BOLÍVAR, MUTILADOR DEL PERÚ
3. LA MUTILACIÓN DEL ALTO PERÚ ¿Es posible que un hombre responsable, precavido, tímido acaso, cuyo respeto por Bolívar lindaba en la idolatría, como Sucre, se lanzase por su cuenta a la creación de una república que no pedía nadie, salvo unos cuantos aristócratas locales? ¿No sería que creyese que su mentor y protector deseaba impedir la hegemonía de un Perú que a todas luces era más rico, grande y culto que la Gran Colombia? Hay hechos que sustentan las dos posibilidades, pero de lo que no hay duda es que Bolívar rápidamente apoyó el proyecto de Sucre y apasionadamente desdijo todas sus declaraciones anteriores e impuso una república ficticia que con los años se convirtió en una amarga realidad. Por otro lado, ¿fue tal la ambición de los asambleístas de Chuquisaca que por creer que tendrían poder sobre un territorio de más de un millón de kilómetros cuadrados, no vieran que el desarrollo del nuevo país estaría constreñido por su posición geográfica? Finalmente, ¿tenía el Congreso del Perú conciencia de su responsabilidad sobre las acciones de su ejército o simplemente no se interesó por la suerte de esos hermanos del Alto Perú? Trataremos de encontrar las respuestas siguiendo principalmente el hilo conductor de la correspondencia entre los protagonistas. - 1 de febrero, 1825.- En su carta a Bolívar desde Puno, Sucre parece no saber que lucha por el Perú. Él cree que por Colombia, y como colombiano le pide órdenes al Libertador. También hace referencia a la convocatoria de una asamblea de las provincias del Alto Perú, dando a entender que Bolívar sabe del tema. Leamos los extractos pertinentes: Paso á hablar a U. del negocio más delicado que tengo entre manos. Empezaré por declarar que sólo por amistad á U. paso el Desaguadero: esa campaña del Alto Perú es muy fácil, pero la organización del país está tan embrollada que estoy preparado á recibir mucho látigo de los escritores de Buenos Aires, y dispuesto a perder la gratitud que podía esperar del Perú por mis servicios. (…) U. dispensará y no extrañará que oficialmente exija órdenes de U. respecto á esas provincias como Presidente de Colombia. U. quiere desentenderse de los negocios del ejército de Colombia, y es absolutamente imposible que sea así respecto de esas provincias [las del Alto Perú]; es menester un poder neutral que los precava de la anarquía. Yo estoy, mientras reciba órdenes de U. por una tal asamblea que resuelva lo que guste de esos pueblos. (…) Esta es cuanto á mí y al ejército colombiano la conducta más derecha que encuentro. (…) Me ha dicho [el general Rudecindo Alvarado, nacido en Salta, Argentina, que vino al Perú con San Martín] que él juzga que se quedarán independientes [el Alto Perú] mientras ven si Buenos Aires se concentra y si el Perú se constituye. 165
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