ENTRE LA INCERTUMBRE Y LA DETERMINACIÓN: LA LUCHA DESDE LA EPIDEMIOLOGÍA EN LA PANDEMIA
Julián Alfredo Fernández Niño, Director Dirección de Epidemiología y Demografía Ministerio de Salud y Protección Social
ENTRE LA INCERTUMBRE Y LA DETERMINACIÓN: LA LUCHA DESDE LA EPIDEMIOLOGÍA EN LA PANDEMIA JULIÁN ALFREDO FERNÁNDEZ NIÑO DIRECTOR DIRECCIÓN DE EPIDEMIOLOGÍA Y DEMOGRAFÍA MINISTERIO DE SALUD Y PROTECCIÓN SOCIAL
La pandemia llegó al mundo, y luego a Colombia, para deslocalizarnos a todos. Al principio, no sabíamos cómo responder, pero todos debíamos responder. Por mucho que este fenómeno nuevo tuviera sendos referentes históricos, este virus parecía romper todos los precedentes conocidos. La sociedad entera miró hacia nosotros como “expertos”, y rápidamente tuvimos que pensar en como responder. La institucionalidad tenía que estar a la altura del desafío, el Ministerio de Salud y Protección Social tenía que liderar el gran propósito nacional de mitigar los efectos del virus, y allí los epidemiólogos fueron convocados a una lucha que desde el principio sabíamos que no iba a ser fácil.
con mucha incertumbre tuvimos que hacer lo que consideramos correcto con la evidencia que se tenía disponible. En primer lugar, estuvieron los modelos. Los Epidemiólogos hicieron el ejercicio de proyectar diversos escenarios que expusieron desde el comienzo del 2021 la gravedad de la situación, esta sería la peor pandemia de la Historia reciente, algo que la mayoría de nosotros no habíamos visto nunca en nuestra vida. En Colombia, se hablaron de más de 300 mil muertes el primer año. El primer modelo que hizo el Observatorio Nacional de Salud (ONS), aunque tuvo una estimación menor, también anunciaba que si no se tomaban medidas el impacto sería enorme, excedería la capacidad del sistema de salud, y tendríamos una tragedia humanitaria. La observación del colapso temprano en Ecuador y Perú hizo que los modelos se volvieran realidades tangibles, y en Colombia esto precipitó la cuarentena general de marzo, y la profundización de la respuesta institucional. Era claro que esto no tenía comparación con la influenza H1N1 de 2009. Ante una situación excepcional, se necesita una respuesta excepcional.
Los Epidemiólogos que no somos de campo, lejos a menudo de las urgencias de la realidad concreta, acostumbrados a que la evidencia es un esfuerzo prolongado, en el cuál se requieren exhaustivas consolidaciones, y en el que el escepticismo como postura general, nos obliga a cuestionar la validez de los resultados, cambió de configuración rápidamente. Ahora teníamos que decidir más rápido, con evidencia que, aunque por su naturaleza siempre es incompleta, lo era ahora mucho más, y en tiempo récord había que evaluar lo que era más pertinente para decidir. Sin sacrificar rigor, había que entender que esa era la evidencia disponible, y que no podríamos esperar a tener resultados concluyentes. En la escala de valores el escepticismo racional fue desplazado así por la imperiosa necesidad de maximizar los beneficios con escenarios probables, dar respuesta a una sociedad que lo necesitaba, y
Paradójicamente, los epidemiólogos fueron victimas de su éxito. Sus proyecciones fueron mal interpretadas como predicciones del futuro. No pocos cuestionaron sus modelos porque lo que dijeron “no se cumplió”, aunque la magnitud y comportamiento de la pandemia fue muy similar a lo esperado. Sin embargo, el objetivo era precisamente este: cambiar las proyecciones. Más allá de que los
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