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tallerdelMes | Moto Fusión (Marbella, Málaga)
Gracias al pasado tan enfocado al offroad de Juan Morales, en el taller Moto Fusión se ofrece un especializado servicio para sacar el máximo partido de las motos sobre el campo.
Toda una vida llena de motos...
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uan Morales, gerente de Moto Fusión y apasionado endurero, comenzó su amor por las motos desde los diez años. Empezó con una Mobylette Campera de su padre y luego exploró Puch: Minicross, Réplica Coronil, Campera, Cobra... Aunque su pasión inicial era el surf, en 1989 ganó el campeonato andaluz de enduro y destacó en competiciones nacionales, raids y campeonatos de velocidad. Ahora se dedica a las Clásicas, compitiendo con pilotos que fueron sus rivales en el siglo XX.
plantar a alguna compañía que lleva esta burocracia hasta lo insostenible. Moto Fusión es un negocio que sufre la estacionalidad del invierno. Aunque hay motoristas marbellíes “de diario”, bien es cierto que todo se ralentiza mucho. Cuando llega el buen tiempo, muchos clientes “de verano” llevan sus motos para ponerlas al día. Calcula tener una bolsa de aproximadamente 3.500 clientes, gestionando unas 10 entradas diarias al taller. Los scooters son legión, y también el trail, aunque esto no es una sorpresa para nadie: “Mi amigo Fernando, de Moto Mercado, vende una Teneré cada día, y las BMW GS también se venden como churros”, manifiesta Juan. Volviendo a la clientela, el 90% demandan “mecánica rápida”, el mantenimien98
La política del taller con los recambios es la de ofrecer siempre primeras marcas a sus clientes. La calidad es absolutamente indiscutible en este longevo taller malagueño.
to habitual, y el resto vienen por averías más complejas. En este aspecto, Juan también detecta un cambio de hábitos, ya no se “destripan” motores con la misma alegría de antes, y cuando surge un problema interno serio, muchos clientes optan por comprar un motor nuevo, o directamente una moto nueva: “es que a veces ya ni consideran hacer reglajes de válvulas, te dicen ¿para qué, si la moto ya va bien?” La cultura del “usar y tirar”, en cierta manera, ha llegado también a las motos. Unos párrafos más arriba, Juan nos contaba que mete mano a la restauración de motos clásicas, extremo digno de destacar ya que muchos mecánicos las desdeñan por el tiempo que deben invertir y la escasísima rentabilidad que reciben a cambio. Juan observa que, de un tiempo a esta parte, la cultura café racer está a la baja, y sin embargo entran muchas motos sin aparente pedigrí que han estado décadas abandonadas en un garaje: Vespas, BMW, Kawas, Laverdas… Son las “clásicas que vienen”, que en el mundo de los coches llamarían youngtimers. Algunas serán piezas de culto, pero muchas otras están destinadas a ser motos de diario. Ahora mismo, Juan está trabajando en una Moto Morini Excalibur 350, 30 años y tan sólo 9.000 kilómetros. Moto Fusión destina un espacio para recambios; prioriza el accesorio original, pero tiene cuenta con los referentes habituales del gremio: elMotorista, Parts Europe, Vicma, Bihr, RMS para las clásicas, Navarro Hermanos a nivel local… Por herencia y afinidad, ofrece sobre todo productos para la moto de campo. Preguntado por la movilidad eléctrica, Juan se muestra resignado: “Diga lo que diga la gente, la moto eléctrica se impondrá, y también el coche eléctrico. Pero no ahora, todavía no ha llegado su momento, son demasiado caras y no hay puntos de carga”. De cara al futuro inminente, Juan no tiene grandes aspiraciones empresariales porque ya parece estar en paz con el mundo. De hecho, cuando se le pregunta por ello, empieza desgranando anhelos personales: “¡Seguir compitiendo, claro!”. ¡Dale gas, Juan!
Las Puch “españolas”
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omo has leído en el artículo principal y visto en las fotos, Juan tiene en su altillo un “mini-museo” de motos clásicas, y de hecho él mismo dice haber tenido varias Puch en su haber. De todos los usuarios motocamperos del último cuarto del siglo XX, sería raro que alguno no se haya subido (o haya sido propietario) de una Puch. En 1889, el austríaco Johann Puch ensambló su primera moto en un garaje de Graz, y poco después fabricó también automóviles. Durante la Segunda Guerra Mundial, tuvieron que reciclarse para producir armamento. En 1970, el fabricante español Avello y Cía., con sede en Gijón, se fijó en Puch, una marca austríaca que comercializaba una moto ligera de campo que se estaba vendiendo como rosquillas: la Puch Maxi. Por aquel entonces, la fábrica de Alfredo Avello hacía 20 años que, gracias a un acuerdo con MV Agusta, ensamblaba modelos adaptados al mercado español, primero con el nombre de “MV Avello”, más tarde con la denominación italiana. Tras unas negociaciones con Puch, éstos compraron el 50% de Avello, empezando una exitosa producción de motos camperas: la primera fue la Carabela de Luxe, más tarde llegaron la Coronado y el gran éxito de la marca, la Minicross. En 1988, Puch y Suzuki se aliaron, saliendo de la sociedad la familia Avello. A partir de ahí, empezó otra historia en Gijón, cesando la producción de Puch y dedicándose exclusivamente a los modelos nipones.
321 septiembre 2023
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