Oikos 3 Revista de Cultura

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Narrativa

Relato de las Ánimas de Guasare Pedro Chirino

E

n el año doce estaba yo en Pajarito, un puesto de resguardo que hacía de alcabala cerca de donde está hoy la capilla de las Ánimas de Guasare, en el camino hacia Paraguaná, porque no había en aquel entonces carretera, era solamente camino de burro y se iba bordeando entre la orilla del mar y el arenal, entre cujíes y playa limpia, sal, médanos y tunas. Era el paisaje que se visualizaba y una que otra casita para descansar, comer algo o beber en el viaje hacia la Península de Paraguaná. En ese entonces, me llegó una señora con dos muchachitos. Faustino Pulgar nos había dado un saco de arroz y un saco de caraota para socorrer a la gente que venía en éxodo, emigrando de toda Paraguaná; porque en ese año hubo una hambruna jamás conocida por el ser humano en la Península de Paraguaná. Faustino era el jefe de celadores del puesto de la alcabala. La señora demostraba en su esquelética figura la necesidad que estaba pasando, estaba flaquita. Al llegar, le paso una totuma de caraota con arroz, pero por tener varios días sin comer no puede tragar; entonces le digo: —Páseme las totumitas que trae para llenárselas de comida y les dé a sus muchachitos. Se las llené y se las di. Ella intenta comer otra vez pero no puede tragar; esto es como a las once del día. Luego ella se sale con su totumita de comida de la salita del puesto de resguardo y se sienta en la equina del lado arriba,

Santuario de Las Ánimas de Guasare, lugar ubicado en el istmo de la península.

pero el viento la tumbó. Salimos a verla y nos dimos cuenta que estaba muerta. ¿Muerta? ¡Muertecita! Yo estaba acompañado en aquel entonces por un señor de apellido Gamero, hijo del Doctor Medina. Él y yo hacíamos guardia en ese puesto de alcabala. Al ver que está muerta, la arrastro y la llevo para adentro y la pongo en la sala de la casa que hacía de alcabala. A Gamero no le gustó esta acción y me reclama airadamente: ¿Por qué yo había metido esa muerta para adentro? Tuvimos unas palabras por esto y le digo: —Oiga una cosa: ¡el mismo derecho que tú tienes aquí lo tengo yo! ¡Haz lo que quieras…!

En ese entonces, era Antolino Toledo, Cabo de Resguardo y Jefe de Salina. Después de discutir conmigo, Gamero se va para el sitio que llaman Paguarita. Paguarita está a la orilla del mar y tiene como bendición del cielo que a flor de tierra brota agua dulce y la sacan los burros escarbando con sus cascos, y también hay ahí un hato de ovejos. Después que se va Gamero me quedo solo y me llega una negra con una botella en las manos y me dice: —Regáleme esta botella de agua, que tengo mis hijos estroncaos, ahí alante, debajo de una matica. Se la lleno, se la doy y le digo: —Deme las totumitas que trae en

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