Los ojos de la ciudad
En mi brazo izquierdo tengo la cicatriz del hierro caliente. Esta marca inconfundible me identifica como residente de la periferia. A todos les toca, tarde o temprano sentir el calor tragándose la piel y la carne. Yo no quise para mí esta marca horrenda. La gente mira la marca de mi brazo y algo les suena en los ojos. Pip como un lector de códigos de barras. No tienen que mirar dos veces. La gente es rápida. Los ojos son potentes. Los ojos me arden sobre la piel. Llevo mangas largas para cuidarme de los ojos decodificadores. Camino hacia la estación. El ómnibus dobla la esquina. Regresa por donde mismo ha llegado. Es la primera estación o la última, según se mire. Corro hasta el ómnibus para no llegar tarde al trabajo. Somos mucha gente para abordar el vehículo. Somos mucha gente que intenta llegar temprano a alguna parte. En el borde del borde de la ciudad de la luz no hay trabajo, al menos no para mí. 21