LAS LOCOM OTORAS
I
¡Quién no las ha visto correr, como monstruos de hierro y fuego, sobre los carriles, con las entrañas rojizas y abrasadas, hirviendo entre espumarajos y dejando tras sí penachos de humo! ¡Y quién, que haya visitado la Exposición de Pa rís, no ha visto en Yincennes aquella soberbia colec ción de locomotoras de todos los países, en majes tuoso descanso, con sus enormes calderas y sus com plicados músculos de acero! ¡Y quién, que conozca la historia de esta prodi giosa invención, no la sigue en su desarrollo y en su crecimiento, desde que es germen imperfecto, hasta llegar hasta las estupendas máquinas Compound. que hoy se encuentran en casi todas las vías férreas!