rodeando la esquina de Santa Fe y Sarmiento. –“Y sabés que no es por la partida…” -, le advierto antes de sufrir alguna de sus bromas. Me escucha antes, durante y después de las generosas copas que bebemos, como siempre. Como buen amigo. Como buen amigo me facilita lo suficiente para alquilar por una noche. Y como no podía ser de otro modo, jura ayudarme a buscar laburo y dónde vivir. - “Te hablo mañana” -, me dice. Y se va raudo, como siempre. Como jugando una rápida. La esquina del bar va alejándose de mí más tranquila que nunca. Miro la vidriera de Primal con cierta exaltación y distracción (“¡le encerré la Dama a Marcelo!” ...). Mis ojos se detienen en una imagen de ‘Menesunda’. Quizás porque a María del Rosario le gusta como canta Julieta Laso. ¿Podré reconquistarla? … Cargo por fin mis pies hasta el final de la larga escalera de una posada en la que no podré dormir en toda la noche.
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