que en ese punto sufre un estrechamiento. En este parque, por medio de glorietas, esquemáticas y de construcción de cemento, se cuenta la historia de la humanidad representada en sus diversas épocas por su arquitectura, con la particularidad de que lo hace en sentido anti-horario dando a entender que el paso del tiempo en vez de traer progreso trae involución. 50


2.5 El proceso de urbanización de Conocoto (De hacienda a urbanización y de quinta a conjunto habitacional) Ese Conocoto constituido por un núcleo central, rodeado de cultivos, quintas y haciendas recibe los efectos de la Reforma Agraria tanto la de 1964 como la de 1973 y sin entender sus consecuencias no se puede entender el crecimiento urbano de Conocoto.

Para hacerse una idea de la situación basta este dato: Hacia 1930 Conocoto llegó a tener 14 haciendas y 10 quintas.

Haciendas: 1.- Santo Domingo; 2.- San Agustín; 3.-

Armenia; 4.- Olayas; 5.- Siria; 6.- Cornejo Bajo; 7.San Francisco; 8.- Pólit, hoy San Nicolás; 9.- El Deán; 10-. San José; 11-. San Germán; 12-. Ontaneda; 13-. Miravalle; 14-. Pisingallí.

Quintas: Esthela, Granja (hoy Iglesia de Santa Rita),

Girón, Delicia, San Antonio, Santa Ana –Galarza (hoy Colegio San Vicente de Paúl), Chúsig (actual urbanización Santa Mónica), Cornejo Alto (Ich), San Joaquín y San Isidro (hoy urbanización San Antonio) (Gallardo, 1994, 39). La Reforma Agraria de 1964 afectó a las haciendas del Estado y de las comunidades religiosas. La de 1973 fue de afectación general. La entrega de los huasipungos, más las tierras entregadas a los mismos huasipungueros en pago de las deudas por no aportación al Seguro Social les cerró a éstos el acceso 51


a los ingresos complementarios que representaban el derecho al agua, la leña y sobre todo, el derecho de hierba o pastoreo, ya que la crianza de ganado siempre fue el medio de incrementar los ingresos, o cuando menos, la manera de tener unos ahorros. Esto afectó directamente a la economía familiar, y como los arrimados no recibieron nada, la tierra para la siembra de autoconsumo se volvió insuficiente para las necesidades de las familias, y tuvo como consecuencia la salida a buscar trabajo, situación que se vio agravada por las subsiguientes divisiones que, por herencia, se hacían a la muerte del titular. Al perder las tierras su valor agrícola se incrementaron las subdivisiones, era común que los abuelos regalaran un pedazo de tierra a sus nietos “desde la acequia para allá” o “desde el penco hasta acá” para que hagan sus casas. La unidad de la familia ampliada no se había perdido como concepto cultural. Si bien la familia permanecía unida, la forma en que se hicieron los fraccionamientos solo podía traer problemas, como que nunca hubo planos aprobados por el municipio. Recordemos que en 1933 el Municipio dicta la primera Ordenanza por la que se obliga al propietario a presentar los planos, aprobar los fraccionamientos en el Departamento de Obras Públicas Municipales y realizar las obras de urbanización para poder vender los lotes. Pero los lotes se vendieron sin cumplir esos requisitos; en poco tiempo los mismos ex huasipungueros y sus hijos se volvieron fraccionadores de tierras. Ejemplo de esto tenemos al barrio San José como consolidación del agrupamiento de casas 52


de ex huasipungueros y a Santo Domingo de Conocoto como fraccionamiento realizado por ex huasipungueros y por instituciones y empleados públicos. Se dio de hecho un cambio de uso de suelos que no constaba en los planes de desarrollo, lo que dificultaba el acceso a los servicios de agua, luz y alcantarillado. En la parroquia de Conocoto la Reforma Agraria afectó las estrategias productivas de las haciendas y las relaciones de los hacendados con las poblaciones cercanas. Al interior de cada hacienda el poder está repartido en forma piramidal y la autoridad suprema del patrón se ejerce a través de numerosos intermediarios: mayordomos, capataces, jefes de equipo, mismos que desempeñan lo esencial de las tareas cotidianas de mando y vigilancia. Pero la mayor parte de las veces, el poder del terrateniente va mucho más allá de los límites de su propiedad; ofrece trabajo temporal a los campesinos de los alrededores y/o controla redes de clientela que incluyen los pueblos vecinos. Por su generosidad es el aliado predilecto del clero local, designando él mismo, a los representantes locales del poder central (Fauroux 1986, p.679). Si bien los terrenos ubicados en Conocoto no eran considerados urbanos, la relativa cercanía a Quito los hacía llamativos para una expansión futura de la ciudad, ya sea urbanizados por sus propietarios o lo 53


que es peor, invadidos por alguna organización provivienda popular de las que ya estaban actuando en las goteras de Quito. En esas condiciones las haciendas que ya no eran rentables o cuya explotación ofreciera nuevas dificultades empezaron a parcelarse. El precio del suelo y de la tierra (el suelo es urbano y la tierra es rural) suben en Quito y en Conocoto, pero por el proceso de paso de tierra agraria a urbana y su habilitación como suelo urbano, el alza porcentual es en Conocoto cuatro veces mayor. La tierra ya no se vende por hectáreas, es el suelo el que se vende por metro cuadrado, esté urbanizado o no, y la diferencia es abismal. Este proceso especulativo en las zonas de expansión tiene beneficiarios directos: los terratenientes, intermediarios, compañías constructoras; promotores inmobiliarios, entre ellos algunos empleados municipales; y todo se hace en detrimento de la población residente la que nunca es consultada y poco a poco se va dando cuenta de que cuanto más se acerca la ciudad más se alejan ellos de las decisiones que se toman en la ciudad. A principios de 1982 saltaron las alarmas, el Comité del Pueblo invadió la hacienda San José y pidió al Gobierno Central su expropiación para realizar un proyecto de vivienda. Si bien la expropiación no se concretó por la oposición de la población que tenía problemas con los servicios de agua, que escaseaba, y energía eléctrica, con cortes a cada rato; además estaba el temor de que se trataba de una población difícilmente asimilable. Los terrenos 54


de la Hacienda San José fueron negociados con militares y empleados del Hospital Militar que hicieron la Urbanización San José. El daño ya estaba hecho: siguiendo los caminos de hacienda, el proceso de urbanización se aceleró por todo el territorio de la parroquia. Hay otras acciones que fuerzan el cambio de uso de suelo de rural a urbano, a veces en contra de la misma planificación territorial. La Empresa de Agua Potable, empresa pública propiedad del Municipio, solicita “para uso humano” la concesión de las fuentes de agua que ya no pueden ser utilizadas por la población para uso agrícola. La tierra sin agua pierde su valor al no poder usarse para actividades agrícolas o ganaderas. Sin embargo, vuelve a tener valor cuando recibe agua potable que es muy cara para poder utilizarse en actividades agrícolas o ganaderas, es decir, vuelve a valer como suelo urbano. Al concebir el territorio de Conocoto con lógica de crecimiento y desarrollo urbano, el único futuro posible es convertirla en ciudad; la metrópoli es lo moderno, lo rural es atraso. Conceptos como calidad de vida o respeto a la cultura de la población cuando se enuncian, si es que se enuncian, quedan en el papel. En los hechos todo tiende a la uniformidad dada por el modelo que está sobreentendido, pero no discutido, porque en realidad no hay modelo. Basta el crecimiento de la ciudad. Como consecuencia, se urbanizan las mejores tierras agrícolas; los alimentos vienen cada vez de más lejos, y al multiplicarse el número y recorrido de vehículos de transporte liviano y pesado, se nota un aumento 55


de la contaminación ambiental y de la huella de carbono que actualmente preocupa a la Secretaría de Ambiente del Municipio de Quito. No es el único problema. Las quebradas, antes un atractivo de aguas limpias, son ahora alcantarillas abiertas que recogen las aguas servidas de las nuevas urbanizaciones y los desechos industriales de las empresas asentadas en el sector. La contaminación del aire con partículas y gases, sumada a la contaminación por ruido, tienen características alarmantes en algunos sectores de la parroquia, especialmente en el centro donde se encuentran ubicadas cuatro de las unidades educativas infantiles más grandes de la población. Conocoto crece porque aumentan las viviendas, pero nadie piensa en los servicios que necesitan viejos y nuevos moradores, más aun, considerando que muchos de los nuevos habitantes pertenecen al segmento que utiliza los servicios públicos de salud y educación. No hay espacio para escuelas y colegios. El Colegio Nacional Conocoto hace años que está colapsado y necesita unas instalaciones más amplias acorde a la cantidad de alumnos. La falta de espacios verdes es especialmente aguda en el centro de la población y los parques de barrios populosos están generalmente descuidados. Las áreas verdes más significativas son el Complejo Recreativo La Moya, el Parque Forestal La Armenia, y el Parque Metropolitano del Sur que está ubicado en las faldas de la Loma de Puengasí y que debería llamarse Parque Metropolitano del Valle. La gran extensión de este último se sitúa mayormente en 56


territorio de Conocoto, sin embargo, los accesos se hicieron únicamente desde el sur de Quito y desde Amaguaña. Adicionalmente, el territorio de Conocoto se recortó de manera inconsulta y perjudicial para la parroquia, en dos sectores: 1.- En la loma de Puengasí, al bajar el límite de la línea de cumbre al canal de agua del PitaTambo. 2.- En el barrio San Francisco, al pasar el límite con Amaguaña, de la quebrada de Santa Isabel a la calle Panzaleo. Lo que ahora vemos como un monocultivo de eucalipto, en tiempos de la colonia era un bosque de alisos y cedros de donde salió la madera para las iglesias y construcciones de Quito, entre ellas, la primera capilla de San Juan de Letrán de Diego de Sandoval y sus descendientes, que eran propietarios de Pisingallí, a la entrada del Valle de Chillos.

Las casas se dividen por herencia o por venta, esto se puede reconocer por el tratamiento de color de la fachada. 57


Otro ejemplo es el Cementerio que colapsó al tener que atender a una población que ya no era la correspondiente al crecimiento vegetativo, sino que respondía a la migración de adultos y adultos mayores. No es lo mismo nacer en Conocoto y morir en Conocoto a los ochenta años, a que llegue un grupo poblacional con edades entre treinta y cinco y cincuenta y cinco años o más y mueran a los mismos ochenta años. En los planes de desarrollo territorial aún no consta un espacio para cementerio. La mayor muestra del descuido con que se dio el crecimiento urbano de Conocoto fue la fragilidad del abastecimiento de agua potable, como lo demostró el deslave de la escombrera del Troje que obstruyó el canal del Pita y dejó sin servicio de agua a Conocoto y parte de Quito por algunos días. No hay que olvidar que la toma que abastece a este canal está en las faldas del Cotopaxi, -volcán activo-, cuyas erupciones producen lahares, que pueden destruir la toma y causar la suspensión del servicio de agua potable por varios meses. A esto hay que añadir la contaminación de las capas freáticas y la pérdida de varios ojos de agua. En esta condición es irresponsable permitir y sobre todo fomentar el aumento poblacional, por migración, en la parroquia, al autorizar nuevas urbanizaciones y condominios. Cuando el Municipio de Quito cambió el uso del suelo, de agrícola a urbano en el territorio de Conocoto, debió haber planificado una nueva ciudad con los mejores aportes de la teoría y práctica del urbanismo, pero no lo hizo, y permitió que se diera un crecimiento desordenado de urbanizaciones privadas y condominios, sin vías y servicios adecuados. Ahora es necesario remediar lo que no se previno. Y repensar el territorio desde sus 58


propios habitantes. Hay también una mentalidad casi colonial del Municipio de Quito acerca de sus parroquias rurales, como se puede ver en la intención de crear la nueva centralidad de Quitumbe, alimentándola con las parroquias del Valle de los Chillos, cuando éstas, y en especial Conocoto, tienen sus relaciones de estudio y trabajo principalmente en el Norte y Centro-Norte de la ciudad. Otra muestra de esta mentalidad es el hecho de que no se asigna a Conocoto todo el presupuesto que debe corresponderle dada su alta concentración poblacional y su elevada contribución tributaria, asumiendo que “no hay necesidades insatisfechas”, es decir que basta con lo poco que se da, pues la ciudad de Quito se alimenta de los recursos de las parroquias rurales. No todo es responsabilidad del Municipio, hay normas nacionales que conspiran contra el desarrollo de la parroquia. Por ejemplo: por no ser cantón se le retiró la oficina del Registro Civil; por no ser cantón no puede tener un hospital y la presencia policial es limitada. Este rápido e inorgánico crecimiento de urbanizaciones privadas y condominios rompió con la vida cotidiana de Conocoto, con su cultural rural, sin generar al mismo tiempo una infraestructura que permita desarrollar una cultura alternativa de ciudad pequeña, con aire de campo. Para comprobar la pérdida de la memoria colectiva, y con ella la pérdida de los toponímicos, basta preguntar en cualquier parada de bus de Conocoto, 59


dónde queda el Aguarico (Montalvo y Abdón Calderón), la Bomba (la gasolinera que había en el inicio de la vía antigua a Quito, actual redondel de la Ponce Enríquez), el Bosque (la entrada al INFA).

Hay también otras pérdidas: Se tiene conocimiento, -según relato de los antepasados-, que la hacienda el Deán tenía un túnel de 3 km. más o menos, conocido como el “SOCAVÓN”, que partiendo de la hacienda salía a la quebrada Ontaneda, de allí a Miravalle, Rumi- Hucu y luego a Quito (Gallardo, 1996, p.53). La contaminación de las quebradas impide ahora llegar a los túneles que, -menos largos que el Socavón-, unen una quebrada con otra. Estos tienen como característica propia, dos cambios de dirección en ángulo recto y son frecuentes en la región Kitu Kara.

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La Casa antigua de los correos


3. ECONOMÍA Y CULTURA 3.1. Los oficios que se perdieron en Conocoto “Son las cuatro de la madrugada y una recua de mulas y asnos, cargados de sacos de “maíz de Chillo” sube con lentitud el antiguo camino que une a Conocoto con la capital, mientras los arrieros van conversando y “fueteando” a los animales cuando se paran a morder las hierbas del camino”. Conocoto, hasta los años 70, era una población rural donde la gran mayoría de sus habitantes era nativa y se conocía y se relacionaba en la vida diaria, donde se respiraba tranquilidad y donde los acontecimientos que alteraban esa tranquilidad eran los desacuerdos y rencillas entre familias, por enamoramientos no autorizados o por comentarios y chismes. Estaba rodeada de haciendas, cuyos habitantes tenían relación con la población a través de pocas estrategias socio- económicas, una de ellas era el compadrazgo. Las personas que vivieron en el sistema hacendatario encargaban sus hijos a los compadres mestizos, incluso adoptando el apellido. Otras de las formas era el trabajo doméstico. La economía de la población era autosuficiente en lo que corresponde a la alimentación, vestimenta y muebles, pero dependía de la capital, donde se conseguían muchos de los materiales para sus artesanos y a donde se iba a vender su producción agrícola excedente, en especial el maíz de chillo, 61


por medio de mulares. Por eso, uno de los oficios conocidos era el de arriero. Los artesanos atendían el mercado interno de Conocoto, rara vez vendían fuera. Más tarde se incrementó el comercio con Sangolquí, cuya feria semanal logró captar a la mayoría de vendedores y compradores de las parroquias del Valle, entre ellas Conocoto. Según el señor Ángel Paucar, Conocoto era un territorio de oficios. Los oficios más practicados que se lograron rememorar por el equipo de investigación con el aporte de algunas personas entrevistadas fueron:

Carpintería de madera, con algunos exponentes como: Rosendo Caiza, Elías Pinto, José María Gallardo y más tarde José y Gabriel Zurita; además de: Pepe Paredes, Vicente Sosa, Carlos Sosa Vargas.

Albañilería: maestros mayores de la construcción:

Antonio “Chugo” Fernández, Amable “Negro” Parra, Francisco Morocho, Antonio Morales, los hermanos Chingay, Alberto Mendoza, Heriberto LLumiquinga (dueño de la tienda “De aquí no paso”), Alfonso Maldonado, Baltazar Morales, entre otros. Tan significativo fue este oficio que en los años 60 llegó a formarse en Conocoto un Sindicato católico de albañiles, que en la marcha del primero de Mayo vivaban a Cristo Rey, según cuenta Antonio Llumiquinga. A decir de Luis Alfredo Amaquiña, los albañiles de Conocoto construyeron las casas coloniales de Quito.

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En zapatería: Faustino Gallardo, Eloncio Gallardo,

Enrique Flores; en sastrería: Ángel Betancourt (“maestro Lechuga”), Rafael Aráuz, Eugenio “Tuche” Maldonado.

En peluquería: Elías Santamaría, Aureliano Lovato,

Mariano Alomoto y Juanito Sosa, que llegó de Sangolquí. Eran ellos quienes se encargaban de recortar el cabello a los hombres. En el caso de las mujeres, estas eran atendidas por sus mamitas, hasta que Isabel Vizcaíno estableció su salón de belleza en el parque y luego María Inés Valencia frente al mercado. Los arrieros de arena y piedra “bola” del río San Pedro, que jugaron un papel importante fueron: Teodomiro Sosa, Enrique Maldonado, José Manuel Chingay y Alonso Castro.

José Manuel Chingay. Arriero

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Los carpinteros se ocupaban de elaborar muebles para sus coterráneos y cubiertas de madera que se asentaban sobre paredes de tapial o de adobes hechos con barro y paja. No se conoce de producción de muebles para venta fuera de la población. Las maderas utilizadas para muebles eran el aliso, el sisín y el cedro, después vino el laurel. Para las cubiertas se usaba el eucalipto en su mayoría, solo mucho después llegaron maderas tropicales como la caoba y el colorado. El maestro carpintero tenía aprendices y ayudantes a los que se les llamaba “oficiales”, quizá en referencia a que el maestro era el gran capitán del taller. Los fragantes subproductos del trabajo: aserrín, viruta y retazos de madera se utilizaban para las pesebreras. También se utilizó en los fogones de las casas, antes de la entrada de los reverberos de gasolina y las cocinas a “kerex”, que después fueron reemplazadas por las cocinas a gas y más tarde por las eléctricas para terminar en las de inducción. El banco de carpintería y las herramientas manuales eran indispensables instrumentos de trabajo; el acabado más fino de los muebles era el “charolado”, un proceso manual largo y laborioso, pero que producía un recubrimiento duradero para toda la vida útil del mueble. La madera se compraba en aserraderos del Valle y los materiales (clavos, tornillos, cola, barnices) en ferreterías de la zona. Mención especial merece la elaboración de la “cola de carpintero” que se conseguía haciendo hervir en agua unas láminas marrones de pega elaborada con gelatina animal 64


y que se esparcía caliente sobre las superficies de madera a unir (de ahí el dicho: “en lo caliente pega la cola”). Los zapateros tenían talleres pequeñitos donde solo cabían las distintas mesitas del maestro y, a veces, el ayudante y un montón desordenado de zapatos por reparar o entregar en un plazo indefinido. Este lugar de reunión, chisme y “chupe”, tan estrecho y generalmente adornado con láminas de calendarios de “lluchas”, acogía en las tardes y noches un número variable de personas que se acomodaban en él”. Los clavos usados en esa época eran de mangle. Se usaba el hilo de pita al que se le lubricaba con la vela de sebo o mejor con cera de Nicaragua. Las zapaterías elaboraban zapatos nuevos, previa la toma de medidas por parte del maestro que dibujaba la planta del pie del cliente sobre el papel y midiendo el empeine para luego probarse: no era raro que no calcen bien, por lo que se les sometía a una ampliación con horma hasta lograr la satisfacción del cliente o, a su vez, los clientes usaban papel húmedo o algodón con alcohol. También se realizaban toda clase de reparaciones: suelas, media suelas, tacos, punteras y capellada. Los materiales: cueros, suelas, pega, clavos, se compraban en Quito. Todas las herramientas eran manuales. Los productos artesanales tenían un objetivo utilitario fundamental y cualquier elemento artístico especial era secundario en su trabajo. Se conoce dos casos excepcionales donde el sentido artístico se desarrolló: uno en carpintería, al realizar muebles especiales y otra en zapatería: produjo calzado en fibra de pita 65


y realizó retratos en el mismo material. No se conoce que estas artesanías artísticas sigan haciéndose en la actualidad; al parecer terminaron con la muerte de sus autores: el carpintero Alfonso “Zambo” Ríos y el artesano José Félix Gallardo. El corte y confección lo practicaban muchas mujeres. De hecho, la única escuela de oficio para las mujeres en Conocoto, durante muchos años, fue la de Corte y Confección de las Madres Marianitas, donde se educaban mujeres jóvenes de todo el valle de los Chillos. Sin embargo, solo algunas lograron establecer un taller permanente en su propia casa, donde laboraban la dueña y maestra y una o más aprendices. Tres de las mujeres de mayor representación en este arte fueron Orfelina Pérez, Ana Villafuerte y Clemencia Taco, que lograron atraer clientela no solo en la población, sino también en Quito y el Valle. Parte de esa clientela era relativamente adinerada y exigía diseños especiales. Generalmente el cliente traía la tela y la modista conseguía los materiales en la misma población. Las máquinas de coser “Singer” predominaban a todo nivel y solo después ingresaron otras marcas industriales. La construcción de casas y muros era un oficio practicado mayoritariamente por personas de ascendencia indígena, ya establecida en el centro poblado o proveniente de las haciendas (ex – huasipungueros), que después de las reformas agrarias de 1964 y 1973, fundaron y poblaron los nuevos barrios de Conocoto: a saber: San Juan, San Miguel, San Francisco, San Lorenzo, San Virgilio y una lista grande 66


de santos. Las casas de adobe y teja, que eran la gran mayoría, han cedido paso a las construcciones de cemento, ladrillo, bloque y metal. Igualmente los tapiales han sido reemplazados por muros de bloque, ladrillos y metal. Existía el oficio de aserrador que implicaba manejar sierras de 2 metros de largo entre dos personas, para cortar los gruesos eucaliptos, y el oficio de tapialero que exigía ingentes esfuerzos con el pisón, para compactar el barro en grandes moldes de madera. Existían otros oficios menos comunes como el de “herrería” en el que destacaron: Luis Villafuerte, Alfonso Santamaría y Luis Moreno, que luego heredaron el oficio a sus hijos. O el “cuetero” Rodrigo que elaboraba voladores, camaretas y castillos y tenía en su taller una leyenda que rezaba “se hace dende (sic) cuetes hasta platillos voladores”, o las sombrererías de Taipe y de Guamán.

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3.2 Las huertas de Conocoto La agricultura era una actividad generalizada, tanto en las pequeñas parcelas de los habitantes del centro poblado como en las grandes haciendas que rodeaban la población. En cuanto al trabajo agrícola, se sembraba principalmente maíz de Chillo (Zea mays), “jatum sara” en lengua quichua, muy apreciado por su grano grande, suave y sabroso, y otras variedades de maíz como morocho, canguil, chulpi y maíz morado. El cultivo del maíz se combinaba con el fréjol que se enredaba a las dulces cañas de maíz y habas que se intercalaban en el surco (“guacho”). No era inusual encontrar frondosas matas de sambo y zapallo que cubrían el suelo con sus frutos. Había un proceso definido que comenzaba con la siembra en octubre, el deshierbe y colmado en diciembre y, la cosecha como choclo, en marzo y abril (coincidiendo con Semana Santa) o como maíz seco en junio y julio. Era clásico saltar la chamiza hecha con cañas secas de maíz (“ishigshas”) en la noche víspera del 29 de Junio al grito de “San Pedro y San Pablo mataron al Diablo”. Es indudable que el cultivo del maíz no solo era el predominante en Conocoto y el Valle, sino que también influía significativamente en su economía y en su cultura, especialmente en las costumbres alimenticias y en las fiestas. Las “choclotandas”, luego humitas; las tortillas de maíz hechas en tiesto y el tostado seco, que luego se convirtió en tostado de manteca; los tamales de masa dulce con un trocito de carne de chancho; la empanadas de morocho; 68


la colada de choclo y otros más eran, y son todavía, platos de todos los días y de todas las familias. Julio Pazos realizó en el 2012 un sabroso estudio del maíz de chillo, referido a Sangolquí, pero en realidad la información consignada se puede aplicar a todo el valle de los Chillos La transformación del grano en harina, por encargo o por propia iniciativa, se realizaba en dos molinos ubicados en el centro de Conocoto, propiedad de dos familias Sosa y, a veces, se expendían en el mismo lugar. Era conocida la bodega de Cristina Zurita. El cultivo de maíz se alternaba con el de las “alverjas” (sic) (arvejas) en verano y con el de las papas, cuya variedad preferida era la “chola”. Los cultivos de hortalizas existían en cada casa que contaba con terreno y los excedentes salían al mercado de Sangolquí, que empezó a centralizar la producción del Valle. Los frutales se cultivaban en pequeña escala. Los más abundantes eran las guabas que se cosechaban al mismo tiempo que los choclos. Las extensiones grandes eran visitadas por jóvenes quienes acostumbraban cosechar las guabas sin permiso del dueño. El aguacate criollo se daba en árboles inmensos y frutos pequeños. Luego se aclimató el aguacate “guatemalteco” con árboles más pequeños y frutos más grandes. Otros frutales que se cultivaban eran el capulí, chamburos, chigualcanes, taxos, tunas, plátanos; el tomate de árbol y la chirimoya. En los cercos y quebradas se encontraba mora silvestre. Debido a su clima templado se daba también caña de azúcar y café y muchas plantas 69


que hoy casi han desaparecido como la jícama, el camote y la uvilla, entre otros. La actividad pecuaria (ganado vacuno, ovejuno, porcino y los cuyes) se daba en pequeña escala y solo para abastecer el mercado interno. En la actualidad, Conocoto y el Valle están cubiertos por infinidad de urbanizaciones y la actividad agrícola y pecuaria se ha reducido al mínimo. Por eso, los insumos alimenticios ya no se producen aquí sino que se traen de distintas partes del país y del exterior a los mercados y supermercados.

3.3 Comercio e industria La actividad comercial se ejercía en las tiendas (víveres y limpieza) que existían en cada sector, calle, esquina y en los bazares (papelería y regalos), entre los que destacó el Bazar Jorgito, primero en el parque central y luego en la calle Nueva (La Sucre), donde se encontraba de todo, desde materiales de costura, hasta ferretería, víveres, papelería, caretas de disfraz, coronas de difuntos, cometas hechas con sigses, etc., etc. Había poca costumbre de salir a comer fuera, ya que la mayoría de comidas se las preparaba en casa. Por eso solo existían dos salones de comida y bebida, El “Rubí” y El “Florida”, con sus respectivas rocolas que competían con los éxitos musicales de moda y donde acudían principalmente los visitantes y los turistas en verano. Luego surgieron más lugares como: La Perla 70


del Valle (La Chuga) y La Esterlina. En realidad los pobladores usualmente salían a comprar el chancho hornado y el “treintaiuno”, hecho con los estómagos y las demás vísceras del ganado vacuno, para comerlo en sus casas. Cada familia tenía sus cuyes, sus gallinas y a veces el chanchito. Las lecherías se abastecían de la producción de leche de Conocoto y el Valle. Había pocas panaderías. En gran escala, Cornelio Sosa, con sus hornos en el barrio de la Paz y la distribución de pan de agua, pan de leche y pan de huevo en la mayoría de tiendas de la población; a menor escala, Juana León, en el “corredor” de su casa vendía las roscas de sal y de dulce. La heladería más concurrida era la de Luis Barba en la esquina del parque, donde vendían los ricos empastados (leche con cubierta de chocolate), los injertos (mora y leche) y los congelados (plátano bañado en mora). Al no establecerse empresas privadas o públicas en Conocoto, la población económicamente activa buscó empleo en Quito, y se fue generando esa dependencia económica, que ha hecho que Conocoto no tenga un desarrollo económico propio. Desde luego hubo excepciones: dos fábricas de maicena, Iris y Andina, que se establecieron en Conocoto para aprovechar la gran producción y calidad del maíz de chillo; la Empresa Eléctrica con la planta de Guangopolo (que en realidad está en Conocoto) y el hospital Psiquiátrico Julio Endara, de donde vino el apodo de “los locos” (el hospital se estableció aquí por el excelente clima templado y seco. Los pacientes venían de fuera). 71


Había también talleres familiares donde se elaboraban confites: Gabino Sosa. Clara Ampudia, quien elaboraba los caramelos llamados “Claritas” que se vendían en las tiendas de Conocoto y en diversas provincias del país. Cevallos, caramelos de miel de abeja. Las “Claritas” sumadas a otros confites aún se venden y con bastante éxito. Elvia Cantos informa que la fabricación de frigoríficos fue desarrollada en Conocoto por Carlos Ribadeneira y Pedro Garnica y llegaron a establecerse hasta 18 talleres de este tipo. En la voz de Ángel Paucar “Conocoto de hace 70 años era de cepos, baúles y cajones. Ahora es una gran potencia, cuenta con bancos, cooperativas, comercio, servicios” En los últimos años hay un potente desarrollo de la actividad comercial en Conocoto debido principalmente a su numerosa población. Por eso en la actualidad, los emprendimientos más generalizados son los restaurantes, puestos de comida rápida, panaderías y lácteos; fruterías y verdulerías; peluquerías y salas de belleza, evidenciando estas últimas que el verse bien se percibe como una necesidad vital. En resumen, se puede concluir que al desaparecer los oficios y las relaciones económicas que caracterizaban la economía rural de Conocoto, desapareció o se invisibilizó la cultura derivada de la misma: las costumbres, las creencias, los valores, los personajes, las relaciones familiares y de vecindad. 72


Su recordación duerme en la mente de muchas personas que la vivieron y aflora con fuerza identitaria cuando tiene ocasión de manifestarse.

3.4 Artesanía y Cultura La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO, en el Simposio UNESCO/CCI La Artesanía y el mercado internacional: comercio y codificación aduanera, Manila 1997 define a la artesanía de la siguiente manera: “…los productos artesanales son los producidos por artesanos, ya sea totalmente a mano, o con la ayuda de herramientas manuales o incluso de medios mecánicos, siempre que la contribución manual directa del artesano siga siendo el componente más importante del producto acabado. Se producen sin limitación por lo que se refiere a la cantidad y utilizando materias primas procedentes de recursos sostenibles. La naturaleza especial de los productos artesanales se basa en sus características distintivas, que pueden ser utilitarias, estéticas, artísticas, creativas, vinculadas a la cultura, decorativas, funcionales, tradicionales, simbólicas, y significativas religiosa y socialmente” (UNESCO, 1997, s/p). La investigación añade que la artesanía es una de las manifestaciones populares que sobrepasa los límites de la cultura de la élite y contiene los testimonios de 73


la memoria de la comunidad; además, conserva los valores heredados y recoge los valores del presente. La artesanía articula la tradición, -lo heredado y vivido-, con la modernidad, en un espacio de creación donde el artesano expresa continuamente lo que encuentra en su cotidianidad. (Navarro-Hoyos, s/f). Al hablar de culturas vivas, la artesanía ha estado prácticamente ausente en la vida de Conocoto, después de la desaparición de los oficios señalados anteriormente. Actualmente, la artesanía es un factor a considerar en la economía de Conocoto pues genera ingresos y empleos. Existen iniciativas todavía incipientes para producir artesanías o para volver a producir, remozando algunas expresiones del patrimonio cultural, y utilizando diferentes materias primas y procesos. La Junta Parroquial de Conocoto incentiva la generación de emprendimientos, alrededor de la “Asociación de Emprendedores Identidad de Conocoto” que es una organización de hecho, con el objetivo de fortalecer la identidad local y mantener vivas las tradiciones. Según su Coordinadora, la Asociación está conformada, entre otros, por: Betty Chingay (calzado en cuero), Roberto Cachiguango (bolsos en cuero), Gastón Guevara (serigrafía), Flavio Herrera (helados de paila), Mónica Jurado (artículos del hogar), Bolivia Salas (manualidades), Martha Salazar (pijamas), Gabriel Suquilllo (arte en MDF), Mariana Taipe (tejidos) e invitados que acompañan en las ferias. Existen también emprendimientos aislados 74


como el de una carpintería en el extremo sur de la calle Sucre, que expone juguetes de madera hechos con los retazos del taller.

Emprendimiento de Conocoto 2019

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4. LUCHA COMUNITARIA Y CIUDADANA Repican las campanas en la Iglesia matriz de Conocoto a las ocho de la noche, y no es para llamar a misa, sino para convocar a la gente a reunirse en el parque para continuar la lucha por transporte colectivo propio y digno. Es el año 1967, cuarenta años después de que la gente se reuniera aquí mismo, a construir este templo Un aspecto importante de la cultura de un pueblo es la organización y lucha de la gente por satisfacer sus necesidades básicas, pero también por alcanzar sus sueños, por ver hermosa su patria chica, porque sea reconocida y nadie la abaje o someta. Así la lucha de los pobladores significa la participación activa en su propio desarrollo, a la vez que el establecimiento de relaciones y solidaridades, el caminar juntos y compartir valores e ideales.

4.1 De la iglesia al transporte colectivo. La historia contemporánea de Conocoto se inicia en la tercera década del siglo XX con la construcción de la nueva iglesia (1926-1942), monumental y bella, que fue declarada Basílica de San Pedro de Conocoto en el año 1948, según consta en una placa recordatoria. Los 16 años que duró la construcción significaron 76


un grande y prolongado esfuerzo de todos los pobladores con un objetivo común: mingas, trabajo voluntario de muchos artesanos, contribuciones económicas. Todo con el fin de contar con un espacio digno para su fe religiosa. Esto es coherente con el hecho de que Conocoto fue parroquia eclesiástica casi cien años antes de ser declarada parroquia en la división política del Estado ecuatoriano. Según la placa que está al lado izquierdo de la entrada de la iglesia, los párrocos que impulsaron la construcción fueron Antonio Ron, Luis A. Proaño, Gabriel Calderón y Cadena Almeida.

Placa de la Basílica de San Pedro de Conocoto

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Bernardo Cerón, en su memoria de un estudio arquitectónico en Conocoto, señala: “…la iglesia de San Pedro de Conocoto y su plaza central forman un espacio reconocible y legible en el tejido urbano. Un aspecto icónico son las dos torres que rematan simétricamente el cuerpo central de la iglesia marcándola como un hito. Sin embargo, esta edificación, de igual forma que sus pares en el núcleo urbano de la ciudad se proyectó como barrera y límite para diferenciar lo cotidiano de lo sagrado”. (Cerón Bernardo 2015 mimeo)

Basílica de San Pedro de Conocoto 78


La misma energía y unidad comunitaria se aplicó en el período 1930-1970 para ir concretando obras básicas como la luz eléctrica, el agua potable y el alcantarillado en el centro poblado existente, y el camino pavimentado hacia la capital en 1958. Con las reformas agrarias de los años 60 y 70 se liberó la población de las haciendas y se fueron configurando nuevos barrios alrededor del centro poblado. En los años 70 se inicia un período de migración de pobladores de provincias que, al venir a la capital, encuentran espacios más económicos y acogedores en Conocoto y el Valle de los Chillos. Esto significó un crecimiento poblacional sumamente alto, que no fue acompañado de un adecuado desarrollo de planificación de infraestructura vial, productiva y de servicios. Una de las aspiraciones presentes en la memoria de quienes nacieron hace 60 a 70 años en un pueblito todavía rural, a pesar de su cercanía a la gran ciudad, fue el anhelo de instalación de una línea de transporte propia, y que se consiguió tras un proceso al que se denominó; “independencia de Conocoto”, en relación a la cercana población de Sangolquí. Conocoto era un pueblito con calles empedradas y estrechas, con cabuyas, chilcas y espinos a los costados. Donde se conocían todas las familias. Donde todavía se hacían mingas y se vivía intensamente la rivalidad con Sangolquí. En ese proceso, cuyos acontecimientos esenciales se realizaron en los meses de julio a noviembre de 1967, participó la mayoría de los pobladores, de todas las edades y de todos los estratos sociales. 79


Desde mucho antes de 1967, había un sordo descontento en la población de Conocoto por las malas condiciones en que tocaba viajar a Quito, en la línea de transporte “Los Chillos” de Sangolquí, y por el mal trato que se recibía de choferes y controladores. Los buses pasaban llenos y era común viajar amontonados en el último asiento o de pie, -en un viaje largo y cansado-; primero, por el camino empedrado y luego por el camino pavimentado, ahora llamado camino antiguo. Ese descontento existía y crecía pero no se hallaba una vía de solución, hasta que a inicios de 1967 vino a operar la ruta Conocoto - Quito la cooperativa urbana “10 de agosto”, con unidades nuevas (los colectivos) y un trato mucho mejor, y sin aumentar el pasaje. Toda la gente comenzó a usar y preferir esas unidades frente a la reacción de los integrantes de la cooperativa “Los Chillos”, quienes gestionaron y apedrearon a los colectivos de la cooperativa “10 de Agosto” ¡con la gente dentro! No querían renunciar a su monopolio. Entonces explotó el descontento de la mayoría de la población. Se dio una acción de masas que comenzó defendiendo el nuevo medio de transporte y luego atacando a los buses de “Los Chillos” que seguían pasando por Conocoto. Según el testimonio de Abdón Pérez, fue la época en que, al ser tocadas las campanas de la iglesia por la madre Trinidad de las Marianitas, a cualquier hora del día o la noche, se llenaba la gente en el pretil y en el parque. La Junta Parroquial de ese entonces, presidida por Lucho Aulestia e integrada por: Abdón 80


Pérez, Manuel Albán, Gabicho Vargas y Segundo Darío Sosa, encabezó la gestión con el apoyo de Lucho Aráuz. Junto a la participación activa y colectiva de la gente y líderes espontáneos como Nelson Taco -se autocalificó la voz del pueblo- y los de acción directa y decidida como Juana Pinto, se instaló la nueva cooperativa de buses y la creación del nuevo mercado. Fueron varios meses de lucha entre la población de Conocoto y los propietarios de los buses “Los Chillos”. Un episodio de esa lucha fue llamada “Batalla de San Pedro”. Se inició con el apedreamiento de los buses de Sangolquí que intentaban pasar en caravana por Conocoto, y finalizó con la salida de la cooperativa “Los Chillos”. Fue en esas jornadas, donde se originó y popularizó el grito de combate de ¡CONOCOTO TIESO!, tieso por duro y decidido para la defensa de sus derechos. Ramiro Sosa cuenta que el autor de este grito fue Luis Alfonso Fernández Quilago, apodado “Tupamaro”, quien lo lanzó para dar ánimo al grupo de conocoteños que, armados de picos y palas, cavaban una zanja en la Bocatoma, para impedir el paso de los buses de Sangolquí por el centro de Conocoto. Se consiguió la ruta Conocoto – Quito, con una cooperativa propia, la “San Pedro de Conocoto”, financiada con el aporte de cientos de socios de la población; se estableció la feria semanal los días sábados, para no depender de la feria dominical de Sangolquí, y poder comprar y vender aquí mismo lo que producía Conocoto: maíz de chillo, fréjol, 81


habas, verduras, guabas, quesos, huevos y carnes de chancho y vacunos, a más de frutas y otros productos venidos de otros lugares de la provincia y del país. Después, vino la lucha por la construcción del Colegio Nacional Conocoto en la Moya, la lucha por el terreno para el Coliseo de Conocoto por parte de la Liga Deportiva Parroquial y la legalización del terreno para el nuevo mercado. Posteriormente los barrios se han movilizado para conseguir su regularización, adoquinado de calles, casas comunales y alcantarillado; desafortunadamente, lo hicieron cada uno en su barrio, sin visualizar las necesidades comunes a toda la parroquia; como son: atención médica, educación, cultura, protección ambiental, etc. Se han presentado otras reivindicaciones de infraestructura. Por ejemplo: en la ciudadela Hospitalaria, se hizo la legalización de terrenos y luego los trámites para cubrir las necesidades de salud y educación. Recuerda Luis Chaluisa que la Hospitalaria en 1977 “era solo terreno, donde sembraban maíz y zapallos. No contaba con servicios básicos. No había la autopista General Rumiñahui”. Luis cuenta que caminaba todos los días 2 km desde la “calle del bosque” (entrada al INNFA), hasta llegar a su casa. Dice que a base de mingas lo primero que hicieron fue la cancha de fútbol. Por su lado, Chachas aún tiene disputa sobre la figura legal de comuna y lucha por lograr servicios básicos. Ontaneda alta, urbanización reciente, ha gestionado su casa comunal y ahora busca la salida directa a la carretera a Quito. 82


Los políticos han propiciado recelos y rivalidades, enfrentando el centro con los barrios de Conocoto, solo con objetivos electoreros.

4.2 Del Comité Permanente, a la Asamblea Popular. Un hito inicial de organización ciudadana fue el Comité Permanente para el Desarrollo de Conocoto, estructura que apoyó luchas como la de los buses articulados para un mejor transporte a Quito. Mario Unda, en su trabajo “Si te sientes tieso: lucha popular por transporte colectivo en Conocoto”, analiza minuciosamente esta lucha dirigida por el Comité y señala certeramente sus limitaciones “…constituido por una directiva y asambleas casi diarias, el Comité aparecía como una organización debidamente estructurada. Mas no era así. El funcionamiento cotidiano encubría la carencia de esqueleto. Entre la cabeza y los músculos no había nada, pero eso pasaba desapercibido gracias al continuo movimiento. Únicamente cuando las asistencias se tornaban escasas se caía en cuenta de la orfandad en que podía quedar la directiva” (Unda: 1985, p.37). Pero a la vez señala que “La lucha no ha sido vana. Estar alertas reclamando por nuestros derechos, buscando soluciones y alternativas es ya un éxito notable, cuyo recuerdo deberá tener beneficiosos resultados en futuras luchas” (Unda: 1985, p. 27) Posteriormente el Comité encabezó otras acciones, como la movilización de los padres de familia de 83


la escuela Rosario del Alcázar para defender su biblioteca, del intento de apropiación por parte de personas particulares. Además demandó el establecimiento de la Administración Zonal los Chillos en Conocoto, por ser la parroquia más poblada. Después se dio una importante experiencia de organización y lucha ciudadana por la construcción del nuevo centro de salud, pero sin lograr que se involucren los numerosos barrios, urbanizaciones y condominios que componen la población. Siete años duró esta lucha, desde 2006 hasta 2013, y aglutinó a buena cantidad de pobladores, -en su mayoría del centro de Conocoto-, en torno a una organización existente, la Asamblea Popular de Conocoto, conocida por sus siglas APC, que es un foro de acción y participación ciudadana. La misma reacción tuvo lugar cuando la APC promovió la lucha por un Teatro y Centro de Desarrollo Cultural. Ni los barrios ni las autoridades acogieron la iniciativa. Solo desde 2016, al fundarse la Extensión Conocoto de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, ésta ha asumido la gestión de conseguir un terreno para el proyecto, en el sector de la Moya, así como la promoción de la actividad artística y cultural en este territorio. Actualmente las actividades que más gente convocan son el deporte, las fiestas y las elecciones. Los eventos artísticos y culturales tienen en general escaso público. La mayoría de personas que han venido a radicarse en Conocoto desconoce su historia y cultura. Lo mismo sucede con la mayoría de jóvenes. Estas breves constataciones evidencian la 84


necesidad de una consistente labor de investigación y difusión cultural. Para Gustavo Gómez, Conocoto es un territorio de transformaciones. La lucha de los barrios fue por mejorar la calidad y cobertura de los servicios básicos Es ilustrativo destacar la trayectoria de la Asamblea Popular de Conocoto (APC). Nace en Abril 2005 como Asamblea Permanente de Forajidos Tiesos de Conocoto en la lucha contra el gobierno de Lucio Gutiérrez y se ha mantenido como una organización ciudadana que se interesa en conocer la situación local y nacional, y además, promover la participación de la comunidad a nivel de propuestas y acciones prácticas. En agosto de 2006 se inicia un movimiento ciudadano impulsado por la Asamblea Popular de Conocoto para defender el terreno donado por la familia Lovato para Centro de Salud. Defenderlo, tanto de invasores privados como del Municipio de Quito y la Junta Parroquial que planeaban destinarlo para patio de comidas. En enero de 2007, después de desalojar a los invasores del terreno mediante movilización de los pobladores, se logra que la Junta Parroquial done el terreno a las Dirección Provincial de Salud de Pichincha, para la construcción del Centro de Salud de Conocoto. En el Acta de Donación se reconoce la participación de los pobladores.

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Acta de donación de terreno 86


Al mismo tiempo que los pobladores realizaban vigilias nocturnas en el terreno para defenderlo de nuevas invasiones, se lograba conformar el Comité de Salud, con participación del Subcentro de Salud y la APC para dar seguimiento a la construcción del nuevo Centro y monitorear la calidad y calidez de la atención de salud pública. Magdalena Arthos, integrante de la APC y del Comité de Salud, nos cuenta que “un grupo de señoras de la Asamblea junto con otros pobladores nos turnábamos para hacer guardia en el terreno por la noche en torno a una fogata, animados por los cantos de Peta Castellanos que llegaba con su guitarra, y por el agua de canela que una u otra señora llevaban” (Testimonio). Al conjugar esta acción ciudadana con los planes del gobierno de Rafael Correa -salud para todos-, se consiguió incluir los fondos para la primera etapa del Centro, que se construyó durante el 2009 y se concluyó en marzo de 2010. Por desgracia, las autoridades parroquial y municipal no prestaron apoyo a la iniciativa ciudadana, más bien la obstaculizaron con actitudes de celo y exclusión. Después de más de un año de demora, se reinició la construcción y se la concluyó en el año 2012. Finalmente, el nuevo Centro de Salud de Conocoto, con atención ambulatoria en la mayoría de las especialidades, incluidas Salud mental y Medicina Tradicional, y atención de 24 horas para partos y emergencias menores, se inauguró a finales de 2013, sin la participación de la APC y el Comité de Salud, que no fueron invitados. Cosas de la politiquería. 87


Hay que destacar que la APC consiguió promover la participación ciudadana en el mejoramiento de la atención de salud pública, utilizando diversas estrategias: la movilización de la gente; las gestiones continuas y presiones puntuales a los empleados del Ministerio de Salud; el apoyo con mingas para concretar la construcción del nuevo centro; la veeduría continua del servicio en el Subcentro; las brigadas de salud que visitaban los barrios populares de Conocoto. A más de esta importante lucha, la APC promovió también programas de mejoramiento del transporte público; propuesta de construcción de un Auditorio Cívico-Cultural, a la vez que foros de educación política de la ciudadanía. Todo este caminar de la Asamblea Popular de Conocoto ha contribuido a un avance de la participación y acción ciudadana en el desarrollo de nuestra Patria Chica y el compromiso de conseguir un país mejor.

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4.3 La migración profundiza la diversidad: migración y culturas. En los últimos cincuenta años, Conocoto, al igual que todo el Ecuador se ha convertido en un destino migratorio de países vecinos. En porcentajes es difícil saber cuántas personas nacieron en Conocoto y cuántas no. Conocoto tiene una población compuesta por indígenas, campesinos, mestizos, afro ecuatorianos, migrantes, mujeres, hombres, jóvenes, viejos, niños, niñas, personas con oficio y sin oficio, profesionales y no profesionales; diferenciados en sus estructuras socioculturales y económicas, en sus cosmovisiones, expresiones artísticas, alimenticias, lingüísticas, religiosas y sexuales. Eso constituye la diversidad poblacional.

Somos diversos. Fiestas de Conocoto 2019 89


A pesar de que esta diversidad ha estado presente en toda la historia de Conocoto y en las luchas ciudadanas, la percepción colectiva considera que el término “diversidad cultural” se refiere solo a la étnica. Pero la diversidad va mucho más allá de aquello y uno de los elementos es la migración. Pero, la valoración de la migración ha traído diferentes reacciones. Hay quienes aceptan a migrantes o los “toleran”, otros son indiferentes y un tercer grupo los rechazan. En Conocoto, en algunos casos las tres formas relacionales se unen. Los hallazgos encontrados en migrantes entrevistados posibilitan una inicial discusión sobre el tema y definición de grupos diferenciados: 1) migrantes de otros lugares del Ecuador, 2) migrantes de otros países que llegan en condiciones de desventaja y que en general se sienten obligados a enviar divisas a su familia, 3) migrantes de otros países que llegan en condiciones de ventaja y, 4) personas que nacieron y viven en los barrios periféricos de Conocoto, que sienten que Conocoto no es su territorio. El primer grupo, en general, son personas que escogieron estos espacios para construir su hogar, trabajar o estudiar. Tienen interés y buena disposición de “arrimar el hombro” para lograr mejores condiciones de habitabilidad en su sector, pero participan poco o nada en la vida de la parroquia. Algunos conservan algunas expresiones culturales de sus lugares de origen y se reúnen ocasionalmente con sus paisanos. La gran mayoría de la población hace parte de este grupo humano.

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El segundo grupo, al querer entrevistarlo, sostuvo que “ellos no quería ser identificados como migrantes” sin argumentar la razón. Probablemente sea porque la mayoría de ellos no dejaron su país, su lugar natal, por voluntad propia, sino empujados por condiciones económicas y sociales para mejorar sus ingresos o por conflictos políticos o desplazamientos bélicos para resguardar sus vidas. En general, con esta población, el intercambio cultural se torna difícil, al menos cuando se trata de establecer relaciones que no se encuentran en su cotidianidad. En este grupo, la migración forzada acarrea la pérdida u ocultamiento de rasgos identitarios. El esfuerzo por acoplarse a otra cultura, la falta de aceptación de los habitantes, entre otros, les obliga a enfrentar situaciones dolorosas y traumáticas causadas por el rechazo, el racismo, la xenofobia e intolerancia de las personas que se consideran “dueños de casa” o porque la situación del país por sí misma ya es difícil. A lo largo de la investigación, el estudio del tema permitió oír y recoger frases como “qué le pasa a éste, en nuestro país tienen que comer lo que hay, no decir qué platos les gustan y cuáles no”, “la llegada de éstos incrementó los robos”, “en su país decidirán lo que quieran, en nuestro país, decidimos nosotros” (como si esto fuera real), “de qué arrabales habrán venido y aquí quieren hacerse los muchos”, “nos están quitando el trabajo” entre muchos otros decires, incluidos los insultos. En el tercer grupo: migrantes que llegan a Conocoto en condiciones favorables, con trabajo calificado, nuevas oportunidades de inversión, estudios, servicios sociales, entre otros. Este grupo llega por voluntad 91


propia exhibiendo las particularidades y bondades de su cultura. Pedro David llega desde Colombia a Conocoto en 1975. En sus ojos “… encontró un pueblo muy tranquilo, con gente laboriosa y sin envidias, con gastronomía parecida”. Comenta que cuando llegó a instalar su fábrica “no había los materiales y herramientas necesarios, en cambio ahora no requiere salir a Quito porque el valle cuenta con todos sus requerimientos. Su fábrica se convirtió en un instituto de enseñanza donde aprendieron el oficio muchos de los que ahora tienen empresas de este ramo”, agrega que “… cuando quería divertirse prefería ir a Cali porque era más fácil que llegar a Guayaquil”. Almuth, alemana, llegó en el año 1979 a Conocoto, al barrio Ontaneda Alta, con un conocimiento previo de la cultura ecuatoriana, pues antes vivió en Quito y en Píntag. Su llegada al país se dio por la contratación de su marido, un ingeniero suizo conocedor de textiles; amén de los conocimientos y afinidades de Almuth, en relación a: turismo, botánica, agricultura y ganadería. Llegaron para quedarse y han participado activamente en la organización barrial. Estos y otros casos similares de migrantes, al aportar con conocimientos, habilidades y recursos, generaron nuevas oportunidades de progreso e innovación y contribuyeron a la construcción de un mejor Conocoto. Además se convirtieron en sujetos para emular y admirar. Esta condición de migrantes favorecidos les ha otorgado un status distinto al del primer grupo de migrantes. 92


También hay historias de migrantes que han llegado a establecerse acá, debido a su relación con sus cónyuges, nativos de Conocoto. En estos casos, muchas veces escuchan vocablos u observan costumbres, que no pueden asociarlas a sus diferentes expresiones culturales. Un ejemplo de ello está en la apreciación de esta nueva realidad por parte de Edeusa, migrante boliviana, que al comienzo <<tuvo dificultad para entender algunas palabras y expresiones que se usan de distinta manera, -a pesar de que hablamos el mismo idioma-. Le costó adaptarse a la comida (a los granos y a las sopas) pues viene de una zona ganadera, donde se come mucho los asados. Le admiró del valle la diversidad de las frutas. Allá es muy marcada la afición a la música regional, pero al resto de artes se presta poca atención e importancia. Aquí pudo ver variedad de manifestaciones artísticas: música, danza, pintura y literatura. Aquí la gente lee más y hay más actividad artística>>. El cuarto caso: migrantes en sus propios territorios. Muchos de los pobladores de los barrios de Conocoto, generalmente llamados “periféricos”, se identifican con su barrio pero reconocen pertenecer a Conocoto, únicamente para el uso de los servicios públicos; dicen: “voy al pueblo solo a pagar el agua y la luz, o, a ver a mi hija en la escuela”. Los demás aspectos de la vida cotidiana como las fiestas, el deporte y las reuniones de amigos se realizan en el propio barrio. Esta desvinculación en relación a la parroquia de Conocoto se acentúa cuando prefieren hacer sus compras semanales en el mercado de Sangolquí, pues “incluso hay más facilidad de buses para allá”. Algunas pobladoras de Ontaneda Alta 93


dicen que bajan a Conocoto “solo para ir al centro de Salud”, en cuya lucha y gestión por su construcción y funcionamiento no participaron, porque no era “obra para su barrio”. Patricio Robalino define a Conocoto en toda su diversidad, riqueza y contradicciones como “…tierra rebelde, referente de lucha, donde se descubrió la obsidiana, los asentamientos indígenas; en donde están nuestras raíces y tengo el convencimiento de que lo que da la libertad, no es posible perder” y a su vez, añade: Conocoto es “pacato, responde a una estructura social de ricos y pobres, de seres que discriminan, como los del centro a los barrios de la periferia. Conocoto es todo eso a su vez”. Y, en respuesta, los barrios discriminan al centro. Es necesario superar esta dicotomía, a fin de lograr el desarrollo integral de la población. Cada caso reproduce respuestas distintas que hacen notar que la percepción sobre migrantes da cuenta del lugar donde se los ubica. La percepción de algunos conocoteños, sobre todo en lo relacionado a migrantes no favorecidos, se reduce a considerarlos como los generadores de conflictos sociales. Hay mucho celo y un tanto de egoísmo e indiferencia para reconocer la situación de los migrantes, sus habilidades y aportes. La mayoría del comercio informal y de emprendimientos en Conocoto está en manos de migrantes. Aunque no se reconozca, ellos también aportan al desarrollo local y del país. Organizar su actividad en el marco del ordenamiento urbano, hará que su aporte sea positivo. 94


5. ARTES Y CEREMONIAS 5.1 La Música Los músicos populares Pablo Zurita cuenta, según versión de su padre, que allá por los años 40, una tarde de sábado entra corriendo en su antigua casa de la Bolívar un amigo y le dice “¡Oíte Gabriel, vení a ver a unos guambras del Juan Montalvo que cantan unos tonos bonitos!”. Sentados en el poyo del zaguán de la casa, se hallaban dos muchachos, entonando canciones de música nacional, en un perfecto dúo de voces. Eran Luis Alberto y Gonzalo que, tiempo después, serían conocidos como el famoso dúo Benítez y Valencia. Los conocoteños de más edad, junto a los músicos descollantes a nivel nacional, recuerdan con cariño a músicos que nacieron o vivieron en nuestro pueblo, como: Segundo Alfonso Teófilo Aráuz Vargas, compositor y ejecutante de varios instrumentos, quien compuso, dentro de su nutrida creación musical, un pasacalle que posiblemente sea la primera canción dedicada a Conocoto con letra de Humberto Pasquel. Igualmente se recuerda a José Ignacio Rivadeneira, compositor y director de la banda Simón Bolívar; y a su hijo, Ernesto Rivadeneira, también compositor y director.

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En las escuelas o en algún salón de actos, era muy común que se presenten sainetes y obras de teatro, intercalando interpretaciones de músicos de la población. Mientras que en las calles y en las fiestas de casa se podía oír el vozarrón y la guitarra de Pedro Constante, la flauta traversa de Juan Villafuerte, o el bandolín y la guitarra de los hermanos Alomoto. Otro de los grupos recordados es el Trío Los Andinos, cuyos fundadores son: Ángel Betancourt en guitarra, Lucho Pinto en el requinto y Manuel Albán en la primera voz; luego, en una segunda etapa se une Misael Arteaga en el requinto y Telmo Chango en la primera voz. Le sustituye finalmente Wilson Proaño como primera voz y se integra Gustavo Gómez como segundo Requinto. También las personas entrevistadas recuerdan grupos y orquestas como: Los Vikys, integrado por Rafael Vargas en el saxofón, los hermanos Isauro y Hugo Maldonado en el acordeón, entre otras. Además, Los 8 del Valle, Los Dandys, Los Chavales, Los Monjes, Los hermanos Talavera del barrio La Luz, Gonzalo Sany cantante y compositor de FADISA. Tienen presente a los “Huasipungo”, cuya trayectoria de más de 40 años en la música popular ecuatoriana y latinoamericana ha sido constante, además de una larga permanencia en la creación de música y danza. También en la formación de niños y jóvenes, sobre todo del barrio La Loma. Otro de los grupos que son referentes en la población son los “Arperus”, ex estudiantes del Colegio San Vicente de Paúl, cuyo mérito es su 96


grado de profesionalización, su permanencia, la creación musical y una importante gira por el festival internacional de las Juventudes en Italia. Los “Galex”, grupo de música romántica que se ha mantenido en el tiempo y que hoy se renueva con sus descendientes. Finalmente, los entrevistados tienen presente a Amapola Naranjo, como nuestra representante en la música tradicional ecuatoriana. Al escuchar sus canciones, muchos han señalado la semejanza de la tesitura de su voz con la de la inolvidable Carlota Jaramillo. La música denominada “Chicha” toma fuerza en los años 80, caracterizada por una alteración popularizada de los ritmos nacionales y latinoamericanos, reduciéndolos a un solo ritmo “especie de paseíto”, con producciones de vídeo de bajísima calidad y propuestas estéticas muy pobres, pero que dejaban grandes ganancias para los empresarios. Este fenómeno viene acompañado de la subjetividad del empresario que impone gustos y modas, distorsionando, invisibilizando, y muchas veces atacando otras corrientes y producciones artísticas. Frente a este fenómeno, en Conocoto, Hipatia Balseca va desarrollando una propuesta propia, innovadora, pero sin perder lo popular, generando referencia musical a nivel nacional y protegiendo las prácticas artísticas. Pese a ello, se pierden valiosos e interesantes trabajos de creadores y artistas populares 97


que no están dentro de estos círculos de la industria cultural y se archivan sus trabajos por falta de financiamiento y promoción. Esta situación es agravada por la tendencia del artista popular a despreciar la formación académica y la profesionalización artística. Es muy común que en la danza, música y otras expresiones artísticas, las personas aficionadas ingresen a un grupo o colectivo, y aprendan el oficio de los integrantes más antiguos, con ausencia de herramientas y conocimiento académico, dando como resultado, propuestas de baja calidad y sin respuesta del público. Según Jaime Betancourt, el actual currículo de las instituciones educativas, en teoría tiene un nuevo enfoque que se centra en la formación integral del ser humano, incluyendo procesos para el aprendizaje del arte plástico, la música y la expresión corporal. “El problema es que se ha subestimado por completo la educación musical, en muchas instituciones”. En el Conocoto de hoy existen músicos, intérpretes, compositores, grupos, orquestas y bandas, que interpretan innumerables géneros y expresiones.

Las bandas de pueblo En la primera mitad del siglo pasado, Conocoto era un pequeño pueblo rodeado de haciendas y quintas, a las que los turistas de Quito venían a vacacionar o pasar el fin de semana. Aurelio Alomoto nos cuenta: “Antes había la banda Pichincha que era muy buena 98


y tenía mucho trabajo, eran contratados para las fiestas en las quintas y haciendas o por familias de la parroquia”. Luego se formó la Banda del gremio de Albañiles, sabían leer partituras musicales y también tenían un excelente nivel, pero un día decidieron quitarles los instrumentos para entregar a la recién formada Banda Simón Bolívar” (24 de julio de 1.938) que con el tiempo se transformó en la principal institución artística en la población. Tomado como semillero de músicos, con presencia permanente en el quehacer cultural de Conocoto, hasta nuestros días. Los aprendices comenzaban como utileros, sosteniendo las partituras en la espalda, a decir de Julio Taco y Margarita Pinto, luego venía la educación musical y progresivamente la práctica. El instructor era en ese tiempo, el trompetista Arturo Viera y les enseñaba a leer partituras. Los integrantes de la banda ensayaban junto al antiguo camal de Conocoto (actual Casa Somos Centro), todos tenían su apodo, y se combinaba la práctica musical con el licor, para templar los nervios y para tocar bien. Algunos de los músicos de la banda, eran Elías Pinto, Aurelio García, Camilo Pinto, Alfonso Yánez, Francisco Paucar, Rafael Vargas, entre otros. Varios de estos músicos tuvieron hijos que también se convirtieron en músicos, estableciéndose así una continuidad en la actividad musical, -aunque fuera de la banda-, pues varios formaron otros grupos y orquestas.

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En la actualidad, se puede notar un cambio en el tipo de instrumentos. Se utiliza principalmente teclados, baterías y guitarras eléctricas. Además, los equipos de sonidos móviles han reemplazado, en gran parte a los grupos, orquestas y bandas. A la tradicional banda de pueblo Simón Bolívar se sumaron la San Pedro de Conocoto y actualmente hay ocho bandas, según informaciones.

El Centro Cultural Conocoto En el Conocoto de los años 80, el trabajo institucional dedicado a la cultura era disperso y escaso. En ese marco surge un grupo de jóvenes artistas: músicos, pintores, poetas y bailarines, y se forma el Frente Cultural Julio Pico, junto con los integrantes del grupo Huasipungo, que se habían asentado recientemente en el barrio La Loma de nuestra parroquia. Al poco tiempo se forma el Centro Cultural Conocoto, despertando en los artistas una conciencia y actividad cultural sostenidas, tanto por su planificación cuanto por la continuidad de las actividades, solo limitada por la falta de recursos y de apoyo. Su trabajo continúa y se desarrolla por la confianza y el aporte de la gente de buena voluntad y de los dueños de negocios de la población. La actividad del Centro Cultural se basa en un trabajo serio y creativo al interior de la organización. Se logra la personería jurídica como Centro Social y Cultural Conocoto en el Ministerio de Bienestar Social, ahora MIES (1988). Este trabajo permitió el desarrollo artístico y humano de sus integrantes, logrando muchos 100


de ellos niveles altos de profesionalización como Amapola Naranjo, los Arperus, los Galex (Los Almas), Hipatia Balseca, Los Vicentinos, Grupo Ilusión, Grupo Huasipungo. Se consigue la adhesión de jóvenes integrantes de nuevos grupos como: Liquidados, Kikuyo Bonsay, Zambra, Los Cachibachi, Trova y Son, Renacer, Paulette Torres (requinto), Sinfónica Juvenil de Conocoto. Los cantantes, Franklin Armando, Angeline, Luis Xavier, Vicente Asitimbay, grupos de danza Tunupa y Pacha Huarmi. En relación a la actividad teatral se conoce la formación del grupo de teatro Carpe Diem, con la colaboración de Jaime Bonelli. También podemos mencionar la actividad de pintores como Ricardo Taco, Jaime Betancourt, Edgar Santamaría, Fredy Velasco, Jorge Manosalvas, Fabricio Vásquez; cantautores como Peta Castellanos, Washo Flores, Patricio Batallas; colaboradores como Susana Reyes y Moti Deren. A través de los años fueron surgiendo otros grupos, centros, academias, colectivos culturales como: Huasipungo, Danza Atahualpa, Un sinónimo de sueño, Academia La Scala, Calicanto, Danza JariTaki, Academia Amadeus. Al mismo tiempo hubo actividad y vinculación esporádica de grupos como: los Ruiseñores, Los Príncipes de América, Los Alamas y Ébano; y de cantantes como Marjorie, Segundo Hidalgo, Edgar Arteaga, entre otros.

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5.2 Hitos Artísticos y culturales La actividad artística y cultural en Conocoto ha ido evolucionando desde las manifestaciones más antiguas y tradicionales como Corpus Christi, vinculadas a lo agrario y religioso, hasta las actuales como los eventos y fiestas, vinculadas a lo comercial y urbano. Dentro de este devenir, vamos a señalar algunos hitos que han marcado a más de una generación de pobladores. En Conocoto se celebraban en junio las fiestas de Corpus Christi y del patrono San Pedro en el parque central, fiestas en las que destacaban la Yumbada y las Vísperas, en las cuales se quemaba chamizas, (hierba y ramas secas). Había disfrazados que bailaban al son de la banda de pueblo; se prendían castillos (fuegos pirotécnicos) y se repartían canelazos. Pero también se formaban hogueras o chamizas en las calles de los barrios con los tallos secos del maíz, denominados “ishigshas”. Luego, en fila los niños más grandes y los adolescentes saltaban la chamiza cantando “San Pedro y San Pablo mataron al diablo”. Estas ceremonias fueron permanentes hasta los años 80 en que se pavimentaron las calles del centro de la parroquia. Gustavo Gómez, director de la publicación periódica El Cronista, señala “los lugares donde se concentraban los artistas se fueron desplazando. Las plazas, calles y espacios comunitarios se redujeron, convirtiéndose en lugares de mercado, pero a cambio no se construyó un espacio propicio, 102


adecuado para el repaso y presentación de los grupos”. La falta de planificación y el diseño inapropiado del parque de Conocoto terminaron con la Yumbada. El movimiento latinoamericano de la Nueva Canción, que nace en Cuba y se extiende a los demás países entre ellos Ecuador, se nutre de nuevos ritmos y propuestas poéticas y abre inmensas posibilidades en la creación musical, en la poesía y la estética. En este contexto surge en Conocoto el recital “Caminemos cantando” dirigido por Alonso Robalino que sobrepasa la identidad particular de cada grupo y genera una identidad colectiva para crear, sincronizar y proponer un programa de alta calidad musical, con limitados recursos económicos y muchos problemas logísticos por resolver. Nuevas expresiones artísticas nacen en Conocoto como la de la solidaridad encarnada en La Tómbola, fiesta de San Pedro cuyo objetivo fue recaudar fondos para el mejoramiento de la iglesia y como resultado generó la unión en Conocoto y fortaleció su quehacer cultural, artístico y gastronómico. La Verbena conocoteña, creada por Patricio Batallas y la Academia de Música La Scala, con una convocatoria a los grupos de música del pueblo y otros invitados, fue el resultado de la investigación para recuperar la fiesta de “la víspera” de San Pedro y San Pablo y la tradición de las Jochas, así como la designación de priostes, que sean los dueños y organizadores de la fiesta. Tradiciones que ya se habían perdido en la parroquia. Esto fue creciendo hasta convertirse en uno de los actos más importantes 103


de las fiestas patronales, en el que participan los nuevos talentos, los mejores grupos e invitados especiales. Este año cumplió su XV edición. Parte importante de la vida nocturna y bohemia de nuestra parroquia hasta los años noventa fueron los Serenos nocturnos. Estos se preparaban en las esquinas donde se reunían a ensayar los músicos con los amigos interesados, y después de templar las voces con la ayuda de unos traguitos, salían por la noche a cantar música romántica frente a la casa de la cumpleañera de turno, o a la guambra que les tenía en ascuas, o a las madres por su día clásico. Labor que terminaba muchas veces entre las 6 o 7 de la mañana del día siguiente. Otro hito logrado a nivel organizativo fue la participación de los artistas en las políticas culturales de la parroquia. Artistas y gestores, instituciones y autoridades forman el Comité de Fiestas de Conocoto y también el Consejo Cultural de Conocoto, organismo de desarrollo de la parroquia que lamentablemente no consiguió subsistir. Hace 4 años (2016) se conforma la Extensión de Conocoto del Núcleo de Pichincha de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, que asume como reto fomentar el desarrollo cultural de la parroquia, promoviendo la actividad artística, la investigación y gestión cultural. Actualmente participa en la comisión de Cultura, Educación y Salud del GAD parroquial, con el objetivo de concretar como prioridad el apoyo a la actividad cultural. Los actores van cambiando, pero la cultura perdura como expresión de la vida de un pueblo. 104


5.3 La danza La danza y el baile como arte, como ceremonia social y como rito es una forma de comunicarse a través de movimientos corporales. También la danza fue y es usada para ritualizar acontecimientos socioculturales importantes como los nacimientos y muertes; así como los bautizos, matrimonios, conmemoraciones históricas, entre otros. Para las personas entrevistadas, la danza tiene múltiples funciones como la de ser posibilitadora de transformaciones y a la vez, sentimientos de identidad. Margarita Pinto, integrante del Centro Cultural Huasipungo, señala: “la danza es la vida… es poder transformar lo observado en movimiento, es sentir y saber que uno es parte de la tierra, es la raíz que nos sostiene y es la energía que impulsa” y añade “además, la danza es una forma de expresión y de comunicación. De expresar el conflicto”. También la danza evidencia el juego de roles de género; el equipo de investigación toma como ejemplo una de las ceremonias emblemáticas del Valle de los Chillos, la Yumbada, que da cuenta de la invisibilización de las mujeres más no su ausencia en los símbolos. La montaña es parte de los elementos de la Yumbada. Los hombres escenifican la vida y la muerte, y representan a lo femenino al travestirse en figuras de montaña. Es una danza donde las mujeres no pueden encarnar. Así lo testifica Margarita Pinto, “… yo aprendí a bailar, los demás integrantes pensaban que era hombre, solo se daban cuenta cuando yo hablaba y me quitaba el poncho. Me 105


ponía el poncho y bailaba. Si me hubieran reconocido yo no hubiese podido bailar como ruco”. Sin duda, las danzas ceremoniales de la yumbada, de los rucos y diablos expresan los roles de género. Las mujeres que asisten a esta ceremonia dotan a los danzantes de comida, bebida o como portadoras de prendas de vestir y como cuidadoras de los niños que hacen parte del baile. La danza usa heterogéneos escenarios como la plaza, el teatro, la calle, aunque el significado sea el mismo; la tierra, existencia, movimiento, emoción, identidad. Margarita dice: “al danzar siento convencimiento de mis raíces, soy feliz, realizada, siento que no hay improvisación”. Por otro lado, en Conocoto, hay la expresión de la danza como manifestación íntima. Es el reencuentro con las emociones, sentires y una forma de sanación y liberación. La danza se convierte en un elemento terapéutico. Susana Reyes, en algunas interpretaciones artísticas toma las expresiones de la cotidianidad, logrando revalorar la intención que hay detrás del quehacer, del diario vivir. La danza como arte vivo evoluciona, según la percepción de Patricio Robalino, integrante del Centro Cultural Huasipungo. “La danza, ha ido evolucionando con el tiempo, ahora la danza no es parte de un proceso de construcción sino solo de cambio… la danza ha evolucionado al ritmo del país, el arte representa la vida de la comunidad... el consumo rápido… en Conocoto también hay un consumo rápido... las personas miran la danza como ir al centro comercial San Luis”. 106


Complementando lo que dice Patricio, Margarita sostiene: “ahora se ha comercializado todo, la mayoría de personas considera que bailar es danzar y se ha perdido la esencia de la relación entre nuestra cultura viva, nuestra historia, nuestra identidad con la producción en serie de lo comercial”. Mientras que la danza se aprende observando, sintiendo, relacionándose. Margarita continúa: “a mí nadie me enseñó, yo fui aprendiendo. Cuando era pequeña yo le acompañaba a mi papá en las presentaciones de la banda de pueblo, yo le servía de atril para que mi papá lea la partitura, él era músico de la banda de pueblo de Conocoto y sintiendo desde que era muy pequeña mi cuerpo, iba respondiendo a los sonidos”. En general, la danza requiere estudios, involucra valores estéticos, posee valor ritual, involucra coreografía y un alto grado de organización. Para muchas personas la danza y el baile son equiparables, pero la danza es mucho más estricta y estructurada que el baile. Queremos destacar algunos de representativos de danza en Conocoto:

los

grupos

Los Tantari: nace en los ochenta como un grupo de barrio conformado por amas de casa del barrio Toctiuco (calle Ascázubi y Flores), hacía representaciones dancísticas tradicionales en calles y escenarios. Yarinimi Pumamaki: nace en la década de los 90, con jóvenes entusiastas del barrio La Paz; algunos de ellos más tarde se integraron al grupo Jacchigua. Pacha Huarmi, de más reciente creación, 107


conformado por mujeres jóvenes de la población que han logrado mantenerse hasta la actualidad y continúan realizando presentaciones, junto con otros grupos musicales. El grupo de danza Atahualpa, de tendencia coreográfica más popular y ritualística. El Grupo Jari Taquina: nace también en los 90 como grupo de danza ecuatoriana tradicional, luego van incorporando elementos de música contemporánea y latinoamericana. Justamente uno de los mecanismos de sobrevivencia de estos grupos es ensayar otros géneros de danza, además del tipo con el cual se originaron. El grupo Huasipungo continúa acompañando las coreografías de Margarita Pinto, que se ha mantenido a través de los años. Igualmente Vientos de Páramo realiza el acompañamiento de la danza de Tatiana Arroba.

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5.4 Conocoto fiestero “Conocoto era fiestero, el clero obligaba a promocionar las fiestas de San Pedro, San Juan, Navidad. Las fiestas duraban un día, dos días hasta una semana. La víspera era atemorizante por la reventazón y las camaretas, también había fuegos pirotécnicos. Las vísperas de la gran fiesta, la banda tocaba y había los disfrazados que eran payasos, chiquillas camisones, gauchos, capariches, silbadores, bodoquera con careta y peluca larga que soplaba y un oso que cueriaba a los niños”. Así recuerda Luis Aurelio Alomoto. Y continúa “…las vestimentas femeninas estaban en el cuerpo de los hombres. Las mujeres cuidaban a los disfrazados, les proveían de chicha, trago y pan; les daban el cedrón que era para cualquier mal”. En las casas se hacía chapo con máchica de harina de cebada. Conocoto fiestero. Sus fiestas en general se relacionan con la iglesia. Según el párroco, Santiago Vaca, ahora han disminuido notablemente, solo se conservan la fiestas de Pascua, Semana Santa y la ceremonia de los difuntos. “Se ha perdido la fiesta patronal de San Pedro, las novenas... Ahora los barrios por iniciativa propia tienen sus festejos dedicados a sus patronos como en San Juan, Ontaneda, El Rosario, San Andrés, La Luz, Santa Rosa, Chacha. Esto, que se conserva entre lo popular y lo religioso, se está tratando de recuperar. Señala que los jóvenes ya no tienen recuerdos sino solo las personas viejas y algunas de mediana edad. 109


Domingo de Ramos

En Conocoto eran muy concurridas las novenas y misas del Niño Jesús con participación de las familias y barrios de la población. El Rosario de la Aurora todos los sábados de mayo; el primer sábado del resto de meses eran procesiones que recorrían las calles del pueblo en honor a la Virgen María y despertaban con voladores y cantos a quienes no se habían levantado a participar en la procesión. En la memoria de Luis Aurelio Alomoto, una de las grandes fiestas era vivida con “los yumbos que peleaban, se daban a chontazos con el filo del asta de banderas mientras los mayordomos les cuidaban…; entraban por las cuatro esquinas armenios, cornejos, sandovales… Iban con la 110


tamboleada y el pingullo y se oía putum, putum, putum. Danzaban vivando a las haciendas a las que pertenecían; el tejedor de las cintas se ponía en el centro y empezaban a tejer y demostraba en el tallo el trabajo de ellos” Como este testimonio hay otros. No cabe duda que la Yumbada es una de las celebraciones importantes en Conocoto.

La Yumbada en Conocoto El vocablo yumbo tiene su origen en el idioma quichua y significa brujo. En la época colonial, el término Jumbo fue utilizado para identificar a etnias de dos regiones: la primera: ubicada en la Amazonía identificada por Juan de Velasco cuyos descendientes actuales son los quichuas amazónicos asentados en territorios del Napo y Pastaza. El otro grupo procede de los cocaniguas de la región noroccidente de Pichincha cuya actividad de comerciantes los llevaba tanto a la costa como hacia el oriente. Uno de los símbolos de “yumbos” es el ritual de la matanza, acto singular con el que termina cada Yumbada. (Almeida, 2011). La yumbada se encuentra en el imaginario de las personas. Sobre sus orígenes no se tiene información completa sea por el sesgo cultural etnocentrista que impide valorar la condición cultural de la ceremonia o porque la ausencia de políticas públicas eficientes debilitan su significado y aporte a la cultura nacional. 111


En las entrevistas realizadas a dirigentes y miembros de la Yumbada de San Francisco y de Chachas, los Rucos y Diablos testimonian que ellos forman parte de la tradición inculcada y heredada de sus ancestros, en palabras de los rucos de Chachas “ahora se llama yumbada porque así nos dijeron para incluirnos en el Municipio en la Lista Representativa del patrimonio cultural del Ecuador”. En la ceremonia “Yumbada”, se comulga lo simbólico dado a la naturaleza como es: la montaña, la tierra, la lluvia, el sol, las hiervas, el agua, la chicha-trago; con los dones dados a las personas que la personifican; a quienes el espíritu de la ceremonia les unge de poderes sobrenaturales como: la fuerza, el valor, el respeto, la generosidad, el intercambio a través del ropaje, la música, la danza. Por esta razón, Pedro Quinga dice: “dejamos nuestra ropa en el agua para que se serene y al ponernos nos transformamos”. Es decir, no se trata sólo de ropa nueva o festiva sino de vestimentas cargadas con significación histórica. Al respecto, Balcázar señala que “El vestido actual del yumbo, es claramente una evocación del habitante del bosque tropical amazónico, sobre su camisa blanca de mangas anchas -color que comunica paz y tranquilidad- está el bordado que recuerda a sus deidades ancestrales… (Balcázar, 2017). La yumbada es una ceremonia tradicional que a pesar de la imposición de la religión sobre las fiestas populares se preserva y al sincretizarse, junta los elementos y símbolos ancestrales del solsticio con los dispositivos de la tradición católica del Corpus Christi. Así cumple una serie de comportamientos individuales 112


con los valores colectivos. José Pedro Quinga señala que “el yumbo no es cualquier persona, él debe dar ejemplo, obedecer reglas, ser respetuoso con sus ancestros”. En la vida cotidiana, varios de los danzantes de Conocoto son constructores, obreros, artesanos o técnicos de carreras intermedias que al transformarse en yumbos sus individualidades pasan a ser una confraternidad resistente. El círculo es una constante en la danza, responde a la idea del tiempo cíclico, la vida y la muerte. La yumbada es un ritual defensivo “con varios movimientos rituales de rechazo a un ser maligno (yumbo/a infiel) y a las fuerzas del mal: el engaño, la traición, el adulterio, el abuso de confianza, lo pernicioso, etc.” (Simbaña,2018,p.104). El pingullo y el tambor acompañan cada paso; “el tambor representa el latido del corazón y el pingullo representa el cantar de los ancestros, el suspiro de los abuelos y el renacer de la magia”. En el caso de Conocoto de ahora, en la yumbada blanca, el “pingullero es un joven de 19 años de San Pedro de Toboada, que aprendió de un viejo de Alangasí y ahora ha perfeccionado su arte, después de haber estudiado en el conservatorio de Música”. Además, continua Pedro Quinga, existe un instructor de una empresa privada denominada Yadrac-Huasi, que enseña a un grupo de jóvenes a danzar. La representación al personificar a la naturaleza lo hace también en lo femenino con el uso de las faldas amplias encarnando a la montaña como homenaje y respeto a la Pachamama. En lo concreto las mujeres acompañan a los danzantes, les proveen de comida, 113


bebida, en chicha y trago. No bailan con ellos. De igual forma los priostes de la fiesta les suministran un lugar de descanso, alimentos y trago para recuperar energía. En el centro de Conocoto, tradicionalmente los lugares que servía a este cometido estaban localizados en las calles Luis A. Proaño y Olmedo y al final de la Sucre donde comían pan y sardina según el testimonio de la Mercedes Aráuz. La toma de la plaza por los yumbos es el momento recordado por las personas entrevistadas como elemento simbólico de poder. Antes, la plaza se constituía en el escenario de confrontaciones entre yumbos que pertenecían a las distintas haciendas quienes por la fuerza demostraban el poder. Ahora, el uso de la plaza es una forma de volver a vivir el tiempo mítico de agradecimiento, y apropiación del territorio. Recuerda el dirigente de Chachas Rosendo Racines “la yumbada era por agradecer la cosecha. Cada hacienda se ganaba un sitio en la plaza de Conocoto. Cada hacienda tenía su propia yumbada”. Según Juan Carlos, ruco de Chachas, en la plaza de Conocoto se juntaban los yumbos de todas las haciendas, de chachas los rucos y los diablos; “nos despertábamos tempranito para tomarnos las esquinas de la plaza, el mayoral nos despertaba y salíamos rápido para ganar a las otras haciendas”. Los rucos de la Yumbada son los cuidadores de las haciendas, hacen sonar los cascabeles que portan en sus tobillos para evitar que se acerquen 114


los espíritus... Juan Carlos dice “antes éramos bastantes, ahora los hijos no quieren, solo mi hijo chiquito desde que tenía 4 años ahora tiene 28”. El grupo entrevistado no sabe cuál es la diferencia en los significados entre rucos y diablos, así como la diferencia en su vestimenta. Agrega que ahora algunas personas compran o alquilan en Conocoto a 10 $ el alquiler y con garantía de 20 $. Afirma, “de mi parte confecciona mi mujer”.

Los rucos y diablos de Chachas 2019

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Los yumbos blancos de Conocoto, dice Pedro Quinga, “han rescatado y rediseñado una coreografía sobre la muerte y resurrección de Atahualpa, creada y modificada desde hace mucho tiempo, pero destaca el desarrollo de esta coreografía que realiza el conjunto en sus presentaciones: un traidor apuñala a Atahualpa y huye, le persiguen el rucu y otros y lo matan, pues quiso quedarse con el tesoro, los bienes y la esposa de Atahualpa. Luego todos invocan al cerro y al espíritu del trago para que reviva a Atahualpa, lo cual consiguen después de una ceremonia e invocaciones en idioma quichua. Al resucitar Atahualpa agradece también en quichua”

Yumbos blancos con su pingullero 116


Actualmente, las apariciones de este grupo de danzantes se realizan en vinculación con instituciones públicas. Si bien históricamente danzaban en Corpus Christi, en los últimos años lo hacen en las fiestas de San Pedro de Conocoto, por auspicio de la Junta Parroquial.

Día de los finados o difuntos La celebración del día de finados o difuntos o de las almas benditas es parte de las manifestaciones culturales de Conocoto; guarda en esencia un sincretismo que une las prácticas de nuestros ancestros indígenas con las de la religión católica, traída por los españoles a América.

Cementerio de Conocoto. Día de los difuntos 2018. 117


En el día de los difuntos se patentiza la idea de que las familias dolientes encargan a sus muertos sus preocupaciones, dolores y sufrimientos, sienten que existe en el más allá seres queridos que les cuidan y que les obligan a mejorar su comportamiento y con ello, su vida.

Traslado con Banda

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Por otro lado, la iglesia católica traída desde España, ayuda a bien morir, vela el cadáver y reza una misa para el descanso de las almas, pidiendo a Dios que les dé el descanso eterno. Cada 2 de noviembre en una celebración pública y comunitaria reúne a las familias en torno al difunto. Respecto a la tradición prehispánica de conmemorar a los muertos, los cronistas españoles informan que en el calendario incaico, un mes entero estaba previsto para ceremonias mortuorias solemnes. Según la interpretación de algunos autores, este mes llamado en quechua ayamarcai (llevar el cadáver) corresponde al mes de octubre, según otros al de noviembre de nuestro calendario. (Roswith Hartmann, 1973: 193). En la víspera, numerosas familias dolientes visitan el cementerio para arreglar las criptas familiares, sepulturas individuales en la tierra o en nichos de cemento. Se reserva la parte central de este camposanto para los rituales de la iglesia. Al parecer no existe separación de clases sociales, pero, junto a los mausoleos, que son edificaciones mortuorias familiares, hay tumbas más modestas que solo tienen una cruz clavada en la tierra. En la noche del 1 de noviembre se produce la visita masiva de las familias para velar a sus difuntos. Las calles adyacentes al cementerio se cierran al tráfico vehicular, se llenan de gente y se convierten en escenario de una nutrida feria de comidas y ofrendas mortuorias. Miche Aráuz señala que “antes, la velada se hacía toda la noche en Conocoto y Alangasí, ahora solo hasta medianoche”. 119


Las personas, algunas vestidas de luto y las más jóvenes sin guardarlo, exhiben su dolor, mientras comparten con sus muertos los acontecimientos importantes ocurridos en los últimos meses. Otros comentan las hazañas del difunto y otros le piden ayuda. No cabe duda que esta celebración une a las familias y permite lazos de solidaridad. Sin embargo, hay tumbas menos visitadas, que además de estar descuidadas, son maltratadas por los deudos de otros difuntos. Claro ejemplo: personas sentadas sobre tumbas ajenas sin respetarlas. Hasta hace unos cincuenta años, algunas familias estilaban convidar al difunto y a los acompañantes el plato típico: la colada morada hecha de harina de maíz negro, acompañada por las guaguas de pan hechas de harina de trigo y adornadas con distintos colores. Las ofrendas florales: coronas elaboradas en papel crepé negro, morado y blanco y con papel aluminizado que se guardaba de las cajetillas de cigarrillos durante el año, se vendían en las puertas de los locales comerciales o en espacios improvisados para ese efecto en las casas de la calle Sucre, que era el camino usual por el que cientos de personas desfilaban hacia el cementerio. Además, según Antonio Llumiquinga, “se hacía bastante pan para compartirlo con los vecinos, amigos y familiares a los cuales se hacía llegar la ollita con colada morada y algunos panes de la temporada. Esto es lo que creaba un clima de salud social entre los pobladores”

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Esta ceremonia es una tradición andina. Según Hartmann, mencionando a Karsten, “el carácter zoomorfo no ha perdido su sentido originario entre los indios bolivianos”. “El día de Finados modelan en masa de pan una gran muñeca diciendo que representa a un pariente muerto. Su cuerpo y su alma, que llaman aya, independientemente de si se trate de hombre o mujer. A esta muñeca se la viste y después de haberla colocado en un sitio preferente en la casa se le ofrece comida, chicha y trago como ofrenda. Algunas veces se la pasea solemnemente por la plaza del mercado y de una casa a la otra y se baila con ella”. “Esta costumbre coincidiría exactamente con lo que Guamán Poma de Ayala describe e ilustra respecto a la antigua tradición andina con motivo del ayamarcai, con la única diferencia de que en el caso arriba mencionado los muertos no son sacados de sus tumbas para llevarlos en procesión sino que sólo a sus efigies se les rinden los mismos honores brindándoles ofrendas. (Karsten 1939:45-46) Por lo que se refiere a las ofrendas relacionadas con este culto a los muertos resulta ilustrativo un párrafo que usa Hartmann tomado de las “ Constituciones del Primer Sínodo de Quito” de 1570, según el cual se exhorta y manda a los “curas de las doctrinas de los yndios no les consientan ofrecer sobre los muertos sino fuere pan y vino y cera … por las muchas supersticiones que los indios hazen en las ofrendas que ofrecen sobre los muertos encargamos a nuestros curas den a entender a los yndios el valor de las ofrendas que se hazen a Dios limpias de supersticiones y la ofensa y pecado que cometen contra Dios 121


quando las mesclan con supersticiones de ydolatrias. (Roswith Hartmann, 1973, pp.79-80). (sic) Hoy llama la atención la presencia de grupos musicales que deambulan entre las tumbas dando serenos a los difuntos y en concepto de pago reciben dinero. Los jóvenes han cambiado la colada morada y la guagua por papas fritas y colas. Aunque el hornado con tortillas y el canelazo se mantienen firmes en los puestos de comida de la feria que rodea el cementerio en estos días.

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6. TRADICIÓN ORAL Y JUEGOS En medio de una luz tenue, hace sesenta años, el trasmitir de boca en boca fue la forma más ágil y cálida de rescatar y revitalizar los saberes, costumbres, creencias, rituales, valores y conocimientos. En las casas, las abuelas y abuelos, tíos, tías, papás y mamás nos contaban cuentos, leyendas. La historia de Conocoto y sus personajes. El cómo se originó, cuándo se fundó... ¿Fue así verdad? Las raíces de los cuentos son antiquísimas. La investigación encontró que ese patrimonio al parecer está dormido. Que se ha olvidado el hábito de narrar las vivencias de antaño. ¿De qué hablan las mamás y los papás con sus hijos e hijas ahora? Al parecer han desaparecido los cuentos, las leyendas que hacen parte del patrimonio de los pueblos. Como el hecho de que Conocoto era autosuficiente. Las formas de sembrar para cuidar la tierra, las mingas, las fiestas como mecanismos de cohesión, entre otras formas de organización.

6.1 Cuentos y leyendas Hurgando en la memoria de informantes se encontraron pocas o solo fracciones de leyendas y cuentos de los últimos sesenta años. En algunas narraciones, los velos de la ficción rodean las figuras de animales con comportamiento humano. Tal es el cuento de la joven soltera que no consiguió marido y se enamoró de un ratoncito que se convirtió en su 123


pareja. El ratón, con astucia y picardía salió de la típica estructura del malo que es malo y el bueno que solo puede ser bueno. Ana María, una de las integrantes del grupo de “sesenta y piquito” narra la historia del ratoncito enamorado: “el ratoncito se enamoró de una mujer que nunca tuvo marido, ella trabajaba para unos hacendados. El ratoncito robaba a los hacendados para dar de comer a los pobres, ¡él era muy audaz! Y, al casarse con la joven tuvo hijos y mucho bienestar económico. Él seguía robando a los hacendados y una de esas le mataron… Sus hijos vivieron con su madre, pero ya no eran ratones” La narración revela, quizás, la percepción de que el indio de la hacienda es inteligente y valeroso, pero que finalmente es asesinado. Triunfa la concepción general del bien sobre el irreverente mal. También hay cuentos de espantos y parecidos que son testigos de que las personas de Conocoto, como todas las personas del mundo agrario, generan personajes amparados por la oscuridad, lugares solitarios, casas abandonadas, quebradas poco transitadas. Uno de esos aparecidos, narrado por Pedro Caiza de San Francisco, es sobre el duende que aparece en pozos, “aquí en el barrio, cuentan que hay un duende que se aparece sobre un pozo ubicado en el terreno comunal. Si alguien se acerca le da mal aire. El duende es pequeño, travieso y dicen que no hay que demostrarle miedo porque él vive del susto de las personas… aparece a veces pero creo que solo con ciertas personas… no se sabe por qué”.

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Otro es el demonio con figura de niño que llora (el “huahuañahui”), que aparece en noches oscuras en lugares no transitados como las quebradas, cuando todo el mundo se ha ido a descansar. Inspira tanto miedo que nadie se atreve a salir de la casa porque puede encontrarse de manos a boca con ese aparecido. Unos dicen que es el alma de un niño que murió sin haber sido bautizado; otros, que fue una criatura mal habida, abandonada por su madre. Otros dicen que es el mismo diablo. Detrás de estos cuentos está el concepto de que la salvación está en la fuerte creencia en Dios. En ese tono, Gallardo narra lo sucedido a Salomón Acuña, mayordomo de la hacienda Ontaneda, una noche en que, encontrándose en estado etílico, cabalgaba de regreso a la hacienda desde el poblado vecino. En medio de la obscuridad de media noche, oyó llorar a un tierno niño. Detuvo su galope y vio en uno de los pozos, envuelto en paños negros, una criatura que lloraba. La tomó en sus brazos y lanzando insultos a las mujeres desnaturalizadas, siguió el tortuoso camino. Al punto notó que el corcel no quería andar y resoplaba. Después de mucho aguijonearlo, llegó al pequeño puente que existía en la hacienda. En ese lugar escuchó la voz del niño que le decía: “papá, yo ca dentes tengo”. Sorprendido al escuchar las palabras del niño, lo observó por la abertura del poncho. Al mirarlo bien, miró que no eran dientes sino dos enormes colmillos que le atravesaban la boca. Asustado lo lanzó al suelo, pero la criatura no cayó, sino que se aferró al anca del caballo. Horrorizado y con los pelos de punta, al ver que el engendro 125


seguía ahí, sacó del cuello un enorme rosario y con él lo azotó. El diablo se soltó y se despidió diciéndole: “agradece que has tenido ese rosario, que por el contrario hoy te llevaba a los infiernos”, y se fue dejando una horrible pestilencia. (Gallardo, 1994, p.279) También hay leyendas que aparecen a la luz del día, como aquella de la mujer misteriosa de Chachas que asomaba en las quebradas. En este caso es la quebrada llamada el “Socavón, -ahora en su lugar se encuentran algunas casas-. Según la narración de Juan Carlos Gómez,”ruco” de Chachas: “antes decían que había muchos cuentos. Tenía más o menos diez años y estaba de vacaciones cuando salí con los animales y entré a la quebrada que no estaba obscura y vi como una señora con una túnica estaba subiendo con una cartera cuando era más o menos las 12 del día, no me hizo nada porque no me vio, yo le gané viéndole; si ella me hubiera visto seguro que se adueñaba de mí”. Romelia Pilataxi, moradora de Chachas cuenta lo que le pasó en la misma quebrada del Socavón: “cuando era guagua, en las vacaciones, con mis hermanos salíamos a dar de comer a los animales y a verles en el potrero. A veces venía a jugar con nosotros un niño, mientras estábamos pastando. Yo pensaba que era un niño de verdad. Nos enojamos porque cuando estábamos comiendo no nos hablaba; le preguntábamos y no contestaba. Mi abuelo decía que podía ser el mal, porque por esos tiempos llovió mucho y se fueron hasta los chanchos”. Los chanchos y los otros animales a decir de Romelia se fueron con la lluvia. 126


A decir de Víctor Montoya, “Los cuentos de espantos y aparecidos en la tradición oral andina son muestras de que la inventiva popular es capaz de crear, con el golpe de la imaginación, personajes y situaciones que nada tienen que envidiar a los compiladores de la tradición oral europea, donde se destacan los hermanos Grimm en Alemania y Charles Perrault en Francia (Montoya, 2006). Algunas personas también mencionan la existencia de tesoros enterrados en lugares protegidos, rodeados de ruidos extraños y movimientos de seres que no se les puede ver, pero que se les siente. El entierro puede ser de plata o de oro, como contó la finada Ubaldina: Tal vez son los entierros que hizo Rumiñahui para tratar de preservar las riquezas del Incario o de personas que tenían oro -como no había bancos enterraban en sus propios terrenos-. Dicen que hay entidades que cuidan esos tesoros, por eso es que uno no les puede encontrar. Están cerca y se corren a otros lados. Las mujeres no pueden desenterrar porque ellas como tienen la menstruación pueden ocasionar que el entierro se vaya a otro lado. Hay que entrar rezando, diciendo palabras gruesas, y en la noche. Los desenterradores de tesoros tienen que guardar el mayor secreto y tomar precauciones: quemar plantas, tirar líquidos, esperar que la luna esté en la estación adecuada, y sobre todo, deben estar provistos de una varilla adivinatoria que les indique el lugar exacto donde está enterrado el tesoro (Testimonio).

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Una leyenda contada por el papá de uno de los entrevistados hace referencia a que “los jíbaros cruzaban la cordillera oriental, pasaban a Papallacta y después pasaban por Conocoto a Quito para intercambiar productos, y al regreso llevaban a su llacta perros maltones. Traían chontaduro, yuca, plantas medicinales, etc. Ahora, por emulación, los yumbos de Conocoto salen de las haciendas en grupos de danza Finalmente, con mucha nostalgia y algo de reclamo, Ramiro Sosa señala que desgraciadamente ahora, los padres no cuentan a sus hijos las leyendas o creencias de antes porque a los hijos no les interesa y porque sus progenitores están muy ocupados. Los testimonios, las historias, cuentos y costumbres trasmitidas verbalmente son fuente de aprendizaje que dan cuenta de la información y de las costumbres de una época y que pueden ser revividas. Es indudable que la tradición oral tiene un valor histórico, es fuente de valores culturales y memoria de los pueblos, que puede ser utilizada eficientemente en la escuela. La escuela, después de la casa, es la institución en la cual la sociedad ha depositado la responsabilidad de educar y promover los valores, actitudes y comportamientos que la sociedad espera de ellos. Según la profesora Martha Sosa, en Ecuador, hace cincuenta años existía poca literatura destinada a los niños, con formatos poco atractivos, “no había material apropiado para el estudio de temas culturales y no existían cuentos de lo nuestro. Existían pocos cuentos en folletos y libros sobre Caperucita 128


Roja, la Bella Durmiente y algunos otros que contaban los padres a sus hijos, o los leían en textos poco atractivos. Me parece que es ese el por qué no les interesaba la lectura”. Ahora, el interés se asienta en la creatividad de los estudiantes “se incentiva la lectura mediante creaciones, desarrollo de cuentos y leyendas inventados por los mismos estudiantes. Incluso, las pastas son hechas por ellos mismos”, no se habla de las leyendas, de mitos, de cuentos porque no han sido suficientemente investigados. “Ahora leen varios libros como “El viejo y el mar”, “Mi árbol de naranja lima”, “De la tierra a la luna” y a partir de ello construyen sus propias historias”. La docente jubilada continúa, “Antes se difundían los mejores trabajos en el periódico mural; ahí se ponían trabajos de redacción, interpretaciones, reglas ortográficas, dibujos, gráficos. El periódico salía cada semana y se rotaba la responsabilidad por grados en orden hasta los más chiquitos”. “Salíamos a hacer reconocimiento de nuestro terruño, con todo el curso. En la escuela, en los grados, se hacían concursos de agilidad mental, de quien sacaba la respuesta verdadera. No había celulares ni calculadoras. Al final de año se mostraba a la población la capacidad de sus estudiantes en las sabatinas”.

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6.2 Personajes Además del parque, la Iglesia, la Moya, la música, la literatura, las tortillas de viento, los empastados, hay seres de carne y hueso como el Yumbo, la Banda, el Heladero, la Aurora Tusa, el Bazar Jorgito, la doña Filuquita, la Rosa Traposa, que, entre muchos otros, plasman la historia de Conocoto, en especial de su centro poblado. En el rescate de la memoria individual hay un abanico de personajes que hacen parte de la riqueza cultural de los pueblos. Ellos tienen valor simbólico. De alguna manera fueron y son parte de la vida de las personas que habitan este territorio y que no son solo un nombre sino también una historia. Francisco Zurita y Carlos Morales nos recordaron algunos de los nombres de esos personajes de Conocoto. Están las mujeres, personajes que habitan sus casas, escenarios de su vida cotidiana, que no tienen condiciones para transitar por las calles sea por su edad o por alguna discapacidad física pero, sin embargo, hacen parte de la vida de los otros: Anita, mujer sordomuda con dificultades para caminar. Vive en una de las calles principales, de rápido crecimiento comercial, llena de ruido, vehículos y movimiento de transeúntes. Con cerca de ochenta años, pertenece al pasado. Produce sonidos guturales para llamar la atención. Con su mano extendida y sonrisa radiante, saluda y vuelve a saludar a todas las personas, conocidas o no, que pasan cerca de ella. En medio de un entorno donde 130


las personas son rostros anónimos, ella, con su saludo espontáneo les otorga un estatus relevante que rompe el individualismo del mercado; la soledad, el desconocimiento del otro. Anita fue parte del Conocoto de haciendas y de oficios artesanales y ahora es parte del Conocoto que ya no cuenta con la identidad de pueblo. En este grupo se encuentra también la Goita, mujer popular, fiel representante del mundo mágico de inicios del siglo XX que, en dicotomía con el desarrollo de la modernidad, personificaba al mundo de las historias contadas acerca de seres divinos o fantasmagóricos, de leyendas que hace parte de lo rural. Su vivienda de un solo ambiente, conjuga el Conocoto de ayer y de hoy con paredes de tapial, con piso de tierra apisonada y esteras que le proporcionaban calor al ambiente; con utensilios de barro y cocina de gas. Fue diestra cuentera, supo mantener en vilo la atención de niñas y niños sin más recursos que las inflexiones de su voz, de sus ojos sin luz, de los gestos de su rostro de boca desdentada y los movimientos de manos y cuerpo en un escenario obscuro y frío. La Goita, integrante de una de las familias tradicionales de Conocoto, vivía sola. María Angula era su leyenda favorita y también la de los niños y niñas que le rodeaban, sintiendo miedo al escucharla. La calle conocoteña era un espacio de identidad, de interrelación social, de encuentro, de socialización y de alteridad, ahora es también lugar de intercambio comercial. Por las calles transitan vidas innumerables, religiosas o profanas, reales o míticas, anónimas 131


o conocidas, queridas y admiradas o ignoradas y despreciadas. Vidas que transitan con una finalidad o sin ella. La Rosa Traposa, imprimió otra relación con la calle. El deambular sin rumbo como un estilo de vida único que se contrapone al significado simbólico de casa y hogar, de lo doméstico y estructurado. Rosa Traposa, mulata alta, de labios grandes y de palabra rápida se hacía acompañar por perros, y su riqueza la llevaba puesta; tarros de lata que le servían para contener la bebida y la comida que le regalaban los vecinos; los tarros también le servían para convidar la comida a sus compañeros de viaje, los perros. Mujer sola, con vestidos anchos, llenos de remiendos de colores. Nadie sabía si era de vocación callejera y si sus comportamientos eran “…actos de resistencia contra el anonimato, el olvido, la segregación, la soledad, o la falta de participación de los pobres.” (Freire Rubio, Espinosa Apolo, 2005, p.17). Por la razón que fuese, para este personaje la calle era su patio, la extensión del zaguán donde dormía. Ella encarna el Conocoto que tiene manifestaciones de solidaridad, pero que no protege a los seres vulnerabilizados. El párroco de Conocoto, Gustavo Robayo en los años 60, le dedicó una poesía donde sugiere que ella sufrió una decepción amorosa y que desde entonces, entregó su corazón a los perros. Otro de los ejemplos es el de Aurora Tusa, mujer mendiga y medio demente, que deambulaba por las calles de Conocoto allá por los años 50. Causaba susto en los menores con sus harapos. Su viejo sombrero puntiagudo dejaba ver a medias su cara 132


y un par de trenzas. Seguramente se llamaba Aurora y algunas personas compararon su aspecto con el de una tusa de choclo. De ahí viene su nombre. A ninguna de las dos se le encontró conversando con alguien. La difusión de la prensa escrita, especialmente los diarios El Comercio y Ultimas Noticias, trajeron a Conocoto, -como a otros pueblos- los voceadores de prensa quienes llevaban las noticias a las manos del lector o de la lectora. No se tiene registro sobre cuándo aparecieron, ni cuándo se les denominó como voceadores. Lo cierto es que, en las tardes de los fines de semana se escuchaba por las calles una voz ronca, fuerte, gutural, que voceaba. Era la del Mudo Juancho quien llevaba bajo el brazo el periódico vespertino “Últimas noticias”. El personaje hacía un sonido largo y fuerte que daba cuenta de su capacidad pulmonar; las personas apenas lo oían sabían que estaba pasando por su casa, salían y compraban el periódico recién salido de la prensa que, ya más tarde, sería usado para limpiar vidrios o para darle a la señora tendera para que envuelva lo vendido o lo utilice en otros menesteres. Este personaje no podía recomendar ningún suceso pues había perdido la voz pero sí entregar el periódico con simpatía, que era bien recibida por los pobladores. El Mudo Juancho cumplía no solo una función comercial, sino también cultural e histórica.

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Otro de los representantes del cambio económico fue el Bazar Jorgito, primer bazar de Conocoto. Fiel representante del paso de lo agrario a lo urbano. La agricultura había dejado de ser el eje articulador de las economías familiares en la población, ahora la economía estaba asociada a la globalización y a la habilidad de las personas y los grupos, para readecuar las actividades económicas de acuerdo a las tendencias del mercado. El Bazar Jorgito fue el primer negocio que tuvo rótulo luminoso, fue el primer reciclador de papel. Era el lugar donde se encontraba de todo un poco: papelería, dulcería, ferretería, material de costura, venta de hierbas, coronas para noviembre y rarezas como las anilinas y el creso. También era el lugar de encuentro y concentración de jóvenes. Fue el primer lugar donde se pudo mirar televisión. A las seis de la tarde iniciaba la función de la televisión con un costo de veinte centavos de sucre para cada televidente. ¿Cuántos conocoteños, asistieron a los que en ese entonces eran espectáculos de televisión? El resultado de procesos locales en Conocoto también dio cuenta de la complejidad de las diferencias del mercado. La Sambita Beatriz, generó una actividad de pequeña escala por cuenta propia: producía, preparaba y vendía el producto básico de la dieta campesina: el mote con arvejitas y ají de maní con tomate riñón, servido en papel de despacho limpiecito. La Sambita Beatriz recorría todo el pueblo. A veces se quedaba en esquinas prefijadas, a las cuales acudían las personas a comprar, o en las puertas de los establecimientos educativos. Dos reales era el precio. 134


El Heladero Carlitos, ha acompañado a todas las generaciones de estudiantes en las afueras de los establecimientos educativos, pregonando sus famosos helados y deteniéndose a conversar cuando se le solicitaba. El heladero, a decir de Carlos Morales, seguía con su carrito de helados a la selección de Conocoto a todos los juegos interparroquiales. Más tarde se convirtió en conserje del Colegio Conocoto. Ahora ya jubilado, sigue vendiendo helados. Los portales, zaguanes, patios, parques y calles eran los lugares de encuentro vivencial. Con el tiempo, se crearon otros lugares de encuentro vecinal considerados sitios más seguros, y uno de los pocos era la tienda de Doña Filuquita. Ahí se encontraba lo que en ningún otro lugar había; sal en grano, piedra pómez, harinas de nombres raros, pedazos de panela, bolitas de caramelos, congelados, entre otros. Doña Filuquita, mujer peleadora, alta, guapa, de pelo corto, de una de las familias tradicionales de Conocoto, abría las puertas de su negocio, que a su vez era el sitio de reunión para un grupo de mujeres. Todas amigas adultas mayores. La duración de los encuentros no era programada, solo se daban los días ordinarios porque los fines de semana las mujeres visitaban las iglesias, salían de paseo o esperaban la llegada de sus hijos. Como era de esperar, también hubo personajes relacionados con la participación activa de los pobladores en las luchas comunitarias, en las gestiones, mingas y contribuciones económicas con miras al desarrollo del pueblo. De esas luchas nace la frase Tieso Conocoto, que es uno de los apodos 135


más emblemáticos del pueblo. Éste surgió en los enfrentamientos que se realizaron entre los dueños de los buses Los Chillos que trajeron gente de Sangolquí para amedrentar a la población de Conocoto, y luego se popularizó en la participación de Conocoto en las Olimpiadas deportivas interparroquiales. El apodo La Voz del Pueblo surgió también en la lucha ya mencionada de hombres, mujeres, adolescentes, jóvenes, adultos de diferentes condiciones económicas, incluso la iglesia, participando por conseguir el transporte propio y la feria en el mercado; fue cuando un vecino muy involucrado en esta situación se autodefinió como “la voz del pueblo”. La voz del pueblo expresa el poder que tiene o debe tener el pueblo en la democracia, poder para opinar e influir en la solución de controversias y toma de decisiones. En la gestión por el ordenamiento y desarrollo del pueblo en los años 50 y 60 se destacó la figura de Don Carlos que, de manera voluntaria y sin cobrar sueldo recorría las calles de la población, inspeccionando la correcta ejecución de las obras públicas y persuadiendo o presionando a los vecinos para que respeten las líneas de fábrica, colaboren con la ampliación y eliminación de “dientes” en las calles, adecenten su propiedad y cuiden y respeten los espacios comunes. La religión fue y es un aspecto esencial en la vida de las personas. La religiosidad popular ha sido parte de la cotidianidad de Conocoto. El catolicismo articuló la devoción a los santos y vírgenes, el milagro y el ritual. Se consideraba inaudito comenzar la semana y el 136


cumplimiento de las labores diarias sin haber cumplido antes con la misa dominical, -por lo menos-. Dos mujeres de familias tradicionales de Conocoto vienen a la memoria a la hora de recordar la forma de aceptar y practicar las creencias religiosas. La Señorita María Esther, de trenza larga, estatura media, callada, paciente y la Señorita Juana, de carácter fuerte y risa fácil. En la conmemoración de la muerte y la resurrección de Cristo, los preparativos eran liderados por la señorita María, quien, con enorme esfuerzo y dedicación, preparaba las túnicas, bordados, imágenes, flores y hasta los caramelos. Así mismo en los preparativos de las ceremonias del Pase del Niño y del Mes de María. En sus últimos años abrió en su casa una capillita para el Hermano Gregorio, médico venezolano que murió en 1919 y a quien el imaginario popular le atribuye varios milagros, de hecho, el Vaticano acaba de aprobar su primer milagro comprobado. En los actos religiosos, como asistir a la iglesia los domingos y las “fiestas de guarda”, la señorita Juana estaba muy atenta a llamar la atención a niños, niñas, adolescentes y jóvenes cuando rompían el silencio o incurrían en un comportamiento inadecuado. La señorita Juana, era también solícita para recoger las limosnas y para acompañar con oraciones y plegarias a los deudos en los funerales. Estos ritos y ceremonias eran acontecimientos que invadían la vida cotidiana de Conocoto, fomentaban la convivencia y la solidaridad de la población 137


y la posibilidad de reavivar con ellos el mensaje evangelizador de la iglesia y el reconocimiento social del acto de contrición o el buen comportamiento de quienes eran encargados de portar las imágenes sagradas. Las ceremonias mezclaban la devoción a seres sagrados con las necesidades, anhelos, miedos y esperanzas de los feligreses. Las características del modo de producción hacendatario ligado a la agricultura familiar, dejaron una serie de imaginarios rurales en los pobladores de Conocoto, y en los comportamientos de personas singulares, como es el caso del Tonto Cacho, hombre que caminaba por las calles portando en sus manos unos cuernos de toro, mixturado entre lo agrario y lo taurino. El Coté, este personaje enamorado de la tauromaquia y de costumbres relacionadas con la faena de los toros circulaba con su capa de toreo. Su sueño consistía en vestirse de luces en la Plaza de las Ventas en España. Asistía y participaba activamente en los toros de pueblo de Conocoto y de otras parroquias, su cuerpo tenía innumerables huellas de esa hazaña. La plaza de toros populares fue el escenario de su muerte.

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6.3 Juegos Tradicionales Los pobladores recuerdan juegos varios como: los billuzos, los trompos, los cachacos, el burro de San Andrés, el sin que te roce, huevos de gato, las tortas (habichuelas de colores vivos) que se colocaban en una “bomba” (circunferencia trazada en el piso) y se ganaban sacándolas de la misma por medio de “fichas” (rodelas metálicas). Los ishpingos (frutos pulidos de un espino) que también se ponían en una “bomba” y se sacaban con bolas (canicas de vidrio); el pique, el sapo, las ollitas, la rayuela. Los zumbambicos hechos con “tillos” o con botones grandes; tejer cocos en las manos, pase el rey, matantirutirulá, el florón. Ramiro Sosa recuerda que se jugaba con los coches de madera en la pendiente de la Moya que actualmente está ocupada por el parque y las canchas. Oswaldo Mantilla, originario de Tabacundo, en su obra “Juegos populares de antaño” describe detalladamente estos y muchos otros juegos, como los marros, las ruedas de llanta, las cometas de sigse, el territorio, las cebollitas, la soga, chullas y bandidos: todos ellos practicados también en Conocoto. Lo cual nos indica la semejanza de las culturas locales rurales en este aspecto. Oswaldo plantea que “aquellos maravillosos, simples y divertidos juegos populares, no tenían otra intención que mantener activa la mente y el alma de las personas” y que en la actualidad “las nuevas 139


formas de ocupar el tiempo libre y el ocio provocan que la gran variedad de juegos que se practicaban en nuestros pueblos se esté perdiendo y con ello el patrimonio cultural”. Hemos escogido para describirlo detalladamente uno de los juegos tradicionales de Conocoto “el juego de los cocos”, al parecer poco difundido en otros pueblos. A decir de Pepe Utreras y César Morales “el juego de cocos” es un juego de hombres maduros, “blancos de pueblo, no habían mujeres ni indios. Era nuestra única diversión de todos los días, después del trabajo”. La gente joven de la población no se interesó en el juego y éste se perdió. Los materiales: el piso de tierra donde se trazaba un círculo de al menos 4 a 5 metros de diámetro, rodeado por un recuadro más grande; los cocos chilenos, pequeños y lisos, que luego escasearon, en su lugar se usaron toctes (frutos de una variedad autóctona del nogal) que los pelaban y secaban o cocos criollos grandes que se pulían con esmeril. Los rulimanes, que eran esferas de acero, propiedad de cada uno, se los conseguía de los rodamientos de maquinarias como los barcos y tractores viejos y se los compraba en la Plaza Arenas, en Quito. Había rulimanes de plomo de fabricación nacional que se deformaban rápido y ya no rodaban. No se conoce exactamente cuáles eran las reglas del juego, pues no hay una constancia escrita. Sin embargo, los recuerdos y las versiones recibidas señalan que el juego consistía en que un grupo de entre 5 y 10 jugadores, trazaban una circunferencia en el suelo de tierra (llamada “la bomba”), donde se 140


colocaban los cocos. Los jugadores competían por sacar los cocos de la bomba con un “rulimán”. Estos jugadores podían jugar solos o aliarse con compañeros entre los que no se atacaban, y si ganaban, se repartían las ganancias. También había los aliados “de pepo” que grupalmente no se atacaban, pero si quedaban finalistas, competían individualmente. Los jugadores debían sacar los cocos de la bomba, sin que el “rulimán” se quede adentro, y sin recibir un “pepo” (impacto de otro rulimán) de otro competidor, pues en ese caso, estaba muerto y salía del juego. Cada jugador tenía sus estrategias para evitar ser “pepeado”, para sacar los cocos, y al final, ganar el juego y las respectivas apuestas. El juego se sazonaba con apodos y dichos que eran festejados ruidosamente por los jugadores y el público. Aún se recuerda nombres y apodos de algunos “coqueros”: Felipe León (Felipillo), Enrique Utreras, Pepe Utreras, N. Martínez (“Marujita”), EloncioRodolfo Gallardo (“Mustafá”), César Aráuz, Miguel Logacho (“Daigoro”), Alfonso Ríos, “Gato” Pérez, José Santamaría, Octavio Puente, José Antonio Pérez. Los dichos eran: “toma por mullo” cuando daban un pepo; “todo indio es enemigo del blanco”, cuando recibían un pepo. Después de terminar el juego de cocos, que duraba desde las 4 o 5 de la tarde hasta que oscurecía, algunos se dedicaban a jugar baraja, los demás se retiraban a sus casas. No se sabe cómo ni cuándo empezó a practicarse este juego. Sin embargo, una persona menciona que el juego vino de Tambillo. Se sabe que el juego sigue practicándose en Quito en el Parque El Ejido, 141


pero tiene diferencias, pues ahí entierran los cocos y, como es difícil sacarlos, se dedican a pepearse entre ellos y se esconden tras de cualquier obstáculo (árbol o piedra). En Conocoto, el lugar de juego fue al comienzo en el parque central, después se cambiaron junto al mercado antiguo (hoy Infocentro), luego pasaron junto al CNT y finalmente jugaban junto al Coliseo. Era un juego bonito, entretenido, que concitaba público. Era un juego pacífico y alegre, que no generaba peleas.

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7. DE FOGONES Y REMEDIOS 7.1 Prácticas culinarias Mientras que la aparición del fuego al servicio de la alimentación fue un hecho que modificó la vida de las personas; la agricultura y la domesticación de animales proporcionó la diversidad de alimentos (Universidad Interamericana para el Desarrollo, s/f) pero, la cocina, como se la practica actualmente, se inició con la confección de instrumentos adecuados que posibilitaron la cocción de los ingredientes. Las transformaciones sufridas en los instrumentos hacen parte de las modificaciones en la cultura, en sus significados y en sus símbolos. En los últimos años, para la preparación de la gastronomía se han dado muchos cambios en la utilización de los instrumentos en Conocoto. Ya casi no se utiliza el fogón de leña, los tiestos y las ollas de barro, tampoco las cucharas de palo o las piedras de moler granos, y si se los usa, podría ser para recordar los años pasados o para recuperar sabores que se han ido perdiendo. Lo cierto es que ahora, en lugar de esos implementos, se utiliza licuadoras, batidoras, ollas de aluminio o acero inoxidable, entre otras; así mismo, en lugar del fogón están las cocinas de gas y las que funcionan con energía eléctrica o de inducción; hornos microondas y utensilios de plástico. Fenómenos del siglo XX y XXI.

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Conocoto tiene una tradición culinaria y la mantiene en la ingestión de cereales y leguminosas, siendo el maíz, la cebada, el fréjol, el haba y la papa los principales. La papa es usada en una multiplicidad de platos como locros para todos los gustos. También hacen parte de este grupo algunas verduras. El único animal doméstico de estos lares es el cuy, puesto que el ganado vacuno, ovino, caprino, porcino, gallináceos, palomas, conejos, caballos, asnos, ovejas, pavos, gallipavos son un aporte de los españoles (Pazos, 2008:175). De estos animales el puerco y las gallinas hacen parte de las ceremonias familiares y sociales como los bautizos, matrimonios, velorios, cumpleaños, entre otros. El maíz de chillo fue cultivado en los pisos de los valles relativamente húmedos y es muy valorado por sus granos gruesos, de color amarillo intenso; sus mazorcas robustas y largas, su sabor dulce y sus tallos altos y gruesos (Salomón 1980: 98 tomado en Pazos, 2008:44). En Conocoto existe una variedad de preparaciones de maíz: mote pelado, morocho de dulce y de sal, quimbolitos, tortillas, humitas (choclotandas), tamales, pan, colada morada, chicha de jora, caldo con bolas de maíz, empanadas de viento, mote pillo, tostado, caca de perro. Al parecer, las tortillas de viento son exclusivas de Conocoto, aunque existe una versión similar en Loja. El chancho es el animal emblemático, se lo consume casi todas sus partes y en diferentes preparaciones como son: fritada, chicharrón, cuero reventado, pernil, salchicha, chorizo, morcilla, patitas cocidas y 144


se aprecia su manteca. El chancho es acompañado por mote, tortillas de papá y ají de maní. No obstante ser emblemático, el cerdo es el aporte español más significativo a la cultura gastronómica popular (Pazos, 2008:174). Siendo el “hornado” uno de los platos más representativos de la cocina ecuatoriana se ha llegado inclusive a fomentar la preparación de este plato en un concurso denominado “El mejor hornado del mundo”. El Hornado de Conocoto es diferente a otros porque su preparación es personalizada, debido a que su elaboración no es en cantidades industriales, y también debido al uso de condimentos como el ajo y los dos tipos de cebolla, a la que acompañan las bolas de pimienta de dulce (para evitar que se posen las moscas). Amén del orégano y el comino que le dá su sabor único e incomparable.

Hornado de Rosario Morales

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Según la Semiótica de la cocina de Julio Pazos existen cuatro sabores principales para combinar: salado y agrio, salado y dulce, salado y picante, dulce y agrio y, agrio y picante. (Pazos, 2008: 183-185). Siguiendo a Pazos, en el mercado de Conocoto encontramos la clave en comidas preparadas tales como: el condumio de la morcilla es salada y dulce, las salsas de ají son saladas y picantes, la colada morada es dulce y agria, el locro de papas con zambo y paico es salado y amargo, el pescado es salado, agrio y picante. Otra parte de la semiótica es la combinación de sabores; la fritada con plátano maduro, el mote con arvejas, cebolla blanca y ají, tripa mishqui con mote, empanadas de viento con morocho o colada morada. Por otra parte, se prefiere lo espeso: caldo de patas, papas con cuero, ají de librillo, guatita. También se resalta el color amarillo en las preparaciones; por ejemplo: los quimbolitos y las quesadillas; también se combinan colores como es el caso de las tortillas de viento donde el blanco es usado en contraste con la masa morena, o el queso con dulce de higos. Refiriéndose a los quiteños, Pazos en su libro “El Sabor de la Memoria, Historia de la cocina quiteña”, señala que la comida que consumen los quiteños cotidianamente se elabora y comercializa siguiendo principios poco relacionados con la idea de “tradición”. En varios aspectos, el consumo diario de alimentos es ahora diferente a los que se manejaba hace unos 20 o 30 años, sea por precio, ingredientes, formas de cocción, tiempo para servirse, etc. Siendo todo esto, parte de la sociedad globalizada. 146


La comida, como una razón para compartir en familia, ya no es una práctica, hoy se han generado cambios en las costumbres y hábitos. Advierte Pazos que, en esta transformación, han intervenido procesos de alienación, puesto que han desaparecido las connotaciones simbólicas del acto de comer. Las viejas recetas y los platos tradicionales ceden su importancia a las fórmulas industriales.

Patio de comidas del mercado de Conocoto

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Para las integrantes de la Asamblea Popular de Conocoto, Mariana Paredes y Martha Sosa, la gastronomía de Conocoto es uno de los determinantes de la identidad: “el caldo de gallina con arroz, así espesito; el caldo de huagrasinga, el caldo de cabeza de borrego. El tostado en tiesto con manteca de chancho, el tostado con pepas de sambo; el sambo de dulce con harina de maíz y con leche. Se hacía sambo de sal y sambo de dulce, morocho de sal y morocho de dulce, arroz de cebada de sal y arroz de cebada de dulce, pastel de zanahoria blanca; locro de habas con col, para lo cual se remojaban las habas secas, muy duras, para pelar al día siguiente; no debemos olvidar los tamales de dulce con harina de maíz y los quimbolitos” Daysi Morales Tituaña en “Conocoto, Memoria Histórica y Colectiva” señala que los platos típicos de Conocoto son los caldos de la vida; junto a la Tripa Misqui, bebidas tales como la chicha y el champús; y entre los bocadillos: los tamales de gallina, la empanada de carne y por último, las mistelas, para mantener el rico sabor después de la comida. En Conocoto se pretende revitalizar una de las manifestaciones culturales tradicionales por su significado y su riqueza culinaria. En los últimos años, la comida típica ha vuelto a recobrar su importancia: se encuentra en el mercado municipal de Conocoto los días de feria y en el sitio denominado de Comidas típicas entre las calles Luis A. Proaño y Alfaro, a más de algunos restaurantes típicos. También la parroquia cuenta con innovadores culinarios tales como el Chef del morocho con 148


chocolate, morocho con coco, bolones de dulce; platos como el tigrillo de camarón o la lasaña de yuca, entre otros. En entrevista realizada a Nathaly Gallardo, ex presidenta de la Junta Parroquial, cuenta que en las festividades de Conocoto se incluyó el Concurso Gastronómico 2017 otorgando el primer premio al señor Lucio Paucar por la preparación de mollejitas; de igual forma se premió a los pristiños de Elvia Cantos y a las empanadas de morocho. En los últimos años, en el Centro de Conocoto se han producido ofertas de panaderías, heladerías con helados de todos los sabores y aun los que no llevan azúcar. Es una suerte de feria permanente. En las veredas se vende: frutas, hortalizas, quesos, huevos de campo, gallinas peladas y muchos otros productos, ya sea en cajones, tinajas, camiones o camionetas particulares. Estos se ubican junto a cualquier negocio establecido. De esta manera, la venta de alimentos se ha constituido en una estrategia de sobrevivencia. Algunos de los bocaditos típicos de Conocoto son las tortillas de viento y las tortillas de maíz. Gracias a la generosidad de Martha Sosa Andrade ahora podemos conocer la forma de preparación.

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Tortillas de viento La tortilla de viento es una de las golosinas que se ha preparado y vendido en Conocoto, al menos en los últimos cincuenta años, pero se ha ido perdiendo debido a su laborioso proceso. Es un exquisito bocadillo propio de Conocoto. Aunque existe un bocadito similar en Loja.

Ingredientes: Para hacer tortillas de viento se requiere: harina de castilla, huevos, limones y manteca de chancho. En la masa no entra sal, ni azúcar.

Materiales: Azafate de madera, olla de aluminio grueso con mango largo, batidores de madera grandes, cuchara de palo grande, mesa de un metro por dos de largo, rejilla de madera, latas para el horno, paila de bronce, canastas de estera, papel periódico blanco y cargas de leña

Preparación: Una vez barrido el horno de leña, se le deja con la leña encendida al menos dos horas. Se separan las claras de las yemas de huevo, se cierne las libras de harina para que entre el aire y, una vez cernida, se la mezcla con las yemas de huevo en un azafate de madera y se revuelve con un batidor manual de madera; cuando está mezclada la masa, 150


se coloca la manteca en estado de mayor hervor; se sigue batiendo hasta lograr la consistencia de la masa. Se coloca, con la ayuda de una cuchara de madera, pedazos de masa sobre las hojas de atzera limpias; las hojas con su condumio se ubican en las latas (antes iba directo al suelo del horno). Este proceso de preparación de la masa dura 1 hora al menos. Una vez que los pedazos de la masa base estén horneados se saca de las hojas de atzera y se los coloca en la rejilla de madera listos para ser enconfitados Hasta tanto se prepara el confite calentando en la paila de bronce los litros de agua con las libras de azúcar hasta que tome el punto de caramelo, luego se mezcla con las claras de huevo batidas a punto de nieve y se revuelve con el extracto de los limones. Con la ayuda de la cuchara de palo se vierte el confite sobre las tortillas; finalmente, se sacude y se coloca las tortillas sobre las tablas de madera calentadas al sol. Luego se las pone en el horno de leña que, para ese momento ya tiene una temperatura menor, suficiente para secar el confite en la tortilla. Se saca la tabla con las tortillas y se acomodan las tortillas de lado, una junta a la otra, hasta que se enfríen y termine de endurecerse el confite. Finalmente se las coloca en una canasta de carrizo, cubriéndolas con papel blanco para que no se pasmen. Se las vende en fundas de papel. 151


Pocas son las personas que han elaborado las tortillas de viento: Olguita Sosa, Martha Sosa, Rogelia Carrera, Dora Brito y que además las vendían en sus negocios. El pájaro Febres Cordero en sus memorias las llama “unas galletas grandes, de una textura casi evanescente coronadas con espumilla (sólida) (Febres Cordero, 2009).

Tortillas de maíz La tortilla de maíz es un alimento hecho con harina de maíz y tiene forma circular y aplanada. Antes se realizaba con maíz cocido, lo cual podría sugerir que se trata de una versión andina de la tortilla de Mesoamérica donde al parecer se encuentra su origen. Ahora la tortilla se elabora con harina de maíz cruda y se consume con café, chocolate, agua aromática o té de infusión y en ocasiones sola. Si bien es un bocado que se prepara en muchos lugares de la sierra ecuatoriana, existe una versión propia de Conocoto: la tortilla de maíz con condumio de papa, cuya receta vamos a detallar:

Ingredientes: Harina de maíz cruda, harina de castilla, papa chola, manteca de chancho, mantequilla, huevos, sal, cebolla blanca, manteca de color (achiote en manteca de chancho), queso de comida y agua. 152


Materiales: Azafate, cuchara sopera de madera, fogón de leña y tiesto de barro

Preparación: La tradicional tortilla de maíz es con condumio de papa, cebolla blanca y queso. En el agua se coloca la cuchara de sal y se la deja hervir en un recipiente aparte; se mezcla las harinas y se las cierne en un recipiente; en un espacio dejado en medio de la harina se coloca la manteca y la mantequilla derretidas; luego se vierte el agua hervida poco a poco sobre la harina, se la mezcla con la cuchara de palo hasta que se forme una masa homogénea. Finalmente se colocan los huevos, la yema y la clara, y se vuelve a mezclar la masa hasta homogenizarla. Aparte, se cocina las papas peladas con sal y se hace un refrito con cebolla blanca y achiote. Cuando las papas están cocinadas se aplastan y se mezcla con la cebolla refrita hasta llegar a una masa de puré. En la masa de papa fría se mezcla el queso de comida. Con la masa de harina se hace bolas para después extenderlas hasta darle la forma redonda y, en el centro se coloca la masa de papa mezclada con el queso. Se forma la tortilla y se coloca en el tiesto de barro. 153


Se tuesta en el tiesto de barro sobre el fogón de leña, a fuego medio. La tortilla se va virando hasta que tome el color doradito y se la sirve calientita. ¡Es una delicia! (sic)

El Hornado Uno de los platos más apetecidos en Conocoto es el Hornado que para algunas personas y para el equipo de investigación tiene un sabor distinto a los otros preparados en el Valle de los Chillos. De esta manera estimamos que se puede hablar del Hornado de Conocoto como un plato característico y representativo. Se conoce la elaboración del Hornado gracias a Rosario Morales, quien elabora esta delicia gastronómica desde hace 30 años, y a Rosario Fernández quien lo hace desde hace 50 años en el mercado antiguo. Desde luego hay varias personas que preparan el Hornado y lo venden en el patio de comidas del actual mercado de Conocoto y se han mostrado muy celosas de sus fórmulas de preparación.

Ingredientes: El chancho, cebolla blanca, cebolla paiteña, manteca de color, ajo común, ajo macho, comino, orégano y pepitas de pimienta de dulce.

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Agrio: Sal, azúcar, hierbas, cebolla y tomate riñón, Acompañados: Mote, tortillas de papa chola, ají. Materiales: Horno de leña, trozos de leña en especial eucalipto, fuente de lata para el chancho.

Preparación: Para Rosario Morales la preparación del Hornado es la misma en Conocoto y en todo el Valle de Los Chillos. Según Rosario Fernández la elaboración del Hornado se ha modificado. Pese a que actualmente se mantiene la receta original, los condimentos han variado y mejorado, en base a múltiples pruebas realizadas.

Hornado de Rosario Fernández 155


La Señora Morales cuenta que compra el chancho lavado y pelado en una distribuidora de Sangolquí, mientras que la señora Fernández, lo hace en el camal Metropolitano. El cerdo debe ser blanco, que es de carne más sana y sin enfermedades. Ya en casa se lo lava nuevamente y se aliña con cebolla blanca, cebolla paiteña, ajo común, ajo macho, comino, orégano y pepitas de pimienta de dulce (para ahuyentar las moscas) y se lo cubre completamente, dejando que tome sabor durante un día antes de meterlo al horno. Para la señora Fernández, el aliño es receta propia y secreta “que no se puede compartir”, -nos dice-. Se prepara el horno, se quema con madera de todo tipo, pero especialmente de eucalipto, que es lo que más abunda. Se hornea el chancho 12 horas y está listo para servirse. El complemento de sabor del Hornado es el agrio (por mal nombre, pues debería llamarse agridulce) que se prepara con sal, azúcar, hierbas, cebolla y tomate riñón; algunas personas usan chicha de jora para el agrio y otras no lo usan a fin de no causar daño al estómago. El Hornado se sirve acompañado de tortillas de papa, mote y desde luego el ají. La receta y preparación del Hornado se van aprendiendo y modificando hasta encontrar la sazón precisa. No hay fórmula única, los clientes encontrarán la diferencia y establecerán su preferencia por uno u otro de los Hornados de Conocoto.

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7.2 Medicina tradicional y científica en Conocoto “Si le duele la pancita, agüita de manzanilla; si se olvida, paico para la memoria; hojas de higo para los cólicos de las guaguas y no tan guaguas; y el remedio para que le obedezcan es la ortiga, comadrita” (Dichos populares) La salud, el bienestar y la enfermedad son hechos biológicos, psicológicos, sociales y culturales que tienen que ver con nuestro cuerpo, afectos, emociones y también con la interacción que hacemos con nuestro entorno natural, social y cultural. En Conocoto, al reflexionar sobre la atención de la salud encontramos en los últimos cincuenta años tres subsistemas de salud, cada uno con sus propias características, conocimientos, prácticas y creencias. Los tres subsistemas persiguen el cuidado de la salud. El primer subsistema corresponde al de la medicina tradicional o alternativa basada en el conocimiento y uso de recursos naturales, plantas, animales, minerales, terapias espirituales, y/o técnicas manuales. Este subsistema busca equilibrar el estado de las personas, lo que contribuye a tener buena salud y bienestar. El uso de la medicina tradicional o alternativa es el resultado de una relación y conocimiento profundos de la naturaleza. Su origen se remonta a culturas prehispánicas y ha sido transmitida de generación en generación. Al parecer en la historia de Conocoto una de las presencias continuas en la salud de sus pobladores 157


ha sido la figura de las parteras o comadronas. Gracias a la información de Mercedes Aráuz, obstetra conocoteña, se conoce la existencia del último censo de parteras de Conocoto en el que se menciona a Luz María Guamán, del barrio La Paz, María Magdalena Catota, del barrio La Loma, Filomena de Morocho, del barrio Las Peñas, María Matilde Cumanicho, del barrio La Armenia, Lucinda Pachacama, del barrio Miranda Grande y Rufina Paucar, del barrio San Lorenzo. Además se recuerda a “sobadores” como Pascual Gallardo y su hijo José María Gallardo, carpintero autodidacta que, sin estudios formales, adquirió conocimientos de anatomía y fue visitado en su época por pacientes de distintas provincias del país, que iban difundiendo su fama de sobador eficaz. Otro sobador fue José Ulpiano Lovato, conocido en la actividad deportiva. El segundo subsistema se refiere a la medicina occidental o científica, considerada oficial en el sistema de salud, la misma que es percibida y cuestionada por ser predominantemente biológica y ligada a intereses de la industria farmacéutica y por desconocer y no valorar las facultades de la medicina natural, al considerarla empírica y sin base de evidencia científica. Sin embargo, la medicina tradicional ha logrado un vasto conocimiento de las plantas medicinales y métodos terapéuticos, en base a los cuales se crearon terapias científicamente orientadas. Por su lado, la medicina científica ha enriquecido el bagaje profesional de la medicina tradicional. En la 158


actualidad hay una tendencia a complementarse. Según la información obtenida, dos de los primeros médicos en Conocoto fueron los doctores Araque y Sarzosa. Entre las primeras enfermeras que prestaron atención en el antiguo dispensario de salud de Conocoto podemos mencionar a Anita Espinosa, Bertha González y Felisa Mera. La primera botica en la población fue la botica Bristol, cuyo propietario, Galo Alarcón, era identificado como “el doctor Galito”. El tercer subsistema del cuidado de la salud es el de la medicina popular o doméstica que, en general, se encuentra históricamente en manos de las mujeres y que cuenta con una serie de prácticas, conocimientos y saberes populares (Escuela de Salud Pública de México, 2010). Se ha ido construyendo un saber femenino sobre la base de recursos disponibles como: plantas medicinales, recomendaciones grupales, y por observación y experiencia propia. La aplicación de la medicina doméstica, es una de las más importantes en el proceso de cuidado de la salud, aun antes de acudir a los curadores o a los profesionales de salud (Bermúdez, Oliveira-Miranda; Velázquez, 2005, p. 453-459). El doctor Jorge Vargas, médico nacido y radicado en la población, señala que en Conocoto el uso de la medicina natural se hace actualmente por costumbre más que por conocimiento. Según dice, se han perdido las recomendaciones ancestrales y las prescripciones sanitarias; se desconoce la dosificación requerida; cuándo emplear la planta en sus distintos estados (fresco o seco); se desconoce también qué valor de uso tienen las distintas partes de las plantas; 159


peor aún, los efectos adversos y las precauciones en el uso. En consecuencia, la inexistencia del conocimiento rompe con la cadena de trasmisión del mismo. (Bermúdez, Oliveira-Miranda; Velázquez, 2005, p. 453-459). El mencionado galeno señala tres causas para la pérdida del conocimiento ancestral: 1) El poco interés en la dinámica de los sistemas de conocimiento local y de la compensación al conocimiento de los saberes. 2) La disminución y casi extinción de los huertos familiares, campos agrícolas y bosques secundarios. Ahora las personas compran en el mercado lo que se tenía en las huertas y, muchas veces, también es en el mercado donde reciben información incompleta de las bondades de las plantas y, 3) El expendio de medicina en forma indiscriminada por las casas calificadas para ofrecer fármacos, y acelerada por la publicidad masiva del rápido alivio. Agrega que en Conocoto el uso de las plantas es recurrente: “usan plantas que hacen parte de la medicina natural como: taraxaco, romero (como antiinflamatoria), sábila (desinfectante e hidratante), manzanilla (para desórdenes digestivos e inflamaciones), diente de león (para problemas de hígado), ortiga (en varios casos como estimulante circulatorio), ajo (sobre todo para la protección de infecciones), orégano (en presencia de cólicos, diarreas), higo (cólicos menstruales), canela (en casos de resfriado) igual que él eucalipto y la menta; pelo de choclo (como diurético), sangre de drago (para irritaciones) agrega también “que en algunas ocasiones su uso tiene un efecto placebo”. 160


La obstetra Mercedes Aráuz comenta que algunas mujeres que llegan al Centro de Salud usan la canela para ayudar al parto y para disminuir el frío pero, a decir de ella, el efecto es contrario y a veces se debe practicar cesárea por esta razón.

Canela

Lo cierto es que en el Conocoto de antes, las plantas medicinales eran parte importante de los huertos familiares. Esperanza Gallardo, dueña de uno de los huertos medicinales de Conocoto, y quien proporcionó una rica información, refrenda y engrosa el listado: paico para la memoria, floripondio para curar el espanto, ortiga para mejorar la circulación y también, como planta que endereza a las personas, la verbena amarga para la gripe y dolores de huesos; 161


también está la canela para perfumar los ambientes. Además de las plantas ya señaladas, cuenta en su huerta con el tilo, el cedrón, el llantén, el bledo y la manzanilla. ¡Cómo es de generosa la madre tierra!

Floripondio

En la huerta de Esperanza hay también plantas alimenticias como choclo, fréjol, habas, acelgas, cebollas, perejil, culantro y plantas frutales como las guabas, uvillas, naranjas agrias y dulces, los capulíes, moras, nísperos, granadas, guayabas y jícamas. Así eran las huertas del Conocoto de antes: todo un universo de plantas. ¿Por qué no revivirlas? Para las malas energías dice Esperanza que se barría la casa con el guanto, el de flores amarillas. Mercy 162


Giler suma y señala que para limpiar las energías o ahuyentar los malos espíritus se usa ruda, marco y chilca. Como insecticida natural se usaba el tabaco, el ajo y el ají La falta de reconocimiento y coordinación de los subsistemas de salud señalados, abre puertas a las prácticas generalizadas de la automedicación. Según el Perfil de consumo de medicamentos en la ciudad de Quito, el médico Marcelo Lalama señala que el 36% de los 455 encuestados se automedicaron, en particular el grupo de ingresos económicos bajos. Del total de la muestra, solo el 43% tuvieron información calificada sobre su tratamiento. De los que se automedicaron, 49% se informaron en medios publicitarios. A decir de Esperanza Gallardo, en el Conocoto de antes se practicaba la interconsulta entre los portadores de la medicina natural: parteras, curanderos y sobadores. Los curanderos se reunían para intercambiar experiencias, para conversar sobre las curaciones, para socializar conocimientos. En una práctica de constante intercambio de servicios por productos, el dinero no era lo más significativo. Señala que los conocimientos curativos son legado colectivo, acervo cultural y, en algunos casos, memoria escrita como “los libros del abuelo Rafael León que, por desgracia, se han perdido”.

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8. QUÉ HACER ¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón. Fito Páez

Después de este recorrido por las distintas manifestaciones culturales tradicionales de Conocoto y luego de verificar que su uso y percepción está disminuido y desvalorizado en el momento presente, surge la pregunta: ¿Qué hacer para que no todo esté perdido? ¿Qué acciones y cambios desarrollar para lograr el florecimiento de las culturas vivas en Conocoto, desde nuestras raíces? ¿Cómo promover y revalorizar la identidad de sus pobladores? Las respuestas seguramente son múltiples y complejas. Aquí resumiremos algunas recomendaciones generales recogidas durante la investigación: Profundizar en investigaciones multidisciplinarias sobre la historia de Conocoto y sobre su patrimonio cultural tangible: espacios, lugares, construcciones. Incluir estos temas en el pensum de estudios de escuelas y colegios de este territorio. Recuperar el uso social de las construcciones tradicionales y fomentar en la ciudadanía la valoración del patrimonio tangible de la parroquia. Gestionar que el Municipio de Quito y el GAD Parroquial cumplan sus competencias cuidando el 164


patrimonio arquitectónico, con participación de la ciudadanía. Dado que actualmente Conocoto es en gran medida dependiente de la economía de la capital, es necesario promover emprendimientos artesanales cuyos productos se puedan vender no sólo para los pobladores de este territorio, sino también para los visitantes. Así los recursos quedarían aquí mismo y decrecería el éxodo masivo y diario de la población hacia Quito. Promover una feria artesanal dominical, con una imagen atractiva y campañas de difusión que promuevan la venida de visitantes en número cada vez mayor y en donde los productos tengan la marca de “Artesanía de Conocoto” con una calidad reconocida. Así como se posicionó el patio de comidas típicas en la Alfaro y Luis A. Proaño, esta feria podría posicionarse en los exteriores del Infocentro y /o Centro Cultural. Generar mecanismos de capacitación teóricopráctico en algunos oficios como carpintería, zapatería, plomería, construcción, gastronomía, agricultura urbana, a fin de mejorar la calidad de estos trabajos, que siguen siendo necesarios en la actualidad. Con el crecimiento urbano de Conocoto, la lucha comunitaria con participación de la mayoría de pobladores se fue convirtiendo en lucha ciudadana, en la cual cada sector o barrio lucha por sus propias reivindicaciones. Sin embargo, aprovechando la experiencia de organizaciones como la Asamblea 165


Popular de Conocoto, es necesario promover y coordinar la acción de los pobladores por necesidades comunes a toda la población, entre las que se destaca la necesidad de una acción cultural sostenida y la generación de espacios y locales adecuados para las manifestaciones culturales y cívicas. Una acción concertada del Gobierno Parroquial, la Extensión Conocoto de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y las organizaciones populares permitirá promover la participación activa de barrios, urbanizaciones y condominios en la actividad cultural. Así tendremos un territorio con identidad propia: Conocoto, tierra de arte y cultura. Conseguir cupos de exportación internacional para productos de excelencia, por parte del respectivo ministerio o ente regulador Recuperar el sentido de la Yumbada y preservarla como patrimonio cultural e histórico de Conocoto y como parte del patrimonio del Ecuador. Promover el conocimiento de esta manifestación ceremonial en todos los sectores de la población de Conocoto. Exigir estándares mínimos de seguridad alimentaria en los establecimientos de comida de la población, tomando en cuenta el proceso de compra, elaboración y expendio de comida. Además. promover la marca “Conocoto” para los platos típicos y los platos innovadores en la población. Fomentar la creación de escuelas de formación artística en todas las disciplinas y retomar la puesta 166


en escena de las distintas expresiones promoviendo la construcción de un auditorio y un ágora adecuados para la difusión de las distintas expresiones artísticas en la parroquia. Conseguir para Conocoto un estatus político de cantón o alcaldía menor, lo que fuere factible, a fin de poder planificar e implementar nuestro desarrollo como ciudad intermedia, con áreas residenciales y comerciales, con espacios verdes suficientes, con infraestructura vial y de servicios para todos los sectores. Entender nuestras raíces y promover identidad cultural, estimular sentido de pertenencia y generar entusiasmo en sus habitantes por aportar al buen vivir en nuestra patria chica son tareas complejas que implican esfuerzos perseverantes, así como concertación de pensamientos, voluntades y acciones. Hay que ofrecer nuestro corazón para esta tarea: Conocoto, ciudad ecológica, territorio de arte y cultura.

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Referencias Bibliográficas Aguilar Paul et, al, (1992), Enfoques y estudios históricos, Quito a través de la Historia, Dirección de Planificación. I. Municipio de Quito. Almeida Reyes Eduardo (s/f), “La Danza del Yumbo en la Comunidad de Rumicucho” provincia de Pichincha. Balcázar, Balcázar, Virginia Inés, (2017), Revalorización Turística de la Fiesta de la Yumbada de Cotocollao, Tesis. http://www. dspace.uce.edu.ec/bitstream/25000/10324/1/T-UCE-0009-681. pdf Bermúdez, Alexis, Oliveira-Miranda, Velázquez, María, (2005), La investigación etnobotánica sobre plantas medicinales: una revisión de sus objetivos u enfoques actuales, vol. 30, número 8, pp. 453-459, Caracas, Venezuela en https://www.redalyc.org/ pdf/339/33910703.pdf. Carrión Fernando (1984), Evolución de la forma de organización territorial en Quito: sus momentos históricos cruciales, Cultura, Revista del Banco central del Ecuador, Vol. VII Número 20, Cabezas Champutiz, Natalia Isabel y Lincango Oyervide, María Fernanda (2015), Diseño de una propuesta del plan de ordenamiento territorial urbano de la parroquia de Conocoto. http://repositorio.espe.edu.ec/xmlui/handle/21000/9838 Cerón Bernardo (2015) Memoria Descriptiva del Estudio Conceptual-arquitectónico, “Parque Artístico- Gastronómico de Conocoto” Zona 1: Artes escénicas, Conocoto 2014 – 2015. Mimeografiado

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Colombres Adolfo (2010 - 2011), Nuevo Manual del Promotor Cultural I y II: primera edición, Buenos Aires. Champutiz Cabezas N, Lincango Oyervide Ma, Diseño de una propuesta del plan de ordenamiento territorial urbano de la parroquia de Conocoto. Del Castillo Rodrigo, Carofilis Pericles, Burbano Luis (1992) en Quito, Comunas y Parroquias; varios autores, Dirección de Planificación, I. Municipio de Quito. Escuela de Salud Pública de México, (2010) Transmisión de conocimiento de medicina doméstica de adultos mayores a escolares de quinto grado de primaria Santa María Ahuacatitlán, México. disponible en http://catalogoinsp.mx/ files/tes/051148.pdf Fauroux Emmanuel (1986), Cambio Social y utilización diferencial del medio natural: El Ejemplo de Loja, Cultura Volumen VIII Número 24b, Revista del Banco Central del Ecuador. Flores Ivonne, (1998), Identidad Cultura y el sentimiento de pertenencia a un espacio social, recuperado en, https:// cdigital.uv.mx/bitstream/handle/123456789/345/2005136P41.

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Articles inside

7.2 Medicina tradicional y científica en Conocoto

10min
pages 157-167

6.3 Juegos Tradicionales

4min
pages 139-142

5.4 Conocoto fiestero

12min
pages 109-122

6.2 Personajes

11min
pages 130-138

6.1 Cuentos y leyendas

8min
pages 123-129

Referencias Bibliográficas

1min
pages 168-170

7.1 Prácticas culinarias

13min
pages 143-156

5.3 La danza

4min
pages 105-108

5.1 La Música

7min
pages 95-101

5.2 Hitos Artísticos y culturales

3min
pages 102-104

3.4 Artesanía y Cultura

2min
pages 73-75

4.2 Del Comité Permanente, a la Asamblea Popular

5min
pages 83-88

4.1 De la iglesia al transporte colectivo

7min
pages 76-82

3.3 Comercio e industria

3min
pages 70-72

4.3 La migración profundiza la diversidad: migración y culturas

6min
pages 89-94

3.2 Las huertas de Conocoto

2min
pages 68-69

3.1. Los oficios que se perdieron en Conocoto

7min
pages 61-67

2.2 Breve Historia de Conocoto

6min
pages 23-28

2.3 Espacios de la vida diaria

8min
pages 29-36

2.5 El proceso de urbanización de Conocoto

11min
pages 51-60

2.4 Tipología arquitectónica tradicional

14min
pages 37-50

1.2. Marco conceptual

6min
pages 15-20

2.1 Características generales

1min
pages 21-22

Metodología

3min
pages 12-14

Presentación

3min
pages 8-11
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