BOLÍVAR, MUTILADOR DEL PERÚ
El Mariscal de Ayacucho aconsejó a los diputados separatistas ir a hablar con Bolívar para que los apoyase. Este respaldo era seguro, pero al pedirlo expresamente los asambleístas serviría para que los futuros bolivianos se rindiesen aún más a los pies del Libertador. Además, Sucre les sugirió que pidiesen al Libertador una Constitución (solicitud que halagaría hasta el delirio al nuevo César) y de paso que pidiesen el puerto de Arica, como si Bolívar fuese el dueño del Perú, providencia que en la práctica lamentablemente ejercía. La Asamblea en sesión secreta aprobó enviar una “comisión legislativa” para cumplir las sugerencias de Sucre, tarea que los encargados decidieron cumplir con empeño, dice Basadre. Es muy posible que esta comisión adelantara al Libertador otras decisiones que la Asamblea tomaría días más tarde, entre ellas dar el nombre de República Bolívar al nuevo país y otorgarle el Supremo Mando del país cuando estuviese en él. La facilidad con que Bolívar consiguió convertir al Alto Perú en “República Bolívar” dio vuelo a su imaginación. Ebrio de gloria, amo de los territorios que había independizado, legislador ahora de ellos, el Libertador se lanzó a una campaña para perpetuarse en el poder que culminó con su constitución vitalicia, y su intento de seguir despedazando al Perú para seguir siendo fuerte él. 5. LA ENTREGA DE LA COSTA PERUANA El aislamiento andino era un elemento nuevo para los bolivianos. Durante la Colonia, el Alto Perú usó libremente los puertos del virreinato peruano para exportar minerales. Cuando el Alto Perú fue transferido a Buenos Aires, el nuevo virreinato promovió el tráfico por sus puertos a pesar de las mayores distancias a cubrir desde Oruro o Potosí, en plenos Andes, hasta llegar al Río de La Plata, sin embargo el escaso volumen de tráfico con el nuevo virreinato no afectó seriamente sus relaciones comerciales con el Perú. Ahora, con la nueva república, el comercio exterior de Bolivia iba a estar sujeto a revisiones y pagos aduaneros y, eventualmente, a la interrupción de las operaciones cuando el Perú o Argentina creyesen conveniente. Para evitar eso, el honorable Sucre y el honorable Bolívar estuvieron decididos a darle una eficaz salida al mar, aprovechando la indolencia del Congreso del Perú y el sometimiento de su Consejo de Gobierno. Sucre comenzó la campaña recomendando a los asambleístas pedir al Libertador la entrega de Arica, tal como lo contamos anteriormente. No sabemos la primera reacción de Bolívar, pero sí como después no sólo quiso dar Arica a Bolivia, sino también Tacna y Tarapacá. El Libertador, que era muy magnánimo con los bienes ajenos, se olvidó del derecho público, del que tanto hablaba, del principio de uti possidetis, de la determinación de los pueblos y de cuanto argumento había 179
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