Colegio de Ingenieros Civiles de México, A.C. Memoria del Foro del Agua.

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Importancia de la planeación en el sector hídrico en el marco del 31 Congreso Nacional de Ingeniería Civil

nistración de los organismos manden sus propuestas a un organismo regulador especializado que autorice las tarifas. Otro aspecto a considerar es que necesitamos incorporar la tecnología, aprovechar aspectos modernos en materia de telemetría, control, que facilitan no solamente nuestro trabajo, sino los resultados que estamos obteniendo. Entonces, a manera de resumen, el gran reto que tienen los organismos operadores es cómo logramos una alta eficiencia para generar los recursos que vía subsidio no van a llegar, y de esa forma atender la problemática presente y caminar hacia una solución; si no se implementa de inmediato, o a lo sumo en el mediano plazo, se va a generar un problema mayor que difícilmente podremos resolver.

KAMEL ATHIE FLORES

Licenciado en Economía con maestría y doctorado en Administración pública. Fue director de Programación y Presupuesto Agropecuario y Forestal de la Secretaría de Programación y Presupuesto, diputado federal por el VII distrito y director local de la Conagua en Chihuahua, entre otros. Autor de cuatro libros sobre el agua y de diversos artículos especializados en el tema; miembro de la Asociación Mexicana de Hidráulica. En México no hay planeación hídrica. Los profesionales que estamos inmersos en el sector hídrico coincidimos en que no hay recursos económicos en la cantidad necesaria para atender rezagos de conservación y mantenimiento, así como para la construcción de nuevas obras para atender la creciente demanda de agua, lo cual se explica por la baja prioridad que los gobiernos le han dado al agua. Debemos, por ello, ver con mucho detalle e imaginación el financiamiento de las obras hidráulicas de todo tipo, donde tienen un papel relevante conceptos tales como la inversión pública, la inversión privada y el crédito. Uno de los mayores aciertos del México posrevolucionario es haber creado la Secretaría de Recursos Hidráulicos, y sin duda el mayor desacierto fue haberla convertido en subsecretaría. ¿Por qué digo esto? Porque cuando se creó dicha secretaría alcanzó lo que dio por llamarse el “milagro mexicano”, periodo histórico también conocido como desarrollo estabilizador, entre 1950 y 1970. Entonces no había planeación en México, pero los presidentes Miguel Alemán, Adolfo Ruiz Cortines y Gustavo Díaz Ordaz le dieron una alta prioridad al agua, lo que posibilitó la construcción de las grandes presas y de los distritos de riego e inició con ello un largo periodo de exportación de productos agrícolas y materias primas. Los primeros intentos de planeación en México como país fueron en la época del presidente Luis Echeverría Álvarez; a mí me tocó estar en esos intentos de planeación. Esa época fue

la de construcción de las grandes presas hidroeléctricas, pero también para riego, para usos múltiples, para evitar inundaciones, generar energía, aumentar las superficies de riego. Desde entonces las superficies de riego ocupaban 6 millones y medio de hectáreas, que son las que prevalecen hasta ahora. En el ámbito mundial, México ocupa en hectáreas bajo riego el séptimo lugar. Se ha dicho que esas superficies están descuidadas, la infraestructura deteriorada, no son eficazmente productivas; yo aquí desearía hacer la mención de que el primer Plan Nacional de Desarrollo, vinculado a las prioridades nacionales, se elaboró en la época del presidente López Portillo; se creó la Secretaria de Programación y Presupuesto, entonces parecía haber iniciado la planeación en México. ¿Por qué digo esto? Porque se logró vincular los objetivos nacionales con el presupuesto. La Constitución, en su artículo 26, señala que es necesario tener un Plan Nacional de Desarrollo, pero ese Plan Nacional de Desarrollo no ha tenido en sexenios anteriores, ni en éste, una vinculación con las prioridades nacionales, mucho menos con el presupuesto. Debemos asumir que no hay planeación en México, y por lo tanto tampoco hay planeación hídrica; sexenalmente se formulan los programas hídricos sin ninguna prioridad presupuestal. Igualmente resulta obligado reconocer que tanto los profesionales de la Conagua como los investigadores del IMTA han formulado valiosas proyecciones a mediano y largo plazo sobre la oferta y demanda de agua, lo cual permite visualizar escenarios y advertir sobre colapsos y conflictos que pueden presentarse en materia de sostenibilidad. Mientras la prioridad del sector hídrico no se refleje en el presupuesto, como corresponde a la trascendencia de su impacto en la sociedad, vamos a continuar teniendo conflicto en los usos del agua, y mucho más para cumplir con el derecho humano al agua. La inversión pública en México, en promedio en los últimos 30 años, ha representado entre el 2.2% del PIB total. En 2021 la inversión pública total es de cerca de 880 mil millones de pesos; le dieron al sector hidráulico en su conjunto cerca de 20 mil millones de pesos, lo cual francamente es ridículo. No hay planeación ni recursos suficientes para el sector hídrico, en los distritos de riego –a diferencia del sector agua potable– no existe la posibilidad de APP. En la actual administración federal parece no haber interés en la opción de las APP como sinergia público-empresarial; debería discutirse a fondo la opción, hay que normarlo bien y dejar muy claras las ventajas y desventajas, pero los intereses político-partidistas se interponen e impiden avanzar. Cuando fui presidente de la Comisión de Agua Potable y Saneamiento de la LXII Legislatura, impulsamos la aprobación de una nueva Ley General de Aguas, pero las presiones e intereses opuestos fueron tan poderosos que satanizaron la iniciativa, la cual había sido previamente acordada por todas las fuerzas políticas del Congreso. En forma por demás extraña, casi

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