EL METROPOLITANO DE PARÍS
La vida y el movimiento de París crecen de tal manera y en proporciones tales, que sus espaciosas vías y plazas, sus viejas arterias y sus modernos boulevares, no bastan ya para la pulsación febril de la gran metrópoli. Ni coches, ni ómnibus, ni tranvías, ni bicicletas, ni automóviles, ni el vapor, ni el petróleo, ni la elec tricidad caben ya en el colosal organismo. Aumentó la sangre, no se si en glóbulos rojos ó en linfa, hasta tal punto, que las venas saltan y la congestión ó el derrame son inminentes. Así es que en este organismo, como en la evolu ción y el desarrollo de todos los organismos, la vida ha procurado fabricar nuevos tejidos y nuevas cana lizaciones.