Revista de la Archicofradía del Apóstol Santiago
Número 62 61
CONFERENCIA INAUGURAL: MISIÓN DE LA ARCHICOFRADÍA DEL APÓSTOL SANTIAGO EN EL AÑO SANTO 2021 Julián Barrio Barrio Arzobispo de Santiago de Compostela
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a valoración positiva de la religiosidad popular es una característica de nuestro tiempo. En una cultura marcada por el racionalismo y por la idea del progreso no había lugar para un tipo de religiosidad que pasaba por ser una vieja forma de superstición y magia, nacida de una visión mítica y pobre de la realidad. Incluso dentro de la Iglesia, los procesos relacionados con la renovación bíblica y con el movimiento litúrgico y ecuménico fomentaron una actitud crítica frente a las diversas formas de piedad tradicionales. Años después del Concilio Vaticano II se comienza a valorar de nuevo la religiosidad popular que podemos definir como “la manera como el cristianismo se encarna en los diversas culturas y estratos étnicos, es vivido profundamente y se manifiesta en el pueblo”. Se acentúan en cada caso unos determinados aspectos. En algunos autores encontramos una aproximación de tono histórico-antropológico que conduce a definir la religión del pueblo como vivida en contraste con una religiosidad oficial1. Otros desde una perspectiva psicológica acentúan el elemento costumbre como el más característico del catolicismo popular2. No faltan tampoco los que han identificado sin más la religiosidad popular con el folklore o la han definido como una manifestación de la falsa conciencia impuesta por la clase dominante. Tales definiciones desembocan en una especie de reduccionismo. Para evitar este peligro habrá que buscar una definición general que abarque todo el espectro de los fenómenos religiosos populares y tenga en cuenta su base común, más allá de las fronteras de las religiones concretas. En este sentido nos puede ayudar el hecho de que en algunas formas de la religiosidad popular hallamos una religiosidad general que ha sido cristianizada en parte, e incluso en-
contramos antiquísimas formas de religión, paganas y naturalistas, que se albergan, con ropaje cristiano, en el mismo seno de la Iglesia. Siguiendo esta línea, hay autores que prefieren hablar de religión “común” más que “popular”, porque, a su entender, todas las religiones forman “una línea básica de experiencia general” que se especifica mediante la expresión institucional de la religión3.
¿Fe o religiosidad en el Camino de Santiago? El Camino de Santiago es un ámbito de religiosidad, de fe, de valores, de historia, de cultura y de ritos. Todo hombre es un peregrino y como tal va realizando su peregrinar con los pasos de estas realidades, unas veces como búsqueda y otras como hallazgo. Se plantea así la cuestión de la relación entre religión y fe cristiana. Esto equivale a decir que la religión constituye un momento positivo de una etapa imprescindible en la formación del sentido cristiano de lo sagrado. Por tanto, la religión es una manifestación relativamente independiente dentro de la fe cristiana, y la religiosidad popular puede considerar-
Cf. L. MALDONADO, Génesis del catolicismo popular. El inconsciente colectivo de un proceso histórico (Madrid, 1979), 11-12. Cf. A. VERGOTE, “Volkskatholizisme”, Collationes 1 (1979), 417-432. 3 Cf. R. TOWLER, Homo Religiosus. Sociological Problems in the Study of Religion, New York 1974. 1 2
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