es decir, fuerza, que dilatará el água de la caldera y la convertirá en vapor y empujará los émbolos mo tores. Pues nada de esto sucede en el dinamo, y por eso el dinamo no engendra fuerza, es decir, no la engen dra por sí ni por su propia virtud. El dinamo no aprovecha los desniveles eléctricos de la Naturaleza. En la Naturaleza existen desniveles eléctricos, ¡quién lo duda!, á veces formidables, y si no, que lo diga el rayo. Pero existen accidentalmente, son pa sajeros, y no valen como fuerza lo que aparentan valer. Por otra parte, los desniveles ordinarios que nos otros conocemos son harto mezquinos, ó si no son mezquinos en sí, lo son todavía para las aplicaciones prácticas. En la industria eléctrica, en las grandes instala ciones, en los dinamos mismos, existen estos desni veles eléctricos. Precisamente, cuando se habla del voltaje, ó de diferencias de potenciales, de estos des niveles eléctricos se habla. Pero estos no son desni veles naturales; no los hemos encontrado en la Natu raleza, como hemos encontrado en ella la catarata en lo alto, el carbono separado del oxígeno. Si representamos la electricidad por el éter más ó menos condensado, sea esta representación real, sea puramente simbólica, podemos asegurar que no