Píldoras de colores brillantes
Hace más de una semana duele mi cabeza. Estoy enferma. La ciudad de la luz tiene la culpa. Su luz resecó mis ojos. Calentó las mucosas. Quiere reventar mi cabeza. Inunda y duele. Si yo fuera una ciudad no dolería a nadie. En esta ciudad duele todo, hasta la luz. Es normal, dice la prostituta. Pasa a los no endémicos. Los emigrantes. La acumulación de luz, dice. Está creciéndote un insecto de ciudad en la cabeza. De día duerme. De noche quiere salir y volar al centro de la ciudad de la luz. Por eso el dolor y la fiebre. La verdad es que no entiendo muy bien o no quiero entender. De algún modo siguen conmigo todos los insectos que fui. Zumban con rabia. Crece hasta que no tiene espacio, dice. Luego se muere y se descompone. Te irás acostumbrando, dice. Se quita con el tiempo o con fármacos. Yo no tengo tiempo, tampoco fármacos. 67