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El último caso del Inspector Ibáñez
Y
a qué puede dedicarse un hombre que no hizo la mili por no dar la talla? El Fulgencio, que soy Fulgencio Ibáñez de gracia, tuvo que pelear desde pequeño contra la tara del tamaño, y tuvo que pelear con lo único a su alcance, o sea, a base de hostias. De niño me llamaban «Manucas» porque a pesar de lo pequeñas que eran, repartía unos sopapos que dejaban la marca en la cara de los críos que les duraban días. Costumbre que mantuve cuando llegué a policía: el Inspector Ibáñez, no podía ser menos y en nada me conocieron como Fulgencio «Media hostia»; pero por la frecuencia con la que solía soltarlas, la rapidez y contundencia, las medias hostias dieron con más de uno en el hospital explicando que les había pillado un coche. A este ejemplar de policía del pasado, pero muy pasado, le han pedido que cuente el asesinato de Alicia Ramírez por el mero hecho de que encontré a la que se la cargó, pero