BOLÍVAR TIRANO
esto había sido regalado con anterioridad por Bolívar como reconocimiento por su labor en la campaña de la Independencia. 7.3. HIPÓLITO UNANUE Si alguna habilidad tienen los dictadores es la de incorporar en sus filas a algunos hombres inteligentes, acaso brillantes, que quizá atraídos por el poder, el discurso demagógico o quién sabe qué, se denigran sirviéndolos incondicionalmente y, en extraños casos, hasta con honestidad. Es inexplicable y desconcertante encontrar que atrás de Hitler había filósofos, hombres de ciencia, de letras, artistas, de indiscutible capacidad. ¿Fueron engañados por el Führer?, ¿eran ingenuos, ambiciosos, perversos? La condición humana guarda secretos inexpugnables. En lo que concierne a nuestro tema tenemos que mientras Bolívar enfrentó una oposición soterrada, pero firme, encabezada por Luna Pizarro, los hermanos Mariátegui, Francisco de Paula y otros, también tenía a su favor a un grupo de colaboracionistas que, desde el punto intelectual, no sólo poseían similar educación y cultura que sus opositores, sino que en algunos casos los superaban. Hipólito Unanue era un sabio bajo cualquier punto de vista. Su obra en el campo de la medicina influyó hasta entrado el siglo XX. Este criollo descendiente de vascos, nacido en Arica en 1755, deseó en su juventud abrazar la religión y, luego de ser preparado por el cura de su ciudad, fue aceptado en el Seminario de San Jerónimo en Arequipa donde estudió algunos años. Más tarde, llegó a Lima bajo la protección de su tío, el sacerdote Pavón, profesor de anatomía, quien lo inició en el estudio de medicina encontrando en la ciencia su verdadera inclinación. Para sufragar sus estudios trabajó como preceptor del rico hacendado, también vasco, Agustín de Landáburu, con quien trabó gran amistad y, por su medio, tuvo acceso a la alta aristocracia colonial llegando a ser uno de sus más conspicuos miembros. A los 33 años obtuvo por concurso la cátedra de “Methodo de Medicina” en la Universidad de San Marcos. Su reputación crecía y comenzó a ser buscado tanto por las autoridades virreinales como por la sociedad limeña. Tertuliano habitual del salón intelectual de José María Egaña, participó en la “Sociedad de Amantes del País”, un grupo de españoles y criollos que, como su nombre lo indica, amaban el territorio que los albergaba y deseaban conocer y divulgar sus riquezas. De ellos partió la idea de crear la revista “Mercurio Peruano” en la que Unanue colaboró con sesudos artículos que traspasaban su profesión y que fueron fruto de su amplia formación y lectura. Ejemplo de esto fueron sus glosas: “Idea general del Perú” e “Idea General de los Monumentos del Antiguo Perú”. 139
LibroBolivar.pmd
139
31/10/07, 5:27 PM