COMPOSTELA
Año 2020 2019
REFLEXIONES FINALES EN LA CLAUSURA DEL V ENCUENTRO MUNDIAL DE COFRADÍAS Segundo L. Pérez López Deán del Cabildo de la S.A.M.I. Catedral de Santiago
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uiero saludarles en nombre del Sr. Arzobispo que no ha podido asistir pero que ha estado muy presente en todo momento, siguiendo muy de cerca los trabajos de este V Encuentro Mundial de Cofradías y Asociaciones del Apóstol Santiago. A todos los que habéis hecho posible la buena marcha de este encuentro que el Señor, por intercesión de Nª Sra. La Virgen Peregrina y Santiago Apóstol, os conceda toda clase de bienes. Los caminos de Santiago descritos en el Libro V del Liber Sancti Iacobi se poblaron de peregrinos movidos por su devoción, por su piedad, por un ambiente renovador y por una nueva espiritualidad que buscaba en el santuario compostelano y en sus caminos la oportunidad de un cambio personal, una catarsis, que llevase al individuo a un reencuentro con Dios. El impulso inicial de toda peregrinación cristiana medieval lo proporcionan la devoción a los cuerpos santos y la fe en el milagro. En los siglos centrales de la Edad Media estas creencias potenciarán el camino de Santiago como privilegiada vía devocional y sacra; un camino terrestre íntimamente ligado a lo supranatural, capaz de transmitir los valores espirituales y culturales generados por la cristiandad latina medieval. A partir de entonces la fuerza de esta peregrinación residirá en la vivencia individual y colectiva de la religiosidad, aunque dado su carácter multifuncional, fruto de toda creación humana compleja, el camino de Santiago también será vía de comercio e intercambio, de estrategia política y militar. En cuanto a Compostela, la meta de la peregrinación occidental, durante el siglo XII será generalizado el conocimiento de la ciudad como lugar sagrado y nuevo centro de poder. No sólo por el significado político e institucional de su señorío, ni por su capacidad creciente en la recepción de ofrendas, rentas y privilegios, sino sobre todo por el alcance simbólico
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y espiritual que tenía para la sociedad cristiana de la época, por su papel rector, junto con Roma y Jerusalén, en las peregrinaciones masivas del mundo occidental. El apogeo de Compostela, con todas sus dimensiones incluida la dimensión artística y la proyección europea del arte románico en su dimensión de ida y vuelta, quizás haya que situarlo ya en el siglo XII, aunque la abundancia de peregrinaciones proseguirá en los siglos XIII y XIV. Los peregrinos venían entonces de Francia, Italia, Europa Oriental y, sobre todo, de los Países Bajos, Inglaterra y Alemania. A causa del gran número de peregrinos, puede decir el Códice Calixtino que la basílica compostelana no cerraba nunca sus puertas. La historia del arte, por su parte, no ha dejado de señalar la difusión a lo largo del Camino de Santiago de ciertas características estilísticas, tanto de Francia a España como en la dirección contraria. De esta forma, el contacto de los peregrinos con los reinos hispánicos, cruzados por el Camino, aportó al románico francés elementos decorativos de clara raigambre árabe como el modillón de lóbulos y el arco modulado. Y es que los peregrinos entraban en contacto a la vera del Camino no sólo con mercancías árabes, sino también con ecos diversos de la cultura árabe, en particular con construcciones o detalles de las mismas, en que su influencia resultaba patente, como por ejemplo ocurría con el mudéjar de Sahagún o con iglesias como la del Santo Sepulcro de Torres del Río en Navarra. En algunos casos esa difusión a lo largo del Camino es atribuido a un mismo maestro que encuentra trabajo en distintas villas del Camino, como es el caso del maestro, que hace la portada de las Platerías de la catedral de Santiago de Compostela y que también trabaja en Pamplona. Si bien la historia del arte se ha ocupado sobre todo de la posible relación entre el Camino de San-