Malaga Mayores Solera nº137 jul-ago 2020

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CONTRACOSTUMBRE

¡�o lo hago yo!

En vano se echa la red ante los ojos de los que tienen alas. Gabriela Mistral Cuando era pequeño, apenas con cuatro o cinco años, ya se sentía capaz de hacer cualquier cosa, fuese difícil o imposible. A mamá le hacía gracia esa valentía infantil del más pequeño de la casa de atreverse con todo.

El ejemplo que Luisito me daba con su repetida frase “¡eso lo hago yo!” me ha acompañado en forma de broche sobre la solapa de mis luchas. Me ha dado ánimos cuando me faltaban. Me ha infundido fuerzas. Me ha hecho rebelde.

—Luisito, ¿has visto los saltos que da ese deportista?

Cada día, “¡eso lo hago yo!” me empuja aún a seguir adelante cuando todo parece que va hacia atrás, o cuando parece que lo que se ha torcido no va a lograr enderezarse.

—¡Eso lo hago yo, mamá! –Y tan pronto como le era posible empezaba a practicarlos.

En el momento en que mis brazos Luisito oía cantar ópera e imitaba; se rinden y parecen gritarme que veía a los trapecistas en el circo y al ya no pueden sostener el mundo, el llegar a casa saltaba de sofá en sofá mío, el que me envuelve y me aby de silla en silla. Si papá le llevaba sorbe, me levanto y los alzo. Y he de a una exhibición de paracaidistas, repetirme, falta de inocencia a escon su imaginación en flor saltatas alturas en las que peino canas, ba de la cama al suelo imitando a “¡eso lo hago yo!”. Porque atreverse Luisito y Belén, la más pequeña. Foto Isabel Pavón aquellos héroes. Lo mismo hacía es el paso más importante. Arrandurante las olimpiadas, los campeocar con un proyecto es una quimera natos de fútbol que retransmitían los medios de a veces insoportable y a la vez ineludible. comunicación. Luisito probaba todo con la célebre frase que le servía de talismán: ¡eso lo hago yo!. Puerta que abre la vida hay que cruzarla. Puerta que cierra hay que respetarla, pero nunca aceptarNo se le resistía nada porque todo lo intentaba, lo sin haberse atrevido, aunque sólo fuese una vez, porque se veía capaz. Que lo consiguiera o no era a empujar para entrar, hubiese lo que hubiese al otro cantar, pero esa fuerza interior que le brotaba, otro lado. ese arranque ante la prueba la vencía sin miedo y no se la quitaba nadie. Todos somos capaces de buscar una frase que nos aliente y nos levante y nos conduzca a hacer lo que Aunque entre todos le cuidábamos, ser su herma- se nos presenta como cotidiano, al menos intenna mayor me llevaba a sentirme a la vez un poco tarlo con ganas e ilusión. Lo que importa es disfrumadre. Me gustaba observar su manera de soñar tar el proceso que dura ese intento. Porque eso que ante el televisor. Lo recuerdo como si lo estuviese pueden hacer algunos, también puedo hacerlo yo, viendo, canijo como él solo, guapo a rabiar, el pelo también puedes hacerlo tú, y si para ello nos alencastaño claro muy rizado, sintiéndose otra perso- tamos unos a otros, mejor que mejor. na, cariñoso con todos, viéndose adulto antes de tiempo y, sobre todo, vencedor. Isabel Pavón

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