Mi capote de paseo

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Mary Carmen Chávez Rivadeneyra

Prólogo José Antonio Luna Alarcón Ilustraciones David Chávez Rivadeneyra Portada Santiago Sebastián Galindo Chávez


DIRECTORIO Emilio José Baños Ardavín - Rector Eugenio Urrutia Albisua - Vicerrector de Investigación y Posgrado Mariano Sánchez Cuevas - Vicerrector Académico Johanna Olmos López - Directora de Investigación José Antonio Luna Alarcón - Presidente del Círculo de Estudios Taurinos

Diseño editorial: Miguel Ángel Carretero Domínguez Coordinación editorial: Elvia Guerrero Hernández Producción: Dirección de Investigación UPAEP

MI CAPOTE DE PASEO Mary Carmen Chávez Rivadeneyra Derechos reservados® por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, A. C. Queda prohibida la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio. Se autorizan breves citas en artículos y comentarios bibliográficos, periodísticos, radiofónicos y televisivos, dando al autor y al editor los créditos correspondientes. Primera reimpresión: octubre de 2018 ISBN: En trámite

Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, A.C. 21 Sur 1103, Barrio de Santiago, Puebla, México. HECHO EN MÉXICO


DE DIC ATOR I A S A mi cuadrilla, Raymundo, Julián y Santiago. A las niñas y niños toreros que algún día decidieron echarse el capote a la espalda. A todos los niños y adolescentes quienes ya conocen o estan por conocer este mundo edificado de castillos de arena hechos plazas. ¡Va por ustedes!


Í N DIC E

Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 Primer Capítulo: Buscando al Toro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . I. El toro de Minos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . II. El toro en el paleolítico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . III. Formación de las ganaderías. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . IV. Los protagonistas de la corrida. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . V. El traje de luces . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Segundo Capítulo: Siguiendo al toro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . VI. Los toreros. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . VII. Los toros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . VIII. La invitación a la ganadería . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Tercer Capítulo: Junto al toro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80 IX. Del campo bravo a la plaza. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82 X.- ¿A dónde vas Jerónimo? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91 Glosario. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93


AGR A DE C I M I E N TOS A Gaspar y Marbella por darnos un hogar taurino. A José Antonio Luna Alarcón, por ponerme en suerte ante los lectores. A Alicia Lozano Mascarúa, por haber comenzado juntas esta faena y llegar a escuchar el clarín de la plaza un domingo en la tarde. A David Chávez y Santiago Galindo, por su gran aportación artística. Al duende, por columpiarse en mi arracada.

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PRÓL O G O

Un mundo fascinante Cuando se tiene un hijo, se tiene el mundo adentro y el corazón afuera. Y cuando se tienen dos hijos se tienen todos los hijos de la tierra… Andrés Eloy Blanco Los hijos infinitos Ella ama con todo su corazón el mundo del toreo, tal vez por eso, su vida es una tarde de sol, claveles encendidos y serpentinas al vuelo color de rosa y amarillo. Ella, todo lo hace desde la perspectiva de un ruedo imaginario. Me ha dicho que muchas cosas que están escritas en este libro son experiencias vividas con Julián y Santiago, sus hijos, a los que les ha inculcado un profundo amor por la tauromaquia. Es más, el inicio del libro es un hecho real relacionado con uno de ellos. Un día, el mayor iba en el autobús escolar y se suscitó una anécdota parecida a lo que acontece en los primeros párrafos del relato que prologan estos renglones –sobra decir que todo escritor saca parte de sus historias de su propio inventario 7


experiencial– Julián llegó a su casa diciendo: “¡Mamá urge que vayas al colegio a hablar de toros!, el grupo está lleno de villamelones”. Por su parte, Santiago también vive una afición desmedida. Entre otras cosas, cuando era pequeño, pedía que lo peinaran al estilo de Lorenzo Garza. En casa de Mary Carmen Chávez Rivadeneyra y de Raymundo Galindo Luna, su esposo, los lápices no se despuntan, sino que se despitorran; la luna no está en cuarto creciente, sino astifina; sacar un diez en el colegio, para esta familia equivale a irse a hombros por la puerta grande. Sus mascotas, un par de perras, se llaman “Silveria” y “Joselita” y antes hubo una “Manoleta” y una “Chicuelina”. Puede ser que, por cosas como estas, Mary Carmen no haya empleado su afición y conocimientos para escribir un sesudo libro que hablara sobre la estética y los toros o, siendo socióloga, no redactó un tratado sobre la dimensión social de la tauromaquia, que también lo puede hacer. No, ella eligió escribir un libro de toros para niños, porque pensó en heredarles a todos los pequeños que lean su obra ese mundo fascinante, emotivo y de belleza extrema que es una corrida. Lo de la herencia del amor a la tauromaquia es algo particular en este ambiente. Muchos de nosotros los aficionados, también lo heredamos de nuestros padres y abuelos que nos llevaban de la mano a la plaza. Jerónimo y su abuelo Manuel son personajes representativos y -¡claro!- son estereotipos en el mejor sentido del término, que nos remontan a la niñez. Para el que esto escribe fue inevitable recordar a mi padre llevándome, en compañía de mi abuelo materno, al Toreo de Puebla. Ella lo afirma contundente: “quise dejar un legado no sólo a mis hijos, sino a todos los niños”. Escribir de toros de esta manera, significa amar a los chicos y a la tauromaquia. Intentar enseñarles cosas sobre lo que acontece en el ruedo y en sus círculos gravitatorios, es pretender transmitirles un mundo místico y profundo en el que la belleza se crea en las muy frágiles fronteras de la existencia. Sí, lo afirmo convencido y categórico porque lo sé a ciencia cierta, las anacrónicas corridas de toros, cuando se miran teniendo la información adecuada para comprenderlas, son penetrantes lecciones de antropología. Las reflexiones en este ámbito giran en torno a la 8


muerte y a la vida, sobre todo, a lo precaria que es la vida; al azar y al destino, al miedo y la cobardía -aunque técnicamente, la palabra cobardía nunca se mienta en el hablar taurino-; a la nobleza y la lealtad; a la casta y el coraje. Sin embargo, es tarea muy ardua el explicarle a alguien ajeno a este contexto, que a los aficionados nunca nos mueve la maldad ni gozamos con el tormento del toro, sino que amamos a este animal y lo veneramos entrañablemente en un culto en el que no admitimos se le cause más dolor que el estricto necesario. Es más, a muchos diletantes -el que firma este prólogo se incluye- nos repugna la sangre, lo que vamos a buscar a la plaza es el disfrute estético de ver a un ser humano y a una fiera combinar sus afanes en creaciones de conjuntos de una belleza inmensa, lo cual se finca sobre la inteligencia y el valor del ejecutante y de la bravura y la nobleza del gran protagonista que es el toro. En este texto, Mary Carmen acomete la tarea de explicar todo eso y sabe hacerlo muy bien. Por ello, en la ficción que ha creado antes de llevar a los amigos del personaje principal a la plaza, los invita a una ganadería. Para que los futuros adeptos conozcan todos los cuidados y el trabajo que conllevan criar a los toros. También, para que constaten de primera mano la libertad y la gran vida que disfrutan los bovinos. Además, es en el campo bravo donde se saborea el soberbio esplendor y la magnífica belleza que poseen los toros de lidia. Mi capote de paseo contiene información precisa y oportuna. En la realidad, los toros de lidia, por ejemplo, no son como en las películas de dibujos animados porque ni son bondadosos ni amigables, por el contrario, son fieros. Los toros son bravos y fuertes, bellos y muy peligrosos, aunque la mayoría posee gran nobleza. Los chicos tienen derecho a conocer la realidad de una tradición añeja tal cual es y no coloreada de tonterías multicolores. Al respecto, hay que decir que la literatura es el arte de la palabra, su principal intención es artística y siempre una ficción, pero, Mi capote de paseo juega con lo ficcional sobre la base de la coherencia. Además de su intención literaria, tiene otro objetivo principal, el de que los niños adquieran el conocimiento -parafraseo a Vargas Llosa- de uno de los espectáculos más bellos e intensos a los que el ser humano puede asistir. 9


Hay un inmenso amor por el del toreo en el texto de Mary Carmen, el amor de una mujer que lleva su afición a todas partes. Hay también, una profunda veneración por ese rito y por todos los utensilios de la liturgia. Tras la voz del narrador está la honda reverencia que la escritora siente por el traje de luces. Los párrafos se pintan, a su vez, de una emotiva tonalidad para referirse al capote, a la muleta, a los tercios, los lances y los pases. Entre los renglones corre el río subterráneo de la melancolía. Es que el toreo es un arte anacrónico y efímero que deja una sensación de tristeza por más jubilosos que nos sintamos durante una gran faena. En este libro hay también, una devoción por esas personas extrañas, excéntricas, y sensibles que son los toreros. En el prólogo de Platero y yo, Juan Ramón Jiménez dice, palabras más palabras menos, que él nunca escribiría un libro para niños, porque estaba seguro que ellos pueden leer los libros que leen los adultos con algunas excepciones muy obvias. Lo mismo sucede con Mi capote de paseo, es un libro para quien lo quiera leer con la condición de que se acerque sin prejuicios al mundo del toreo. Para terminar, reitero que este es el legado de Mary Carmen Chávez Rivadeneyra, una mujer sencilla, clara y de corazón generoso. Ella sabe, como lo dicen los versos del epígrafe, tomados del poema Los hijos infinitos, de Andrés Eloy Blanco, que “cuando se tienen dos hijos se tienen todos los hijos de la tierra”, sí, y para todos ellos escribió este libro. José Antonio Luna Alarcón

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I N T RODUC C IÓN Era una mañana de paseo escolar al Polyforum Cultural Siqueiros, uno de los lugares más interesantes para visitar en la Ciudad de México. En su camino a este sitio el autobús del colegio pasó por los alrededores de la colonia Ciudad de los Deportes, cuando un niño de nombre Pablo se levantó de su asiento y preguntó: –¡Maestra! ¿Por qué ese estadio de futbol tiene esculturas y el otro no? Mientras, otro alumno llamado Jerónimo se puso de pie y antes que la maestra contestara, exclamó: –¡No es un estadio de futbol, es la Monumental Plaza de Toros México! ¿Qué nunca has entrado a la plaza y visto una corrida de toros? –¡No! –Pues entonces vamos el domingo con mi familia ya verás que será día de fiesta. –¿Se trata de una fiesta? –Sí, una gran fiesta. A ver, ¿cómo preparan tú y tu familia una reunión para celebrar algo grande y especial? –Bueno, la planeamos con tiempo, se hace una lista de invitados, se piensa en la comida, en la música, en los adornos, en la ropa que usaremos, y muchas cosas más. 11


–Ah, pues lo mismo ocurre adentro de ese lugar rodeado de las esculturas que representan a los toreros más importantes de la fiesta, y a esa “fiesta” se le llama “Fiesta de los Toros”, “Fiesta Brava y también “Corrida de Toros”. Anímate Pablo, mis papás hablarán con los tuyos y vendremos en familia. ¿Te gustaría? –Sí, claro, nunca he ido a una fiesta así. –Entonces, si tus papás aceptan nos podemos encontrar debajo de donde veas más toros juntos hechos de bronce. A esa manada que guía un hombre a caballo y lleva a ocho toros corriendo, le llaman “El encierro” y la hizo un escultor español, creo que era de Valencia; mi papá me dijo que se llamaba Alfredo Just Gimeno. Te va a gustar, dicen que cuando uno se hace aficionado se envenena. –Sí, ¿y por qué? ¡Qué susto, entonces mejor no! – Jerónimo sonrió ampliamente. –No te espantes, así se le dice en este ambiente a cuando quedas como encantado por los toros. Es como un hechizo que te atrapa, del que ya no sales, porque te enseña cosas mágicas. Por ejemplo: a mí me encantó conocer cómo los seres humanos han vivido junto al toro, lo han pintado en los interiores de las cuevas, han descubierto su silueta en el cielo entre las estrellas con la constelación que se llama “Tauro”. ¿Has ido al planetario? Ahí se pueden ver con claridad las diferentes constelaciones. –¿O sea que también hay toros en el cielo? –Preguntó Pablo con los ojos muy abiertos. –Pues sí, podría decirse que sí. También al toro lo han hecho escultura en piedra y metal y han jugado con él de muchas formas. Lo más importante, lo han toreado, y a eso se le llama Tauromaquia.

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PR I M E R C A PĂ? T U L O

Buscando al Toro

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I. El toro de Minos El abuelo Manuel buscó a su nieto Jerónimo, ya que la casa en donde vivían era grande, del tipo que hay en la provincia mexicana, con un jardín al frente y un traspatio en el que se sentía mucha alegría, estaba lleno de plantas y flores muy especiales, a Jerónimo lo llevaban a soñar historias y hacerse preguntas: ¿cómo es posible que una flor se pudiera llamar la princesa en su barca? Así era su nombre porque la hoja doblada se asemeja a un navío y en ella parece viajar una diminuta florecilla. Ni qué decir de los dos corazones en un hilo, porque sus hojas forman el contorno de un corazón y van prendidas de un largo tallo, que parece verdaderamente un hilo. Y la garbosa hoja elegante de un lustroso verde lleno de vida. También le gustaba ver las pequeñas clavelinas, los malvones de colores y las bugambilias que abrazan cálidamente las altas paredes de la casa. –¡Jerónimo! ¿En dónde andas? –Aquí estoy abuelo, mira estoy quitando las hojas secas a esta planta que se llama hoja de murciélago. ¡Es fantástica! Y sí lo parece. ¿A poco no? –¡Ya lo creo! Ven acá, ahora que la tarde está muy agradable, te voy a contar algo de mitología, griega. –¿Mito-qué? – Preguntó Jerónimo con curiosidad. –Mitología. 15


–¿Y eso qué quiere decir? –Bueno, digamos que son relatos que hablan de pasajes de la historia, las ciudades y su gente, en este caso de la cultura griega, ya que el toreo tiene sus orígenes en ella. –¡Oh, cuéntame ya! El abuelo Manuel condujo al niño hasta una banca, tomándolo por el hombro, e iniciaron un paseo por el traspatio, acostumbraban platicar de muchos temas, entre ellos de historia, porque todo llevaba de una u otra manera a entender más la tauromaquia, misma que asombraba tanto al niño, ambos eran cómplices. –Mira, los toros han estado presentes entre los hombres y las mujeres toda la vida, incluso se cuenta que, dentro de la cultura griega, en el año 1700 a.C. existió el gran Toro de Minos. Minos era un rey hijo de la bella Europa y Zeus. Ambos eran dioses griegos. En la mitología se habla de historias mágicas contadas por los pueblos helénicos, principalmente de Creta, Atenas y el Mar Mediterráneo. El abuelo sacó del cajón de su escritorio un mapa. –Me gusta ver la geografía abuelo, ¡qué bien! de esta forma lo entiendo mejor. –Así es, mira aquí están estos lugares. Al crecer Minos tuvo varios hijos con una mujer de nombre Pasifae, entre ellos estaban Androgeo y Ariadna. –¡Qué nombres más raros! –Sí no son comunes estos nombres, menos para nosotros, pues Pasifae vivió la 16


llegada de un enorme toro blanco de pinta ensabanada, que otro dios llamado Poseidón había regalado al pueblo. Ella se enamoró de esta criatura y fue infiel a Minos; de esos amores engendró y dio a luz al toro-humano, al Minotauro. –¿Y cómo era? –Pues imagínate que el Minotauro era un verdadero monstruo, mitad toro y mitad humano, de impresionante musculatura y ojos desafiantes. –¡Una criatura extrañísima! –Pues sí, mi querido Jerónimo, y se comportaba como tal. De su hocico salía espesa saliva, emitía sonidos tan fuertes que retumbaban las paredes, sus ojos color granate brillaban, su conducta era la de un salvaje. Por esa razón fue encerrado en un laberinto hecho por el artesano Dédalo, ahí permanecía y se alimentaba de seres vivos, como bellas y jóvenes doncellas. –¡No es posible, pero si los toros pastan! –En el rostro del abuelo se dibujó una sonrisa, y siguió contándole la historia a su nieto. –Este ser que por sus características era un fenómeno, es decir muy raro, tarde que temprano debía ser sacrificado, tarea que no era sencilla para nadie. Entre los hombres del pueblo el gran héroe que desempeñó esta labor fue Teseo, un verdadero valiente quien un día decidió entrar al laberinto y enfrentarse al Minotauro para exterminarlo y recuperar también la quietud del pueblo cretense. –¿Un laberinto? –Sí, los laberintos son espacios muy antiguos, se han grabado también en piedras 17


y recipientes. Normalmente un laberinto está hecho por un gran círculo, o cuadrado, son lugares diseñados de tal forma que son propicios para perderse; parecen caminos comunes, pero en realidad son encrucijadas que hacen difícil la salida de cualquiera una vez que se entra en él. En terrenos así se vive inquietud por no encontrar la salida, ver pronto la luz y sentir la libertad, ya que se cae en un enredo que da vueltas y vueltas y no parece haber un sendero claro. –¡Ya sé en dónde hay un laberinto! Cuando usamos en clase de dibujo pinturas de colores y marcamos nuestra huella digital, ahí aparece uno. –¡Exacto, ahí también hay un laberinto! –El del Minotauro era muy grande. –Continuó explicando el abuelo Manuel. – Por ello la valiente Ariadna le entregó a Teseo un ovillo de lana, para que una vez que se internara en la profundidad de este lugar lo fuera desenredando y así al final pudiera salir de él y ver de nuevo la claridad del cielo. –¡Abuelo!, pero ¿cómo sabes todo esto? ¡Sigue contando por favor! –Sí, Jerónimo, con gusto, sigamos, mira el papel de Ariadna fue muy importante en este pasaje. Ella, además de ser una mujer muy hermosa e inteligente, sabía varias artes y oficios, era una excelente tejedora. Esta circunstancia le ayudó pues pudo utilizar uno de sus hilos de tejido para que, junto con Teseo, fueran los principales ejecutores de la muerte de este ser mitad toro y mitad hombre. Ambos lograron en un mano a mano, ser cómplices de esta faena, de la que salieron triunfantes. Se dice incluso, de manera figurada, que son los primeros toreros de los que se habla en la historia. ¿Te gustó el relato Jerónimo? –Sí, mucho. Entonces abuelo, así como centauros y faunos, también hay mino18


tauros; en el libro que me regalaron en mi cumpleaños ilustran al centauro, con el torso de hombre y de la cintura hacia abajo de caballo, igual el fauno, mitad hombre y mitad cabra. Ahora pienso en el Minotauro con las mismas características, toro y hombre. –Así es, y la historia del toreo se remonta a los mitos que unen leyendas milenarias y seres fantásticos, de hecho, los toreros son héroes y guerreros verdaderos. –Oye abuelo y ¿qué color de pelaje tendría el Minotauro? –¡Ja, ja, ja, qué buena pregunta, mmm, bueno eso te lo dejo a tu imaginación, chamaco! ¡Anda, ya vete a jugar, luego seguimos platicando! –No abuelo, mejor muéstrame ese libro enorme que tienes me encantan sus ilustraciones que, además, huelen raro, como a antiguo. –Sí, pero vamos paso a paso. Mañana te contaré otra parte de esta historia cuando llegues del colegio. –Mmm está bien, pero ¿qué vas a contarme? –Pues de otro momento o etapa de la historia que se conoce como, Paleolítico.

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II. El toro en el paleolítico Al día siguiente Jerónimo llegó a casa ansioso de saber lo que vendría ahora junto a su abuelo Manuel. Le encantaba su compañía y sobre todo la manera que tenía de contarle cosas tan diferentes a las de todos los días. Incluso las compartía no sólo con sus amigos del colegio, quienes mostraban mucho interés en ellas, también entre sus vecinos cuando había oportunidad. El abuelo lo recibió con gusto. Después de que comieron en familia retomaron su plática. –Veamos Jerónimo, ayer hablamos de la mitología, pero hoy vamos a ver el origen del toro de lidia. –Eso ya lo sé, los toros vienen de la ganadería. –Sí, los que tú conoces, ¿Pero desde cuándo? –¡Ah, eso no lo tengo claro! –Ya ves. –¡Cuéntame entonces! –El toro de lidia –Dijo el abuelo Manuel, entonando su voz de narrador de historias –proviene del llamado Bos Primigenium, una especie de “Uro” toro salvaje 21


que habitaba los campos en total libertad, digamos que de forma silvestre, era muy grande y de un temperamento imposible de domesticar. Desde entonces, el ser humano le fue rindiendo culto, como un homenaje por ser un animal tan especial, fuerte, bravo, de hermosa silueta de cuernos grandes y sorprendentes en su especie; por esto y más, dejó plasmada su figura en la profundidad de las cuevas de Lascaux en Francia, y en Altamira, Santander, en España. En el mapa que te mostré ayer podemos identificar estos países, para que veas el largo recorrido que ha hecho el toro con el paso del tiempo. –Al abrir el mapa el papel hacia un ruido que parecía ancestral– Bien, déjame decirte. –Sí abuelo. –La historia dice que, en 1885, gracias a una niña se logró un gran descubrimiento, su nombre era María Sanz de Sautola. Ese día la pequeña iba en compañía de su padre el investigador y paleontólogo Marcelino Sanz; gozaban de un día de campo y jugaban a la pelota cuando de pronto ésta se fue hasta una cueva. Al ir tras ella, María se fue introduciendo más y más. Cuando miró las paredes en el frío subterráneo donde había poca luz, se sorprendió. Había en ellas dibujos de caballos, ciervos, jabalíes y toros. Abuelo y nieto caminaron hasta el librero de donde Manuel tomó un gran volumen, buscó la ilustración y se la mostró a Jerónimo. En Altamira, los hombres de esa época usaron colores que en el momento del descubrimiento de la cueva se mantenían en muy buenas condiciones; eran naranjas, amarillos, negros y tonos en café. María, sorprendida de lo que sus ojos veían, salió corriendo a dar la noticia y causó un revuelo total. Su padre hizo muchos hallazgos, fue un gran investigador. Desde el año 1998 estas paredes y cornisas son patrimonio cultural de la humanidad. Eso significa que tienen un valor reconocido a nivel mundial. Como ves, desde siempre hay indicios del toro en convivencia con los seres humanos. 22


–Ahora entiendo cada vez más abuelo, me encanta platicar contigo. Voy a hacer un dibujo parecido a las imágenes de tu libro. –Anda, pues adelante, usa la gama de colores en ocre, como el de las cuevas. ¿Te parece bien? –Sí, muchas gracias. Abuelo, ¿cuándo platicamos de la ganadería? –Ah, pues tú te sabes muchos nombres de las dehesas que se dedican a criar toros bravos. –Sí, pero no como tú, quiero saber más. –Bueno, está bien, mañana mismo antes de caer la noche seguimos platicando, pero primero termina tu tarea. ¿De acuerdo? El abuelo abrazó al niño con mucho cariño. –¡A ver, menciona tres ganaderías mexicanas! –Pues, está “Corlomé”, “Rancho Seco”, y los toros que me enseñaste a diferenciar porque “tienen corbata” esa piel que cuelga de su pecho en forma de gota de agua, son de ¡“Piedras Negras”! –Excelente niño, sí que estás aprendiendo de toros. –¡Gracias abuelo! Jerónimo se sonrojó al sentirse reconocido por su abuelo, que era todo un experto y gran aficionado y a quién admiraba mucho. Lo cautivaba el amor y la pasión con que vivía cada anécdota del universo que existe alrededor de toro de lidia. 23



III. Formación de las ganaderías Al otro día el abuelo Manuel ordenaba su biblioteca. Después del mediodía, se acercaba el regreso de Jerónimo del colegio. Luego de un rato, escuchó que llegaba el autobús escolar. Tocaron la puerta y el chico entró a casa directo a la biblioteca, buscando a su abuelo. –¡Hola abuelo ¿cómo estás? ¿Oye y dónde están papá y mamá? ¡Hay mucho silencio! –¡Hola Jero! Me parece que tu mamá salió y tu papá no debe tardar ¿Cómo te fue? –¡Bien, abuelo hoy tuve clase de dibujo y me encanta, pero tengo sed y hambre! –Sí, ya es hora de comer, vamos. ¿Sabes Jerónimo que en este ambiente entre taurinos también tienen un lenguaje especial para hablar? Se le llama caló, así que si te digo… ¡Vamos a jamar!, significa vamos a comer. –¡Qué chistoso, bueno, pues entonces ¡a jamar! Laura, la madre de Jerónimo regresó a casa. Con frecuencia escuchaba las peculiares charlas entre abuelo y nieto, y de vez en cuando jugaba con sus intervenciones en ellas. Convivían mucho. La tarde era grata, y ya sentada la familia completa a la mesa Jerónimo preguntó: –¡Mamá! ¿Qué preparaste, de qué es la ensalada el día de hoy? 25


Sonriente Laura contestó. –¡De claveles! –Mmm… ¿rojos o blancos? –¡Mixtos! Todos sonreían ampliamente con la broma y compartieron con gusto los alimentos alrededor de su plática. Otras tardes, después de la comida y de hacer las tareas respectivas, Jerónimo y su abuelo también solían salir al parque y caminar al aire libre. Platicaban sobre la importancia que ha tenido el toro de lidia en la historia de la humanidad. El tema siempre los llevaba a otros que tenían relación, y más de alguna vez los sorprendió la noche. Ese día salieron al atardecer y Manuel llevaba un libro de tauromaquia bajo el brazo. –Abuelo Manuel, tú me contaste que los toros vivían en el campo de manera libre. -Sí hijo, ellos convivían en manadas y caminaban por los cerros y algunas planicies, pero llegaban a acercarse mucho a donde habitaba la gente, se reproducían cada vez más, hasta que un día, el ser humano pensó en darles un espacio para que fuera más seguro vivir cerca de ellos. Se seleccionaron muchos para protegerlos y conservar su especie. De este modo se formaron las primeras ganaderías de toros bravos, diferentes de los toros mansos que no embestían. Eso fue allá por el siglo XVIII. –¿Sabes cuáles fueron las primeras plazas de toros? –¡Como la Plaza México! 26


–No, mucho antes de eso la gente se reunía alrededor de las plazas públicas en el centro de los pueblos y las ciudades, de ahí deriva el nombre de “plaza de toros”. Pero como los bravos animales se llegaban a salir o brincaban las protecciones que les ponían, con el tiempo fueron creando otras llamadas portátiles, y a la vez construyendo nuevas plazas en otros sitios más alejados de los lugares más céntricos. –¡Uy, qué miedo! ¿Andaban en las calles, entre la gente, con todo y sus cuernos al aire? –Sí, se escapaban por no tener una cerca para resguardarlos. –Abuelo ¿y por qué algunas plazas son tan grandes y redondas? –Bueno, pues porque muchas tienen diseños que reflejan la cultura de sus pueblos y muestran la influencia de arquitecturas tan antiguas como la de los árabes, ya que ellos habitaron y dominaron España entre el año 726 y 1492 d.C. A este periodo se le conoce como “la guerra de los ocho siglos”. Bueno, y también está la Plaza de Madrid, o la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Todas ellas muy hermosas, son muchas, algunas hechas de piedras arcaicas, otras más modernas y llenas de significados; por ejemplo, la de Sevilla tiene arcos de arte morisco. Aquí en México, muchos estados de la República tienen su plaza; la de Tlaxcala, por ejemplo, se construyó en 1867 y la acompaña una alta torre de la iglesia de San Francisco. Es de las más hermosas que hay, guarda mucha historia y es un escenario magnífico para la celebración de cada corrida. También hay cortijos que son plazas chiquitas. Ahora algunas personas las quieren quitar, porque no están de acuerdo con las corridas de toros. –Pero ¿por qué? Seguro no saben de todo esto que tú y yo platicamos. –Eso es, no lo saben. Por eso es importante leer y conocer la historia del toreo, y 27


también respetar a quienes por generaciones han trabajado en esta profesión. Te voy a decir que la primera casa ganadera se formó gracias también a un personaje muy importante de la historia en México. –¿Quién era? –¡No lo vas a creer! Dime tú, Jerónimo ¿quién conquistó la antigua Tenochtitlan? –¡Hernán Cortés! –Pues sí, él mismo, junto con otros integrantes de aquel grupo de conquistadores, entre ellos Gregorio de Villalobos, quién se encargó de introducir toros de diversas razas españolas, como la castellana, con el objeto de que se multiplicaran. De manera sorprendente y gracias a la grandeza del campo bravo mexicano, a su clima y a su tierra fértil, se favoreció la buena salud de estos ejemplares, y así vivían y viven sus descendientes hasta ahora en amplios pastizales, por ejemplo, en la hacienda más antigua formada en 1528 en el valle de Toluca, cuyo nombre es Atenco. A ella llegaron allá por el siglo XVIII, ejemplares de otra casta, “La Navarra”. –¿Atenco, así se llamaba ese lugar, abuelo? –Sí, y así se llama actualmente. Atenco significa en náhuatl “en la orilla del agua”, y también la ganadería adoptó el nombre. En aquella época, en 1522, fue un lugar propicio para el ganado; además a esta hacienda se fueron sumando muchos espacios en otros campos de la República Mexicana, en donde se formaron criaderos de toros de lidia después de que los españoles los trajeron a México. –¡Eso que me dices es sorprendente! –Sí, mira esta foto. –Dijo Manuel abriendo el libro que llevaba consigo. Continuó contándole a Jerónimo cómo las personas de esa época admiraron al toro por su 28


belleza y su temperamento. –Hasta los amaneceres en el campo mexicano cambiaron con el bramido de los toros. Así, mientras un toro pastaba en el campo, los quetzales emprendían el vuelo. Los toros eran de diferentes estampas, cataduras y cornamentas arrogantes, y junto con otros animales de esas tierras cohabitan entre sí, había, por ejemplo, mapaches, pájaros, conejos, zorrillos, entre muchos otros más, que hasta la fecha se reproducen manteniendo un equilibrio ecológico y una cadena alimenticia natural. Es posible que distintas especies al paso del tiempo se extinguieran, otras no. –Pero ¿desde entonces los toros viven en tierras mexicanas? –Sí, y en otros países de América, y en Europa, claro. La ganadería de Atenco, por ejemplo, tuvo un gran esplendor, sus toros siguen en reproducción y se conserva a esta especie gracias a la fiesta brava y las primeras ganaderías que se formaron, como “San Mateo”, “La Punta”, “Piedras Negras” y otras muchas. De igual forma, hay un sinfín de profesiones y oficios que las personas desempeñan en torno al toro, gracias a ello tienen trabajo, no sólo en el campo, también en la ciudad. –¿Abuelo, podemos visitar el campo bravo? –Sí, claro que podemos, antes era muy restringido, pero ahora algunos ganaderos han abierto sus recintos de crianza para que las personas tengan la oportunidad de conocerlos y valorar el trabajo que con tanto amor desempeñan al criar al toro de lidia. Los recorridos son paseos que duran todo el día, se va desde muy temprano, y se puede ver cómo viven los toros, los potreros y la plaza de tientas. Se come ahí, en un ambiente muy campirano, y al atardecer se regresa a las ciudades de donde provienen las personas que los visitan. –¡Llévame con mis amigos! –Sí, también podemos ir con ellos. 29


–Y, ¿cómo cuántas ganaderías hay en México? ¿Sabes Jerónimo? tenemos aproximadamente trescientas ochenta ganaderías. –¡Tantas, es fantástico, qué orgullo! –Así es chaval, bueno, pues se nos ha ido la tarde viendo el libro y contando esta historia. –¡Muchas gracias abuelito Manuel!

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IV. Los protagonistas de la corrida Pasaron varios días. Una tarde el cielo se veía encapotado, la pañí, se hacía presente y ambientaba el diálogo que solían tener Jerónimo y el abuelo Manuel en la biblioteca. Era una lluvia muy fuerte acompañada de relámpagos, entonces Jerónimo se dirigió de manera muy franca y segura a su abuelo. –¡Abuelo, abuelo! ¿Ya escuchaste la tormenta? ¡Qué bravura, verdad! –Ay Jero, creo que cada día estás más chalado, es decir, te estás volviendo como yo, un loco enamorado de los toros. Así pasa, luego se aplica el lenguaje de la tauromaquia que vas conociendo a la vida, a todas las cosas que suceden. Eso es algo que distingue a los aficionados, nos une, nos identifica. Jerónimo sonreía y sus ojos brillaban. –Pues sí, me gusta mucho, abuelito, oye, ¿podemos platicar hoy de las personas que participan en la corrida? Las he visto, pero no sé bien como se le dice a cada una. –Sí, vamos a ver, tú sabes que los principales actores son el toro y el torero, pero además están todas las personas que trabajan en la organización de este festejo, son muchas: alguaciles, toreros, subalternos, picadores, monosabios, puntilleros. Jerónimo y el abuelo se estaban sensibilizando al ambiente mientras platicaban pues percibían los fuertes relámpagos que se escuchaban sobre la ciudad, era 32


como el cante flamenco que a la mamá del niño le gustaba escuchar, y las gotitas de agua resbalaban por los cristales de las ventanas de la biblioteca, hojeaban los libros, buscando a los hombres que llevaban los trajes de luces bordados con oro y plata entre otros atuendos sofisticados, como los que usan los rejoneadores, quienes torean a caballo. –¡Mira hijo, aquí, en este libro, están los alguaciles! –Desde el siglo XVIII son los señores que antiguamente se dedicaban a hacer el despejo de la plaza, es decir, retiraban a los que no iban a participar en la corrida y paseaban en las calles, porque, como te decía, antes se toreaba en las plazas públicas. Hoy en día, parten plaza a caballo, al inicio del festejo, llevan ropas a la usanza de Felipe IV, que fue un rey de España, y también gobernó Nápoles y Sicilia. Él vestía de negro en terciopelo y llevaba al cuello un adorno blanco de holanes llamado golilla, una especie de alzacuellos, y camisa blanca; usan también sombrero negro y decorado con una pluma larga, capa y botas negras. –¿Parecido al vestuario del gato con botas? ¡Qué divertido, yo quiero ser alguacil de plaza! –¡Ay Jerónimo, qué semejanza, ja, ja, ja, te volaste la barda! Como tú ya sabes, los toreros son los principales protagonistas de la fiesta. Cuando inician su preparación son novilleros, después torean toros más grandes, llevan a cabo su carrera y pasan a un grado mayor, a eso se le dice, tomar la alternativa, para hacerse matadores de toros. –¡Entonces es una larga carrera! –Sí, ser profesional requiere mucha entrega y disciplina. Mira, también están los subalternos, ellos son los señores que se encargan de ayudar a los toreros a la lidia del toro, lo colocan en el sitio correcto del redondel, ponen banderillas y visten un traje de seda con bordados en plata o puede ser negro, se le llama pasamanería. 33


Los picadores llevan a cabo la llamada suerte de varas, sirve para preparar el toro a la hora de torearlo con la muleta. –Se me figuran a Sancho Panza, ese compañero del señor de largos paseos y aventuras, que representamos en la obra de teatro del colegio. –Pues mira Jerónimo, como él, también son caballeros de fuertes andanzas, hombres que conocen muy bien al toro y su bravura. También están los monosabios. A estas personas se les llama así desde que una vez, en Madrid, España, una cuadrilla de monos amaestrados los “monos sabios” participaban en un espectáculo de circo, y al ver que estaban vestidos como los antes llamados “chulos” que eran mozos del ruedo, la gente les comenzó a decir así a estos últimos, remplazando ese nombre por el de monosabios. Visten de camisa roja o azul y pantalón blanco, ayudan en la arena a los picadores y mantienen el ruedo en buenas condiciones. –¿Te acuerdas de que uno de ellos me regaló una banderilla? –Sí, claro, lo recuerdo. –Los puntilleros son los que ponen punto final a la vida del toro después de la suerte suprema, es decir, de la estocada que realiza el matador cuando el animal cumplió con su ciclo de vida, lo que casi siempre ocurre en la plaza. –Veo que todos estos hombres hacen un trabajo entregado y definido, mira este hombre abuelito, ¡qué garbo tiene! así se dice cuando una persona es distinguida y con personalidad ¿verdad? –¡Olé sí, es cierto! Pero es importante decirte que también existe el llamado indulto, que es cuando le perdonan la muerte al toro y regresa a la ganadería para seguir siendo como un rey por su excelencia. 34


–¿De verdad? –Sí, Jerónimo. Es un momento muy emocionante también para el ganadero, ya que es un gran homenaje a su dedicación como criador de toros de lidia. Esta larga lista de personajes, como lo has visto, logra hacer de la corrida un espectáculo multicolor. –¿Pero por qué se visten todos tan elegantes abuelo? –Creo que tu padre también podría explicarte esta parte, ya que él se vistió de luces antes de que tú nacieras; además, cada parte del toreo es un tema muy amplio del que hablar, aunque muchas cosas ya las has visto, merecen una explicación más detallada. –Entonces ¿le pregunto a mi papá? –Yo pienso que sí, él sintió la magia de vestirse de luces. –Está bien, hoy por la noche le preguntaré más. –Anda sí, hablen, chanelen de toros, como dicen los toreros. –¿Cómo dices? –¡Ah! chanelar es saber o conocer un tema, es decir estar enterado de algo. –¡Cuantas palabras nuevas! El abuelo Manuel sabía lo importante que era heredar el lenguaje que se usa en el mundo de los toros, ya que esas palabras de jerga o caló, han traspasado los tiempos y le dan un carácter propio al ambiente taurino, lo identifica; incluso 35


hay quien las usa en la vida diaria y no sabe su procedencia. Además, con tanta afición como la que tenía Jerónimo, era posible que el día de mañana pudiese suceder que trabajara en algún tema relacionado con el toreo, para lo cual, todo lo que aprendía era valioso. La lluvia siguió cantando suavemente, y cada gota se columpiaba en las hojas de los árboles que lucían más el esplendor de sus colores.

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V. El traje de luces En ese ambiente Jerónimo esperó a su padre que venía del trabajo, lo vio llegar a través de la ventana de su casa y al abrir la puerta lo abordó rápidamente diciéndole: –¡Papá, quiero que me cuentes de cuando eras torero y me hables de tu traje de luces! –¡Oh, qué recibimiento, Jerónimo, ese tema es algo muy profundo en mi vida! –Sí, yo sé, el abuelo y yo estamos planeando llevar a mis amigos a la plaza de toros, y cada vez me cuenta más historias de esta fiesta, pero me dijo que sobre el traje de luces nadie como tú podría hacerlo mejor. –¡Ah qué mi padre! Sí, de hecho, los he visto muy misteriosos platicando últimamente. Lo que me gusta es que hablan de toros y eso se hereda a través de las generaciones en la familia, y además se contagia entre amigos. –¿Qué te parece papá, si me platicas mientras jamamos? –¡Ja, ja, ja! Pero qué pequeño gachó habla así en casa. –¿Soy un gachó? –Sí, es como decir un jovencito, y tus amigas son unas gachís, es como llamarlas 38


unas chiquillas. –¡Me gusta serlo! Cerca de ellos, en silencio, el abuelo disfrutaba ver a su hijo y su nieto en convivencia; junto con Laura, la madre de Jerónimo, fueron poniendo la mesa para cenar y platicar sobre aquel atuendo tan único. El traje de luces dormía tranquilo en un lugar de la casa, donde estaba protegido de cualquier cosa que pudiera dañar su fina tela y los bordados, como la luz o la humedad en exceso. –Mira Jerónimo –Dijo su padre trayendo un libro de ilustraciones a la sala. Este vestido llamado traje de luces es especial, digno de una ceremonia, semejante a los que usaban los reyes. –Es verdad, parecen reyes los que lo llevan. –Pues así es, han existido toreros a los que se les llama reyes, como a David Silveti, a él le decían “El Rey David”, era un gran diestro. Al traje se le llama “de luces”, por los efectos que producen el diseño y sus materiales que parecen cientos de espejitos que deslumbran al contacto con la luz; está hecho de seda y bordados de oro, lleva lentejuelas, metales y alamares. –¡Qué elegante, papá, a mí me encanta ver cómo brilla con el sol! –Jerónimo, ser torero o torera es también ser una persona diferente, por eso para ir a una fiesta, y más a una ceremonia, es necesario vestirse de manera distinta a la de todos los días. Desde el siglo XVIII los trajes para torear fueron diseñados por diferentes sastres de la época. Ellos, muy emocionados con su arte, introdujeron nuevas telas, como la seda, con colores vivos, y los bordaron a mano, con finas agujas e hilos de oro. Además, elaboraron sombreros y camisas de holanes, medias y zapatillas cómodas hasta terminar los primeros diseños. 39


Su padre continuó explicando a Jerónimo lo importante que es el traje, pieza por pieza, y que para los toreros, ponérselo es un orgullo, le mencionó las palabras de aquel torero español que hablaba con su traje de luces antes de torear. –Mira hijo, Luis Miguel Dominguín, un torero de Madrid, comentó en una entrevista lo que platicaba con su traje, lo sentía parte de él, lo quería tanto que antes de ponérselo le decía en su habitación donde se vestía de luces: “Hey amigo, aquí adentro estamos tú y yo solos, y allá afuera el mundo que vamos a conquistar” –¡Oh, eso es muy grande papá, ¿entonces su traje era como su amigo? –Efectivamente, pero también el caso de Juan Silveti al que le decían “El Meco” un torerazo mexicano que además vestía traje de charro. Uno de sus sombreros es muy interesante, llegó a tener bordados representativos del grabador José Guadalupe Posada, el artista mexicano que creó a la famosa Catrina, la calavera del día de muertos que festejamos en nuestro país, la que pones con tu mamá aquí en casa para decorar el altar hecho con papel picado, de colores. Al traje de luces se le llama terno porque está formado por tres partes principales, y se borda cuidadosamente, a mano. Estas partes son la chaquetilla que está hecha con incrustaciones de piedras preciosas y semipreciosas, como esmeraldas, topacios, aguamarina y otras; lleva altas hombreras y de ellas prenden los alamares y los machos, que son finos bordados de hilo en oro, sirven como adorno, pueden ir fijos o colgando de la tela. También está el chaleco, es una pieza igualmente bordada con cordoncillo y lentejuelas, a los lados, con los mismos detalles que tiene la chaquetilla y la taleguilla. Así le fue explicando su padre a Jerónimo pieza por pieza. –¿Y el pantalón de torear, por qué es tan ajustado papá? 40


–Pues verás, a ese pantalón se le llama taleguilla, proviene de los tiempos antiguos en que Goya pintaba cuadros de la gente del siglo XVIII. Estos pantalones llegaban a la pantorrilla y después se ajustaron al cuerpo del torero para su mayor comodidad, la taleguilla está bordada de los laterales. –Yo pienso que la taleguilla es tan entallada, que ha de ser difícil ponérsela ¿verdad papá? –Sí, desde luego, para vestirse de luces se necesita ayuda, además es un delicado ritual, una de las muchas ceremonias que tiene la fiesta. Pero mira, también están todos los accesorios que se usan al torear, mira la foto, y fíjate bien, estos son los tirantes, la faja, la camisa, el corbatín, las medias, las zapatillas, la coleta o añadido, la montera y el capote de paseo, que es con el que parten plaza los toreros. Recuerda que el traje de luces lo hacen los sastres en varios colores y diseños llamativos. ¡Ven vamos al estudio, ahora sí que lo verás! El padre de Jerónimo guardaba un gran baúl que parecía muy antiguo; ahí era donde tenía un traje de luces que usó cuando era torero y muchas otras curiosidades que para el niño eran algo fuera de lo común. –Mira hijo, abre con tus propias manos este mundo. –¿Un mundo? –Sí, es un mundo, todo un mundo diferente, muy diferente incluso a otros atuendos. Vestirse de torero es algo especial, como seguramente te dice mi padre, es toda una ceremonia, que llevan a cabo seres que son distintos, porque ofrecen su corazón y hasta su vida por el toreo. Jerónimo levantó con sus pequeñas manos la tapa de aquel viejo baúl. Al ver el traje, abrió sus ojos al máximo y sí, efectivamente; había todo un mundo. Lo miró 41


de cerca y tocó los bordados del terno que lo dejaron totalmente sorprendido; poco a poco lo fue sacando y exclamó: –¡Es hermoso y pesa muchísimo! ¿Pero, por qué ya no brilla tanto como los que traen los toreros en la plaza? –Porque éste está un poco palmado. –¿Y, eso qué es? –Es otra palabra en caló, tiene un sentido figurado, como para decir que no está vivo, que tiene muchos años que no lo uso y no ha salido de aquí, aunque claro, no deja de ser hermoso. –Sí papá, la verdad es que no hay como un traje de luces bañado de sol, hasta deslumbra de tan vistoso que es. –Pero ¿sabes hijo? Todos los trajes tienen un significado, son hechos como una artesanía, a mano, y en uso o no, valen mucho para uno. ¡Mira! Aquí está la chaquetilla, la camisa, las medias, las zapatillas y hasta la montera que luego vuela en la plaza cuando un torero la lanza hacia atrás, desafiando la suerte, es como una golondrina que trae buena fortuna cuando cae hacía abajo, o puede traer contratiempos si cae hacía arriba, son supersticiones; también es importante cuando un torero brinda la faena de un toro y la da a una persona o a varias en señal de distinción y dice con voz firme: ¡Va por ustedes! –¡Oh, no es posible, gracias papá! –Así es, la fiesta se descubre poco a poco, es como abrir un cofre con tesoros, aquí se encuentran desde libros tan viejos como aquel donde se escribió la Tauromaquia de un torero muy antiguo llamado José Delgado, Pepe-Illo, una fotografía de 42


aquel legendario toreo que le decían Cagancho, hasta de nuestros tiempos, la de un torero pirata llamado Juan José Padilla. –¿El de la patilla? –Sí, ese valiente que por cierto quiere mucho a los niños y niñas y cuando van a verlo torear, los pequeños se disfrazan de piratas, con un parche en el ojo y banderas que agitan con mucha ilusión en los tendidos de sol y sombra de la plaza, como si estuvieran navegando a bordo de un barco en altamar; a este torero valeroso parece que no le importan las tormentas marinas, parado en los medios del ruedo esquiva hasta relámpagos, por su forma de torear. Pone banderillas como anclas marinas para que no se caigan del morrillo del toro, y provoca palmas en los tendidos como el sonido de las olas que llegan a la orilla del mar. En ese momento Laura, entró al estudio y dijo: –Valente, qué bueno que le has platicado al niño sobre tus atuendos de seda y oro, pero es hora de dormir. Ya, Jerónimo, mañana será otro día. ¡Vamos!, cambio de tercio, a dormir. –Pero mamá, otro ratito ¿sí? –Dijo y dirigiéndose a su padre añadió: –Papá, mañana es sábado ¿vamos tú y yo a pasear a algún lado? Me gustaría seguir platicando contigo. –Bueno, está bien, me gusta tu propuesta, mmm, déjame pensar ¡Ya sé, para continuar con este tema, podemos ir a los Viveros de Coyoacán! ¡Qué padre, hace mucho que no vamos, está bien mamá, ahora sí, a dormir! Una vez qué Jerónimo estuvo en su cama, su madre se aproximó a cerrar las cor43


tinas de la habitación, pero el pequeño lo impidió exclamando. –¡Espera mamá! ¿Ya viste la luna? ¡Mira cómo sobresale entre las nubes! –Sí, Jerónimo, te gusta mucho, ¿verdad?, desde que eras muy pequeño te gustaba verla por largo tiempo, ¡hasta la dibujabas! –Es hermosa, hay veces que cuando se hace redondita, redondita y entra por mi ventana, pienso que es su sonrisa plena, hecha de luz de plata, pero observa, hoy se parece a los cuernos de los toros, los he visto así, muy abiertos, “descarados” dice el abuelo, o “cómodos” cuando la luna está como partida en gajos, pero yo diría que esta noche, ¡la luna está astifina! ¡Mírala mamá, delgada en finas puntitas! –¡Hijo me encanta lo que dices, pero ya cariño, a descansar, buenas noches. La oscuridad llenó su recámara, pero Jerónimo guardó muchas imágenes en su mente de todas las cosas que veía y a las que les encontraba relación con el mundo de los toros y su fiesta.

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SE GU N D O C A PĂ? T U L O

Siguiendo al toro

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VI. Los toreros Al día siguiente, Jerónimo y Valente, se dirigieron a Los Viveros de Coyoacán. Era una mañana muy fresca e incluso había niebla en los largos pasillos de ese gran espacio verde ubicado al sur de la ciudad de México. Valente le dio la mano a su hijo y se fueron corriendo entre las hojas que habían caído de los altos árboles, mientras los tenues rayos del sol apenas se asomaban entre las ramas un poco aletargados en su lento despertar. El riego de los árboles y las plantas hacía que emanaran un olor inconfundible a vida, ¡un bosque en medio de la ciudad! Además, volaban pequeñas mariposas, había muchas ardillas, salían por todos lados y se escuchaba a los pájaros cantar con tales trinos que parecía una sinfonía. De pronto, Jerónimo abrió sus ojos como un capote abierto a la vida y exclamó. –¡Papá, mira al fondo de ese círculo! Es un torero entrenando. –¡Sí lo es! –¿Podemos acercarnos? –Sí, claro y si gustas le preguntas sobre sus trastos o avíos. –Ah, ya sé, el abuelo me dijo que ésos eran todos los objetos que se necesitan para torear. – ¡Quiero verlos más cerca! ¿Se podrá? – dijo en voz muy baja. –¡Inténtalo! ¡Venga! 47


Jerónimo se sentó muy calladito y atento en una banca de las que hay alrededor de esa circunferencia enorme a la que le llaman “el claro”, tan claro, como el alma de un niño, luego se acercó lentamente y le preguntó al joven que entrenaba: –¿Eres torero? –Sí, lo soy. Me dicen “El gitano”. De pronto vio que una gachí llegó y desdobló poco a poco un capote que, por su color rosa y amarillo intenso, se le figuraba un dulce de oblea. –Y tú, ¿también eres torera? –Le preguntó a la muchacha. –Sí, y tú ¿cómo te llamas? –Jerónimo y allá está mi padre, se llama Valente -indicó con su mano y se acercó a la torera con sorpresa, pero más sorpresa le causó ver con qué facilidad tomaba los objetos llamados trastos de torear y le preguntó de nuevo. –¿Desde cuándo toreas? –Desde hace dos años, -contestó– soy novillera, pero algún día, seré matadora de toros. Es un largo camino el que tengo que recorrer. –Sí, mi abuelo me lo ha dicho ¿Cómo te llamas? –Claudia, pero me dicen “Clavel”. –¿Clavel? ¡Pero si esas flores también van a la plaza! –¡Ja, ja, ja! Sí niño, por lo que veo eres muy observador y gentil, muy majo, como 48


también se dice. –Oye, ¿cómo se llama ese palo de madera que tiene la muleta en medio? –Se llama palillo, se le pone justo a la muleta para poder tomarla, cuadrarla, es decir usarla al torear; y éste es mi capote, tómalo con tus manos. –¿Me dejas? –Sí, agárralo. –¡Pesa muchísimo! –Sí es muy pesado, pero cuando se está toreando, ya ni lo sientes. De pronto apareció una especie de bicicleta con la adaptación de una cabeza de toro hecha de acrílico pero muy real, que también llamó la atención de Jerónimo, quien dijo: –¡Conozco al “¡Minotauro”, pero no al “bicitauro”! Todos rieron y Jerónimo atento, miró cómo Clavel usaba la llamada carretilla para entrenar; con ella se simulan las medidas de una cabeza de toro de tamaño real. La novillera era delgada, pero tenía gran fuerza en los brazos, se veía que hacía mucho ejercicio. Jerónimo jugaba con las sombras de los cuernos de los toros que se formaban en la arena gruesa y rojiza. La mañana se tornaba tibia y los toreros jugaron con el niño, quien vino a romper la rutina del entrenamiento con una gracia muy natural: Jerónimo se familiarizó con los capotes, muletas, banderillas y espadas que se usan para entrenar; platicaban entre ellos. 49


–¿Hay parné para ir a la corrida del domingo? Valente escuchó, y le dijo a Jerónimo. –Escuchaste, dijeron parné, eso significa dinero. –Papá entonces ¿tú traes parné ahorita? –Ja, ja, ja, un poquito. El tiempo pasó, a los novilleros les simpatizó este chaval y su interés por los toros. Él apreció todo el acondicionamiento físico que hacen, pues ya venían de correr varias vueltas a Los Viveros y luego, entre ellos mismos se echan el toro, es decir, se ayudan para entrenar con la carretilla. Todo le resultaba atractivo. Después de un rato, se despidieron familiarmente, como si ya se conocieran desde antes. –¡Hasta luego amigos!– dijeron Valente y Jerónimo. –¡Mucha suerte, hasta luego! – respondieron el torero y la novillera junto con otras personas más que se habían acercado al grupo. –¡Venga muchacho, hasta pronto! En el fondo se distinguía la fina figura de Clavel. Efectivamente su bello sobrenombre, iba con ella, mientras su roja muleta movía los belfos en una armonía que dibujaba un melodioso ir y venir sobre la arena de aquella imaginaria plaza. –Vamos Jerónimo, te invito algo fresco de tomar a la salida, es hora de irnos a casa– dijo su padre palmeándole la espalda con cariño. Salieron del sitio arbolado del histórico Coyoacán más que contentos, como par50


tiendo plaza y Jerónimo con la agradable sensación de haber visto el colorido de los capotes y muletas, y además de poder tocarlos y observarlos muy de cerca. En la salida se encontraron con otro torero que también dejaba el lugar. Valente lo distinguió por que llevaba en la mano el ayudado que es un estoque que se coloca en la muleta para darle mayor cuadratura y forma a la tela. También traía puesta una cachucha muy torera. –Mira Jerónimo ese muchacho es torero, pero ya no usa lío. –¿Qué es lío? –Sabes, antes, a los novilleros que luchaban por abrirse camino y llegar a ser figuras del toreo les decían maletillas. Ellos cargaban sus objetos necesarios para torear, capote y muleta, en una tela de forma cuadrada que llamaron así lío. En ella traían sus avíos, la palabra la adoptaron de los gitanos que ataban su ropa y así la cargaban en la espalda. Siempre andaban de un lado a otro, también se ponían una cachucha que los protegía del sol o los cubría del frío, vestían jeans, camisa y zapatos tenis. Ese atuendo era clásico y los caracterizaba con un pellizco de estilo diferente. Era fácil distinguirlos por ello, uno que otro todavía anda así por ahí, como este gachó. Ahora ya no todos usan lío, Juan Belmonte, aquel torero de Triana, al abordar los trenes que tanto usaba la gente para transportarse en aquella época, al tratar de subir al vagón tropezó y no sólo del lío cayó su capote, muleta y ayudado, también varios libros, pues era un excelente lector. Hoy en día usan una maleta tipo bolsa con cierre, le dicen esportón. –¡Uy, creo que así ya no tiene tanto chiste como el lío, pero ha de haber sido todo un lío traerlo! –Pero era romántico. 51


–¿Y si llovía? –Nada pasaba, porque los objetos de torear son de tela y se secan al sol, como la misma ropa. ¡Pero mira, la cachucha sí la conserva eh! Los días pasaron y como el abuelo Manuel había prometido a Jerónimo irle contando sobre varios temas de la fiesta brava, llegó el momento de hablar de los toreros y sus cuadrillas, una larga historia por narrar. Ambos se encontraban en la biblioteca, Jerónimo giraba en el gran sillón de piel y color negro de su abuelo, una y otra vez, hasta sus pies quedaban suspendidos del piso. –¿Hoy sí me vas a contar de los toreros verdad?– dijo con ansia. –¡Así es chaval, siéntate aquí! Pues mira, como te he venido diciendo, los toreros son personas que deciden convertirse en profesionales del arte de torear. Muchos de ellos, hombres y mujeres, han sido muy reconocidos, en España, en México y en otros países en donde se llevan a cabo las corridas de toros. Te voy a decir algunos de sus nombres y sobrenombres, porque hay unos muy curiosos, raros o chistosos. Pero no te vayas a reír ¿eh? –¿Ah sí, ¿cómo cuáles? –¡Uy jovencito!, los hay desde aquellos que tienen semejanzas con animales hasta los que se refieren a niños, como tú; otros usan un apodo fantasmal, y también existen reyes y príncipes. –¡Suena divertido, ¡quiénes son, dímelos ya! 52


–Espera, la historia del toreo se cuenta y se degusta como los caramelos, de diferentes sabores, a veces es dulce o agridulce, picosa, salada, amarga, tuti fruti, incluso con sabor a canela, romero y menta. –¡Mmm, hay sabor a tamarindo? –De todo lo que despierte tu imaginación. A ver, escucha, te voy a leer y comentar esto que viene en uno de mis libros, al que le llaman El Cossío, es el tratado más completo de tauromaquia que se ha escrito hasta ahora. El abuelo se acercó más a Jerónimo, y con voz melodiosa, le fue compartiendo su saber. –Existieron personajes como Pedro Romero de Ronda quien nació en el año 1726; Joaquín Rodríguez “Costillares”, que nació en 1743. Él aportó mucho orden y disciplina a la hora de torear, hizo nuevos diseños en el traje de luces y fue el primero que usó banderillas como parte de la lidia del toro. Por esos años hubo otro torero cuyo nombre es José Delgado Guerra mejor conocido como “Pepe-Illo”. –¡Pepe-grillo, es un insecto! –¿Así te suena su nombre?, ja, ja, ja. Bueno, pues él logró fijar reglas y hacer un tratado de técnicas para torear, porque antes se toreaba como de brinquito, los toreros no se quedaban firmes en la arena, pues el toro es muy grande y no existían tantos métodos y destrezas para el toreo. Nació en Sevilla en el año 1754. ¿Te das cuenta desde cuándo ya se toreaba? Desde el siglo XVIII. Y no podemos dejar de mencionar a Francisco Arjona “Cúchares”. –¿Cúchares? ¿Cómo cuchara? –Sí. Era un madrileño que nació en 1818, y a los 12 años ya toreaba. Él creó una 53


escuela de tauromaquia y fue rival de batallas de un conocido torero de muy largo nombre. –Sí, ¿cuál? Se llamaba: Francisco de Paula José Joaquín Montes Reina, “Paquiro”. –¡No puede ser, sí que es larguísimo! –Además el toreo ha llamado la atención de muchos artistas a lo largo de la historia. Por ejemplo, Francisco de Goya, el gran pintor español, disfrutó mucho del toreo en la época que vivió, y fue representante de un varilarguero llamado José Daza, “Manzanilla”. –Tenía apodo de flor del campo. –Sí, Jerónimo, él actuó de 1740 a 1765. Goya también pintó a una mujer torera llamada Nicolasa Escamilla, “La Pajuelera”. –Y ¿ese apodo, de dónde salió? –Pues de que ella vendía en las calles pajuelas que eran cerillos de azufre. –¡Qué historias abuelo! Pero… ¿Y cómo es que al toro que es tan bravo, se le han acercado tanto hombres como mujeres, y parece que hasta niños? –Verás, desde los tiempos remotos, los seres humanos de alguna manera han desafiado y “jugado” con este animal, que llama la atención precisamente por su bravura, fuerza, forma, y por su imponente belleza, además de que no es posible domesticarlo. Al toro lo han brincado, alanceado y toreado hasta a cuerpo limpio en antiguas suertes y juegos, siempre en medio de una fiesta especial, diferente. 54


Entre los toreros de época, déjame contarte, ha habido algunos con sobrenombres inolvidables, unos te darán risa, como te dije, pero otros un poquito de miedo. –Algunos sí me los sé, abuelo, pero otros no; síguele por favor. –Bueno, pon atención. Hubo algunos seres alados, diestros mexicanos, como Jaime Torres “El Pajarito” y Lorenzo Garza, “El Ave de las Tempestades”. Pero hay felinos, como Juan Silveti Mañón, “El Tigre de Guanajuato”, José Huerta “El León de Tetela”, Juan Estrada “El Tigrillo de Querétaro”, también saltó al ruedo un “Lobo Portugués”, Manolo Dosantos. –¡Caray! tigres, leones, lobos, pura fiera, ¡qué miedo! Hay otros nombres que también asustan. Se transforman tanto con su arte, que se les ha llamado como a Manuel Rodríguez Manolete, “El Monstruo de Córdoba”. –¡Manuel, se llamaba como tú! –Sí, o a Juan Belmonte “El Pasmo de Triana”, o un torero tlaxcalteca al que se le conoció como “El Brujo de Apizaco”. –¡Ay mamá! Pero ¿cómo se llama ese brujo? –Rodolfo Rodríguez. También le decían “El Pana” pues en una época fue panadero. Además, en algunos de los sobrenombres se incluyen características físicas y otras particularidades. –Sí, ¿cómo cuáles? 55


–Ah pues ahí tienes a José Sánchez del Campo “Cara Ancha”. O a Ricardo “Negro” Montaño, Antonio Carmona Luque “El Gordito”. Han existido otros que parece que juegan con el tiempo, como Enrique Vargas “El Minuto” y Guillermo Veloz “El Pausado”. –¡Qué puntada, a quién se le ocurre! –Sí apodos, o sobre nombres hay muchos, algunos increíbles. –¡Pues ya lo creo abuelo! –Yo vi torear a un torero con aroma a rica especia; Fernando López “El Torero de Canela”. Y en uno de mis viajes a España vi a Curro Romero, quien al torear se ponía entre el chaleco una pequeña y fresca ramita de romero. Asimismo, han existido toreros con nombres de lagartos como Rafael Molina “Lagartijo” y otros parecidos a fenómenos naturales como Rafael Rodríguez “El Volcán de Aguascalientes”, Carlos Arruza “El Ciclón mexicano” y el mismo Lorenzo Garza, también conocido como “El Sismo y Estatua”. –¡Qué imaginación para nombrarlos! –Pero qué te digo, como en los cuentos de aventuras, existió un Juan Antonio Ruíz “Espartaco”, militares como Luis Castro “El Soldado”, tú sabes que no hay historia sin reyes, por eso te hablé del rey David Silveti, y mira que a Silverio Pérez le decían el “Monarca del Trincherazo”. –¿Qué es un trincherazo? Me suena a trinche, a cubierto. –Es un pase del toreo que se hace con la muleta, ah, también le decían “El Faraón de Texcoco”, ya que en esa ciudad nació. ¡También hay príncipes eh! 56


–¿Cómo cuáles? Pues a Alfredo Leal le decían “El Príncipe del Toreo” y José Tomás “El Príncipe de Galapagar”; y también hay algunas mujeres con sobrenombres de la nobleza, como la “Princesa Rubia del Rejoneo” Karla Sánchez. O Conchita Cintrón que fue “La Diosa del Toreo”. –Son muy valientes las mujeres toreras, como Clavel, mi amiga de Los Viveros. –Sí, la historia está llena de ellas, como ya sabes, desde Ariadna que ayudó a combatir al Minotauro. Y otras diosas griegas que saltaban sobre el largo y musculoso cuerpo del toro en épocas antiguas. Se suman muchos nombres de mujeres toreras que también han sido guerreras de los ruedos, quizá por ello surgió en su época Ignacia Fernández “La Guerrita”. Jerónimo se divirtió mucho con estas historias y ahora se le ocurría andar poniendo apodos en su imaginario a las personas, jugaba con las personalidades de la gente y solito se reía de sus propias ocurrencias.

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VII. Los toros Un sábado por la mañana, Jerónimo bajó corriendo por la escalera buscando a Manuel, quien se preparaba un café que daba un rico aroma a la casa. –¡Abuelo, abuelo, buenos días! Oye, con todo lo que me has contado, más quisiera yo que fuera uno o varios de mis amigos a la plaza ¿Cómo decirles a los padres de Pablo que lo quiero invitar el domingo a los toros? ¡Ah, también a mi amiga Sofía!, su mamá es pintora y quizá se anime a tomar alguna imagen de la plaza y llevarla a sus cuadros, si es que le gusta la corrida. Pero ya ves, te platiqué que nunca han ido, y dudan que sea bueno asistir a la plaza por ser niños. Repiten lo que sólo escuchan al aire, y algunas personas dicen que no es conveniente. ¡Si supieran que no es así! Yo voy feliz y veo a otros niños también muy contentos en la plaza y tú fuiste desde niño y mi mamá también, bueno, ni se diga, es su gran afición, y papá además vistió el traje de luces, eso es extraordinario. –Sí Jero, México tiene casi quinientos años de tradición taurina, y los aficionados han vivido todas sus épocas, siempre entre diferentes opiniones. Pero la fiesta es tan grande que el toro mismo se debe a ella, si no, su especie se extinguiría sin la grandeza del campo bravo. La fiesta es una tradición profunda en México. Pero entonces: ¿vas a invitar a tu amigo Pablo? –Sí, claro. ¡Y también quisiera que vaya Valeria, y Sofía! –Por supuesto, sería importante que fueran niños y niñas; y tal como decimos en casa, hay que llevar claveles, las flores que siempre han acompañado a la fiesta de 59


los toros. Ya sabes que a tu mamá le encantan, lleva docenas entre los brazos, van muy despeinados, pero inquietos de alegría, los lanza al ruedo cuando un torero triunfa sobre todo al que dice que es su “gallo”, al Matador Diego Silveti. Y así, el abuelo Manuel siguió contando a Jerónimo que varios toreros llevaban además el sobrenombre de “gallo”, que le causaba mucha risa al pequeño. –Sí, mira Jero, dentro de los apodos de ave, estuvo el español Rafael Gómez Ortega, “El Gallo”. Provenía de familia gitana, tuvo dos hermanos, Fernando y el gran José “Joselito”. Él como muchos más, fue un niño torero, pues a los nueve años ya era becerrista y banderilleaba. Además de Joselito Adame e Hilda Tenorio, Lupita López o Michelito Lagravere, entre otros niños y niñas más. –Pero bueno, -dijo Jerónimo– cada nombre nos da mucho de qué hablar. –Si quieres Jero, yo hablo con los padres de tus amigos y les explico de qué se trata para que los dejen ir. En la plaza van a vivir una experiencia inolvidable y si gustan, después invitan a más amigos y amigas. –¡Sí, a Sebastián! –Mira pues también su nombre evoca a aquel que le decían “Palomo Linares”, Y al torero francés del mismo nombre y de apellido Castella. En la plaza van a encontrar un lugar diferente a todos los que han visitado y más aún, traspasarán la barrera del tiempo. –¿Y cómo es eso? ¿Qué quieres decir? –Que ir a los toros es asistir a un espectáculo diferente en esta época moderna porque conserva tradiciones y costumbres de otros tiempos, que en otros no hay, y eso lo hace único. Puedo contar a sus padres, por ejemplo, que La Plaza México 60


es la más grande del mundo, pueden entrar en ella cuarenta y cinco mil personas. Además, es un valioso monumento arquitectónico que se inauguró el 5 de febrero de 1946. Algunos quizá ya hayan estado ahí, antes todo México hablaba de toros, había mucha afición. –Mis compañeros de la escuela con los que hicimos el paseo al Polyforum, vieron desde el autobús las esculturas de toreros famosos. –Recuerdo que lo comentaste al pasar por la Plaza, la Monumental de Insurgentes, así también se le conoce. Y es interesante cómo en las plazas, se entrelazan el campo y la ciudad, es decir, llega el toro de la ganadería a la plaza, que es parecida a una circunferencia donde se juntan los ciclos de vida. Eso representa el ruedo, es decir, la vida y la muerte, que es parte de la propia vida, en los humanos y lo mismo en plantas o animales. Las plazas descubiertas son también observatorios, pues hay corridas en las cuales puede observarse el cielo, la importante presencia del sol, y el caer de la noche, cuando se asoma sonriente la luna. Me encanta cuando está completamente llena, hecha un “lunar flamenco”, y alumbra todita la plaza, eso le encanta a tú mamá. Además, de… mira, ven, trae un poco de esos chocolates para inspirarnos más, ¿dónde están? Sobre la mesa. Me ayudarás a explicarles mejor a los niños y sus padres. –¡Me parece genial! –Pon atención, el toreo también nos pone en alerta y despierta sensaciones, asombra, es una fiesta colorida como el teatro antiguo; tú y tus amigos verán a alguaciles, como te platiqué, a la usanza española, vestidos de negro con sombrero de pluma que acaricia el viento. ¿Recuerdas?, así vestían los caballeros en la España de la época de Felipe IV. También es musical, pues se escucha el pasodoble que acompaña el festejo, y como en la escuela, también se usa un poco de aritmética, 61


se suma, se cuentan tiempos, se multiplica y se dividen ¡hasta las opiniones! Y el abuelo Manuel, aficionado de corazón, siguió contando a Jerónimo sobre la plaza de toros y su ambiente. Le dijo que era todo un espacio en que la gente no sólo habla, grita, ríe, exige, alaba, aplaude, silba, protesta, disfruta, convive, come y hasta canta el olé. Es un mundo de pasión y un lugar de expresión del público, donde pueden comportase de muchas formas. –¡Sí, tienes razón abuelo, es formidable, cuando hay mucha, pero mucha gente, eso lo hace más bonito. –Sí, porque las personas congenian entre sí, hay más comunicación, comparten el momento, y mira que también debaten opiniones sobre los toros y sus toreros favoritos. La corrida también es misteriosa, desde el toro negro que parece de terciopelo y el túnel largo y frío por donde salen a partir plaza los toreros, pero además hay una capilla en la plaza, en donde también se reza. Es más, es posible que al platicarles todo esto los padres se animen a ir a la plaza también pues van a compartir este espectáculo con sus hijos; recuerda, los taurinos invitamos, más no obligamos a ir a nadie. –Pues sí, abuelo, por eso necesitaba que me ayudaras a explicarles, porque quiero que nos acompañen y disfrutar juntos. –De igual manera podemos esperar la llegada de los toreros afuera de la plaza, y así verán de qué color viene vestido cada uno. ¿Recuerdas algunos colores que te he dicho, bueno, y que tú ya has visto? –Sí, blanco y oro, que se dice es como el de la primera comunión, se le quedó ese nombre, porque antes la mayoría de los niños y niñas usaban ese color al hacer esa ceremonia. Asimismo, está el solferino y oro, que es como el rosa mexicano, ¿verdad? 62


–Sí. –Mmm, también tabaco y oro, como el color del puro que fuma papá, obispo y oro, que se me figura a las flores de jacarandas en el mes de marzo y abril; y el grana y oro, como los pequeños estoques de los árboles de colorines que hay afuera de la casa. ¡Podemos jugar a adivinar estos colores y más! –De igual manera verán ustedes caballos bien peinaditos de su crin, algunas mulillas, con cubiertas de tela roja y borlas amarillas, algún gallo que luego los aficionados regalan a sus toreros favoritos y esperarán con mucho entusiasmo ¡Ya me los imagino! Y la salida del rey de la tarde: El Toro de Lidia. –Abuelo, podemos jugar a ir descubriendo las figuras geométricas que hay en la plaza, como lo he hecho antes contigo y con mis papás: el ruedo es un enorme círculo y hay otros más marcados, recuerdo, por ejemplo, déjame ver, déjame ver… ¡hay cuadrados en los burladeros! El capote mismo es circular, las banderillas juntas forman líneas paralelas. –Sí Jerónimo, así es. Recuerdo que un día mamá Laura te retó a encontrar diversas formas de figuras, pero tienes que esperar a que los otros niños las descubran, no se las digas luego luego, deja que las busquen ¿lo prometes? –Está bien. –En la plaza van a ser observadores para identificar, y sobre todo sentir, en qué momento de la corrida, juntarán sus voces y dirán: ¡Oleeeé! Esta es la expresión de mayor alegría, su significado viene desde tiempos remotos de la lengua árabe, significa ¡Oh Dios! –Abuelo, ¿qué día es hoy? 63


–Es martes. –¡Oh, no, faltan muchos días para que sea domingo, ya quiero que vayamos! –Primero tenemos que hablar personalmente con los padres de Pablo, Sofía, Sebastián, Luis, Valeria. ¿Quién más? Y por supuesto, con tus papás primero para que todos estemos en lo mismo. –¡Anda, vamos! ¿Sí? –Espera muchacho, ustedes también pueden platicar entre los amigos de tu escuela para que compartan la idea de tener esta experiencia a los demás compañeros de clase, y así, si alguien más quiere ir, también lo invitamos. Muchos niños que no tienen la oportunidad de ir a la plaza porque no la conoce su familia, o creen que no deben ir, como tú mismo lo dijiste, están confundidos y con poca información por todo lo que se dice: que pobre toro, que por qué muere, que no es bueno ir porque es violento, etcétera. Pero ya lo has visto y lo sabemos, la plaza es parte de los monumentos emblemáticos e históricos de México, la fiesta brava es parte de la historia cultural del país. –¡Oye abuelo Manuel! ¿Y sí también les hablamos de que ir a los toros es como entrar dentro de un cuento? –De verdad, ¿eso has sentido? –Yo, sí. –¡Olé! Sí, es como viajar en el tiempo, como cuando se visitan las zonas arqueológicas y sus representaciones de luz y sonido en las ruinas mayas, es entrar a otra época en plena modernidad, pero aquí los personajes son reales, los toreros y toreras son verdaderos y el toro un ejemplo de la especie bravía. Hoy en día que 64


ustedes juegan en el XBOX, iPod y otras cosas, si por ejemplo se adentraran en otro escenario como este, en vivo, les ayudaría a enriquecer la imaginación, por ejemplo, cuando dicen eso de que, si los toreros triunfan, “abren la Puerta del Príncipe”, ¡es fantástico! Me imagino que esa gran puerta de madera es tan pesada con todo y metales que hasta rechina. Y cuando los aficionados les dicen ¡Torero, torero, torero! Es como si fueran héroes en plena batalla. –¡Ya lo creo abuelo! –De hecho lo son, Jerónimo, son unos guerreros. ¿Sabes todo lo que se preparan para llegar a ese sitio?, son un ejemplo de disciplina y valentía. Son seres que hacen arte junto al toro, su eterno amigo. Sabes hijo, estoy seguro de que si van los papás de tus amigos a la plaza, disfrutarán al imaginar que antes también venían a este lugar grandes personajes de la vida social de México, como el cómico Mario Moreno “Cantinflas” el compositor veracruzano Agustín Lara, y la actriz María Félix, entre muchos más, hoy en día también siguen yendo varios artistas; seguro alguno de los padres o abuelos de ellos eran aficionados; y aquí se encontraban disfrutando las corridas de toros. Además les gustará vivir este ambiente lleno de fiesta, en donde hay flores, gozarán el aroma de la plaza, desde el perfume volátil de una guapa aficionada que llega garbosa y adornada con sombrero, hasta el olor de una ráfaga de vino que se escapa de una bota de esas clásicas “ZZZ” que es una marca, pero lleva todo un significado, no sólo por ser como esos antiguos recipientes artesanales hechos de piel, sino también, porque el hombre que puso su fábrica de botas de vino utilizó este calificativo de las “tres zetas”, ya que fue padre de unas niñas trillizas, sus tres zagas. –¡Tres gachís juntas, son muchas, como un cartel completo! –Bueno, otra cosa que seguro les va a ser atractiva, es que ustedes también se entretienen y aprenden sobre los diferentes colores de pelaje de los toros, ya sabes que en una tarde pueden salir varias pintas. Quiero decir que por la puerta de los 65


sustos no sólo puede salir el toro negro, también puede brincar a la arena un toro jabonero. –Es decir ¿cómo un jabón? –Es un poco amarillento, como café con leche. O un ensabanado. –¡Como sábana! –Es cuando la piel y el pelo es blanco. Un mosqueado. –¡No, abuelo, ahora sí que te estás burlando de mí! –Así se dice cuando la piel está cubierta de manchas pequeñas. ¡Qué tal un berrendo, como si la piel tuviera nubes blancas y negras o un chorreado en verdugo, es el que tiene rayas verticales de color café con negro, o un capirote, el que tiene la cabeza blanca y un color distinto en el resto de su piel. –¡Ah, pensé en el postre de la capirotada que prepara mamá! –Así pareciera, también hay el toro caribello, con cabeza oscura y frente salpicada de pintas en tono más claro. –Imaginé un toro muy guapo ¡como yo! –¡Pedazo de niño, qué vanidoso! Jerónimo se quedó mirando fijamente a su abuelo y le dijo: –Abuelo: ¿Por qué tu cabello se ha hecho cárdeno claro? 66


–Hijo mío, la vida misma cambia y nos va cambiando a nosotros de pintas con su paso. Pero ve, hay otros que se les llama botineros. –¡Como si trajera botas, seguro! –Sí, tiene las patas color negro, y por eso parece que trae ese calzado que dices. Además, algunos también tienen un nombre de acuerdo con las características de su cara, por ejemplo, los que tienen como un ojal alrededor de los ojos de color más claro, llamado ojo de perdiz. –¡Uff, pero qué cosa! eso es nombre de un ave, las vimos en la escuela. –Pero los hay luceros y nevados, es algo hermoso. –Como la naturaleza y los paisajes que coloreo en mis libros. Y fascinado con los detalles de su afición, Manuel siguió contando a Jerónimo sobre las características y diversidad de los toros de lidia. Le platicó que los ganaderos clasifican a los toros desde que nacen; los erales son muy consentidos, también de becerros, añojos, novillos y hasta que se hacen toros adultos. Siempre los cuidan mucho a lo largo de su vida, los registran, los vacunan, les ponen un nombre, además de su distinción por el color llamada también “capa” o “pinta”. –También sus cuernos son otro asunto, al crecer van tomando formas diferentes que reciben nombres categóricos así se logra en conjunto específico una armonía, una belleza, una estampa que los hace únicos. Por ejemplo: los hay astifinos es decir largos y delgados, hay capachos, cerraditos y hacia adentro; descarados, es decir, muy abiertos ¡hay más de catorce formas! También los pitones tienen una parte que se llama “cuna” y eso es hermoso, porque es como el recinto donde duerme un niño, y en esa cuna duermen también los sueños de un torero. 67


Los cuernos de los toros son parte importantísima para torearlos, deben ser intactos, si se llega a romper por algún motivo en los burladeros de las plazas se le dice despitorrarse y cambian al toro por otro, pues pierde parte de su poder. –¡Ah, como mi lápiz cuando se rompe la punta! – ¡Ja, ja, ¡Ja, exactamente, así! De todo esto hablaba Manuel con Jerónimo que parecía encantado sin moverse y con la sorpresa y el deleite reflejados en su mirada. Después de un momento de silencio, exclamó: –¡Ay abuelo, qué magia! Pero sigamos por favor, ahora háblame más de los lances y pases del toreo, Sé que también son muchos, sus nombres me gustan y divierten. Tomando aire y dando unas palmaditas de cariño y complicidad a su nieto, Manuel continúo. –¡Eso es de lo más interesante! Tus amigos y tú van a gozar al ver los capotes en movimiento, se pueden dibujar hasta serpentinas con el percal. Quizá tengan la fortuna de ver alguna de las suertes como las verónicas, faroles, mariposas, saltilleras, gaoneras, caleserinas, chicuelinas, fregolinas, el manguerazo de Villalta, así como una enorme lista. Además de la muleta en movimiento por naturales o derechazos, que son los lances básicos, péndulos, manoletinas, molinetes, y más, incluso hay a una suerte que se llama el imposible que claro, se llega a hacer posible. –¡Seguro les gustará la música que hay en la plaza! –Continúo Manuel– En la Monumental Plaza México, toca la banda un pasodoble, música de origen español que acompaña a las corridas entre la lidia de cada toro, en el interior de la República en ocasiones la música acompaña las faenas. A mí me encantan, por ejemplo: “El Cielo Andaluz”, “La Virgen de la Macarena” y otro pasodoble que se llama “En er mundo”– Dijo el abuelo entusiasmado. 68


–Pues a mi madre y a mí nos encanta “El gato montés”. –¡Olé! –Abuelo, pero ¿Cómo les explicamos la muerte del toro? Sobre eso me han preguntado mis amigos y amigas. Por eso luego todos se espantan más que con “el brujo de Apizaco” que finalmente era hasta amigo de los niños. –Hijo, el toro tiene que morir, como mueren muchos otros animales y a la mayoría de ellos nosotros no podemos acompañarlos en sus últimos momentos; a mí me da gusto que con el toro de lidia sí se pueda, además recuerda, son animales que crecen con esta finalidad, son tan bravos, que no se pueden domesticar, y triste sería que no vivieran como viven y crecen en libertad en el campo, con una exquisita hierba fresca como alimento, viendo amaneceres, lunas y estrellas, hasta llegar como los árboles de Navidad, a su destino final. Los toros nos darán mucha dicha; igual que el aroma y la compañía de un pino cuando llega a nuestras casas, el toro nos transmite muchas emociones ya sea en las ganaderías o en el campo, al igual que a los toreros y sus cuadrillas, y a otras muchas personas que trabajan en el maravilloso mundo de la tauromaquia, que es su profesión. –Abuelo, sin ti y sin papá, y su pasión que también tiene mamá Laura, nunca hubiera conocido y entendido tantas cosas de las corridas. Jerónimo salió de la habitación con alegría. El abuelo se sintió plenamente feliz de platicar con su nieto sobre la pasión de su vida, de pensar que él transmitiría esta afición a muchos niños y jóvenes más, a pesar de todas las adversidades y cosas negativas que se dicen sobre esta tradición, sin saber que el toreo, como las estrellas y la luz de la luna, toca vidas para siempre y se queda en el corazón de los seres sensibles al arte. Llegó el fin de semana y por la mañana del día sábado, el abuelo escuchó ruido en 69


el jardín y salió a buscar a su nieto. –¡Jerónimo! ¿A qué juegas? –¡A la Corrida! –¡Caramba! – Expresó su abuelito. Jerónimo había tomado en cuenta todas las explicaciones que Manuel le había hecho tarde a tarde, además de desarrollar una mayor apreciación del espectáculo al que ya había asistido varias veces con su familia. Así que echó mano de todos sus juguetes para construir una plaza de toros portátil, como la famosa plaza artesanal hecha con las habilidades de los indígenas que el abuelo le había mostrado en sus libros, llamada “La Petatera”, y que se encuentra localizada en el municipio de Villa de Álvarez, en el Estado de Colima. Recordó que esta plaza es construida y reconstruida, a base de petate e ixtle, materiales que se producen en esa zona, y tiene la facultad de que puede ser adaptada en diferentes sitios. Y así imaginó la suya: usó de manera artesanal, palitos de madera, alambre, pegamento, cartón, arena; recolectó en el jardín pasto y tierra y hasta fue a la cocina de la casa a buscar azúcar glas, esa que es como polvo blanco y se usa para decorar pasteles. Entró a buscar en los cajones de la máquina de coser de su madre algunos recortes de tela roja, rosa y de terciopelo; algunas lentejuelas de un disfraz que usó cuando era pequeño. También buscó hilos, agujas, pinturas y pinceles. Fue a la jaula de los pájaros a tomar cautelosamente una pluma caída para el sombrero del alguacil. Y con todo lo que se le ocurrió, construyó una pequeña placita de toros y creó a todos los protagonistas de una corrida. Primero dibujó y recortó en una cartulina la circunferencia del ruedo, según había aprendido en sus clases de geometría, lo pintó de rojo y lo pegó sobre una tabla de madera donde fue montando cada elemento de la plaza: puso la arena 70


que consiguió del arenero del colegio y los tercios del ruedo los pintó con azúcar glas. Jerónimo era tan observador, que cada uno de los domingos que asistía a las corridas, se fijaba en todos los detalles del evento; esos recuerdos, junto con los libros ilustrados del abuelo y sus pláticas, le permitieron elaborar y dar vida a los personajes que gravitaban en su mente. Jerónimo era un niño que por varios días se alejaba de los video juegos; los fines de semana, si había posibilidad, él y su familia buscaban ir a alguna plaza cercana a la ciudad en Tlaxcala o Querétaro. Entrar en ese mundo fascinante de la fiesta de los toros era algo que le encantaba, se daba cuenta y reconocía todos los elementos ecológicos que implica la crianza del toro de lidia; por ejemplo, la conservación del campo bravo y el equilibrio de vida con otras especies. Él podía sentir el olor a hierba, hacer los corrales de la plaza y jugar con paja y tierra para crear caballerizas e imaginar el ambiente que une el campo y la ciudad. Jerónimo buscó asesoría de su mamá para hacer uso del hilo y la aguja, ella con mucho gusto lo ayudó y al darse cuenta de que podía coser se sintió un sastre; mamá Laura le recordó aquel cuento infantil en que el señor Geppeto le hacía ropa a Pinocho, a diferencia de que este atuendo era algo fuera de serie. El niño intentaba bordar y hacer trajecillos de luces, en colores como tabaco y oro, obispo y oro, blanco y oro. ¡Y, hasta el traje del alguacil con sombrero de pluma que acaricia el viento al partir plaza a caballo! Día a día daba vida a su obra. Una tarde ya una vez terminada su placita dio la sorpresa a su abuelo Manuel. –¡Abuelo, abuelo, quiero mostrarte lo que hice! Y se acercó a él con la plaza entre sus manos, pero escondida en la espalda. –¡Mira!– La puso ante sus ojos. 71


–Pero ¡qué has hecho “chiquillo de canela”, esto te ha quedado formidable, es una obra de arte! –¿De verdad te gusta? –Sí, me entusiasma mucho que tengas tanta creatividad como para haber hecho esta plaza chiquita, déjame verla bien. ¿Y qué vas a hacer con ella? –Invitar a mis amigos a jugar, como cuando tú me contabas que en las calles de la ciudad y en la provincia se veía jugar “al toro” en la banqueta, uno embestía y otro toreaba, y hasta se formaba la cuadrilla. Aquí lo haremos en casa o en otro lugar, como mi plaza es portátil, será igual que cuando sacamos el futbolito. El abuelo abrazó a su nieto, satisfecho por todo lo que había logrado transmitir al niño.

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VIII. La invitación a la ganadería Sin dejar de lado la idea de invitar a los amigos y sus padres a una corrida de toros, el abuelo Manuel y Jerónimo pensaron que sería mejor hacer antes una visita al campo bravo. El abuelo tomaba un café en su sillón favorito, en el estudio donde lo acompañaban siempre sus libros y cuadros de toros, además de figurillas y pequeñas esculturas que a lo largo de sus años de aficionado a los libros de toros fue coleccionando, cuando Jerónimo entró corriendo. –¡Abuelo, abuelo! –La temporada grande ya viene, pero como ya dijimos que conviene ir antes a la ganadería, ¡se me ocurre hacer ya la invitación! ¿Me ayudas? –¡Hey, hey, espera gachó, que el toreo como la vida tiene sus tiempos! Trae aquí papel y pluma, vamos a escribir. Imagina, ¿cómo comenzarías tú la invitación, Jerónimo? Ambos hicieron varios borradores, hasta que quedó el definitivo, cortaron en papel terciopelo de color negro un toro de lidia, y sobre su delineada anatomía escribieron con plumón blanco.

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Estimados amigos: Están ustedes invitados el próximo sábado 26 de octubre a visitar una hacienda ganadera de toros de lidia, en donde se podrá convivir con becerritos y ver los toros en su hábitat, además de poder platicar con los caporales y los ganaderos que crían y cuidan con mucho amor y entrega al ganado. También disfrutaremos un paseo a caballo por el río y de una visita en la plaza de tientas y lo que es más, podrán ver una muestra de lo que es torear. Y si algún valiente se anima, podrá bajar al ruedo, pues saldrá una vaquilla para poder torearla con ayuda de algún torero experto. Para rematar, disfrutaremos una comida campirana y viviremos una experiencia única. La salida es a las 8:00 de la mañana para regresar a las 18:00 horas aproximadamente. ¿Qué dicen, nos acompañan? Atentamente su amigo: Jerónimo Hernández y familia. Los padres de Jerónimo en complicidad de familia acordaron entregar personalmente a los padres de sus amigos las invitaciones. Y para fortuna del niño, la mayoría de los invitados aceptaron, y lo que es más, se sorprendieron con la nove75


dosa invitación; quizá el ánimo y la frescura del amigo de sus hijos atraparon la atención de los adultos. Llegado el día se organizaron las familias para salir rumbo al campo bravo mexicano. –¡Mamá, papá, abuelo, vamos ya! –Estamos listos. Llegaron al lugar de la cita varias camionetas. Todos sentían una gran expectativa, el día los premió con un cielo azul intenso y despejado que les permitió la clara vista de los volcanes de leyenda, el Popocatépetl e Iztaccíhuatl. El destino era Tlaxcala, el Estado que alberga más de 38 casas ganaderas. Después de viajar por carretera y un poco de camino en terracería se escuchó decir al padre de Jerónimo. –¡Hemos llegado! Bajaron de las camionetas las niñas y los niños, las mamás y papás con sus sombreros, el sol reía a carcajadas. Jerónimo dijo a todos. –¡Reto a quien vea al primer toro a lo lejos! Se acercó uno de los guías que los apoyaría en todo el recorrido, explicando cada sitio de la enorme hacienda que data del año 1835. Una señora exclamó: 76


–¡Es bellísima la entrada, el tiempo se ha quedado marcado en las paredes de estas piedras! Los condujeron a visitar los pasillos y salones del casco, vieron cabezas de toros emblemáticos toreados por grandes diestros y que se inmortalizaron al disecarse, por haber sido de grandes faenas, varios de ellos, decoraban la hacienda; había fotografías en color sepia y otras que hablaban por sí solas con los rostros de toreros y ganaderos entre los que hoy, más de alguno es leyenda. Llegaron al momento más esperado por todos: ver a los toros, las vacas y los becerros en su vasto ecosistema, ya que pájaros y conejos entre otros animales, cruzaban de repente a poca distancia de ellos. Sebastián, Valeria, Pablo, Sofía, Luis, y Jerónimo caminaban silenciosos en los espacios permitidos. –¡Vamos a darles de comer a los becerros!– Propuso Valeria. Pablo tomaba la pastura que sacaba de las pacas y la repartía a todos. Valente y Laura platicaban con los demás y escuchaban la historia de la formación de la ganadería y su linaje. –Me encanta el color del pelo de este becerro color rojizo, – dijo Sofía. –Se dice castaño– Aclaró Jerónimo. –¿Y ese de allá? –Es un berrendo. –Ja, ja, ja, se parece a mi perro, es igual su color– rio jugando la niña. 77


–Sofía, hay muchas pintas de toros, así se dice y se distinguen, es divertido; vengan, ya nos hablan. Fueron a ver la pequeña plaza de tientas y a los toreros que vestían a la usanza campera andaluza, mientras las nubes aborregadas se acomodaban como un disperso rebaño en el cielo. Valeria vio como un joven torero abrió el capote y lo comenzó a mover suavemente, en el tour a la ganadería se podía apreciar esta parte y vivir más de cerca el fascinante mundo del campo y sus secretos. Las familias se sentaron en las gradas y todos pusieron mucha atención a lo que acontecía en el ruedo. Desde lejos se veía a algunos toros sementales que aventaban la pastura de pitón a pitón con total arrogancia, como quienes son dueños del campo y dioses de su especie, finalmente toros de lidia. El abuelo Manuel entonó el primer olé de la tarde, y junto con otras familias que llegaron por su parte, se fueron reuniendo en complicidad taurina; los niños ya aplaudían con mucho fervor y sus familiares también. El ganadero era inconfundible, con el sombrero de charro tan grande como el del mismo Emiliano Zapata, y tan bigotón como el mismo revolucionario o como aquel que le llamaban Ponciano Díaz “El torero bigotón”. Desde lejos saludó a todos los niños. La tarde se vestía con los colores naranjas del atardecer, terminaba la tienta. –¿Ya vamos a comer? Tengo hambre. –Dijo Sofía. –Los toreros dicen Jamar. – Aclaró Jerónimo con orgullo. 78


–Jero, tú dices muchas palabras que yo ni entiendo. –Pero poco a poco las aprenderás, es genial. ¡Vamos ya! Terminaron la exquisita comida, la tarde se tornaba fresca, y los comentarios no dejaban de escucharse y sorprender a los adultos, mientras los pájaros regresaban a casa con un vuelo sereno y firme. Los integrantes del grupo agradecieron a todas las personas de la ganadería, se despidieron y antes de abordar las camionetas de nuevo, cada quien con su cuadrilla se escuchó decir al padre de Pablo. –¡Jerónimo! No sabes cuánto agradezco a tú abuelo a tus padres y a ti esta invitación. Si lo que sigue es la Plaza de Toros, queremos ir contigo. ¿Qué dicen, todos están de acuerdo? ¡Sí, sin duda alguna! –Contestaron al unísono. Jerónimo solo guiñó un ojo al abuelo y la alegría lo condujo a apretar con fuerza la mano de Manuel.

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T E RC E R C A PĂ? T U L O

Junto al toro

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IX. Del campo bravo a la plaza Después de la visita a la ganadería, los niños y sus familias quedaron sorprendidos de ver y contemplar con sus propios ojos la belleza del campo bravo mexicano, lo enorme que es el terreno, ese exquisito olor a tierra y pastizales, sintieron ternura de ver a las vacas con sus becerros, el silencio que impera y que sólo el bramido de un toro rompe el viento. Impresionados del cuidado, el amor y la pasión que deposita el ganadero día a día para poder preservar al toro de lidia y su especie, preguntaban al abuelo Manuel y a Valente, el padre de Jerónimo, el día que fijarían para ir a la plaza más grande del mundo: La Plaza México. Sin pensarlo mucho, cuando llegaron a la ciudad, antes de marcharse se pusieron de acuerdo para vivir la próxima aventura y con la ilusión de visitar la Monumental plaza de Insurgentes, como también se le conoce, Valente dijo. –La temporada grande está por comenzar, ¿les parece ir a la corrida de inauguración? Se voltearon a ver al mismo tiempo los padres de Sebastián, Pablo, Sofía, Valeria y Luis. Una señora preguntó ¿en qué fecha comienza? –El último domingo de octubre– respondió Valente. –Nosotros sí podemos. –También nosotros. 82


–Y nosotros. –¡Sí, vamos! Valente comentó: Entonces yo me encargo de comprar los boletos y nos veremos antes de la corrida, a las 14:00 horas, para disfrutar del ambiente, la comida y ver la llegada de los toreros. Recuerden que la corrida comienza a las 16:30 horas. A esa hora en punto suenan parches y metales y comienza el paseíllo. –A esa hora llegaremos, ¿pero en qué sitio nos reunimos?, preguntó la madre de Sofía. –En la puerta principal, donde está la escultura más grande de todas llamada “El encierro”– contestó Valente. –Nosotros ya la hemos visto– exclamó Luis, – cuando íbamos a visitar el Polyforum Cultural Siqueiros y pasamos por ahí, ¿recuerdan chicos? –¡Sí! –Contestaron niñas y niños con ímpetu. Los mayores se despidieron entre sí, al igual que ellos. Jerónimo les recordó: –Si quieren lleven lápiz y una libreta chica, por si gustan apuntar o dibujar algo– Después guiño un ojo en complicidad con el abuelo, la alegría lo conducía a apretar con fuerza su mano delgada y de piel suave. La tarde esperada llegó y con ello el encuentro de los amigos en un escenario poco común hoy en día, y por lo mismo novedoso. 83


En la mañana de ese día tan esperado, en la casa de Jerónimo se hacían los preparativos, era preludio de corrida, había almuerzo, aroma de café, el periódico sobre la mesa con su inconfundible olor a tinta que anunciaba el cartel de la corrida para esta tarde anhelada. El abuelo se asomaba por la ventana, con el deseo de que no fuera invitado el viento que molesta tanto el capote y la muleta de los toreros, ya que los hace moverse como la tela de un velero en alta mar. Todos deseaban una tarde agradable y con sol, el almuerzo era amenizado con música de guitarra flamenca que gustaba a Laura y que ambientaba también la casa. La familia ya había planeado lo necesario como anfitriones de la fiesta; hicieron ramitos de claveles para darles a sus amigos por si era preciso lanzarlos al ruedo a los toreros; llevaban los pañuelos blancos para pedir las orejas y el rabo, si resultaba alguna faena gloriosa. Después del medio día se fueron a la plaza; Jerónimo exclamó. –¡Mamá, qué guapa estás con ese sombrero! –¿Te parece? Gracias hijo. –¡Papá, abuelo, ya están listos! –¡Qué inquietud Jerónimo, ya vamos, toma los boletos! La familia se dirigió a la Monumental de Insurgentes y en el camino, planearon cómo se sentarían en la plaza de manera alternada para poder comentar la corrida y explicar un poco a los invitados. Llegaron al lugar del encuentro y muy entusiastas, observaban la plaza y percibían ese ambiente explosivo de aromas y murmullos desde la entrada. 84


–¡Hola Jero! dijo Sebastián. –Hola – ¿Ya llegó Sofía, y Luis? Preguntó Jerónimo. Grandes y chicos se fueron saludando unos a otros. Luego decidieron ir a comer, para después, tal como lo planearon con anterioridad, llegar a ver de cerca a los toreros, y de ser posible, que los niños les dieran la mano. Así fue conforme iban llegando y entre la gente se exclamaba con ímpetu. –¡Suerte Joselito Adame! ¡Suerte Maripaz Vega! ¡Suerte Diego Silveti! –El sol fue un fantástico invitado. Los niños comentaban cosas espontáneas que los adultos oían y que quizá ellos también pensaban, pero no se atrevían a expresar. –¡Cómo brillan sus trajes! –¡Usan medias de color rosa! –¡Traen sombrerito raro de felpa negra! –¡Pero qué guapo ese! – dijo Sofía. Entraron a la plaza y sintieron una gran sorpresa, especialmente los chavales, quienes gritaron al ver entrar a los toreros y sus cuadrillas. –¡Cómo caminan, tan derechitos, qué elegantes y qué valientes! –¡Están haciendo el paseíllo! Pero después saldrá su majestad– Manuel dejó inquietud en todos. 85


–¡Ya van abrir la puerta de los sustos! –Dijo Jerónimo. –¿Qué, qué? – preguntaron varios muy inquietos. –Bueno, pues que ya va a salir el toro, ¿están listos? –Añadió el pequeño aficionado. La salida de aquel corpulento animal de finas astas les causó el mayor asombro. Sin darse cuenta aplaudieron igual que cuando sale a escena el primer actor en una obra de teatro importante. La bravura del toro les llamaba la atención, es una de las características que lo hace ser una majestad. El diestro ejecutó un espectacular lance a la verónica, que gustó mucho al público. –Eso que hace el torero con el capote es algo muy bonito, que luce mucho, explicó Laura. –El toro es color negro noche. Emitió muy poética Sofía. –Se dice negro zaino, ¿verdad abuelo? Aclaró Jerónimo con orgullo. –Oye, ¿pero eso es torear? ¡Sí parece que está bailando un ballet, despacito! – Apreció con asombro el papá de Sebastián. Un olé muy largo y profundo se escuchó en los tendidos. La madre de Sofía comentó: –Mi padre era un gran aficionado, y murió amando la fiesta de los toros. Yo la verdad no había venido… ¡Ay! Pero ese hombre, señor Manuel, ¿cómo le dicen? ¡Lo va a derribar el toro! –Ah, es el picador -respondió el abuelo– ¡caray, hasta voló su castoreño, es su sombrero! 86


Los niños comenzaron a comer caramelos agridulces, comentaban sobre las esbeltas banderillas, y por qué y en qué momento se dice ¡Olé! Valente explicó el significado de esa exclamación única, que reúne tanta alegría y emoción. De pronto el matador comenzó a torear con la muleta de manera sublime. Jerónimo, que ya tenía mucha variedad en su vocabulario taurino y frases que había escuchado desde siempre, dijo: –¡Ya salió el duende! –¿Cómo? –Sí, el torero tiene un duende que le conseja y por eso torea de esa manera. –¿Ah sí? -dijo Luis– ¡Pues cuánto le ha de cobrar! En ese momento hasta las personas que estaban en el entorno, dibujaron una espontánea y gran sonrisa. La faena de muleta es muy importante, un ejemplo de lo profundo que es torear y este público nuevo formado por el entusiasmo de Jerónimo estaba atento a todo el acontecer en la arena y llamaba la atención a los demás aficionados, la devoción y el amor con que la familia anfitriona explicaba cada momento los conmovía mucho. Los olés retumbaban en la plaza. Los niños por momentos dejaban de comer sus dulces y sus ojos se clavaban como un par de banderillas en un solo movimiento de capote. –Torear es de valientes– Dijo Sofía. –Y de artistas. –Agregó Luis. 87


El diestro toreaba a su toro de nombre “Consentido” como si aprovechara el significado del mismo nombre, es decir, consintiéndolo; ése era el sentido de su faena, llevar al toro suavemente y transmitir una emoción, y a la vez con mucha destreza y técnica en lo que hacía. Pablo dijo: –¡Jerónimo, todos dicen olé! ¡Hay mucha gente! –Y mucho ambiente –Completó mamá Laura. Aunque nadie se los había pedido, los niños aplaudían contentos la faena. Cuando se procedió a llevar a cabo la suerte suprema, la hora de la verdad, la plaza guardó silencio. El matador con su estoque que brillaba con los rayos del sol, finalizó la faena. “Consentido” dio un paso hacia el cielo de los toros y en el silencio que la plaza guardaba, se sentía la comprensión de que la muerte es parte del ciclo de todo ser viviente. Jerónimo dijo a sus amigos: –¡Pidan la oreja! Es como un trofeo para el torero. –¿Y cómo?– le preguntaron. –¡Saquen los pañuelos blancos! –¡Hey, parecen palomas al vuelo! -Se oyó decir a Sebastián. La Plaza México era una fiesta, los aficionados de todas las edades aplaudían con mucha ilusión. El torero dio la vuelta al ruedo caminando y los ramitos de claveles que llevaron a la plaza, volaban como pájaros cardenales por la similitud del 88


color de sus pétalos rojo encendido. Él recibía la ovación y, a su paso, atrapaba algunos con su mano, mientras agradecía muy contento la calidez del público. La tarde transcurrió y como cuando el abuelo y Jerónimo platicaban sin sentir el tiempo, cayó la noche. Salieron de la plaza entre comentarios y sensaciones diversas. A los pies de la escultura principal que luce en lo alto de la Plaza México, en donde se habían encontrado todos, se despidieron con alegría, dando las gracias a los anfitriones por lo que hasta ese momento habían conocido por esta familia taurina.

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X.- ¿A dónde vas Jerónimo? En el camino a casa, Jerónimo y su familia, felices, intercambiaban impresiones. – ¡Mamá, viste como disfrutaron mis amigos! –Sí Jero, Sofía me recordó lo que me platicaba mi mamá, cuando ella tenía su edad e iba con sus padres al Rancho del Charro y a la Monumental de la Ciudad de Morelia, en donde ella nació; era una chiquilla, disfrutaba mucho la plaza y ver a los toreros, se le hacían como reyes, muy guapos y vestidos de oro, realmente la deslumbraban. Fermín Espinosa “Armillita”, al que un día le dio la mano. También recordaba a Silverio Pérez y a uno que le decían “El Chato Mora”. El toreo muestra la verdad de la vida, es decir, no oculta nada, puede haber gloria o fracaso, miedo y satisfacciones, todo puede pasar en el ruedo, al igual que en el otro inmenso ruedo, el de la vida. -Valente agregó: –¿Pero viste a Pablo? No paró de mirar a todos los toros con asombro y jugar contigo a decir las pintas y sorprenderse de su bravura –El abuelo Manuel intervino: –Creo que logramos tu sueño Jerónimo, ir disfrutando poco a poquito con tus amigos la vida del toro, la plaza y la corrida, ya sembraste semillas de afición, es posible que algunos quieran ver otra tarde de toros, o quizá no regresen, pero ya conocieron algo de la grandeza que tiene el toro de lidia y el mundo que encierra. Verte a ti y a ellos juntos, es un hermoso regalo que me das. Una vez que entraron a la casa, Jerónimo le comentó a su abuelo, emocionado: 91


–Abuelito, tú y toda mi familia son mi orgullo. Me han enseñado desde pequeño el amor al toro, mamá me arrullaba cantando el “Huapango Torero”, mi padre fue torero y tú, el más sabio taurino que pude conocer. Tuve la suerte de pertenecer a esta sangre. Cuando sea mayor quiero continuar con ésta y otras tradiciones, como cuando celebramos los cumpleaños, la Navidad y la ofrenda del Día de Muertos. El abuelo lo abrazó, y le dijo: –¿Sabes Jero? También mi padre fue aficionado, esta afición existe desde nuestros ancestros, como el mismo toro. Él conoció la fiesta de hace muchos años y seguro ha de estar feliz de escucharnos platicar esta noche. Pero vamos gachó, creo que ya es hora de ir a descansar. Mañana hay que ir al colegio y seguro tienen que estudiar y en el recreo mucho de qué platicar con tus amigos. –Está bien, muchas gracias por este día y por todos los que hemos pasado juntos en este mundo de los toros, y además los que nos faltan, ¿verdad? Jerónimo, misterioso se fue caminando despacito, pero desvió su ruta hacia el baúl en donde estaba dormido aquel traje de luces de su padre. Sacó el capote de seda bordado y se lo echó a la espalda con mucha seguridad y gallardía. Iba por el pasillo muy calladito, ni sus pisadas se escuchaban, cuando de pronto, Valente lo sorprendió. –¡Olé Jerónimo, a dónde vas así! –¡A partir plaza, con mi capote de paseo!

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GL OSA R IO A cuerpo limpio. Es una expresión que se utiliza cuando se torea sin capote o muleta. Alguacil. Es la persona encargada de ejecutar las órdenes del juez de plaza durante las corridas de toros, hace su aparición a caballo; viste de negro y sombrero adornado con una pluma a la usanza de Felipe IV de España. Él recibe simbólicamente la llave de los toriles y entrega los premios a los toreros. Alamares. Parte del traje de luces que cuelga de las hombreras de la chaquetilla. Alanceado. Se dice así a la forma de ejecutar la suerte de varas. Añadido. Es un accesorio pequeño, redondo y negro que usan los toreros, en la nuca, junto con la coleta, que es de cabello trenzado. Añojo. Toro entre uno y dos años de edad. Astifina. Cornamenta de los toros larga y terminada en punta muy fina. Avíos. Utensilios necesarios para realizar la labor de faena. Ayudado. Es un tipo de estoque que se usa para cuadrar la muleta para torear. Banderilla. Es un palo de madera delgado de aproximadamente 70 centímetros cubierto con adornos de papel con un arpón en su punta. Becerro. Es la cría de la vaca brava que no pasa de dos años de edad. Belfos. Se refiere a la orilla de la tela de la muleta, Berrendo. Es el toro de color blanco con manchas uniformes de color negro. Botinero. Es la característica de las patas de un toro de color negro.

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Burladero. Lugar en el que se refugian los toreros detrás de las tablas que delimitan en ruedo. Callejón. Espacio del ruedo de la plaza, que sirve para refugiar a los toreros mientras no les toca participar. Caleserinas. Es un lance que creó el torero mexicano Alfonso Ramírez “El Calesero”, se inicia como si fuera una verónica continuando como si fuera un farol que es otro lance de capote. Caló. Lenguaje de los gitanos. Cambio de tercio. Cuando termina un tiempo o fase de la lidia del toro y comienza otro. Son tres tercios en total. Capa. Se refiere a que en los toros y caballos “su cuerpo está cubierto de una capa de pelo brillante de algún determinado color. Capachos. Es el tipo de cuernos del toro un poco caído, porque cada punta tiende a unirse como si fuera un broche. Capirote. Cuando el principio del cuello y cabeza del toro es de color más obscuro que el color general. Capote de paseo. Es una pieza bordada en seda que usan los toreros cuando hacen el paseíllo. Capote. Instrumento básico para torear forrado de tela en color rosa y amarillo. Cárdeno. Color de pelo entre gris y blanco. Caribello. Es cuando en la cara y frente tienen pelos blancos. Carretilla. Bicicleta adaptada con cabeza de toro de material acrílico, que se emplea para entrenar. Castoreño. Sombrero que usan los picadores. Catadura. Se dice así al toro de gran tamaño, de mucha corpulencia. 94


Coleta. Accesorio de cabello trenzado que usan en la nuca los toreros. Cornamenta. Son los cuernos del toro. Cuadrilla. Conjunto de banderilleros y picadores que acompañan un torero. Cuna. Es la parte del cuerno entre su nacimiento y la punta. Chalado. Tener un poco de locura en un sentido imaginario. Chanelar. Se refiere a conocer y entender claramente sobre el tema taurino. Chaquetilla. Parte superior del traje de luces de los toreros bordada a mano. Chaval. Sinónimo de niño. Chicuelina. Lance del toreo en que el torero envuelve su cuerpo con el capote, es muy alegre y vistoso. Chorreado en verdugo. Cuando la capa o pelo del toro es clara y las bandas tienen color oscuro, casi negro. Dehesa. Así se le llama al campo de crianza de toros de lidia. Descarado. Se le llama a los cuernos del toro cuando su forma es muy abierta entre sí. Despejo. Es como abrir paso a los toreros y sus demás protagonistas en el ruedo de la plaza cuando va a empezar una corrida. Despitorrarse. Cuando un toro pierde por un accidente uno de sus cuernos. Diestro. Sinónimo de torero. Echar el toro. Se refiere a cuando entre dos personas entrenan la técnica para torear y uno hace la embestida del toro con un par de cuernos simulando al animal. Encapotado. Cubrirse el cielo de nubes oscuras. Ensabanado. Toro que tiene el pelaje totalmente blanco. Eral. Toro de dos a tres años de edad. 95


Esportón. Estuche o bolsa para guardar los capotes y muletas. Estampa. Así se le dice también a la silueta del toro. Estocada. Es la acción que se realiza con el estoque para matar al toro. Estoque. Espada de metal que usa el torero. Farol. Lance de capote que se hace levantando los brazos. Gachí. Mujer joven. Gachó. Hombre joven. Gaonera. Lance que se ejecuta con el capote echado por la espalda y sujeto con las dos manos. Hora de la verdad. El momento en que el torero usa el estoque para dar muerte al toro. Imposible. Pase con la muleta, que es tan difícil de hacer que sólo cuando se logra se hace posible. Indulto. Significa que al final de la lidia de un toro, no se concluye con su muerte y regresa de nuevo al campo a vivir y a reproducirse más. Jabonero. Toro de pelaje beige, casi amarillento. Jamar. Comer, en caló. Lances. También conocidos como pases que se hacen al torear. Lidia. Es el trabajo que desempeña el torero. Lío. Pedazo de tela que amarraban los gitanos para llevar ropa y pertenencias. Lucero. Mancha de pelo blanca que algunos toros tienen en la frente. Machos. Parte de los adornos del traje de luces bordado y colgante. Majo. Que es simpático y agradable en el trato.

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Mano a mano. Cuando se enfrentan a torear en una tarde dos toreros. Manguerazo de Villalta. Su nombre se debe a un torero de nombre Nicanor Villalta que lo hizo por primera vez, es un lance de capote con mucha amplitud que se marca como si fuera a ser una verónica, pero después, con un solo brazo se le da un giro elevado. Matador. Persona, hombre o mujer, que ha conseguido ser profesional en el arte de torear y matar toros. Medios de la plaza. Es justo el centro del ruedo de la plaza. Melocotón. Toro de pelaje ligeramente naranja tirando a amarillento. Monosabio. Es un mozo que ayuda en la plaza durante la corrida, arregla la arena y socorre a todos los protagonistas en la plaza. Montera. Es el sombrero tradicional que usan los toreros. Morrillo. Es la parte alta del lomo del toro de lidia. Mosqueado. El toro de pelo blanco y algunas manchas negras. Muleta. Instrumento para torear hecha de tela en color rojo. Mulillas. Tiro de mulas arregladas que se encargan de llevarse al toro ya muerto. Nevado. Es el pelaje que tiene manchitas como copos de nieve. Novillero. Torero de lidia de novillos, y que aún no toma la alternativa para llegar a torear toros de cuatro años y pasar a ser matador de toros. Novillo. Es la edad de los toros jóvenes entre dos y tres años, también se le dice utrero, después de los tres años, se le llama toro. Ojo de perdiz. Es algo particular de los toros que tienen alrededor de los ojos un circulo más claro, como las aves perdices. Palillo. Palo de madera delgado que se usa en la muleta para cuadrarse mejor. Palmar. Morir en caló. 97


Pañí. Lluvia en caló. Parches y metales. Se le llama así, porque se refiere al tambor y el clarín, ambos instrumentos musicales que se tocan justo al momento que se anuncia la corrida. Parné. Dinero en caló. Partir plaza. Cuando los protagonistas de la corrida atraviesan el ruedo caminando de extremo a extremo. Pasamanería. Es el tipo de bordado hecho con pedrería, borlas, flecos, y otros materiales que adornan el traje de luces, puede ser color negro o blanco. Paseíllo. Es el primer paseo que dan los participantes de la corrida antes de iniciar el festejo. Pases. O lances se le llamas a lo que realiza el torero cuando hace su labor de faena, con el capote o la muleta. Pasodoble. Es la música que se toca en la plaza de toros, o fuera de ella, hay muchos temas, algunos hechos para algún torero especial. Péndulo. Se hace recibiendo al toro de lejos, citando con la muleta y buscando que éste pase por detrás. Percal. Sinónimo de capote. Plaza de tientas. Pequeñas plazas de toros que se encuentran dentro de las ganaderías para probar la bravura del ganado. Picador. Es el encargado de preparar al toro para el tercio de muleta. Utiliza una vara larga con punta metálica. Pitón. Es sinónimo de cuerno de toro. Potrero. Lugar en donde se encuentran los toros. Primer tercio. Representa la primera parte de la lidia del toro, es principalmente el toreo con el capote. 98


Puerta de los sustos. Se le llama así a la puerta de toriles, en un sentido figurado, por dar justo eso, un susto cuando sale el toro. Puntillero. Hombre que se encarga de terminar con la vida del toro después de la estocada. Rejoneadores. Toreros que torean a caballo. Saltilleras. Lance de capote, muy lucido, inventado por el torero Fermín Espinosa “Armillita”. Segundo tercio. Es la intervención del picador, y la parte en que se colocan las banderillas. Serpentina. Lance muy vistoso que se hace con el capote y dibuja el efecto de una serpentina en el aire. Subalterno. Es el torero que ocupa un rango menor al matador de toros y ayuda en la lidia del toro. Suerte de varas. Esta suerte tiene la finalidad de comprobar la bravura del toro y prepararlo para torear de muleta. Suerte suprema. Así se dice cuando se le da la muerte al toro en el ruedo. Taleguilla. Es un pantalón ajustado y bordado a mano que forma parte del traje de luces que usan los toreros. Tendidos. Son algunas localidades de la plaza de toros. Tercer tercio. El momento de torear con la muleta y hacer la faena. Terno. Es el traje de luces. Tienta. Es una prueba de bravura que se hace a las vaquillas o a los machos, en las plazas pequeñas que hay dentro de las ganaderías Tomar la alternativa. Equivale a decir que un torero deja su etapa de preparación como novillero para pasar a ser Matador de toros. Se inicia cuando se deja de torear novillos y se comienza a lidiar toros más grandes. 99


Traje de luces. Es la ropa que usa el torero para torear, es bordado en tela de seda y oro. Trastos. Objetos que se usan para torear. Trincherazo. Pase del toreo que se hace con la muleta. Uro. Se le dice así a la variedad de toros salvajes que habitaban los campos de manera libre, muchos años antes de ser formada la ganadería de toros bravos. Varilarguero. Es el hombre que hace la suerte de varas al toro, es sinónimo de picador. Verónica. Lance que se hace con el capote.

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