Mi capote de paseo

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IX. Del campo bravo a la plaza Después de la visita a la ganadería, los niños y sus familias quedaron sorprendidos de ver y contemplar con sus propios ojos la belleza del campo bravo mexicano, lo enorme que es el terreno, ese exquisito olor a tierra y pastizales, sintieron ternura de ver a las vacas con sus becerros, el silencio que impera y que sólo el bramido de un toro rompe el viento. Impresionados del cuidado, el amor y la pasión que deposita el ganadero día a día para poder preservar al toro de lidia y su especie, preguntaban al abuelo Manuel y a Valente, el padre de Jerónimo, el día que fijarían para ir a la plaza más grande del mundo: La Plaza México. Sin pensarlo mucho, cuando llegaron a la ciudad, antes de marcharse se pusieron de acuerdo para vivir la próxima aventura y con la ilusión de visitar la Monumental plaza de Insurgentes, como también se le conoce, Valente dijo. –La temporada grande está por comenzar, ¿les parece ir a la corrida de inauguración? Se voltearon a ver al mismo tiempo los padres de Sebastián, Pablo, Sofía, Valeria y Luis. Una señora preguntó ¿en qué fecha comienza? –El último domingo de octubre– respondió Valente. –Nosotros sí podemos. –También nosotros. 82


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