- 411 verdaderas fundiciones en que para nada se emplea el carbón. Empléase una de aquellas soberbias y hol gazanas cataratas, que durante siglos y siglos no habían hecho otra cosa que correr por las quebradas del monte, lamer en ocasiones témpanos de hielo, esponjar sus espumas á los rayos del sol, ó adornarT se á veces con pedazos de arco iris como irizadas cin tas del espacio. Holgazanas y vanidosas fueron; pero les llegó su hora: ¡ya tienen que trabajar! Hoy alimenta hornos y hornillos y crisoles, en que se eleva la temperatura á 3.000 y á 3.500 gra-r dos, y á 4.000 á veces; lo cual jamás había podido conseguirse quemando carbón. Y, ¿cómo se consigue? ¿Cómo se realizan estos prodigios? ¿Cómo, por medio de una masa de agua que cae de cierta elevación, pueden obtenerse tem peraturas capaces de convertir barras de hierro y acero en blanda cera; de crear multitud de piedras preciosas por la fusión de sus componentes; de vola tilizar el carbón y hasta de forjar cristalitos de dia mante? Ya queda dicho: por medio del dinamo, que, como tantas veces hemos explicado, no es más que un ma nojo de hilos de cobre girando al rededor de un imán ó un electroimán. Aquí está todo el misterio. La catarata se recoge en una turbina, la turbina hace girar al dinamo, y