V. El traje de luces En ese ambiente Jerónimo esperó a su padre que venía del trabajo, lo vio llegar a través de la ventana de su casa y al abrir la puerta lo abordó rápidamente diciéndole: –¡Papá, quiero que me cuentes de cuando eras torero y me hables de tu traje de luces! –¡Oh, qué recibimiento, Jerónimo, ese tema es algo muy profundo en mi vida! –Sí, yo sé, el abuelo y yo estamos planeando llevar a mis amigos a la plaza de toros, y cada vez me cuenta más historias de esta fiesta, pero me dijo que sobre el traje de luces nadie como tú podría hacerlo mejor. –¡Ah qué mi padre! Sí, de hecho, los he visto muy misteriosos platicando últimamente. Lo que me gusta es que hablan de toros y eso se hereda a través de las generaciones en la familia, y además se contagia entre amigos. –¿Qué te parece papá, si me platicas mientras jamamos? –¡Ja, ja, ja! Pero qué pequeño gachó habla así en casa. –¿Soy un gachó? –Sí, es como decir un jovencito, y tus amigas son unas gachís, es como llamarlas 38