Ulrika 58 25 FESTIVAL
INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ REVISTA MEMORIA
POETA HOMENAJEADO 2017:
William Ospina
OTRAS CULTURAS, OTROS ÁMBITOS: Noruega, país invitado Andre kulturer, andre miljøer: Norge gjestenasjon
40 AÑOS
Una construcción colectiva
ESCUELA PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL www.epe.edu.co
Ulrika
revista de poesía
Ulrika Editores Licencia Mingobierno No 00918 ISSN 0120-7669
DIRECTOR Rafael Del Castillo M. CONSEJO EDITORIAL Jotamario Arbeláez, Evelio Rosero, Juan Gustavo Cobo Borda, Fernando Linero Montes, Samuel Jaramillo, Gustavo Adolfo Garcés, Pedro Badrán, Armando Rodríguez Ballesteros, John Fitzgerald Torres, Federico Díaz-Granados, Juan Felipe Robledo, Leonardo Cano, Guillermo Molina Morales, Eugenia Gorriño, Rafael Del Castillo. COLABORADORES COLOMBIA Miguel Méndez Camacho, Luz Mary Giraldo, José Luis Díaz-Granados, Carlos Satizábal, Joaquín Mattos Omar, Armando Orozco, Eugenia Sánchez Nieto, Luz Ángela Caldas, Sara Del Castillo, Maruja Vieira, Clara Mercedes Arango, Rafael Berrío, Ernesto Durán Strauch, Giovanni Gómez, Gloria Luz Gutiérrez, Mariela Del Castillo, Rosaura Mestizo, Revista Cúpula, Darío Sánchez Carballo, Dufay Bustamante, Hellman Pardo, Juan Carvajal Franklin, David Reinoso, Ómar Garzón, Marisol Barahona, Rafael Alfonso Martínez Herrera, Óscar Pinto Siabatto. ARGENTINA Rodolfo Alonso, Paulina Vinderman, Marcos Silber, Daniel Samoilovich, Osvaldo Picardo, Héctor J. Freire, Esteban Moore. BOLIVIA Jorge Carlos Ruiz de la Quintana, Milenka Torrico. BRASIL Affonso Romano de Sant’Anna. COSTA RICA Rodolfo Dada, Oswaldo Sauma, Norberto Salinas, María Montero, Nerina Carmona. CUBA Efraín Rodríguez Santana, César López. CHILE Eduardo Llanos, Jaime Quezada, Tomás Harris, Teresa Calderón, Tamym Maulén. ECUADOR Edwin Madrid, Iván Oñate, Iván Carvajal. ESPAÑA Luis Miguel Madrid, Jesús Munárriz, Jordi Virallonga, Rodolfo Häsler, Eduardo Moga, Sergio Laignelet, Juan Pablo Roa. ESTADOS UNIDOS Armando Romero, Mercedes Roffé, Paola Cadena. MÉXICO Margarito Cuéllar, José Ángel Leyva, Carlos López, Marco Antonio Campos, Luis Aguilar. PERÚ Ricardo Silva Santisteban, Luis La Hoz, Enrique Sánchez Hernani, Luis Alonso Cruz. REPúBLICA DOMINICANA Neftalí Eugenia Castillo, Alexis Gómez Rosa URUGUAY Washington Benavides. VENEZUELA Rafael Cadenas, María Antonieta Flores. Coordinación editorial
Evento apoyad Programa Nac
Eugenia Gorriño
DIRECCIóN DE ARTE
Gustavo del Castillo M.
Evento apoyado Programa Nacio
Diagramación
Vanessa Yepes S.
Precio al público: $15.000.oo Los trabajos firmados se publican bajo la responsabilidad de sus respectivos autores, sin implicar necesariamente a la revista. direccion@poesiabogota.org
IDARTES
Evento apoyado por el Ministerio de Cultura Programa Nacional de Concertación Cultural
Corpoulrika
Contenido 4 Editorial «Poesía Buenos Aires» 5 12 Una mirada a los maestros de Bolivia 16 RevistAtlántica de poesía y su vocación iberoamericana 18 La generación del 70: flores y temblores en la poesía peruana 23 Homenaje a William Ospina 25 La Espiga Amotinada. Notas sobre sus orígenes 28 Iván Oñate: Desde la Mitad del Mundo 30 El nadaísmo en Colombia 35 Saludo a Centroamérica: poema para Claribel Alegría 36 Rafael Cadenas: poema, exilio y vida otras culturas, otros ámbitos. cuatro poetas para conocer 39 Andre kulturer, andre miljoer. Norge, fire poeter å møte Antología íntima (1950-1960). POR RODOLFO ALONSO
POR ROCÍO ÁGREDA PIÉROLA y JORGE CARLOS RUIZ DE LA QUINTANA POR JOSÉ RAMÓN RIPOLL
POR ENRIQUE SÁNCHEZ HERNANI Poemas
Por ÓSCAR OLIVA Poemas
POR SAMUEL JARAMILLO Poema
POR MARÍA ANTONIETA FLORES
Liv Lundberg, Tale Naess, Synnøve Persen, Steinar Opstad
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Poesía y paz. Entrevista a poetas de Noruega POR darío sánchez carballo
Breve muestra (los poemas de todos los invitados a esta edición se pueden leer en nuestra
página web www.poesiabogota.org) Rodolfo Alonso, Rafael Cadenas, Óscar Oliva, José Ramón Ripoll, Enrique Sánchez Hernani, Giovanni Quessep, Maruja Vieira, Miguel Méndez Camacho, Jotamario Arbeláez.
poeta homenajeado en el 60 61 Presencia de Nicolás Suescún Armando Romero, POR JOTAMARIO ARBELÁEZ IN MEMORIAM
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Editorial
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odría decirse también que la poesía es un ser de múltiples cabezas, miembros y bocas emitiendo su mensaje a través de palabras y cadencias que van desde lo armónico y feliz, hasta inquietantes resonancias que se desplazan del llanto al alarido. Un animal que canta y que también aúlla para dar cuenta de los avatares humanos, sin dejar ni el más mínimo por fuera. De tal suerte, remitirse a la idea de una poesía iberoamericana, a sus maestros más inmediatos, es buscar retratar ese ser fabuloso y cambiante que expresa en nuestro idioma las diversas aristas de su experiencia vital, habida cuenta de las repercusiones que tiene cada una de ellas en ese cuerpo todo que conciertan. Al fin y al cabo, al final de los tiempos y al comienzo de ellos, todo desemboca en el poema, esa diversa y rica unicidad de la expresión humana. Cuando empezamos a editar Ulrika o a llevar a cabo el Festival Internacional de Poesía de Bogotá (hace cuando menos un cuarto de siglo) hubo quienes hablaron de la «balcanización» de la cultura y por ende de la poesía iberoamericana. No se sospechaba entonces en la incidencia que iban a tener los avances tecnológicos en todos los asuntos, desde los más esenciales hasta los meramente cosméticos. Lo que empezaron los Festivales y las revistas de poesía poniendo a la mano de sus lectores más entusiastas la voz de poetas de diversos puntos de Iberoamérica, de alguna manera les otorgó también los elementos básicos para discernir y valorar una herencia, un «maestrazgo», ante la avalancha (y la distorsión) que trajo consigo posteriormente la internet y sus babélicos, equívocos y desorientadores derivados, algunos de ellos lindantes con la perversidad. Y si bien aún están vigentes esos elementos aportados por el ejercicio de festivales y revistas (el canon académico, por su naturaleza anquilosada y anquilosante ya es muy lento frente a las aberraciones culturales de los tiempos que corren), quizás como nunca antes se hace necesario el pensamiento y la reflexión en torno a la poesía y a los poetas. A sus razones últimas y sustanciales, a aquello que en manera alguna se deja permear por la frivolidad y la impostura. A lo largo de todos estos años hemos recibido el contundente legado de poetas de Centro América y el Caribe, México, España y Suramérica toda. Los textos que a continuación ofrecemos continúan en este mismo rumbo. Y en ese mismo rumbo, además estamos recordando en estas páginas al poeta, traductor, ensayista, dibujante y narrador Nicolás Suescún, quien nos dejó con sus palabras el pasado 14 de abril. A Nicolás, a su poesía y a su vida, le rendimos homenaje en 1998, en el marco del viii Festival Internacional de Poesía de Bogotá. Hoy día, hoy noche, volvemos a constatar que su presencia entre nosotros es tan cierta ahora, como en ese entonces. Ulrika
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Antología íntima (1950-1960)
«Poesía Buenos Aires» A propósito de «Poesía Buenos Aires (1950-1960)». Antología íntima, publicada en Buenos Aires en 2010 y en Zacatecas en 2014, se reproduce a continuación el prólogo especialmente encomendado a quien fuera su miembro más joven, el poeta, traductor y ensayista Rodolfo Alonso. n por Rodolfo Alonso
Siempre fue difícil proponerse (o, como en este caso, aceptar) una antología poética. Ya en tiempos idos, menos injustos con el género, entre bromas y veras Juan Ramón Jiménez pudo bautizarlas cabalmente (comenzando por la suya) como antojolías. Porque nunca dejará de manifestarse en el antólogo lo que Einstein descubriera para la observación científica: el punto de vista jamás será objetivo ya que incluye, ineludiblemente, la perspectiva del propio espectador. El criterio de cada selección debía encarar entonces por lo menos dos direcciones posibles, si es que no opuestas: la exigencia o la acumulación. En ambas se esperaba que el asunto fuera explícito. Y si la excelencia se manifestaba en los escasos elegidos (coincidiendo de algún modo con Rilke: «Además no hay 300 poetas»), para los cuales podía encararse un criterio de escuela o de tendencia, cuando no simplemente de corte cronológico, no dejaban tampoco de manifestarse disidencias en el sentido opuesto (que es el que viene primando acaso con exageración en estos días): la política de manga ancha nunca logra ser total, cada minuto alguien queda afuera. Y quizás el summum de esa utopía sólo pudo rozarse (por reducción al absurdo) en un sitio web latinoamericano, donde con letra muy pequeña mi asombro vio infinitos nombres de quienes supuestamente se habían propuesto escribir poesía
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en un inmenso país hermano. Sólo nombres, entonces, que se anulaban entre sí, sin poema alguno. Pero no es tal el caso de la antología que hoy nos ocupa, inaudito lector. Entiendo que no fui convocado a seleccionar según mi criterio o gusto de ajenas producciones sino, por el contrario, a presentar una revista de la cual no sólo fui protagonista sino que también está ligada a mi propia adolescencia, a mi propia iniciación. Es decir, para que esa antología cumpla su cometido no puedo obviarme, estoy ineludiblemente involucrado. Difícil era entonces, ya de entrada pretenderse objetivo, pero mucho más difícil supuse era proponerse transmitir, alrededor de medio siglo después, el contexto individual y colectivo que involucran y en el cual estaban involucradas estas páginas. (Ya en ulrika 58 |
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MOMENTOS DE LA POESÍA IBEROAMERICANA
Poesía Buenos Aires, circa 1954: Rodolfo Alonso, Raúl Gustavo Aguirre, Marta Aguirre, Ramiro Casasbellas, Clara Fernández Moreno, Alberto Polat y Juan Carlos Paz.
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1975 lo había previsto con toda justicia Susan Sontag: «El gusto es el contexto, y el contexto ha cambiado».) ¿Cómo intentar trasmitir, a lectores de hoy, cuando no lo han vivido, el clima existencial y concreto, cultural y político, social y personal, no sólo de un país sino de un planeta que eran en gran medida otros? Y en caso de habérselo propuesto, ¿cómo evitar que eso también estuviera teñido por la ineludible perspectiva personal? Lo que me obligó en este caso a acentuar aún más el criterio de objetividad: si Poesía Buenos Aires fue, para resumir bárbaramente, en concreto una modesta revista argentina de vanguardia, de carácter absolutamente independiente y prácticamente artesanal, con treinta números publicados entre 1950 y 1960, en tiradas que oscilaban alrededor de los quinientos ejemplares, que sólo fue posible merced a la desmedida generosidad y devoción de Raúl Gustavo Aguirre, aunque también de hecho y por razones que no sólo hoy me resultan casi imposibles de explicar constituye un mojón en la historia de la literatura argentina, ya que a partir de ella se modificó de raíz la teoría y la práctica de la poesía en nuestro país e incluso más allá, a fin de evitar acaso inacabables elucubraciones que siempre nos conducirían al mismo misterio, de algún modo inefable, me propuse limi-
tarme no sólo a ese período cronológico sino también exclusivamente a poetas afines y a poemas y textos publicados en la revista, en sus ediciones o, en casos muy especiales, en algunas otras publicaciones contemporáneas, por lo general bastante cercanas, por uno u otro motivo. Aceptado ese marco general, quedaban otros dos desafíos: quienes, y qué. De hecho, la revista tiene un linaje, el invencionismo de Edgar Bayley, y un artífice, ineludible como vimos, Raúl Gustavo Aguirre. A su alrededor se fue congregando un grupo de jóvenes, por lo general, pero no tan sólo poetas, inconformistas, rebeldes y celosos de su independencia. Aunque no todos eran física o afectivamente asiduos, de hecho se fue constituyendo un núcleo más o menos permanente y también otro un poco más amplio, pero intercambiable, unido por tendencia o por espíritu. A pesar de haber participado activamente, no creí que el elenco de los antologados dependiera exclusivamente de mi criterio. Y me basé entonces en datos concretos: no sólo aquellos que habían estado más cerca, sino también quienes habían publicado más asiduamente, y en una proporción que también buscaba sustentarse en ese último dato comprobable. Quiere decir que los poemas y textos reunidos fueron publicados por lo general en las mismas páginas de la revista, a lo largo de todo su período de duración. Eso hace que muchos de esos poemas y textos sean inéditos en libros, aún en presuntas obras completas de sus autores, y también en muchos casos que, de haber sido posteriormente publicados en volumen, allí se cuente con su versión original, primera. No es que la revista no haya emitido sus propias antologías. Que reflejan también de algún modo el criterio (y la bienvenida
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evolución) de quienes la conducían. Porque en esos diez años también estos jóvenes escritores, que no encaraban la poesía apenas como producción sino también en varios casos al mismo tiempo como reflexión y traducción, lo que es sin duda una de sus características más significativas, se negaron por lo general a anquilosarse en receta, dogma o ismo alguno y, aunque partiendo de un criterio radicalmente moderno, supieron evadir por lo general los riesgos de cualquier retórica, clásica o vanguardista, a fin de mantenerse disponibles para una experiencia de vida y de lenguaje. Si en la primera Antología de una poesía nueva (1952)1, seleccionada por el mismo Aguirre, se evidencia el impacto que en esos jóvenes produjo el contacto con el invencionismo (a algunos de cuyos próceres, Bayley especialmente, pero también Lamadrid, ya se incluye), sólo un año después, en el número 13-14 dedicado a ofrecer una Imagen de la nueva poesía 19532, donde a Aguirre se ha agregado el espíritu tal vez más analítico de Nicolás Espiro, el arco de la poesía argentina de vanguardia presentado se expande y, si para los del núcleo propio se reserva el primer apartado: Poetas del espíritu nuevo (como se ve
1 Antología de una poesía nueva, selección, prólogo y notas de Raúl Gustavo Aguirre, ePBA, Buenos Aires, 1952. Incluye a: Juan Carlos Aráoz de Lamadrid, Edgar Bayley, Mario Trejo, Omar Rubén Aracama, Raúl Gustavo Aguirre, Jorge Enrique Móbili, Nicolás Espiro y Wolf Roitman. 2 Poetas de hoy: Buenos Aires, 1953, selección y notas de Raúl Gustavo Aguirre y Nicolás Espiro, PBA, n. 13-14, Buenos Aires, primavera de 1952-verano de 1954. Incluye: Poetas del espíritu nuevo – I (Edgar Bayley, Juan Carlos Aráoz de Lamadrid, Juan Jacobo Bajarlía, J. Alberto Molenberg, Mario Trejo, Francisco José Madariaga, Jorge Enrique Móbili, Raúl Gustavo Aguirre, Natalio Hocsman, Nicolás Espiro, Wolf Roitman, Omar Rubén Aracama, Rodolfo Alonso, Jorge Carrol, Alberto Vanasco, Osmar Luis Bondoni); Poetas madí (Carmelo Ardén Quin, Gyula Kosice, Diyi Laañ); Poetas surrealistas (Aldo Pellegrini, Enrique Molina, Carlos Latorre, Juan Antonio Vasco, Julio Antonio Llinás); Poetas del espíritu nuevo – II (Rogelio Bazán, Fernando Birri, Miguel A. Brascó, Carmen Bruna, Ramiro de Casasbellas, Raquel Colombres, Mauricio Dupuy, Clara Fernández Moreno, Daniel Giribaldi, Antonio Muñoz Ramos Francisco Pápez, Alberto Polat, Emilio Rubio, Osvaldo Svanascini, Francisco Urondo, Rubén Vela).
ya alejado de ismo preciso), en el segundo y el tercero aparecen el surrealismo y la poesía madí, sin olvidar un cuarto donde se amplían los límites del mencionado en primer término: Poetas del espíritu nuevo 2. De más está decir que hemos tratado de ceñirnos al núcleo de esos poetas considerados los propios de Poesía Buenos Aires, en un marco cuyos límites no dejan de ser algo difusos. Por eso hemos añadido algunos nombres más que relevantes, aunque no formaran parte activa o aceptada de aquel núcleo. Si Francisco Madariaga bien podría serlo, porque siempre fue aceptado como uno de los nuestros incluso antes de que se ligara activamente con el grupo surrealista, es un buen dato histórico que Alejandra Pizarnik no sólo abandonara su primer nombre, Flora, con el que publicó su opera prima, a consecuencia de un consejo de Aguirre, sino que también fue con el sello de la revista que apareció su segundo libro e, incluso, el tercero, en un sello paralelo, Altamar. O que alguien como Leónidas C. Lamborghini haya comenzado a publicar en nuestras páginas, que lanzaron también su primer título. O que hayan estado cerca, aunque no siempre físicamente, desde el santafesino Hugo Gola hasta Osvaldo Svanascini. (O que, como me lo reconoció generosamente el mismo Juan Gelman, que no escribió en ella, sin duda la lectura de la revista tuvo que ver con el desarrollo de su poesía.) Fue precisamente a través de viajes a la Santa Fe natal de Francisco Urondo que tomé contacto no sólo con Gola o un casi niño Juan José Saer, sino también, cruzando a Paraná y de manera muy especial con Juan L. Ortiz, una figura por entonces prácticamente olvidada. Y que junto con Oliverio Girondo, del cual la aparición de En la masmédula sólo fue saludada entonces por Poesía Buenos Aires y los surrealistas, fueron también incluidos como afines, como nuestros. Como fue también el caso de Macedonio Fernández, otro gran desconocido por entonces, a quien propuse incluir en el último número de la revista después de haber descubierto en librerías de viejo su único libro del género: Poemas3,
3 Poemas, de Macedonio Fernández, con prólogo de Natalicio González, editorial Guarania, México, 1953. ulrika 58 |
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MOMENTOS DE LA POESÍA IBEROAMERICANA
¡inédito post mortem, editado en México y prologado por un paraguayo! Aunque específicamente dedicada a la poesía, la revista fue pionera en no aceptar la frontera de los géneros. No sólo se descolló en el poema en prosa sino que hubo directamente un narrador, Néstor Bondoni, que era asiduo y editó su primer libro con nuestro sello. Tampoco llamará la atención que Néstor Sánchez, ya casi por aquellos tiempos, y sobre todo Juan José Saer, como lo dijo explícitamente en su último libro, Trabajos, se consideraran afines a la revista. Sino que el mismo Ricardo Piglia confiesa, en Crítica y ficción, que era una de las pocas revistas argentinas que leía de joven. Tampoco ha de sorprender que haya superado las fronteras hasta incluir al brasileño Milton de Lima Sousa, que siempre fue y se consideró uno de los nuestros. Sin contar la enorme cantidad de grandes poetas de otras lenguas, por lo general casi desconocidos, que vieron la luz en esas páginas. Entre ellos, como decía Aguirre, fueron adelantados cuatro posteriores Premio Nobel: Elytis, Neruda, Pasternak, Montale. Pero también las grandes voces de otras lenguas, de Guillaume Apollinaire a Emily Dickinson, de Rimbaud a Lewis Carroll, de Max Jacob a Paul Éluard, de Fernando Pessoa a E. E. Cummings, de Antonin Artaud a Cesare Pavese, de Hart Crane a Jacques Prévert, de Henri Michaux a Wallace Stevens, de Giuseppe Ungaretti a Dylan Thomas, por citar sólo algunos. Y aunque se pretendió negarlo, también a grandes poetas iberoamericanos, especialmente Vicente Huidobro y César Vallejo, o los indelebles modernistas brasileños Carlos Drummond de Andrade y Murilo Mendes. De nada hubiera servido intentar una enumeración exhaustiva, no sólo de las creaciones originales y de las traducciones, sino también de los apasionados pero lúcidos ensayos de reflexión sobre la poesía y el lenguaje. Pero nadie conseguirá tampoco, insisto, devolver el clima de camaradería y de seriedad, de sentido del humor y de descubrimiento, en que todo ello fue gestándose sin proyecto previo, casi como derivación natural de lo que compartíamos sin habérnoslo propuesto con Tristan Tzara: «Hacer de la poesía una manera de vivir». Ni mucho menos 8
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el hecho contundente no sólo de que muchos de quienes escribían no se sintieran autores de poemas, sino también de que todo esto se diera en el marco de un espíritu moderno común que se compartía con otras disciplinas: artistas plásticos, músicos, arquitectos, diseñadores, gente de teatro, cineastas. Como dije, es casi imposible transmitir hoy el contexto de esta aventura en aquellos años, por otro lado densos tanto en lo individual como en lo público, y no sólo para el país. Pero siento que lo más honestamente eficaz en tal sentido fue acompañar la selección de poetas y poemas efectivamente publicados en Poesía Buenos Aires con una serie de textos significativos, también aparecidos en la revista o en otras páginas muy afines, dentro del mismo período de tiempo, y que en su aparente diversidad quisiera contribuyan a demostrar como gratuitos los calificativos de europeizantes o elitistas (el tango florecía en los cuarenta, y Lamadrid y Bayley dirigieron en 1951 tres números de Conjugación de Buenos Aires, donde se mancomunaban tango y vanguardia, Carlos de la Púa y Giorgio de Chirico, o como esa larga carta manuscrita con que Astor Piazzolla, entonces tan vanguardista como nosotros, respondió al envío de mi primer libro), que algunos susurraban desde diversos ángulos. Para no pretender transmitir lo enormemente inusitado y escandaloso que resultaba, en aquel contexto, incluso desde el título, escribir en minúsculas y sin signos de puntuación (después de todo, ya algún cuadro concreto había merecido ser tajeado, y hasta condenado explícitamente desde las esferas oficiales). Como lo testimonia nuestro propio linaje: el invencionismo poético nació a mediados de la década de 1940 asociado con los pintores y escultores concretos, encabezados por Tomás Maldonado o Alfredo Hlito, entre ellos nuestro diagramador y entrañable amigo Jorge Souza (otro tanguero de ley, que nos presentó a Enrique Mario Francini y a Argentino Galván). Y el no menos vanguardista compositor Juan Carlos Paz, fundador de la Agrupación Nueva Música, era el primero con quien charlábamos cuando yo mismo, todavía adolescente, llegaba temprano a las reuniones de todos los sábados en el Palacio do Café, de avenida Corrientes al 700.
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Por no hablar de artistas como el músico Francisco Kröpfl o el escultor Libero Badii, para citar sólo algunos. Nuestro contexto no se limitaba a la poesía ni siquiera a la literatura sino que estaba en pleno y vivo contacto con un magnífico conjunto contemporáneo de artistas e intelectuales de vanguardia, cuyo canto del cisne como grupo parece haber sido precisamente la Primera reunión de arte contemporáneo, organizada por nuestro compañero Francisco Urondo en la Universidad del Litoral (Santa Fe, 1957), para la cual me invitó a colaborar con él y adonde convocamos como invitados especiales no sólo a Juan L. Ortiz y Juan Carlos Paz, sino también al gran poeta brasileño Carlos Drummond de Andrade, a quien ya estaba traduciendo. He preferido entonces dejar de algún modo en manos de los propios poetas sus asuntos. (Después de todo, no sigo siendo más que uno de ellos, e incluso el más joven.) La enorme mayoría de los poemas y los textos incluidos en la antología fueron publicados directamente en la revista o ediciones Poesía Buenos Aires durante sus diez años de vida, de 1950 a 1960. También se ha mantenido, en gran medida y para cada caso, la proporción del espacio entonces concedido. He reducido al mínimo las notas o comentarios, a fin de no interferir con sus destinatarios. Porque se ha querido mantener el clima y el espíritu que entendemos guió (insisto, de una manera orgánica, vivida y nunca presupuesta, ni siquiera supuesta) las acciones de Poesía Buenos Aires: dejar que cada uno se enfrente por sí mismo con la experiencia de vida y de lenguaje que implica la poesía, que implica el poema. Ella es también la única explicación, si es que no la única justificación, para los que se asombren de no encontrar
en esta misma introducción ningún ahondamiento, ninguna opinión, casi ninguna toma de posición explícita con respecto al material presentado en dicha antología y que no sea ese mismo material. ¿Pero cómo remitir a una única explicación el inusual fenómeno de que una modesta publicación de jóvenes independientes, que se mantuvo explícitamente en contra cuando no al margen de los más diversos conformismos, de uno y otro signo, no sólo haya generado muchos de los nombres más valiosos de la poesía contemporánea en nuestra lengua, sino también contribuido a modificarla, y no sólo en nuestro país, a fondo y perdurablemente, en la teoría y en la práctica, traduciendo y reflexionando, sin ceder a las tentaciones de la carrera literaria, manteniéndose orgullosa pero fraternalmente libre? A quienes busquen opiniones les recomiendo calurosamente leer y releer esas páginas, esos poemas y esos textos en su gran mayoría todavía activos y preñados, todavía tan capaces de fecundar como de ser fecundados por quien se asome a ellos, sin olvidar, sin dejar de tomar en cuenta por supuesto la muchas veces sutil y escasas veces abismal diferencia de criterios, individuales y colectivos,
Poesía Buenos Aires, circa 1954: Jorge Souza, Rodolfo Alonso, Néstor Bondoni, Francisco Urondo, Osmar Bondoni, Edgar Bayley y Raúl Gustavo Aguirre.
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MOMENTOS DE LA POESÍA IBEROAMERICANA Portada del tomo ii, de la reedición facsimilar completa, en dos tomos, de la legendaria revista de vanguardia Poesía Buenos Aires (19501960), que publicara la Biblioteca Nacional de la República Argentina (Buenos Aires, 2014), con prólogo de Rodolfo Alonso.
en cada uno y en el conjunto. Pero entregarse, en fin, dispuestos a poner y a recibir lo mejor posible, la fraternidad y la exigencia que continúan su tensión de vida en muchas de esas páginas. Que nunca serán, confío, apenas documento. Y tomando en cuenta también que, a lo largo de ellas, como prueba acaso definitiva de su orgánica honestidad, de su honradez de fondo, la mayoría de los mismos protagonistas han ido evolucionando, madurando, modificándose sin dejar de ser los mismos, por natural deriva de su ser más orgánico y no por dogma, teoría, plataforma o preconcepto alguno. (De tal modo que, si a alguien le interesara, resultaría acaso posible ahondar allí mismo, sobre las páginas de esa revista tan ejemplar como insólita, la evolución no sólo literaria de algunos de sus más asiduos protagonistas, tanto como recordar que no todos coincidían –coincidíamos–, como dije, exactamente, literalmente, con lo afirmado en cada ocasión.) En un mismo aire quizás, sí, en un aire compartido, pero cada cual a su modo. 10
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Aunque se lo pueda imaginar contradicho en otras circunstancias, no deja de mantener, si lo tuvo, su grado de validez y de eficacia, su diapasón de evidencias, incluso contra otras evidencias posteriores. Se permite sospechar entonces que, de hecho, si bien cuando se hacía en Poesía Buenos Aires era porque en gran medida se compartía el marco general, los textos y declaraciones que parecen consensuadas no fueron nunca fruto de asambleas, no requirieron consentimiento previo. Algo fluía, y se concretaba, en el devenir del conjunto, que también maduraba en forma individual. Algo creía sentirse compartido. Que la condición de adolescencia y primera juventud de la gran mayoría contribuyera a ello, no es óbice para evaluar tanto su carácter no habitual como su calibre, en el cual no poco y más bien mucho tiene que ver la calidad de expresión, la nobleza del lenguaje involucrado. En los textos y no sólo por cuestión de espacio se ha preferido dejar en esa ocasión de lado los más largos, ambiciosos estudios de indagación y reflexión para congregar allí testimonios más fehacientes, más concretos quizás, pero de más amplia índole, de más amplio dominio abarcado, lo que confío contribuya a recrear en el lector de hoy (sobre todo si se fija en las fechas de la cronología individual y de los acontecimientos históricos involucrados) una imagen más adecuada del contexto original en que fueron insertos. Y aún cuando algunos de sus protagonistas no sólo los hayan sino que se hayan contradicho, o nos parezcan o se nos presenten como habiéndolo hecho, no siempre a sabiendas, a conciencia o a propósito, todo contribuirá para que el lector atento se descubra –si le es posible– más iluminado. Esa fue otra viva tradición de Poesía Buenos Aires: no sólo encarar la creación
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junto con la reflexión y la traducción sino, también, dejar libremente al azar o a la conciencia o capacidad de cada uno el libre encuentro entre poema y lector, entre poeta del poema y poeta de la lectura. Sé que los tiempos han cambiado, ya lo hicieron antes y volverán a hacerlo, si es que no desolamos el planeta para siempre, pero lo que está vivo en esas palabras y esas páginas no se ofreció nunca ni siento aún hoy que pueda ofrecerse de ninguna otra manera que libremente. Sin concesiones. Sin trucos. Fraternidad y exigencia. Es lo que intuí me prometieron, sin decirlo, cuando
los conocí, casi por milagro, la noche antes de cumplir mis diecisiete años. Me lo ratificaron después, cuando fue sostenido hasta las últimas consecuencias (y de algún modo acaso aún lo sigue siendo) lo que «quien llevó nuestros sueños a la imprenta», el entrañable y más que generoso Raúl Gustavo Aguirre, dejó límpidamente escrito: «Poesía Buenos Aires tendrá a bien no devenir institución». Es decir, no dogmatizarse, no oficializarse, no congelarse, no triunfar, mantenerse abierta y disponible, seguir siendo un desafío que encubre una amistad. Y cumplieron.
BIBLIOGRAFÍA
El movimiento Poesía Buenos Aires (1950-1960), selección, prólogo y notas de Raúl Gustavo Aguirre (Fraterna, Buenos Aires, 1979). La juventud de Poesía Buenos Aires, de Eugenio Montejo. En su libro: El taller blanco (Fundarte, Caracas, 1983, pp. 103-108). Veníamos a abrir puertas, de Rodolfo Alonso. En: Conversaciones con la poesía argentina, compilado por Jorge Fondebrider (Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1995, pp. 287-297). La juventud de Poesía Buenos Aires, seguido de Raúl Gustavo Aguirre, de Eugenio Montejo. En su libro: El taller blanco (Universidad Autónoma Metropolitana, México, 1996, pp. 85-101). Poesía Buenos Aires (x 10), selección y prólogo de Javier Cófreces (Leviatán, Buenos Aires, 2001). La generación de Poesía Buenos Aires, de José Augusto Seabra. Diario La Gaceta, Tucumán, domingo 27 de mayo de 2001. No usamos el lenguaje, somos lenguaje, entrevista a Rodolfo Alonso. Revista El perseguidor, Buenos Aires, número 9, verano 2001/2002, pp. 14-20.
Señales de vida, de Rodolfo Alonso. En su libro: Canto hondo, antología 1952-2002 (Universidad de Carabobo, Valencia, Venezuela, 2004, pp. 7-28). Aviso al lector desprevenido, de Rodolfo Alonso. En su libro: A favor del viento, poesía reunida 1952-1956 (Argonauta, Buenos Aires, 2004, pp. 9-29). Antes y después de Poesía Buenos Aires, de Rodolfo Alonso. En: Historia crítica de la literatura argentina, dirigida por Noé Jitrik, Vol. 7: Rupturas, dirigido por Celina Manzoni (Emecé, Buenos Aires, 2009). Poesía Buenos Aires (1950-1960). Antología íntima. Edición, prólogo y notas de Rodolfo Alonso. Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2010. Poesía Buenos Aires (1950-1960). Reedición facsimilar completa en dos tomos. Prólogo y notas de Rodolfo Alonso. Biblioteca Nacional, Buenos Aires, 2014. Poesía Buenos Aires (1950-1960). Antología íntima. Edición, prólogo y notas de Rodolfo Alonso. Taberna Libraria Editores, Zacatecas, 2014. ulrika 58 |
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MOMENTOS DE LA POESÍA IBEROAMERICANA
Una mirada a los maestros de Bolivia n Por ROCÍO ÁGREDA PIÉROLA Y JORGE CARLOS RUIZ DE LA QUINTANA Los grandes maestros de la poesía boliviana encarnan los rostros y las facetas con las que Bolivia misma se presenta. Su sorprendente diversidad geográfica es también el bastidor de un enorme telar cuyo entramado simboliza esa condición «abigarrada» de la sociedad boliviana. Hay nombres que a la hora de cualquier recuento no se deben dejar de mencionar, el faro luminoso de Ricardo Jaimes Freire, el poder telúrico de Franz Tamayo, la vibrante pluma de Cerruto y, cómo no, a la gran Yolanda Bedregal. Pero en esta ocasión deseamos acercarlos a otros rostros y otras voces igual de importantes. Hilda Mundy (1912), quien naciera civilmente como Laura Villanueva, orureña, una de las pocas mujeres vanguardistas de América, asumirá después –en un gesto irresistiblemente pessoano– el nombremáscara de Hilda Mundy, además de otros nombres como Anna Massina, María D’Aguileff y Madame Adrianne con las que aparecerá durante sus incursiones periodísticas. Laura adoptará también en su escritura todavía otras máscaras, las de la ligereza y de la refinada y docta ironía, así en sus escritos periodísticos muy atentos a los devenires de la Guerra del Chaco y luego en su poesía de corte ultraísta donde precoz se ríe de todo y de todos, pues parece que a todos, al igual que a las «señoritas anafractarias» «les alienta sobremanera la íntima necesidad de vivir so pretexto vital de la naturaleza». Veinteañera y apasionada por el ultraísmo escribe Pirotecnia, poemario de genialidad indiscutible donde conscientemente renuncia y se libera –como escribía Emma Villazón– «del romanticismo, el machismo y las metáforas». No obstante, tan colosal como su breve obra, lo es 12
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Matilde Casazola
también su gran silencio que después de un inicio literario tan auspicioso se discontinúa para siempre, y esa breve pólvora colorida se dispersa en el gran río de otras demandas igualmente verdaderas. Todas esas máscaras se han volcado hacia las intimidades más profundas de lo no dicho, de lo no escrito, no porque no pudiera escribirse sino porque los movimientos de esa escritura son muy otros y misteriosos. «Por eso no más decires vacuos y avalantes. No más hablar de cosas ligeramente conocidas. Se vive. Se participa del mundo. Se camina por la leve hoja de este planeta
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noble. Luego hay que ser verdadero, amar verdadero, escribir verdadero y morir verdadero».
los márgenes, las chinganas (bares de las afueras donde iban a beber personajes marginados de la ciudad, alcohólicos, indigentes, indígenas), toda su obra ha sido escrita durante un periodo largo de sobriedad que mantendría a pesar de puntuales recaídas. A estas alturas Sáenz se ha convertido en un poeta omnipresente en las letras bolivianas, que de
Edmundo Camargo (1936). Poeta nacido en Sucre y tempranamente radicado en Cochabamba cuya única obra «Del tiempo de la muerte» sólo se publicaría póstumamente y gracias a la intervención del poeta Jorge Suárez el año 1967, siendo reeditado finalmente y tras un largo silencio en el año 2002 por Eduardo Mitre. En su corto paso por el mundo (muere a los 31 años de una grave enfermedad pulmonar), Camargo dejó una obra breve pero decisiva para las letras bolivianas. Durante su temprana juventud radicó en España y Francia donde cursó estudios de Filosofía y Letras en la Sorbona, y tal como sucedió con varios otros poetas en el continente, su escritura atraviesa y se deja atravesar de un modo muy singular por la corriente del surrealismo. La escritura camarguiana es una escritura donde todas las intensidades devienen cuerpo ante la mirada atenta y algo demente de Jaime Sáenz un ojo ávido de deslumbramientos cada vez más puntuales, para culminar en la imagen precisa y bella, rarificada por el lenguaje de faltar dejaría quizá un cráter gigantesco imposible de los cuerpos que transitan entre vida y muerte. Toda no notar. Poeta de la ciudad y del margen, excursiosu poesía es una producción de lenguaje, producción nista de los contornos del abismo, no habrá para él en el sentido más orgánico de la palabra, construye otra ciudad más propicia para tales andanzas que La palabra a palabra una rarefacción que nos conduce y Paz. Sáenz inaugura una visión de la ciudad, del «ser devuelve siempre a los materiales y a los procesos. El y del estar» en un plano donde un particularísimo cuerpo, los cuerpos son atravesados por los elemen- lenguaje se nutre de la paradoja y del habla popular tos en un teatro donde naturaleza y cosmos gozan de paceña (afectada profundamente por el aimara) crisuna contigüidad ineludible: talizando en una metafísica que bebe de una combinación inaudita de romanticismo alemán, ocultismo «Vale más caer de pecho a la tierra / dejar crecer y vanguardia. Muy cercano a la poesía filosófica, su la piedra en los bolsillos / y que una bestia un escritura se sustenta por un afán poético en pos de día / nos endulce los huesos con su lengua / preocupaciones tales como la muerte, el tránsito, el cálida como un sol sin movimiento». amor, la alquimia, el júbilo. Lejos de los infiernos de la luz, cría una nueva manera de ser del lenguaje, Jaime Sáenz (1921). Nació en La Paz, fue periodista más verdadero cuanto más paradójico, más verdadey docente, a su alrededor, como si se tratara de un ro cuanto más atravesado de noche, en su escritura sol oscuro, prosperó un fértil movimiento de artis- hay un movimiento del sí, del no, del sí-y-no y tamtas jóvenes y poetas. Más conocido por frecuentar bién de lo que es todo lo contrario. Pero todo esto es ulrika 58 |
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sólo un pretexto para traer a escena el más luminoso de sus conceptos poéticos: El júbilo. «En el extraño sitio en que precisamente / la perdición y el encuentro han ocurrido, la hermosura de la vida es un hecho que no / se puede ni se debe negar. La hermosura de la vida, por el milagro de vivir. La hermosura de la vida, que se da, por el milagro de morir». Jesús Urzagasti (1941) nació en una región del país gobernada por los extremos: el Chaco. Lugar seco y polvoriento pero desbordado de verdura, recinto del calor más extremo y canal de paso del helado viento polar del sur, de cierta manera así también son las letras. Su poesía y su narrativa han marcado una nueva etapa en la literatura boliviana. Crecido en la posguerra de la conflagración entre bolivianos y paraguayos, Urzagasti representa esa nueva mirada sobre lo propio y lo desconocido de nosotros mismos como nación. Su obra en narrativa es la novela Tirinea (1967) la cual viene nutrida de toda la onda expansiva Hilda Mundy del «boom» latinoamericano. Su obra poética se concentra en cuatro títulos. Yerubia (1978) y La colina que da al mar azul (1993) son quizá los más conocidos. «Casi siempre he escrito poemas sueltos, o sea, no he escrito poemas en función de un libro», reconoce él mismo. No obstante, no hay que dejar de subrayar que tanto su narrativa como su prosa tienen un carácter profundamente poético. Urzagasti redimensiona la geografía lo conocido. Su voz emerge dislocándonos a una comprensión más completa de lo que somos como pueblo y nos arroja a lugares hasta entonces inéditos. Fue un amante de las palabras, un celoso defensor de sus significados, 14
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piadoso con la estética y creador de un universo propio en el cual estamos convidados a habitar. Mientras averiguas por tu cuenta en qué consiste el misterio de todo las preguntas de doble filo no te conciernen y en tus ojos de animal en celo ondula la geografía del paraíso.
Pedro Shimose (1940) también es heredero de las transformaciones que había experimento el país después de la Guerra del Chaco. Las artes, como las terminaciones nerviosas de un pueblo, son las primeras en comunicar a través de su propio lenguaje las nuevas categorías por las cuales ha de explicarse la condición humana. Shimose da el brinco hacia un nuevo momento literario en el que era urgente buscar en todas las preguntas la manera de desbaratar todas las respuestas. Está convencido que: «En lo más profundo de la conciencia humana la poesía seguirá interrogando al destino; seguirá recordándole al poder que todo es perecedero y que la arrogancia humilla a los desheredados». Importantes pasajes de su producción tienen como fuente de inspiración lo político, lo social, la identidad, el poder del espíritu y las contrariedades del destino humano. Desde muy joven se le reconoció su gran madurez estética y muy pronto se ganó un lugar entre los maestros de la poesía boliviana. El tiempo sólo confirmó los augurios. Su polifacética labor artística le ha merecido importantes reconocimientos no sólo por su poesía, sino también como cuentista, crítico literario, compositor de música popular y dibujante. Su labor profesional lo ha vinculado a la prensa, a las universidades y la investigación académica, materializando en sí mismo esa voluntad de intervenir en la transformación de la realidad.
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Es la patria, me digo, este hierro candente, / esta asfixia de gorgueras de lino almidonado, de armaduras de hierro, / de pepitas de oro lavadas en las cribas de la lluvia.
Matilde Casazola (1943) forma parte de esa estirpe de poetas cuya maestría con los versos y la lira los ha hecho legendarios. Nieta del célebre escritor Jaime Mendoza y sobrina del historiador Gunnar Mendoza, fue iniciada muy pronto en la poesía y la música. Se formó en piano y guitarra desde la adolescencia y más tarde prosiguió estudios en la Sección Musical de la Escuela Nacional de Maestros de Sucre. Su producción musical es parte imprescindible del patrimonio folclórico contemporáneo. Sus cuecas, bailecitos, yaravíes y wayñus son verdaderos himnos nutridos de una hondura estremecedora. Su poesía se decanta por dos vertientes: lo temático y lo autobiográfico. Sin embargo, quienes la han estudiado sostienen que no es posible entender a Casazola sino viéndola blandir en una mano la pluma y en la otra la Pedro Shimose guitarra. Su primera producción literaria vio la luz en 1967: Los ojos abiertos. Al presente tiene publicados casi una veintena de trabajados poéticos. La «Cantora» a lo largo de su prolífica carrera como poeta y compositora ha sido justamente reconocida y homenajeada. Recientemente, demostrando toda su vigencia e importancia, fue galardonada con el Premio Nacional de Cultura. En su oficio de «inventar canciones» Matilde ha tallado con sus letras una parte de la médula misma del espíritu boliviano. Se apagó el amor como un fueguito como un fueguito muerto de frío
Por último, no queremos concluir este pequeño recuento de los maestros de la poesía boliviana sin dejar de mencionar los otros idiomas con los que se expresa la diversidad de esta nación. La poesía es tan antigua aquí como sus primeros pueblos. De los cantos y yaravíes desaparecidos luego de la invasión, la poesía en nuestros idiomas se abrió espacio con distintas estrategias, primero el Taki Ongoy, luego por medio de las crónicas y más tarde en la música popular. Con el tiempo fue encontrando su espacio en las formas más tradicionales y propias de cada época. La poesía quechua tiene representantes de larga data, como el revolucionario Juan Wallparrimachi (1793). Medio siglo más tarde está el valioso legado de José David Berríos (1849). Ambos quizá serían sólo unos olvidados sin la apasionada labor de rescate del grandioso Jesús Lara (1898) La poesía en aimara sigue recorridos semejantes, pero queremos poner especial atención en Juan de Dios Yapita (1931), poeta, liguista y académico de renombre internacional. Su producción poética forma parte de su repertorio por la recuperación y revalorización de nuestros idiomas nativos. Desde la academia ha animado valiosos esfuerzos para ampliar la comprensión de nuestras raíces y la urgencia de llamarnos a nosotros mismos con nuestras propias palabras. Amuki t’uyuskma, laqa laqanjama. Jan uñtanistati. Amuki t’uyuskma. Vuela en silencio, por las alturas. No dirijas tu vista hacia mí. Vuela en silencio.
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RevistAtlántica de poesía y su vocación iberoamericana n Por José Ramón Ripoll Director de RevistAtlántica de poesía
«Sus responsables tratamos de esquivar desde el principio cualquier tipo de localismo, ahondando precisamente en el lenguaje poético como una de las formas más auténticas de comunicación».
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Desde que en 1991 Álvaro Mutis presentara en Madrid los primeros números de RevistAtlántica de poesía, junto a Caballero Bonald y Edoardo Sanguineti, en el madrileño Círculo de Bellas Artes, tuve la sensación de haber trazado un puente entre Iberoamérica y Europa sustentado en tres pilares importantes. Editada por la Diputación Provincial de Cádiz, sus responsables tratamos de esquivar desde el principio cualquier tipo de localismo, ahondando precisamente en el lenguaje poético como una de las formas más auténticas de comunicación, expresión y conocimiento universal. Por su historia, cultura y enclave, Cádiz nos regaló el nombre de su océano, y como si fuera una barcaza, cualquier número de la revista podría dejarse llevar por las corrientes atlánticas hasta arribar a cualquier puerto o playón del territorio americano. A lo largo detodos estos años y con las intermitencias propias de este tipo de publicaciones, con crisis económicas por medio y algún que otro contratiempo administrativo, RevistAtlántica de poesía ha sacado a la luz treinta y cuatro números, dedicados integramente a la creación poética, no sólo en lengua española, sino en todos los idiomas que nos ha sido posible traducir. Puede decirse que la revista ha venido siendo una apuesta por la pluraridad, por encima de modas, tendencias y favoritismos que dificultan la difusión natural de la poesía. Por otra parte, entre la nómina de autores publicados hasta la fecha, puede contarse desde los más destacados
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de la poesía contemporánea, hasta las más jóvenes voces que por su riesgo o talento apuntan a una distinta concepción de la escritura. Cada número viene a contar con doscientas cincuenta páginas, dividiéndose en dos partes bien diferenciadas: una de ellas, está dedicada a difundir la obra creativa de los autores participantes. Se trata siempre de material inédito. Cada autor está representado por seis o siete textos, precedidos de una introducción bio-crítica firmada por un estudioso de su obra o traductor. La segunda –que ocupa las páginas centrales en papel satinado–, denominada bajo el término Documentos, es una sección, monográfica o variada, donde tienen cabida todo tipo de materiales (epistolarios, fotografías, artículos, recuperaciones) que complementen la visión poética de los lectores. Entre las monografías más importantes, podríamos mencionar las siguientes: Eugenio Florit en su noventa aniversario (número 7), Poesía francesa contemporánea (número 8), Manuel de Falla, 50 años de su muerte (número 11), Nueve poetas italianas de hoy (número 15), Nueva York en un poeta: Centenario de Lorca y de la ciudad de New York (número 16), Cuba dentro de un piano: Presencia española en la Isla de Cuba (número 16), Cinco poetas al margen de la neovanguar-
dia italiana (número 19), Recuerdo de Gastón Baquero (número 20) y Arquitectura seca: poesía y espacio (separata del número 20), Rafael Alberti (número 21) y La poesía marroquí contemporánea, La obra poética de Caballero Bonald (número 22), Álvaro Mutis (número 23), La labor crítica de José Olivio Jiménez (número 24), Odiseas Elytis (número 25), Carlos Edmundo de Ory (número 27), El escritor colombiano Fernando Charry Lara (número 28), Cesar Vallejo (número 29), Pilar Paz Pasamar (número 31); José Celestino Mutis, una expedición poética (número 32) Epistolario inédito de Julio Cortázar a Félix Grande y Carles Riba a los cincuenta años de su muerte (número 33) y Centenario de Màrius Torres (número 34). Además se ha dedicado un número íntegro, con carácter monográfico, a la Poesía Méxicana Contemporánea (número 30), donde se incluyen cerca de 30 autores nacidos con posterioridad a 1950, y otro a una muestra de la Poesía Colombiana Contemporánea (número 32). Tanto los consejos de nuestro querido Álvaro Mutis, como los de otros muchos amigos colombianos, han propiciado una presencia muy especial de Colombia y sus protagonistas poéticos en casi todos nuestros números. ulrika 58 |
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Poeta Enrique Sánchez Hernani de La Sagrada Familia con Enrique Verastegui del movimiento Hora Zero.
La generación del 70:
Flores y temblores en la poesía peruana n Por Enrique Sánchez Hernani Desde los inicios de la República, Lima fue siempre el espacio público donde convergieron los distintos poderes públicos desde donde se manejaba (o ignoraba) el país, como un teatro de marionetas, y donde debían aparecer los principales intelectuales y artistas de la nación para poder afirmar que tuvieron cierto éxito y audiencia. Hubo pocas excepciones, como el Grupo Orkopata (1926-1932, aprox.), acaudillado por el escritor Gamaliel Churata, en la andina ciudad de Puno, al extremo sureste 18
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peruano, al lado del lago Titicaca. O el Grupo Norte (1915-1930 aprox.), dirigido por los poetas Antenor Orrego y José Eulogio Garrido en la ciudad de Trujillo, en la costa norte peruana, donde hizo sus primeras armas literarias César Vallejo, antes de marchar al destierro de París. Pero en la década de 1950 algo cambió: grandes oleadas de migrantes provincianos se abalanzaron sobre Lima, hartos de esperar que la modernidad o la prosperidad tocasen sus alejadas puertas, en lo que el sociólogo y antropólogo José Matos Mar llamó «desborde popular». Estos se apropiaron de la inhóspita
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periferia de la capital y desde allí pugnaron por mejorar su estatus social y económico. Hacia mediados de la década de 1960, muchos de los hijos de aquellos migrantes ya se educaban en universidades públicas limeñas, al lado de los hijos de las élites provincianas, que enviaban a su prole a Lima con la esperanza de obtener una mejor educación.
APARICIÓN DE LA POESÍA GRUPAL En 1968, mediante un golpe de Estado que sacó del poder al presidente centro-derechista Fernando Belaunde Terry, un grupo de militares, acaudillados por el general Juan Velasco Alvarado, se apropió del gobierno, que duró hasta 1975, cuando otro general, Francisco Morales Bermúdez, lo destituyó para quedarse hasta 1980. La de Velasco no fue una dictadura militar típica. De alguna manera estuvo influida por la creciente prédica socialista mundial, que había puesto en el poder, por ejemplo, a presidentes como el egipcio Gamal Abdel Nasser, que, sin ser un marxista ortodoxo, predicaba aires de transformación. Velasco, a su manera, hizo lo propio. El gobierno de Velasco transformó radicalmente la sociedad peruana, echando del poder a la rancia oligarquía limeña, que había gobernado el Perú entre bambalinas durante décadas, y permitió la aparición de multitudes de trabajadores en la política (apoyando a los que le seguían y reprimiendo a los contrarios, que estaban a la izquierda de su proyecto), en una magnitud que antes solo se había visto cuando se gestó el movimiento sindical peruano en el primer cuarto del siglo xx. Estas multitudes también hicieron sentir su presencia en la cultura, influyendo de manera decisiva en los escritores y artistas con sensibilidad social. El mundo estaba conmovido y así se sentía en el Perú. Había ocurrido la Primavera de Praga (1968), la Revolución de Mayo francesa (1968), la Masacre de Tlatelolco (1968), la Revolución Cultural china (1966), el Festival de Monterrey (1967), el Festival de Woodstock (1969), el Altamont Free Concert (1969), la Revolución Cubana cumplía diez gloriosos años, el movimiento pacifista se nutría con sus manifestaciones contra la guerra en Vietnam, entre los jóvenes reinaba el hippismo y el rock era la
masiva música contracultural que encandilaba sus mentes y corazones. Las lecturas de psicoanálisis, marxismo, estructuralismo, o las teorías de Herbert Marcuse, eran pan de todos los días. Poéticamente, en el Perú, además de toda esa eclosión, se instauró la influencia de la poesía de lengua inglesa entre los jóvenes poetas. Se leía con apremio y furor a la Generación Beat, a Ezra Pound, Robert Lowell, T.S. Eliot, Edgar Lee Masters, William Carlos Williams, pero también a los coloquialistas cubanos como Fayad Jamis, Roberto Fernández Retamar, Pablo Armando Fernández y Luís Rogelio Nogueras, a los exterioristas nicaragüenses orientados por Ernesto Cardenal y a los nadaístas colombianos, donde eran conocidos Gonzalo Arango, Jotamario Arbeláez y el todavía X-504, tiempo después Jaime Jaramillo Escobar. En ese minuto esencial, posiblemente en 1968, apareció en Lima la Generación del 70, caracterizada por la irrupción de movimientos poéticos, de poesía grupal, de revistas furibundas, de manifiestos donde se decapitaba a las anteriores generaciones, con jóvenes que desarrollaban un intenso activismo cultural y que sacaron los recitales de poesía de las bibliotecas hacia espacios donde antes no era frecuente leer públicamente, adoptando un gesto de rebeldía y una clara simpatía por las más recientes corrientes poéticas, además de claras posturas políticas de izquierda. En el inicio se desenvolvieron, principalmente, dos grupos literarios notorios: Hora Zero (dándole un giro a libro de Ernesto Cardenal) y Estación Reunida (en memoria del poeta guerrillero peruano Javier Heraud, asesinado en 1963), aunque hubo otros, como el promovido por la revista Gleba Literaria. El primero, que amplió sus fronteras hacia los jóvenes poetas de provincias y creó una comuna entre hippie y poética en una vieja casona de Lima, sobrevivió con furor desde 1970 hasta la década de 1980, aunque aún ahora siguen dando eventuales recitales y publicando libros colectivos. El segundo, cuyas voces eran de la Universidad Mayor de San Marcos y fuertemente politizados, con simpatía por la revolución cubana, duró dos años, a partir de 1967, cuando apareció el primer ulrika 58 |
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número de su revista, aunque siguen en plena ac- Francisco. Allí nos reuníamos siempre; los sábados tividad poética hasta hoy de forma individual. Un llegábamos pasado mediodía y nos retirábamos muy pequeño número de poetas independientes circun- de noche, tras haber hecho sumarios talleres de poedó uno u otro grupo, sin afiliarse, como José Wata- sía y jugado partidos de fulbito con los vecinos. De entre todos los jóvenes que asistíamos a esa nabe o Abelardo Sánchez León. A mediados de la década de 1970, muchos de los gran escuela de la calle, los del grupo más asiduo principales poetas activistas que iniciaron la ruptu- –y que juzgamos teníamos una poética e intereses ra generacional de esos años, ya habían emigrado a similares– decidimos fundar un nuevo grupo poético París y México, volviendo a recorrer la ruta paradig- y publicar una revista. Es así como en junio de 1977 apareció el primer número de mática acometida por anterioLa Sagrada Familia, integrado res generaciones para dedicarpor los poetas Luis Alberto se íntegramente a la escritura. Castillo, Edgar O’Hara, Róger Ello produjo un notorio vacío Santiváñez, quien esto escribe en Lima a nivel de grupos, y el narrador Guillermo Niño pero la actividad poética sede Guzmán. La revista publiguía tumultuosa e incesante. có nuestro primer manifiesto Los poetas que aparecían año y poemas de los congregados. a año para fundar sus propias Llegamos a editar cuatro núrevistas y decir su voz, sin quemeros sucesivos, el último en rer formar nuevos grupos, aunmarzo de 1979, y muchos lique cobijados bajo una misma bros, de sus integrantes y de estela generacional, eran mulamigos cercanos, además de titud. Las voces reconocidas, y plaquetas y volantes de poesía de notoria calidad, ya no eran política en apoyo a los paros menos de una docena, como sindicales de los trabajadores. pasó en las anteriores generaEn gesto antiacadémico, preciones peruanas de poesía. Susentamos las dos primeras remaban, a ojo de buen cubero, vistas en el bar que cobijaba por lo menos más de sesenta. Libro de Enrique Sánchez Hernani nuestras tertulias, y que nosoLa poesía ya no era un ejercicio presentado en Bogotá, 2017. tros bautizamos como Melibea. de élites sino, prestándonos un Entre Estación Reunida, término muy de la época, era Hora Zero y La Sagrada Faun ejercicio de masas. Hacia 1974-1975, un grupo de poetas jóvenes milia, más las decenas de revistas independientes de la Universidad de San Marcos y de la Univer- que aparecieron por esos años, se hallan las publisidad Católica (el otro semillero limeño de poesía), caciones que cobijaron a la Generación del 70. La aún universitarios, empezamos a juntarnos en bares crítica literaria y los estudiosos rápidamente dieron del centro de Lima, a fundar nuestra propia bohe- cuenta de la aparición de esta nueva promoción mia. En un momento llegamos a ser una veintena de poetas. La antología canóniga que encumbró a de jóvenes que, aún sin libros propios, ya había- sus primeros integrantes fue Estos 13 (1973), de José mos publicado en revistas y diarios. Nos animaba Miguel Oviedo, cuando la nueva generación ya hael interés por intercambiar información y lecturas bía publicado libros y manifiestos, dado recitales, y de poesía. Tras compartir los bares frecuentados por extendido por algunas provincias del país. A partir otras generaciones de poetas, buscamos uno propio, de aquí, no hubo antología o estudio serio que no también en el centro de Lima, en la Plazuela San considerase a sus integrantes. 20
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RASGOS DE LA GENERACIÓN DEL 70
un mismo poema alusiones cultas y populares, así Una notable promoción de poetas, de plena vigencia como el interés por la política explícita. Hubo otras hoy, fueron parte de esta generación. De Estación influencias entre los independientes que enriquecieReunida provienen los hermanos José y Patrick Ro- ron el panorama, pero la visión sobre el rol de la sas, Óscar Málaga, Elqui Burgos y Tulio Mora. De poesía, su utilidad social, era un patrimonio comHora Zero: Jorge Pimentel, Enrique Verástegui, Car- partido. Nunca antes en el Perú hubo tal cantidad men Ollé, Juan Ramírez Ruiz, Manuel Morales, Eloy de poetas y con un nivel tan apreciable. La Sagrada Familia añadió a estos rasgos el Jáuregui, Yulino Dávila, Jorge Nájar, José Cerna, Bernardo Álvarez, Elías Durand, César Gamarra, trato desenfadado del erotismo y un compromiso Sergio Castillo, entre otros. De La Sagrada Familia, político claro, pero antagónico a la poesía social de además de los nombrados, provienen Dalmacia Ruiz los años 50, que había sido influida por el realismo socialista impuesto por la Unión Rosas, Carlos López Degregori, Soviética. El trato de la vida Luís Rebaza, Juan Luís Dammert familiar y cotidiana, llevados a y Óscar Malca (aunque su preniveles de historia, y el humor, sencia en el grupo fue breve). fueron otras constantes, sobre Los independientes son nutodo en la poesía de O’Hara. merosos y solo señalaremos a Pero quizá el rasgo más visialgunos: José Watanabe, Abeble de esta poética generacional lardo Sánchez León, Manuel fue poner a la calle como el nuevo Cillóniz, Luís La Hoz, Armando sujeto poético. La poesía dejaba Arteaga, Óscar Aragón, Cesáaquí su renuencia a tratar el tema, reo Martínez, César Toro Monque antes se consideraba parte de talvo, Enriqueta Beleván, María la prosa. Los poemas se llenaron Emilia Cornejo, Marcela Rode referencias a calles, plazas, parbles, Rosina Valcárcel, José Moques y lugares urbanos propios de rales Saravia, Omar Aramayo, Róger Santiváñez, poeta de La Sagrada Familia Lima y otras ciudades del país y Mario Montalbetti, Juan Carlos el extranjero, dándole un entorno Lázaro, Ricardo González Vigil reconocible. Así mismo, la poesía (a la postre uno de los estudiosos y críticos literarios más importantes del Perú), Nico- del 70 acogió canciones y grupos musicales con nombre y apellido, era frecuente mencionar películas o lás Yerovi, entre otros. Con matices y algunas preocupaciones distin- personajes cercanos en el tiempo, hubo alusiones a tas, aunque no antagónicas, la Generación del 70 hechos de historia reciente, sin preocuparse mucho instauró un lenguaje generacional donde incorpo- si estas menciones iban a conservar su fuerza evocaró todas sus lecturas matrices. De los Cantares de tiva en las décadas siguientes. Pero el contexto del Pound tomó el versículo, la cadencia a la manera poema, en los grandes poemas de la época, salvó del de himnos, la intensa reflexión sobre la cultura de olvido personas o circunstancias que quizá se hubienuestro tiempo, haciendo paralelos con ciertos mo- sen perdido de no figurar en los poemas. Muy a tono con la época, la ideología socialista delos clásicos contemporáneos, y una gran preocurecorrió los poemas de aquella generación, reflepación por la filosofía y literatura de otros países. De la poesía beat tomó su preocupación por la jando las convicciones de la época, pero no solo música y la cultura pop, el uso del lenguaje calleje- por un interés testimonial sino porque, entonces, ro, la jerga, el humor y la irreverencia. De la poesía ciertas ideas eran aún una quimera y cabían en el cubana y nicaragüense se prestó la fluidez coloquial, horizonte de los ideales. El derrumbe de los países el conversacionalismo, las posibilidades de unir en socialistas del este de Europa y el fin de la Unión
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un tanto vehemente, suelo tomarme de manera intensa las cosas que me entusiasman. Por eso mi poesía se ha llenado cada vez más con las alusiones a la música, por ejemplo, pues soy un melómano. Quizá también se ha colado en mis textos cierta tristeza; los desencantos reales quitan la fe y la esperanza, y cada vez me resulta más difícil cargar con el optimismo. Creo también que ahora mi poesía ha dado más espacio a la reflexión, mediata e inmediata, aunque no estoy seguro de si la poesía tiene alguna función social práctica. A veces, por asustar a los reporteros, suelo confesar en mis entrevistas que la poesía LA VOZ PERSONAL Tras el fin de las utopías y el término de los gru- no sirve para nada. Pero miento deliberadamente. pos del 70, la mayoría de poetas de aquellos años A mí me sirve para vivir. Jamás he considerado que persistimos en la escritura, pero quedamos impreg- la poesía sirva para hacer una carrera académica o nados de los sueños e influencias de aquella época. personal. Es mi infierno y mi cielo personal, el alIncluso los mismos poetas de Hora Zero, que hasta tercado constante con la vida, el ajuste de cuentas hoy se reclaman un colectivo, tomaron sus rumbos con lo que hice y lo que dejé de hacer, la autocrípersonales y pasaron a ser responsables individua- tica a mis pequeñas depravaciones, la leve ilusión de que algo podrá cambiar y que yo habré de ver. les de lo que escribían y publicaban. Literariamente, he acumulado mis preferencias poéticas hasta casi hacer estallar «A veces, por asustar a los reporteros suelo a mi biblioteca. Curiosamente, no renieconfesar que la poesía no sirve para nada. Pero go de los poetas que me gustaron siempre. miento deliberadamente. A mí me sirve para vivir». Pero siempre estoy a la expectativa de hallar un nuevo poeta que me guste, que me asombre, del cual pueda aprender algo y Personalmente, creo que represento la poética de me sienta feliz releyéndolo. Porque la poesía es el esa generación, pero con los cambios propios que el acto de la relectura, solo que esta se incrementa y tiempo quita y otorga. Entre lo que quitó se halla la se hace cada vez más grande. A pesar de mi edad, alusión explícita a la política; me parece ahora que la no soy de los que creen que no hay nada nuevo por poesía no es el vehículo pertinente para ello, aunque leer y admirar. Me niego a esto. Siempre busco y en lo personal conserve la ideología, pero con mati- siempre encuentro. Finalmente, aunque ahora escribo con igual ces distintos. Otra cosa que quizá haya desaparecido es el ímpetu que daba tener 20 o 30 años, y ver que pasión poesía y prosa (sobre todo crónicas), creo la vida era todavía una larga carretera por recorrer. que la luz de la poesía conduce mi destino. Algo En este punto, quizá haya aparecido en mi poesía hay allí, bien al fondo, que brilla e ilumina las cocierto desencanto y cinismo frente a lo que la ma- sas con las que me tropiezo. Tengo una forma disyoría considera como verdades inamovibles, pues el tinta de ver el mundo, y cuando los demás miran tiempo me ha hecho cuestionar muchas de las cosas la apariencia de algo que sucede, yo estoy viendo el comienzo y el fin de un poema nuevo. Es una que antes se veían como inmutables. Entre las cosas que se han añadido, presumo manía de la cual no tengo cómo escapar. que están las nuevas lecturas y pasiones que he Lima, 4 de abril de 2017 ido acumulando con el tiempo. Al ser una persona Soviética cortaron, como en muchas otras disciplinas, la mención a esos sueños, trasegados malamente por los burócratas y los nuevos dictadores. ¿Qué llevó al principal núcleo de aquella generación a organizarse en colectivos que buscaban una poética grupal y poetizar colectivamente? Fue el contexto social y político de la época, donde las multitudes y una nueva era irrumpieron en busca de su propio destino, donde los jóvenes se descubrieron a sí mismos como una colectividad distinta a las que habían trascurrido en las generaciones anteriores.
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Homenaje a
William Ospina Padua, Tolima, 1954. Su obra poética está recogida en los libros: Hilo de arena (1986), La luna del dragón (1992), El país del viento (1992) y ¿Con quién habla Virginia caminando hacia el agua? (1995). Tiene dos libros de poemas inéditos: Más allá de la aurora y del Ganges (2006) y Sanzetti (2017).
Futuro Inalcanzable y sola una región del alma aún en la plenitud del amor o la música guarda para el futuro rostros imprevisibles imprevisibles cantos.
Lucila Godoy ven y dale otra vez tu calor a mis labios antes que sean ceniza, y contempla conmigo la bóveda del cielo antes de que se arruinen sus cadastros, y miremos la luna blanca y perfecta que un día yacerá en pedazos sobre la llanura, y miremos el sol antes de que se desangre en el atormentado crepúsculo del mundo. Ven y acaricia mi cabeza donde se habrán de destejer los abismos, llena con tu hermosura mis pupilas que verán disgregarse los Palacios, toma en las tuyas tibias mis manos blancas que un día no hallarán asidero en lo inmenso, pon tu cabeza en mi pecho, oye cantar a mi corazón que un día en su quietud matará a las estrellas. Oye otra vez mi voz en el viento, aún puedo nombrar los limones y el vino que al final se unirán en su amargura,
ven y contemos todavía los hilos de la luz de septiembre antes de que los corte la tijera de octubre. Hay un gran espectáculo en el cielo: una nube, gózala junto a mí antes que arrecie el viento. Acércate y desnúdame de estos pesados mantos antes que el tiempo me desnude de mí, toca mi arcilla estremecida antes que sea tristeza en el tiempo. Mis senos tiemblan para ti, cruel amigo, y no los cubres con tus manos ardientes ven y cierra los ojos junto a mí, siente el bosque lleno de mi perfume, antes que este esplendor sea despojo. Qué triste es ver que es inútil la luna, ese ciego cristal resplandeciente, que por el bosque huyen las voces recias de los cazadores y no hay quien tome a la agitada liebre, qué tristes las ciudades llenas de tristes rostros, porque el único rostro fue al destierro. En tu exilio de huesos, en tu exilio de sombras, en tu pecho de hierba, en tu silencio, compadece a esta pájara cautiva en la tremenda jaula del mundo, entre el mar y la estrella, amigo mío diluido en la muerte, mientras yo miro como abeja enferma la rosa inhabitable.
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Vienen las lluvias Vienen las lluvias, llegan las lluvias, el país entero sale a las plazas y a los campos a bendecir a las nubes cargadas. Y en la noche vacía de la ciudad de grandes parques donde se confunden Inglaterra y la India, otras multitudes salen a saludar a la lluvia de verano que traen los monzones. Son las familias de monos que llenan la ciudad nocturna, son los millones de pájaros que caminan por las calles mojadas, son los elefantes que reciben en sus lomos la lluvia tibia, y recuerdan esas lluvias de antes, cuando no había ciudades, cuando no había humanos, cuando los dioses apenas abrían sus ojos en el fango, abrían sus labios en el rayo, iniciaban la música en las repeticiones de la espuma.
¿Tú sabes qué es la India? ¿Tú sabes qué es la India? El universo, todo, con montañas y estrellas, con muertos y palmeras, con templos y elefantes, con bandadas de gansos, con añil y amaranto, seda y sándalo, en la boca de un niño.
Canción de los dos mundos En Europa es de día pero es de noche en África. Al norte del mar está el tiempo, pero está al sur la eternidad. Los blancos pueblos industriosos construyendo la gloria del hombre. Las negras lanzas nervadas custodiando la roja luna. Las blancas piedras con forma de ninfas danzando en la nieve. Las melenas de oro, las pieles rayadas, las criaturas de cuellos larguísimos como si fueran sueños. Al norte del mar el insomnio en la noche, al sur la siesta en la tarde. Al norte está la razón estudiando la lluvia, descifrando los truenos. Al sur están los danzantes engendrando la lluvia, al sur están los tambores inventando los truenos.
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La Espiga Amotinada notas sobre sus orígenes n Por ÓSCAR OLIVA Juan Bañuelos, Eraclio Zepeda y yo, nacimos en el mismo pueblo, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Jaime Labastida nació en Los Mochis, Sinaloa, y Jaime Augusto Shelley en el Distrito Federal. De 1960 a 1969 conformamos el grupo de poetas La Espiga Amotinada. Cuando los cinco nos encontramos en la Ciudad de México, en 1957, no fue por casualidad. Juan, Eraclio y yo éramos amigos desde niños; Labastida, Shelley y Zepeda habían estudiado juntos la Preparatoria en una Universidad Militar. Desde la primeras reuniones comenzó la fiesta de la palabra, las lecturas comunes, las discusiones, las madrugadas que nunca terminaban; las experiencias vitales compartidas. Y los viajes, casi iniciáticos, que hacíamos por distintos paisajes y pueblos polvorientos, estrechando aún más los lazos fraternales. Como recuerda este fragmento de mi poema, Año Uno: El valle azul. Salimos de Amatenango y llegamos a San Cristóbal. En la casa, alrededor de la pila de agua, en unas butacas con respaldo de cuero, bebimos hasta emborracharnos. Uno leía en voz alta enredándose en hazañas desordenadas, o en la amarilla ondulación de colinas convulsionado el cuerpo, cortándole las venas a las colinas; otro escribía dando golpes de coa hasta llegar a los restos de otras épocas, inventariando huesos, limpiando ofrendas, volviéndolas a enterrar cuando el papel de escribir se llenaba con una escritura de tierra y muerte; aquel pasaba a máquina un poema y lo que
Óscar Oliva
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pasaba siempre era distinto al original, a él mismo, a la realidad que trastornada sin embargo podía apreciarse en aquellas palabras que iban apareciendo desgastadas no en el papel sí en la frente del poeta; éste había enmudecido después de bajar del Huitepec, briznas de nubes en los hombros, terminante el puño para descargarlo, después de injuriarnos. Yo servía más tragos.
Portada del libro Trabajo ilegal, segunda edición, 1994
Nos unió un compromiso: el amor total a la poesía. Y el compromiso, que compartíamos con otros escritores como José Revueltas, de integrar nuestra labor de artistas a las luchas que por distintas regiones del país estaban dando los trabajadores y estudiantes de México. «Somos un vaso de la vida que es dialéctica y que es muerte», nos decía Revueltas. Por supuesto, sabíamos que con la poesía era imposible transformar esa realidad, pero sí era posible que pudiéramos intentar encontrar un lenguaje poético que correspondiera a los momentos 26
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violentos en los que estábamos inmersos, y de esa manera contribuir a la manifestación de otra realidad, más humana, partiendo de la gran tradición de la poesía de distintas épocas, de las distintas comprensiones de esas épocas, leyendo con ferviente pasión a Juan de la Cruz, o a César Vallejo, o a Décimo Junio Juvenal, o a T.S. Eliot, o a Rilke, tan entrañables como tantos que nos emocionaban con la fuerza de sus revelaciones. Aprendimos que la poesía se hace de muchas corrientes poéticas, de culturas diversas, de todas las artes y ciencias, de distintas reflexiones filosóficas. Que no se debía ser dogmáticos ni cerrados a ninguna investigación estética, a ninguna experimentación del lenguaje. Que nuestro trabajo poético era completamente individual, dentro de la historia maltratada de un país en constante crisis. Que esa historia nos llegaba del México profundo, de esa parte de la humanidad que nunca se nos daría por completo como el ángel de Walter Benjamin. Únicamente queríamos agregarle esa humanidad que faltaba a la poesía, para recomponer lo destrozado. Había una esperanza: la revolución cubana, las insurgencias populares en varios países latinoamericanos, la lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos, la huelga poderosa de los ferrocarrileros mexicanos de 1958-1959, en la que participamos como estudiantes y poetas. Por Juan Bañuelos conocimos al poeta catalán Agustí Bartra. Bartra creyó en nosotros, y nos abrió la puerta de su casa y nos compartió sus conocimientos de la lírica y épica medieval, clásica y contemporánea. Nosotros leíamos a Agustí nuestros poemas, siempre tenía una manera amorosa y acertada para señalarnos nuestros
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hallazgos, nuestras inconsistencias. En esos encuentros participábamos cada uno de nosotros con nuestras opiniones y reflexiones. El grupo de La Espiga Amotinada tuvo su origen en estos encuentros con Agustí Bartra. Cinco muchachos que amaban sobre todas las cosas el trabajo de la creación poética, que se indignaban contra todos los atropellos al pueblo mexicano, y que reclamaban un lugar para la poesía en esa indignación. Nos habíamos dado cuenta que gran parte de la poesía mexicana era una poesía que no estaba dentro de esa indignación, que era muy formal, deshuesada, sin el peso de la historia que trastorna. Buscábamos una poesía marcada por la imagen y la metáfora en el orden y el caos, entre Eros y Thánatos, que fuera conductora de significados múltiples, extremos, comprensibles e incomprensibles, complejos o contundentes por su claridad; que diera traspiés al enredarse con todo lo humano. De esa manera, pensábamos, se podría avizorar el futuro, muy lejano, de un mundo mejor. No importaba que nos estrelláramos contra el muro de la historia, como apuntó Octavio Paz al referirse a cada uno de nosotros en el libro Poesía en Movimiento. En 1959, Bartra llevó una selección de nuestros poemas a Fernando Benítez, quién dirigía el suplemento cultural del periódico Novedades, México en la Cultura, y los publicó con un ensayo del propio Agustí, con el título de «Cinco poetas que no han conocido el amor». A raíz de esa publicación, Bartra llevó la propuesta al Dr. Arnaldo Orfila Reynal, director del Fondo de Cultura Económica, para que se publicara en la Colección Letras Mexicanas, un volumen colectivo compuesto de cinco libros nuestros: Puertas del mundo, de Juan
Bañuelos; El descenso, de Jaime Labastida; La voz desbocada, de Óscar oliva; La rueda y el eco, de Jaime Augusto Shelley, y Los soles de la noche, de Eraclio Zepeda. Bañuelos aportó el título general del libro: La Espiga Amotinada. Agustí Bartra escribió un encendido prólogo. En una parte de ese prólogo, el poeta catalán, dice: Bañuelos, Oliva, Zepeda, Shelley y Labastida están dentro de una poesía cuyo espíritu se adhiere al destino del hombre. Porque son alma y mundo a la vez, están abiertos y avanzan, como los ríos recibiendo las afluencias e influencias de su tiempo, es decir, heredan. No hablaré de ellas, porque no peso ni mido. Por otra parte, también las tuvo Homero. No cabe duda que estuvo muy influido por los dioses. Están ahí con el peso, alegría, dolor y fatalidad de un nacimiento en esta hora de México a la que dan un temblor inaugural. Todos desconfían de la inmortalidad, en su profunda manera de iluminar temporalidades, de ser país y universo, de poner la cabeza sobre el vientre de una mujer llamada Tierra, de cantar sollozos y llorar alegría, enamorados aurorales de montañas y ríos, o asomados a la ventana azul de la infancia, o mordiendo la cornamenta roja de la ira, o deteniendo un tren nocturno con una mano de trigo, de yunta a metáfora, de corazón a ojo, de venado del sur a mares que empuñan veletas.
«El grupo de La Espiga Amotinada tuvo su origen en estos encuentros con Agustí Bartra. Cinco muchachos que amaban sobre todas las cosas el trabajo de la creación poética, que se indignaban contra todos los atropellos al pueblo mexicano».
A La Espiga Amotinada (1960), le siguió otro volumen colectivo, Ocupación de la palabra (FCE, Col. Lecturas Mexicanas, 1965), con sendos libros de cada uno. En marzo de 2015 murió Eraclio Zepeda. En marzo de 2017 murió Juan Bañuelos. «Nos estamos desgranando», me dijo Jaime Labastida. Los cinco continuamos frente al ángel de Paul Klee, que tiene las alas desplegadas. ulrika 58 |
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Iván Oñate
Desde la Mitad del Mundo Ambato, Ecuador, 1948. Ha publicado: Estadía poética (Argentina, 1968), En casa del ahorcado (1977), El ángel ajeno (1983), Anatomía del vacío (1988), El fulgor de los desollados (1992), La nada sagrada (1998, 2010), La frontera (Colombia, 2006), El país de las tinieblas (México, 2008; 2a. ed. Lima, 2016), Cuando morí (Ed. Sin Nombre, México, 2012; 2a. ed. 2013).
El acusado Yo, que he sido cruel, tierno, torpe, lúcido y alguna vez en ojos de un amigo que amé y luego olvidé en una taberna: poeta, deambulo borracho y desnudo a medianoche. Por ciegas y gimientes salas tropiezo con vagos hombres vestidos de enfermero y algo sufre algo se lamenta interminable cuando la noche cae y me da a beber su sombra y su veneno. ¿Quién está aquí? ¿Quién está aquí? Algo pasa, una bandeja donde flota un algodón, un niño y un guante muerto pasa. Y mientras busco una salida, entre los dedos del médico, desesperadas laten todavía unas vísceras antes de caer en las fauces del perro. ¿Estás acaso por aquí Carlota, mi hermana? ¿Dime? ¡Por Dios, ya es tiempo de que paren esta lluvia!
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¿Cómo saber si eso que me lastima desde la niebla roja es la realidad y esta agua y esta sangre y este dolor solamente frutos de mi repodrida cabeza? Cómo saber si todo está empapado. Y desnudo, no hay lugar para un fósforo, peor para el resplandor de un ángel o de un rayo señalándome la tiniebla exacta donde habito. Porque entonces, en su definitiva luz yo vería la soga que espera y sabría por fin, quién es el acusado y quién acusa. Pero no os desesperéis mis buenos hijos de cura párroco, ya tendréis tiempo para todos mis traumas servidos en una mesa. Juro que los legaré a la posteridad como aquel magnánimo que legó el riñón, o su testículo derecho. Por ahora, tiradme una manta, una ironía con su corrosión amable dentro del pecho, que ya no aguanto con este frío, con esta culpa.
ecuador
Estacion Cochabamba Era la tarde de un día hecho para siempre. Yo venía del Sur sin resignarme todavía y con un número en la mano buscaba una puerta o una tumba, yo no sé. Pero di con plazas, con calles que no conducían a ninguna parte, Con muros negros como los abismos que salían a detenerme o a empujarme hasta dar con los andenes de una estación de fierros detenidos y tristes. Y allí con el papel en la mano como una llave o un cirio inútil fue que los vi, a los tres, A1 viejo al hombre y a la niña o tal vez me equivoco A la vieja al hombre y al niño o tal vez A los tres viejos o a los tres niños pero ella era hermosa y el hombre era fuerte y el viejo pensativo y venían sucios agotados moribundos pero con furia, como si una tormenta de rayos y polvo los hubiera humillado en su miseria, o fueran los ángeles sobrantes de una caída brutal sobre su propia tierra. Y pasaron sin siquiera verme, pasaron simplemente,
La guerra I Yo volvía impreciso de un oscuro y solitario viaje. De la felicidad que no me esperó con su final perfecto. Y encontré la tierra devastada, tajeada de ira por ríos ausentes, por charcos de humo y sangre como luna olvidada y muerta. Entonces, por entre los gritos y las flamas de furia escuché el grito que destinado estaba para mis oídos ciegos: era mi niño, lacerado y tierno casi un susurro deshaciéndose en la ceniza que dejó aquel rayo. Pero, el niño que recogí entre mis brazos bien pudo ser el amigo o el enemigo, o quizá yo mismo, cuando mi padre me olvidó con una maleta en algún hotel de la tierra. Era la guerra, esa que les sucede a los otros, allá, a lo lejos, en el futuro o en los libros de historia, la misma que nos afrenta en las calles, en las camas, en las almas, en las caries, en las cantinas olvidadas de Dios y de su propio dueño: la guerra.
Y yo dejé caer esa llave que no sonó porque no hay sonido cuando algo cae al abismo. ulrika 58 |
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El nadaísmo en Colombia Retomamos aquí un fragmento emblemático de la reflexión sobre la poesía colombiana escrito por el poeta Samuel Jaramillo a mediados de 1980. Un fragmento de un todo que acaso fue excesivamente ambicioso frente a los resultados que a la fecha podemos constatar: es una verdad de a puño el hecho de que todavía no se puede hablar de apuestas coherentes y significativas para la poesía después del nadaísmo. Salvo una excepción en marcha: los poetas que ha venido homenajeando a lo largo de 25 años el Festival Internacional de Poesía de Bogotá (*), más poetas como Elkin Restrepo, Raúl Gómez Jattin o X 504, entre no muchos más. n por Samuel Jaramillo De la hipótesis general sobre el carácter integrado de la poesía colombiana, como elemento indispensable para la comprensión de la última poesía en nuestro país, se desprende otra hipótesis aún más específica: se trata del planteamiento de que el Nadaísmo ha tenido una poderosa influencia sobre los poetas que le siguen cronológicamente. La anterior proposición puede despertar muchas reservas que este texto espera resolver, pues existe una opinión muy extendida sobre la esterilidad de la experiencia nadaísta, idea que comparten, y en forma militante, no pocos de los poetas colombianos más recientes. No obstante, la noción que propongo sobre el influjo de los nadaístas no consiste en suponer que los poetas ulteriores son los continuadores de sus postulados, pues son conocidas las reacciones encendidas que los nadaístas suscitan entre los poetas subsiguientes. Mi planteamiento se enrumba más bien en el sentido de considerar que el proyecto nadaísta significó una propuesta de tal envergadura para la poesía colombiana, que los poetas que lo suceden cronológicamente no pueden evitar definirse
en pro o en contra de una serie de sus postulados centrales. Aunque no le asigno un papel de causa eficiente, creo que es posible y útil ordenar las diferentes corrientes posteriores como conjuntos de aceptaciones y de rechazos de la propuesta nadaísta que, claro está, no son necesariamente coincidentes, y que revelan las diferencias entre estas opciones diversas. Es evidente que para desarrollar la línea de reflexión así esbozada se debe partir de un análisis del sentido del Nadaísmo en la poesía colombiana, tarea que, desafortunadamente, no está concluida aún, ni siquiera de una manera rudimentaria. Ante la ausencia de este elemento básico, a continuación se aventuran algunas observaciones sobre los rasgos generales de este movimiento, que solo tienen la pretensión de hacer comprensible esta exposición. Tal vez la característica más visible del movimiento nadaísta es su ambigüedad, que abarca varios planos. El primero de ellos, es el de su definición, en la medida en que trasciende los límites de un movimiento poético. Y esto no sólo en el sentido de que se mueve en distintos campos de la expresión artística y literaria, sino porque se presenta como una rebeldía que pretende ser total: más que una nueva forma de expresarse, lo que se propone es una nueva manera
(*) María Mercedes Carranza, Mario Rivero, Fernando Charry Lara, Rogelio Echavarría, Jotamario Arbeláez, José Manuel Arango, Nicolás Suescún, Darío Jaramillo Agudelo, Juan Manuel Roca, Giovanni Quessep, Miguel Méndez Camacho, Matilde Espinosa, Maruja Vieira, Juan Gustavo Cobo Borda, José Luis Díaz Granados, Álvaro Miranda, Álvaro Rodríguez Torres, Jaime García Maffla, Raúl Henao, Guillermo Martínez González, Víctor Gaviria, Fernando Linero y William Ospina.
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Darío Lemus, Eduardo Zalamea, Eduardo Escobar, Juan Manuel Roca y Jotamario Arbeláez frente al Planetario (1972). Fotografía: Rogelio Daraviña
de sentir, de percibir la realidad, de practicar la vida cotidiana, que se dirige a una amplia faja de la población, esencialmente juvenil. Es en este punto donde la consabida connotación de anacronismo se torna complicada. Es indudable que muchas de las formas de manifestarse de los nadaístas, como son el tremendismo y la irreverencia, recuerdan movimientos de vanguardia bastante lejanos en el tiempo, en particular el grupo dadá y los surrealistas, pero debemos reconocer que tiene elementos muy similares a un fenómeno social plenamente contemporáneo y de alcance mundial, como es la rebeldía juvenil que irrumpe con espectacularidad a partir de los años cincuenta en los países capitalistas occidentales, con distintas modalidades sucesivas, en muchas de las cuales, para ser justos, el Nadaísmo colombiano es una manifestación temprana. ¿Cómo no ver las coincidencias sorprendentes, por ejemplo, con la beat generation norteamericana que florece más o menos en los mismos años? La anterior consideración nos da una pista para adelantar una interpretación tentativa del contenido social del movimiento nadaísta. Sería una manifestación de la consolidación definitiva de capas medias urbanizadas que surgen de las importantes transformaciones que durante esta época, y la inmediatamente anterior, experimenta la sociedad colombiana. Pero estas transformaciones se presentan en un momento en el cual la legitimación ideológica del capitalismo como un todo comienza a resquebrajarse:
Pablus Gallinazo, Eduardo Escobar, Samuel Ceballos, Elmo Valencia y Jotamario Arbeláez reunidos en el Café de los Poetas en 1974.
ciertos sectores de estas capas medias, fundamentalmente la juventud, que adquiere un estatuto particular, comienzan a entrar en conflicto con el proyecto que les ofrece la sociedad capitalista, y el destino social que les asigna de manera concomitante. Esta ruptura se canalizará en distintas direcciones (con diversos tintes políticos), y una de estas alternativas es la disidencia en el plano de los valores culturales. Ahora bien, si este proceso general mal comprendido por el momento, aunque muy estudiado por pensadores a la escala mundial, enmarca de manera global las grandes líneas del movimiento nadaísta, existen especificidades locales que explican muchas de sus peculiaridades. El capitalismo no se afianza en Colombia siguiendo el itinerario clásico de los países centrales, sino en las condiciones particulares de los países periféricos, circunstancia que tiene como una de sus consecuencias la pervivencia, y aún la consolidación, de clases dominantes antiguas que insisten en preservar sus modelos políticos y culturales. De esta manera, el Nadaísmo no se rebela únicamente contra el capitalismo, sino que también, y tal vez con mayor ardor, enfrenta las estructuras ideológicas y los moldes culturales de estas clases arcaicas: baste recordar el anticlericalismo militante y la irreligiosidad que nos parecen hoy tan ingenuos y tan fuera de lugar, con sus escándalos y profanaciones que ya no nos remiten al grupo dadá, sino a los poetas malditos del siglo xix, o su lucha denodada y ulrika 58 |
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altisonante contra el provincialismo y el bienpensar tradicional. Tal vez esto haga comprensible, dadas las apuestas que se toman, que sus manifestaciones se hayan concentrado precisamente en el escándalo y el sensacionalismo. Sin embargo, es esta superposición de conflictos, y la incapacidad del grupo de discernirlos, lo que marcará los límites del movimiento y lo condenará a su reabsorción y desaparición posterior. Sin duda los rasgos culturales más odiosos y visibles que enfrentaban estos jóvenes correspondían a la Colombia patriarcal y tradicional que comenzaba a desmoronarse, y no es de extrañar que apuntaran en esa dirección el grueso de su ofensiva. Pero nunca lograron vislumbrar una alternativa, ya no eficaz, sino diferente a la del capitalismo liberal. De allí emerge otra de sus grandes ambigüedades: su perplejidad política, que será uno de los estigmas que sus críticos posteriores no dejarán de recalcar. Paradójicamente, ésta es la época de la Revolución Cubana, que tan grandes repercusiones tuvo en el continente, y de manera especial en su intelectualidad. Pero a pesar de algunas muestras aisladas de simpatía, el discurso cubano del momento, ascético y heroico por excelencia, incluso moralista, difícilmente podría haber capturado la imaginación de estos jóvenes que venían librando una batalla contra moldes que juzgaban opresivos, como los ideales, la autoridad, el sacrificio. Ante la ausencia de un proyecto político coherente con sus opciones (no me refiero a la incapacidad de los nadaístas de crear un proyecto propio, sino a que éste no existía a nivel social: las épocas en que Trotski y Breton firmaban manifiestos conjuntos estaban hace tiempo sepultadas), los condujo a un apoliticismo insostenible, que finalmente desembocó en situaciones absurdas: Gonzalo Arango, el papa negro de la rebeldía nadaísta, elevando al Presidente de la República a la categoría de «poeta de la acción», y otros espectáculos igualmente lamentables. Acontecimientos como éste, que no eran sino el reflejo de una aguda descomposición, no pudieron menos que escindir el movimiento y, lo que es más grave, robarle la atención de su generación, que había visto aparecer con mucho interés a los nadaístas, pero que en lo político se movía por otros derroteros. 32
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Este triste destino final no quiere decir, por otro lado, que su impacto en sus compañeros de generación no haya sido real, que no hubieran encauzado durante un tiempo la imaginación de una gama muy amplia de jóvenes colombianos que los leyeron, los imitaron, los admiraron, especialemente en lo que a literatura se refiere. La forma de expresión a la cual recurrieron los nadaístas con más frecuencia y con mayor éxito fue la poesía. Y en esto no tuvo nada que ver el azar. La poesía, con su enorme potencial de concentración expresiva, se les ofrecía como el medio de privilegiada eficacia para canalizar su mensaje desafiante y perturbador. Y fue allí donde los nadaístas brillaron con más fulgor y con una voz más propia, donde pudieron proyectar con una nitidez más definida su nueva noticia que pretendía ser a la vez destructiva, corruptora, purificadora. Pero si los nadaístas pretendían ser disidentes a nivel general, no tenían más remedio que serlo también en términos de las formas poéticas. Y por lo menos en lo que respecta al contexto nacional, desempeñaron un papel importante de renovación y, si cabe la expresión, de modernización de la poesía colombiana. Esta noción por lo general se pone en duda, y se afirma que los nadaístas fueron poco originales, exhibiendo como hallazgos elementos que en el plano internacional habían ya envejecido. Se podría agregar que no demostraron una particular agudeza de percepción para captar los elementos novedosos que desarrollaban por esa época los mejores poetas de la generación inmediatamente anterior, en particular Álvaro Mutis, Fernando Charry Lara, Eduardo Cote Lamus, Jorge Gaitán Durán. Pero a pesar de ello, fueron renovadores, y la poesía colombiana no fue la misma después de ellos. Quizás la propuesta más seductora de los nadaístas tiene que ver con el nuevo lugar que quieren asignarle a la poesía, y por lo tanto, con un nuevo principio que la informara. Fueron virulentos denostadores de la poesía concebida como una disciplina de cultos iniciados y de su función como intermediadora de la vida, por no decir que como muralla protectora del poeta de una realidad degradada y amenazadora. Retrotrajeron la poesía a la vida, la
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utilizaron como su gran estandarte, como un arma difícil con la cual instalarse en su realidad contradictoria. Y para esto desencadenaron una crítica masiva, desordenada pero devastadora, de todo el repertorio de instrumentos y referencias aprestigiados por una larga tradición. Nada nuevo, se dirá. Pero sí lo es. Sí lo es en la poesía colombiana, que en lo que iba corrido del siglo no había tenido la experiencia purificadora de una vanguardia, si se exceptúa la figura corrosiva, pero solitaria, de Luis Vidales, treinta años atrás, cuya semilla sólo florecería precisamente a partir de la irrupción de estos jóvenes. E intentaron introducir, algunas veces reavivar, nuevos sentimientos, nuevos escenarios, nuevos parajes del lenguaje, un tono diferente, otras preocupaciones. Aparecieron las ciudades, con su banalidad contradictoria en la que los nadaístas se esforzaron en encontrar otra belleza, su belleza propia. Aparecieron personajes excluidos, no solo de todo disfrute material, sino de cualquier residuo valorativo: asesinos, prostitutas, con quienes estos poetas intentaron establecer una alianza que solo era imposible en el nivel más externo de la realidad. Y fueron eficaces. Lo atestigua la admiración de millares de jóvenes que sintieron interpretadas sus preguntas, sus temores, sus sueños, de una manera mucho más radical que lo que había demostrado poder ofrecer la poesía inmediatamente anterior. Claro está que exageraron. La mesura y la reflexión no fueron precisamente sus virtudes. Su ardorosa iconoclastia ante las formas poéticas tradicionales, que los llevó a un desprecio sin límites por cualquier preocupación con respecto a la factura del poema, permitió no solo contrabandos de la más baja clase, sino que fue una constante amenaza para los poetas más valiosos del grupo. Porque hubo poetas muy valiosos y, en medio de la hojarasca innegable, su obra perdurable se presenta hoy ante nuestros ojos sin necesidad de nuestra parte de forzar la mirada: X-504 (Jaime Jaramillo Escobar), fue un poeta que logró crear un universo poético propio, supremamente coherente y enriquecedor: allí los jóvenes perdidos de las ciudades tomaban la piel de Caín y de todos los condenados y proscritos de todos los mitos, dando, con su rara combinación de preocupación
religiosa y profana, un nuevo sentido a la búsqueda y perplejidad de estos hijos del desconcierto. Jotamario (Arbeláez) dota a su poesía de un arsenal bastante peculiar: el humor corrosivo, la imagen dislocada, la irreverencia y el desenfado, que puestos al servicio de una inteligencia despierta y ambiciosa, se convirtieron en armas poderosas de una crítica supremamente eficaz (o por lo menos, muy urticante), de todo el contexto cultural precedente. Sin duda Jotamario, con menos arrogancia que otros en este sentido, ha sido mucho más incisivo y ha logrado mayores resultados en la práctica de un nuevo acercamiento a la cultura, que parte de una situación
Gonzalo Arango, el papa negro de la rebeldía nadaísta.
social tradicionalmente excluida de la sanción social en este terreno: la de los sectores populares urbanos. Alberto Escobar es un poeta nadaísta a cuya obra particularmente otorgo más importancia de la que usualmente se le concede, subrayamiento que de mi parte se desprende de las resonancias sorprendentemente cercanas con algunas tendencias poéticas posteriores a las que me referiré más adelante. Lo que distingue a la poesía de Alberto Escobar es la búsqueda sistemática de un nuevo lenguaje, apoyado fundamentalmente en la imagen ambiciosa y multivalente, que sirviera de recipiente a los nuevos contenidos que el grupo en conjunto pretendía plasmar. Sin duda existen allí parentescos con el surrealismo, pero con notas bastante peculiares, en donde las imágenes más ulrika 58 |
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desarticuladas y disparadoras de la imaginación se pasean por las calles de Medellín, conviven con muchachos de blue jeans y motocicletas. Es uno de los poetas más ambiciosos del grupo, con la particularidad de que apunta con mayor insistencia que sus compañeros al contexto exterior: el protagonista de su corta obra poética, más que los nadaístas mismos, como es el caso en casi todos sus compañeros, es la visión de su circunstancia en los ojos de estos jóvenes de finales de los años cincuentas en nuestras grandes ciudades. Finalmente, es imposible dejar de destacar entre los poetas nadaístas más valiosos, la figura de Mario Rivero. Su inclusión dentro de este grupo es discutible, sin embargo, porque él mismo ha hecho declaraciones explícitas (a posteriori, hay que advertir), en el sentido de que él nunca formó parte del grupo, y de que nunca se consideró un nadaísta. He decidido incluirlo, no obstante, por dos razones: de una parte, para los lectores Rivero siempre apareció como uno de los integrantes más destacados del grupo, y su nombre apareció en todas las antologías y publicaciones nadaístas, con su pleno consentimiento. De otro lado, su poesía, aunque con un tono peculiar, como es esperable en todo poeta de relieve, no es fundamentalmente divergente de la de los otros nadaístas, y no está más distante de lo que pudiera considerarse como el cuerpo central del grupo de lo que está la de otros poetas que sin vacilación se les considera nadaístas. Ahora bien, la poesía de Rivero es, en este grupo, la que más ha atraído la reflexión crítica, sin que haya de todas maneras una evaluación sistemática de ella. Repito entonces los convencimientos más extendidos que existen a este respecto. Mario Rivero es el introductor más consciente entre los nadaístas del tema de la ciudad, de su vida cotidiana y de sus expresiones culturales. Su poesía indaga precisamente en el prosaísmo y las situaciones reconocibles, buscando una belleza latente y contradictoria que el poeta se esfuerza en develar. Tal vez sus notas peculiares más destacadas sean, de una parte, la representación misma del poeta, al cual Rivero busca, con mucha mayor decisión que sus compañeros, de integrar y fundir (y no solo establecer alianzas y simpatías), con estos personajes urbanos que pueblan su poesía: las secretarias, los obreros, los cantantes, etc. 34
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De otro lado, Rivero insiste en la elementalidad en la expresión, que lo entronca con cierta poesía norteamericana, y lo diferencia de sus compañeros que buscan siempre una segunda lectura de esta misma superficie de cotidianeidad urbana. Sin duda la obra de estos y de otros poetas nadaístas merece una observación detallada y disciplinada. No es ése, sin embargo, el propósito de estas líneas, y las rápidas referencias a los poetas mencionados se encaminan a llamar la atención sobre los indudables aportes, tanto individuales como colectivos que los nadaístas proporcionan en el campo específico de la poesía colombiana. Así como el surgimiento del Nadaísmo fue fulgurante y repentino, su desaparición también fue súbita. Este hecho amerita una consideración final con respecto a este movimiento. Ya se ha dicho algo sobre los condicionantes históricos de tipo general que a mi entender determinaron sus límites, pero esto no explica la forma abrupta de su interrupción, ni el fracaso de los intentos de algunos de sus integrantes por prolongarlo o revivirlo: el Nadaísmo floreció con vigor en los últimos años de la década de los cincuenta y durante toda la década de los sesenta, pero a partir de ese momento, aun cuando muchos de sus animadores por su edad cronológica muy bien pudieran catalogarse como poetas jóvenes, y que algunos de ellos incluso siguieron produciendo y publicando, es indudable que la hora del movimiento como tal había pasado definitivamente. Este temprano marchitarse y su carácter repentino se vieron acentuados por una circunstancia particular del contenido de la propuesta nadaísta: su voluntad de dirigirse en forma exclusiva a la juventud, y casi podría decirse, a la adolescencia; esta particularidad hacía al Nadaísmo especialmente vulnerable a la madurez de sus integrantes más destacados, que encontraban insoportable o incongruente, o así aparecía ante sus lectores, el continuar con discursos similares en una edad diferente, cuando todas las apuestas habían sido hechas a la primera juventud: recuérdese que ésta precisamente ha sido la tragedia de movimientos de contracultura juvenil como los beatnicks, los hippies, etcétera, sin duda sus homólogos en el plano internacional.
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Saludo a Centroamérica: poema para Claribel Alegría Al agua en sí * Al agua en sí, su sustancia, no es a quien tememos. Su transparencia, acaso, el otro lado, lo que transfigura, avisa, revela que solos no estamos. Bajo la atadura está el otro. De qué sombra nuestra o dolor ajeno viene. Habría que decirle, implorarle, tirarlo por las fuerzas, que se vaya, removerlo de su cómodo asidero, y que sea nuestra mano un badil para limpiar sus cenizas álgidas.
Escurridizo es cuando apresarlo queremos, su imagen busca el apabullante extremo, la trampa, ¡ah!, la trampa. Si nos dejáramos acercar un poco, si nos dejáramos ver el rostro, no esperar, al fondo ir, atrevernos a seguir sin amago de límites, con la vida puesta en la poesía, en el agua, en su transparencia. En Nicaragua, los lectores, los seres humanos de la vida cotidiana que buscamos sus palabras para embalsamar heridas, la hemos llamado «Su Majestad».
Francisco Ruiz Udiel*
MOMENTOS DE LA POESÍA IBEROAMERICANA
Rafael Cadenas: poema, exilio y vida n Por María Antonieta Flores Luego de la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958, el inicio de la nueva etapa democrática venezolana estuvo marcada por el gobierno de Rómulo Betancourt y por el sueño de un cambio inspirado en la Revolución Cubana que llevó al surgimiento de un movimiento guerrillero y a la lucha armada cuyos líderes y participantes ya derrotados, terminaron, en su mayoría, asimilados al sistema años después y actuando en la vida política nacional desde la estructura partidista. Pero, como lo ha demostrado el tiempo, ese sueño se materializó con otros rostros e intereses, pero este es otro tema. Este conflicto de los sesenta determina, en gran medida, el surgimiento del grupo Tabla redonda en 1959. Grupo comprometido con la realidad política y con la realidad estética de la palabra, logró no colocar el discurso literario de sus integrantes al servicio de la política y de los principios ideológicos vinculados al Partido Comunista de Venezuela (PCV). Y este es, probablemente, su mayor logro. Ubicar las ideas en su lugar, a la poesía y la literatura en el suyo tan humano, y dejar lo demás al territorio del panfleto. Sus años de mayor acción cultural se ubican entre 1961 y 1966. Entre sus propósitos logrados estuvo la publicación de una revista y la edición de libros. Su principal ideólogo y promotor fue el poeta y periodista, Jesús Sanoja Hernández, autor de un solo y extraordinario libro titulado La mágica enfermedad. Entre los integrantes hay que mencionar al historiador Manuel Caballero (quien fue el esposo de la poeta Hanni Ossott, deslumbrante poeta venezolana), el escritor Oswaldo Barreto, los poetas Arnaldo Acosta Bello, Jesús Enrique Guédez, Ángel Eduardo Acevedo, Darío Lancini, Pepe Barroeta y 36
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Rafael Cadenas
quien nos ocupa, el maestro Rafael Cadenas. Y es bajo el sello de Tabla redonda que se edita el mítico poemario Los cuadernos del destierro (1960). La crítica nacional reconoce en este libro un hito para la poesía venezolana, pues supo atrapar en sus poemas en prosa el sentimiento de una generación y constituyó un aporte a la literatura del continente. Muy bien lo señala otro gran maestro, el poeta Juan Liscano, cuando escribe que Los cuadernos respondieron en su forma estilística, en su desesperación existencial, en su poder de autoacusación y en su duda esencial, a la sensibilidad de la
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que aparta de la realidad y de la capacidad de sentir. Entregarse a la memoria es perder la capacidad de relacionarse con la realidad concebida como exSaberse escarbar interiormente para encontrar presión del presente, del instante, pero este instante en sí mismo la voz colectiva de una generación le que su poesía propone es un instante demorado. En un artículo publicado en 2008 señalé este asha dado esa posibilidad de trascender el tiempo y el espacio para convertirse en un poemario univer- pecto denominándolo el «lugar de lo demorado» (un sal en el que, según apunta el crítico Luis Miguel espacio habitado por el Eros para la maceración de la Isava, se revela un «sujeto exiliado en el mundo, vivencia, del placer de haber encontrado, del deseo caído, enfrentado a sus fantasmas y alucinaciones» de prolongar lo vivenciado con intensidad interior para depurarlo en la palabra exacta). que dejará el testimonio verbal y Esta capacidad develadora que existencial en ese gran poema de posee su discurso es la que ha heculto, «Derrota» escrito en 1963 cho y hará que varias generaciones y que circuló en hojas sueltas por encuentren en la poesía y en la palamuchos años. Y si bien, estos texbra de Rafael Cadenas una vivencia tos junto con su poemario de 1966, consciente o inconsciente de lo saFalsas maniobras, ofrecían un lengrado y de lo primigenio. La certeguaje del cual el mismo poeta se ha za de una palabra sopesada y dicha ido despojando con los años adencon peso misterioso, palabra que trándose en una expresión austera, nombra más allá de lo que se sabe, severa, esencial; la poesía de Cadeque nombra lo que se presiente con nas siempre ha hecho del poema sencillez, que desnuda y deja en el un continente de esa aproximación sabor demorado de la revelación. primera y primigenia con los obSi se traza un periplo entre Los jetos de la realidad tanto interior cuadernos del destierro (1960) y Gescomo exterior. Esta austeridad que puede ser leída como expresión y Portada de la revista Tabla Redonda, tiones (1992) se estará ante treinta comprometida con la realidad reelaboración de la moderación política y con la realidad estética de y dos años de escritura desde el asombro y el anonadamiento que predicada por Aristóteles en su Poé- la palabra. la realidad vivida como sensación tica, ha sido también interpretada ha dejado en la mirada y la voz del como una expresión del budismo zen, lo que nos habla de una escritura capaz de inte- poeta, mismas que se siguen manifestando en sus ligrar dos visiones muy distintas de la cultura porque bros posteriores; pero, para mí, estos dos libros que se ha dedicado a profundizar en lo esencial dejando menciono son dos momentos fundamentales para de lado el intelectualismo, si a éste se le entiende aproximarse a los misterios que encierra lo poético como un velo que aleja de las cosas y ofrece vías de y la música que resuena en los versos de Cadenas. interpretación que privilegian el distanciamiento y De uno a otro extremo hay una vinculación y una no la vivencia primera y previa que luego puede ser continuidad cuyo garante ha sido el mismo poeta, interpretada a través de la imagen de manera más al ir afinando y afilando una actitud ante la reaprístina. La poesía de Cadenas no se aferra a un lidad y el tiempo, sin apartarse de sus imágenes y sistema teórico pero sí a una ética y una estética del tópicos que lo han acompañado siempre. Sin dejarse de considerar un exilado, desde la poema a partir de la relación con esa totalidad interior y exterior llena de incertidumbres, totalidad de anagnórisis de sí mismo como exiliado («en nuestras lo verdadero y lo falso, de lo palpable y lo invisible, venas corre exilio», escribió en Gestiones) y consdel presente puro y de la memoria como un proceso ciente del trabajo de aceptarse y reconocerse desde joven generación que en esos años se proponía operar cambios fundamentales en Venezuela.
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ese lugar existencial y vital, Cadenas parte de una realidad que lo ha llevado a transacciones con lo cotidiano, con lo establecido. Son las gestiones del exilado para habitar la realidad desde ese lugar de lo demorado, para transar con las exigencias de la vida cotidiana y la rutina, transacción que se hace desde el irrenunciable lugar alcanzado por la sensación de la realidad. Vivir albergado, a la escucha, prometiéndose a lo mayor, destierra. Lo sabías antes de darte a la obra. Aquí no puedes ser sino el extraño. Tu huella conduce a un lugar que nadie visita.
En Los cuadernos del destierro ese sujeto que dice de sí: «sobrevivo en la indecisión», ya nombra con distintas imágenes ese lugar de lo demorado: «la tierra de luz blanda», «la casa meridional del agua donde el olvido recobra sus espejos azules», «los relucientes meridianos», «el lado izquierdo de la lluvia». Y lo reconoce como lugar cuando anuncia: «He entrado en región delgada» y cuenta que «Habitaba un lugar impreciso». Sólo la vivencia continua de lo poético le dio precisión a esa imprecisión. Pero ya lo presentía al escribir que «Verdaderamente permanecemos. Nadie puede escapar. Todos se queman sobre el fuego de sus perplejidades y sus incoherencias». En Gestiones están los fragmentos de la misma voz, el mismo aliento, el mismo derroche del lenguaje, celebratorio y sonoro, pero marcado por una respiración más lenta, por un tempo sin urgencias. Lo demorado es lo que ha ido creciendo entre sus palabras, lo que se ha hecho respiración y verso. Como elaboración y plasmación poética, en Gestiones están los trazos, las huellas, los rastros poéticos que aparecen en Cuadernos del destierro y, al mismo tiempo, es el punto culminante de la voz conquistada.
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El sello Tabla redonda editó el mítico poemario Los cuadernos del destierro (1960) de Rafael Cadenas.
Certeramente apunta Gustavo Guerrero cuando comenta que «Una convicción parece presidir, sin embargo, el trabajo del venezolano: “Una ausencia te funda / una ausencia te recoge”». Transformar esta falla en impulso creador es quizá uno de los aportes principales a la tradición de nuestro país. Porque ¿cuál es el aporte que ha hecho a nuestra poesía esta voz demorada en el lugar de la magnificencia y el desequilibrio? Frente a la poesía de la memoria, Cadenas propone la poesía del instante. Frente a la poesía atemporal, propone la temporal, la del presente puro. Estas propuestas ya hechas poemas surgen de la exigente relación con la realidad que se sostiene en la sensación y no en el pensamiento para adentrarse en el lugar de lo demorado y poder obtener para sí y para el poema el «contacto esencial». De allí ese carácter de lo demorado que se puede percibir en su obra, que sin desprenderse del silencio de donde proviene, es diciente de la condición de lo humano, de su fragilidad y de su entereza.
Otras culturas, otros ámbitos. Cuatro poetas para conocer Andre kulturer, andre miljoer. Norge, fire poeter å møte Liv Lundberg
Tale Naess Synnøve Persen
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Otras culturas, otros ámbitos. Cuatro poetas de Noruega para conocer
Liv Lundberg Bardu, Noruega, 1944. Poeta y traductora. Entre otras obras ha publicado: Den klare tonen (El tono claro), 1979; Hjertespell (Espejo de corazones), 1981; Steindrømt (Soñado en la piedra), 1985; Afrika (1998); Iverksatt (Obras), 1999; Når jeg ikke hører hjemme, 2008 (Cuando no pertenezco), su último libro de poesía publicado; aparte de variadas traducciones, ensayos, antologías y otras producciones.
(naturaleza muerta) Traducción: Esteban Moore Del libro Obras (1999)
quién arrojó al ángel del cielo un resplandor, salpicadura de materia azul negra amorfa, horrible, extraña criatura de los límites del espacio sideral o del interior del globo terráqueo estallado en chorros de lava y ahora solidificándose en un instante de piedra quién delineó las costas irregulares del matrimonio entre el orden y el caos quién retorció de adentro hacia fuera la cueva, destruyó las máscaras de aquellos que danzan, de aquellos que mueren quién descubrió las leyes físicas de la sabiduría su exterior azul negro y documentó su verdadera desesperación
(still life) Translation: Susan Schwartz Senstad & Liv Lundberg From the book of poetry Iverksatt (1999)
who threw the angel out of heaven a shining, blue black splash of matter amorphous, ugly, alien creature from the outskirts of space or from the inner globe exploded in lava spurts
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and solidified into a stony moment who drew the ragged coastline of the marriage between order and chaos who twisted the cave inside out, smashed the masks of those who dance, who die discovered the physical law of wisdom its blue black exterior and recorded its de facto despair
(stilleben) hvem kastet engelen ut av himmelen et skinnende, svartblått plask i materien amorf, uskjønn, alien skapning fra det ytterste rom eller fra den indre klode eksplodert i lavasprut og størknet i steinøyeblikket hvem tegnet opp den forrevne kystlinjen i ekteskapet mellom orden og kaos hvem vrengte grotten ut inn, knuste maskene til de dansende, til de døende og oppdaget erkjennelsens fysiske lov dens blåsvarte utside registrerte dens faktiske fortvilelse
Liv Lundberg
(auditorio) un museo francés de arte contemporáneo construido con gruesos caños para petróleo que forman ángulos apoyados sobre el níveo, blanco mármol tranquilos, tan formales como columnas antiguas en un paisaje iluminado escuchamos las sofisticadas teorías francesas sobre obras transmodernas en el tiempo y el espacio en el nuevo milenio no sabemos qué creer habiendo perdido los viejos imperativos y guardado bajo llave las ilusiones del arte y el saber deambulamos en el estado europeo mareándonos no hay salidas a la vista la única salida para el ojo es a través de una ventana con barrotes con una vista más allá de las copas de los árboles hacia el rojo atardecer fulgurando como una detonación espejada en la superficie negra aceitosa brillante caminamos cuidadosamente desconocemos su profundidad
(auditorium) a french museum of contemporary art is built of thick, black petroleum pipes angled with elbow joints against walls of snow white marble cool, formal as antique columns in a landscape of light
no exits are visible the eye’s only way out is through a barred window with a view past the treetops to a red sunset glowing like a detonation mirrored in the glistening oily black surface we tread carefully we do not know how far it is to the bottom
(auditorium) et fransk museum for samtidskunst er konstruert av svarte, kraftige oljerør i vinkler med skjøteledd mot snøhvite marmorplater svale, formelle som antikke søyler i landskap av lys vi lytter til elegante franske teorier om transmoderne romtidsverk ved tusenårskiftet vi vet ikke hva vi skal tro vi har mistet våre gamle imperativer innestengt i kunstens og kunnskapens illusjon på vandring i svimmelhetens rike europa ingen utganger er synlige eneste utvei for blikket er et gittervindu med utsikt gjennom trekronene til en rødglødende solnedgang som en detonasjon avspeilet i den svartglinsende oljeoverflaten vi trår forsiktig vi vet ikke hvor langt det er til bunnen
we listen to sophisticated french theories about transmodern space-time works at the new millenium we don’t know what to believe having lost our old imperatives locked in the illusions of art and knowledge wandering in the dizzying state of europe ulrika 58 |
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Otras culturas, otros ámbitos. Cuatro poetas de Noruega para conocer
Tale Naess Bærum, Noruega, 1969. Ha escrito libretos, ganadora de numerosos premios, obras de teatro, prosa y poesía. Tiene un máster en ciencia cinematográfica. Ha publicado el libro de poemas La luna no tiene manos (1992), entre otros.
Un preludio Compañías que cubren la distancia entre el pasado y el presente una espalda al hombro un hombro a la espalda Vuelos que parten semejantes a las aves en la tierra natal lamentables heroínas en el silencio del agua salada del invierno Tropas que cubren la distancia entre las colinas y los pueblos midiendo cuidadosamente el ancho de las líneas enemigas dejando atrás cargamentos de alimento y municiones dejando atrás tumbas recién cavadas donde los batallones son reemplazados por otros batallones donde los cuerpos son reemplazados por otros cuerpos donde la fatiga es reemplazada por las retiradas retiradas de tristeza tristeza de una canción o el recuerdo de una canción dedo flaco que lame la lengua de un gatico en una mañana de domingo a la deriva * Hay un grito y luego hay silencio hay susurros y luego silencio tiempos que cambian ansiosamente como la inmovilidad en las barracas en las atalayas en los calabozos
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Este es el tiempo para el sueño desplomado este es el tiempo para el susurro en la oscuridad este es el tiempo para las voces silenciadas para el silencio filtrándose en susurros y los susurros rompiendo la oscuridad que rompe las bocas llamando por sus nombres a nuestros enemigos los nombres de amantes hace tiempo olvidados de niños huérfanos y de aquellos que los dejaron huérfanos
(A prelude) Kompaniene legger leiren bak seg. Rekke står bak rekke, rygg ved skulder skulder ved hånd Flyene tar av som fuglene der hjemme. Langbente, sørgmodige hegrer i stille brakkvann Troppene legger landsbyen bak seg passerer nygravde graver, øde sletter Linjer erstattes av andre linjer Kropper erstattes av andre kropper Motløshet Tilbaketrekning
Tale Naess
Kropper erstattet av andre kropper tilbaktrekninger med sorg sorg av sanger eller minnet om en sang der på dypet av en utrangert morgen * Rop Og så stillhet Stillhet Og så rop Tiden rører på seg Rastløs som brakkesøvn Våketimer i vakttårnene Barakkene Dette er den urolige søvnens tid Hvisking i mørket en plutselig stillhet hvisking brutt opp av mørke, rop munner brutt opp og vi roper ut navnet på en fiende en elskere en morløs på den morløses mordere
(A prelude) Companies covering the distance between past and present a back to a shoulder a shoulder to a back
measuring carefully the width of the enemy lines passing truckloads of food and ammunition passing newly dug graves were battalions are being replaced by other battalions were bodies are being replaced by other bodies were fatigue is being replaced by retreats retreats by sorrow sorrow by song or a memory of a song a narrow finger licked by a kittens tongue on a derelict Sunday morning * There is a cry and then there is silence there are whispers and then silence times shifting restlessly like the stillness in the barracks in the watchtowers in the dungeons This is the time for tumbled sleep this is the time for whispering in the dark this is the time for voices silenced for silence leaking into whispers and whispers breaking up the darkness breaking up mouths calling the names of our enemies the names of long forgotten lovers of orphaned children and those who orphaned them
Flights taking of resembling the birds back home sorrowful heroines in the silence of salt winter water Troops covering the distance between hills and villages
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Otras culturas, otros ámbitos. Cuatro poetas de Noruega para conocer
Synnøve Persen Finnmark, 1950, Nación Sami - Norte de Noruega. Es igualmente reconocida y admirada como poeta y pintora. Ha publicado los siguiente libros de poesía: Alit lottit firdilit (Blue Birds Fly), 1981; Biekkakeahtes bálggis (Windless Path), 1992; Ábiid eadni (The Ocean’s Mother), 1994; Meahci šuvas bohciidit ságat (Tales Spring up from Nature’s Rush), 2005, entre otros.
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the snow melts and the winds begin their whistle in a different tone of sound patiently I wait for what these times will bring what will come, will come with eyes as blue as the sea the eagle spreads its wings and follows me with its shadow to the island of hope
la nieve se derrite y los vientos comienzan su silbido en un tono diferente pacientemente espero lo que estos tiempos traerán lo que vendrá, vendrá con ojos tan azules como el mar el águila despliega sus alas y me sigue con su sombra a la isla de la esperanza
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in the leaves‘ trembling she sensed her leaving and drew a shape for her companion she opened her heart on the staffman’s order and let her blood run into the ocean a lily turned pale a body turned numb adorned in white for the journey to six feet under the gods singing in the distance reaching for her soul tunes roll away with the wind
en el temblor de las hojas ella sintió su partida y dibujó una forma para su compañero ella abrió su corazón cuando lo ordenó el líder y dejó que su sangre corriera en el océano, un lirio palideció, un cuerpo se tornó insensible adornado de blanco para el viaje a seis pies bajo tierra los dioses cantando en la distancia se extienden hacia su alma melodías se van rodando con el viento
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at high tide I long for the seaside the unrippled sea shines through the veil I wash my face with the salt water and offer half of my heart to the oceans’ mother I hang memory stones round my neck wade to deep water to collect submarine leaves seaweed, ocean lilies, shore roses fill my lap and nostrils with scents snatch myself a lease of life fling my pains to the mercy of the winds a snipe bleats past me as a premonition of summer’s days
en marea alta añoro la playa el mar sin olas brilla a través del velo lavo mi rostro con agua salada y ofrezco la mitad de mi corazón a la madre de los océanos Cuelgo piedras de memoria alrededor de mi cuello vadeo aguas profundas para recoger hojas submarinas algas, lirios de mar, rosas de la orilla llenan mi regazo y mi nariz con aromas me arrebato a mí misma una oportunidad de vida arrojo mis dolores a merced de los vientos una agachadiza hace un balido al pasarme como una premonición de los días de verano
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the sea shines in the evening just as troubled thoughts of the day also take a rest the waves of the night sea ripple against rocks bring ashore forgotten longings blend their rhythm with my heartbeat the flowing sea with countless forgotten stories rock me in your waves let me sway back and forth in motherly arms back and forth
eahkedis šealgá mearra dego buot beaivvi ráfihis jurdagat nai vuoi astit idjameara bárut stuhčet geđggiid vuostá buktet gáddái vajálduvvon áibbašemiid seaguhit ritmmaideaset mu váibmočoalkkanasaiguin áhcci mearra vajálduvvon muitalusaiguin vuohto mu báruidat sisa divtte mu sugadit ovddos ma os eatni askkis ovddos ma os
4) el mar brilla al atardecer justo mientras los pensamientos conflictivos del día también descansan las olas del mar nocturno ondulan contra las rocas traen a la orilla anhelos olvidados mezclan su ritmo con el latido del corazón mar que fluye con un sinnúmero de historias olvidadas méceme en tus olas déjame oscilar de ida y vuelta en los brazos maternales de ida y vuelta
Poems from: poems poemas © Synnøve Persen / ČálliidLágádus 2016 Poem 4 in Sami from: ruoná rieggá vuol váccašit / under grønn ring vandre © Synnøve Persen English translation poems 1, 2, 3: Pekka Sammallahti English translation poem 4: Kaija Anttonen with Michael Hurd Spanish translations: León Blanco in collaboration with G. Leogena Photo: Sussane Hætta ulrika 58 |
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Otras culturas, otros ámbitos. Cuatro poetas de Noruega para conocer
Steinar Opstad Noruega, 1971. Estudió Alemán, Historia de la Religión y Literatura Universal en la Universidad de Oslo y en la Universidad de Bergen. Su primer volumen de poemas, Tablas y mandamientos, apareció en 1996, recibiendo el premio Tarjei Vesaas Literary Award por el mejor primer libro, seguido por siete libros más de poesía, siendo el último de ellos Las pérdidas del amor (2015). También ha publicado un libro de ensayos sobre la poesía nórdica contemporánea y ha editado antologías.
Work and Dream It all begins with a ploughshare and the glistening furrows the tractor leaves in the morning sun there is no prayer more beautiful like filling with dream the sight of another man´s labour which is the labour of every man
Trabajar y Soñar Todo comenzó con un arado compartido y los surcos brillantes que el tractor dejaba en la luz de la mañana no hay oración más hermosa que llenar con un sueño la vista del trabajo de otro hombre que es el trabajo de todos los hombres.
Arbeid og drøm For alt begynner med et plogskjær og de glinsende furene etter traktoren i morgensolen det fins ingen vakrere bønn som å bli drømsk til synet av en annens arbeid som er alles arbeid
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Steinar Opstad
El autor y poeta noruego Steinar Opstad reflexiona sobre la relación de la humanidad con la naturaleza. Poema inspirado en la obra La Alta Sacerdotisa / Tierra de los dos Ríos*, de Anselm Kiefer.
The shelves of charred manuscripts speak of the land between two rivers and of the reading goddess, who interprets our lives as signs and furrows her brow over us
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In the most dreamless of times we will again write poems in ashes Yes, in ash shall the poems be written and the rivers will mirror a bygone world of plains with wild animals and grazing herds Only when we have grown wiser than our oldest gods will we find words for the loss of all animal species all trees all plants all the insects and the insects’ songs and of the ways of loving which vanished with them Incurable is love, our only healer! There is a night with no cure There is a meticulous handwriting on a charred sheet of paper The last human being is a reader
Los estantes de manuscritos calcinados hablan de la tierra entre dos ríos y de la diosa de la lectura quien interpreta nuestras vidas como signos y arruga su frente sobre nosotros en los tiempos sin sueños volveremos a escribir poemas en cenizas Sí, en cenizas es que los poemas deben ser escritos y los ríos reflejarán un mundo pasado de planicies con animales salvajes y pastoreo de rebaños Sólo cuando hayamos crecido más sabios que nuestros dioses más viejos encontraremos palabras para la pérdida de todas las especies de animales todos los árboles todas las plantas todos los insectos y las canciones de los insectos
y de los modos de amar que desaparecieron con ellos Incurable es el amor, nuestro único sanador! Hay una noche sin cura Hay un meticuloso manuscrito en una hoja de papel carbonizada El último ser humano es un lector.
Translated from the Norwegian by Ingvild Burkey To the Spanish version by Ulrika Poetry Magazin.
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Mesas redondas sobre poesía y paz
Poesía y paz entrevista a poetas de noruega Con motivo del xxv aniversario del Festival Internacional de Poesía de Bogotá, en 2017 se realizaron diversas mesas redondas sobre el tema «Poesía y Paz», para las que el director de la Revista Cúpula entrevistó a los poetas del país invitado. Presentamos aquí unos apartes de dichos encuentros, que en su totalidad se publicarán en la próxima edición de la Revista Cúpula. n Por darío sánchez carballo
Entrevista a Liv Lundberg ¿Cuáles cree que son las relaciones entre poesía y paz? Creo que la poesía es lo supremo, la vanguardia de los lenguajes, en contra de la prosa rápida y simplona que usamos por razones prácticas. Necesitas estar más quieto o atento para atrapar el significado de trasfondo de la poesía. Es más fácil pelear y luchar por simples cuestiones antagónicas. Del otro lado de la misma pregunta, ¿qué tipo de relación o influencia cree que haya entre poesía y guerra? Una poesía fuerte y firme, seria, no va a librar guerras, pero por otro lado, va tan rápido como puede en camino del descubrimiento de la condición humana; así que los poetas pueden ser extremistas y fundamentalmente convencidos de que poseen la verdad, así que podrían 48
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pelear guerras. Mao escribió poesía, y Ho Chi Ming, y también el señor de la guerra Serbia. Hay una fuerte ambivalencia en la creación del sentido poético. Nunca puede ser fácil. ¿Cómo se observa el conflicto armado de Colombia desde su país? ¿Sabe o imagina por qué este conflicto empezó? Sí, leí un libro sobre la historia del largo conflicto, y la violencia de Escobar y el cartel de Medellín... Publiqué un artículo sobre el Festival de Medellín, el país y su historia en un periódico noruego central (en agosto 2007) y leí más detalles históricos, recientemente, cuando el Premio Nobel de la Paz fue otorgado a Colombia.
Entrevista a Tale Naess Considero que la paz es la fundación de toda vida pública. Sobre la paz está construida la libertad ciudadana.
poesía y paz
La paz es el espacio desde el cual la libertad puede ser construida. La libertad de sentir, de expresar la opinión de cada uno, de expresar los sentimientos de uno artísticamente en tiempos de Guerra donde todo esto, está bajo un constante trato o relación. La relación que pienso hay entre la poesía y la paz: para la gente, que disfrute de la poesía, y para la poesía que sea escrita y distribuida libremente, la paz es una premisa que no podemos ignorar. Esto no significa no se pueda producir buena poesía en tiempos de guerra o bajo situaciones de conflictos. Grandes poetas como Neruda y Darwish escribieron no sólo en tiempos de conflicto y violencia sino sobre esos conflictos, y el esfuerzo, aprisionamiento en esa situación y estado de violencia pueden influir en una persona y en la gente en un sentido existencial. De este modo, la poesía puede ser un camino para expresar la necesidad de paz, y la sucia verdad del efecto devastador que la ausencia de ello puede tener en lo individual y en la sociedad. ¿Qué tipo de relación o influencia cree que haya entre poesía y guerra? La paz está en la labor de la poesía, en su trabajo rutinario, porque en poesía dejamos al lenguaje ser libre. Es lo que revelamos, entristecidos y en sentimientos de enojo. Incluso mi rabia, cuando veo atrocidades desde lejos en mi pacífica Escandinavia... Comienzo a tratarlo como un contenedor para mi rabia y mi desesperación, y para hallar un punto de encuentro, para la solidaridad –entre nosotros quienes vivimos en paz, en relación a aquellos que no–. Y puede tener una función retórica y llenar una necesidad psicológica.
Alguna poesía, nunca podría haber sido escrita en tiempo de paz, y del otro modo, igual, así que sí. Hay una relación. La poesía puede expresar los extremos. Puede cristalizar un momento histórico y al mismo tiempo traer a la superficie su dimensión existencial. Al mismo tiempo, para decir dos cosas más, es una cualidad de la poesía. La belleza y la violencia. Los enfrentamientos de las naciones. Y la evasión personal.
«La paz está en la labor de la poesía, en su trabajo rutinario, porque en poesía dejamos al lenguaje ser libre». Quizás es por eso que poesía y guerra van juntas, pienso, están atadas. La poesía puede estar presente en lo peor de un tiempo. Puede llenar una función: la necesidad de prevenir una guerra, calmar el sentimiento de estar perdidos y sin ayuda; dar coraje o incluso arreglárselas para decir algo que se sienta verdadero en tiempos de caos y de crisis. ¿Cómo se observa el conflicto armado de Colombia desde su país? ¿Sabe o imagina por qué este conflicto empezó? El modo en que veo el conflicto armado en Colombia está por supuesto formado por las circunstancias en donde yo vivo y cómo y qué información nos es dada y me llega. Como lo veo hoy, este es un conflicto que ha pasado debido a varios factores: la presión de las fuerzas colonialistas, la división entre ricos y pobres, puntos débiles o languideces en los procesos democráticos, junto con una espiral de violencia que encadena el efecto aditivo de estos factores. ulrika 58 |
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25 festival internacional de poesía de bogotá
Antología invitados xxv fipb Breve muestra (los poemas de todos los invitados a esta edición se pueden leer en nuestra página web www.poesiabogota.org) Rodolfo Alonso, Rafael Cadenas, Óscar Oliva, José Ramón Ripoll, Enrique Sánchez Hernani, Giovanni Quessep, Maruja Vieira, Miguel Méndez Camacho, Jotamario Arbeláez.
Rodolfo Alonso Buenos Aires, Argentina, 1934. Ha publicado más de 25 libros. Primer traductor de Fernando Pessoa y sus heterónimos. En Colombia ha publicado: Poemas (Golpe de Dados, Bogotá, 1995), La otra vida, con prólogo de António Ramos Rosa (Común Presencia, Bogotá, 2003), Poemas pendientes (Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2006).
Dar de beber
Noche de mendigos
sometidos a tan vasto encubrimiento a tal golpe de suerte un hombre muere una frontera se propaga sosteniendo hasta el fin un día de olas
si convives en todos los alcoholes de la tierra hay una luz para tu rostro
Libre libres
tiempo de la pasión con ojos en la boca con cielos en la boca sí la vida destapa su memoria atraviesa tus arcos y se ríe
yo los invito a pasear el amor entre los indiferentes su color sin moral su altar en armas su identidad feroz que inauguran los niños
una mañana heroica un ágil surco resonando en tu espalda
en asamblea previenen esta cena ellos los esperados
La cintura del mundo
Confabular es la llanura el hijo perfecto los que abrimos la mañana con los dientes viviendo hasta aquí arriba el vino de mano en mano el poema de mano en mano la sangre de mano en mano sí es verdad habría que decirlo a todo el mundo 50
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la muerte ha de morir sabemos lo que amamos sobre qué piedra sobre qué raíz habrá que aventurarse resiste su virtud lo que nos queda en pago la condición el ojo triste la palabra que habrán de compartirse con los hombres tú confirmas la vida con tu voz dejas caer tu aroma y te desvistes en todos los que parten
antología
Rafael Cadenas Barquisimeto, Venezuela, 1930. De sus libros de poesía y ensayo se destacan Los cuadernos del destierro, 1960; Falsas maniobras, 1966; Memorial, 1977; Intemperie, 1977; Anotaciones, 1983; Amante, 1983; Dichos, 1992; Gestiones, 1992 y Apuntes sobre San Juan de la Cruz y la mística, 1995.
Derrota Yo que no he tenido nunca un oficio que ante todo competidor me he sentido débil que perdí los mejores títulos para la vida que apenas llego a un sitio ya quiero irme (creyendo que mudarme es una solución) que he sido negado anticipadamente y escarnecido por los más aptos que me arrimo a las paredes para no caer del todo que soy objeto de risa para mí mismo que creí que mi padre era eterno que he sido humillado por profesores de literatura que un día pregunté en qué podía ayudar y la respuesta fue una risotada que no podré nunca formar un hogar, ni ser brillante, ni triunfar en la vida que he sido abandonado por muchas personas porque casi no hablo que tengo vergüenza por actos que no he cometido que poco me ha faltado para echar a correr por la calle que he perdido un centro que nunca tuve que me he vuelto el hazmerreír de mucha gente por vivir en el limbo que no encontraré nunca quién me soporte que fui preterido en aras de personas más miserables que yo que seguiré toda la vida así y que el año entrante seré muchas veces más burlado en mi ridícula ambición que estoy cansado de recibir consejos de otros más aletargados que yo («Ud. es muy quedado, avíspese, despierte») que nunca podré viajar a la India que he recibido favores sin dar nada en cambio que ando por la ciudad de un lado a otro como una pluma que me dejo llevar por los otros que no tengo personalidad ni quiero tenerla
que todo el día tapo mi rebelión que no me he ido a las guerrillas que no he hecho nada por mi pueblo que no soy de las faln y me desespero por todas estas cosas y por otras cuya enumeración sería interminable que no puedo salir de mi prisión que he sido dado de baja en todas partes por inútil que en realidad no he podido casarme ni ir a París ni tener un día sereno que me niego a reconocer los hechos que siempre babeo sobre mi historia que soy imbécil y más que imbécil de nacimiento que perdí el hilo del discurso que se ejecutaba en mí y no he podido encontrarlo que no lloro cuando siento deseos de hacerlo que llego tarde a todo que he sido arruinado por tantas marchas y contramarchas que ansío la inmovilidad perfecta y la prisa impecable que no soy lo que soy ni lo que no soy que a pesar de todo tengo un orgullo satánico aunque a ciertas horas haya sido humilde hasta igualarme a las piedras que he vivido quince años en el mismo círculo que me creí predestinado para algo fuera de lo común y nada he logrado que nunca usaré corbata que no encuentro mi cuerpo que he percibido por relámpagos mi falsedad y no he podido derribarme, barrer todo y crear de mi indolencia, mi flotación, mi extravío una frescura nueva, y obstinadamente me suicido al alcance de la mano me levantaré del suelo más ridículo todavía para seguir burlándome de los otros y de mí hasta el día del juicio final.
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25 festival internacional de poesía de bogotá
Óscar Oliva Chiapas, México, 1937. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte, México. Obras publicadas, entre otras: La voz desbocada, en la Espiga Amotinada, Letras Mexicanas, FCE, 1960; Estado de sitio y otros poemas, Lecturas Mexicanas, SEP, 1986; Antología personal, Universidad Autónoma de Chiapas, 1993; Iniciamiento, poesía reunida 1960-2015, dos volúmenes.
A inger christensen (Fragmento)
Cuando Orión y Sirio, cuando las Pléyades, a orillas del cielo, existen cercanas al final de su vida, un futuro de 250 millones de años, existe el ruido que produce esa débil agonía, la culebra deshidratada en el estanque, el ruiseñor y su telar de mayo, halo rojo cuando hace la calor en las fábulas de la tejedoras, el ruiseñor y su pareja, la dulce amiga, con la blusa abierta empapada de mayo, existen porque cantan a dúo, cantan hasta bien entrada la noche, por encima de cualquier débil agonía, por encima del ataque de cualquier depredador (entonces el canto de amor es alarma que suena como el roar amplificado de las ranas), –algo se puede traducir de esa bulla a lengua latina: «huir», «peligro»–, (en versión muy libre), y cantan: existen en el cielo, el más antiguo de los dioses, oh Hesíodo, por encima de cualquier constelación, sobre la belleza del tiempo (san Agustín) yo estoy con mi amiga, bajo la flor de ese canto, cuando esa avecita con su canto nos alegra y regocija en la Primavera, nombrada en latín: Luscinia, porque canta al alborada. (Sebastián de Covarrubias), existe el ruiseñor sobre el lomo de un buey, estampa proveniente del Bosco o de su escuela familiar; existen las aglomeraciones de cigüeñas pintadas de rojo, que contrastan con el campo pálido y la razón, también pálida; existen otras dulzuras carnales, los 2 jovencitos dentro de la torre de coral, existen los enterramientos dentro de las viviendas, existe un bebé dentro de un vaso de cerámica transparente, y existe la fuerza ordenadora del azar, las cigarras ordenadoras de vida existen, Orión y existe Inger Christensen, y su silla amorosa, giratoria, fija en el vuelo, Inger existe, traducciones al danés del lenguaje de los ruiseñores del Nuevo Mundo, existen valles muy jóvenes, cuando existe el país disciplinado de cigarras de la poetisa, existe la Estrella Perro...
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antología
José Ramón Ripoll Cádiz, España, 1952. Es director desde su fundación, en 1991, de RevistAtlántica de poesía, publicación especializada en literatura iberoamericana e internacional. Es autor de varios libros de poemas, entre los que destacan Tauromaquia (1979); El humo de los barcos (Visor, Madrid, 1983), Estragos de la guerra (Editores del Centro de Arte Moderno, Madrid, 2011) y La lengua de los otros (ganador del Premio Loewe 2017).
La lengua de los otros
(Estragos de la guerra)
Quiera la noche que este idioma de herrumbres y murmullos cárdenos, que en duermevela me musita la canción de la noche, no me abandone nunca, ni me ofrezca desnudo a la otra lengua bajo el pretexto de la vida.
Desde entonces la casa es otra casa; el lugar, otro espacio y otra tierra. Hasta el aire es distinto, como un vaho que inunda los recuerdos y una llama que aviva la memoria. Todo es distinto en esa estancia desde aquel fogonazo que iluminó de golpe aquella habitación donde la muerte habita desde entonces, imponiendo su ley, cambiando el orden de las cosas como una eterna melodía entonada por labios que no saben nombrar. Esa metralla atravesó el cristal desde el que un niño se guardaba del mundo y lo observaba como el jardín de su conciencia. Aquel sonido repentino era el eco de Abel, que desde un libro antiguo descendía hasta el mañana por el quejido de los hombres. Desde entonces la casa es la otra casa, la que un obús derrumba en cualquier guerra, la que un tanque destruye y aniquila, la que una excavadora desmorona, clavando los cristales por los que el niño mira en el propio corazón de la tierra.
Quiera el oscuro mar que guarde en el acuoso intento de mi respiración el arcaico compás de la tormenta donde aún naufragan las palabras que nunca se dirán. Quiera el errante viento no otorgarles la forma de otro cuerpo, ni otra voz que me enuncie, ni que me represente más allá de la sombra de esta gruta donde habito sin nombre, sin causa y sin materia Quiera el verbo del mundo ser el eco de un perpetuo silencio que amalgame el azar y el destino, la reverberación de un filamento que vibra en el olvido igual que en la memoria, punzada monocorde de un laúd que acompaña la canción de la noche con la que me resisto a la otra lengua: la lengua de los otros.
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(Roja hendidura) En la tarde, la rojiza hendidura que el sol deja entre el cielo y el mar nos remite al principio de un rumor obstinado. Escucha, no el sonido del aire, no el batir de las olas contra la línea imaginaria que separa cuanto sueñas y vives, sino el constante crepitar del silencio que más allá de su propia insistencia te desdice y aprieta entre su nada, la hiriente indagación del miedo precipitándote al vacío. Escucha el zumbido de quien eres como un eco lejano que ha dejado de ser. Escucha ese otro cántico que entona la turbadora claridad del día que viene cada tarde a reescribirte en su roja hendidura.
(Este viento) Este viento lejano trae un olor antiguo, cierto aroma de sangre coagulada en el tiempo, la fragancia de un nardo ofrecido a los dioses, el perfume de un cuerpo cuando busca el amor. Este viento remoto tiene un sabor a óxido, a naufragios anónimos escritos en los mares, a una coraza vieja perdida por la historia que oculta tras su herrumbre mi helado corazón. Este viento me llama de nuevo por mi nombre, aquél que me usurparon la lengua de los otros
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y en la terca batalla de la luz y la sombra junto al manto dorado del ser abandoné. Este viento lastima con su fuerza en el rostro, incrusta las arenas de la playa en la piel, me recuerda un origen borroso de la vida y en su silbo pregunta, nada más que pregunta.
(Entre el jaspe y el iris) Entre el jaspe y el iris cae la tarde. Si el crepúsculo ardiera sin ser visto, ni tu extraña visita, ni este encuentro, ni la insistencia de mis ojos tendrían sentido ahora. Toda esta causa reproduce un susurro que se hace música al mirar. Del recuerdo ondulado de esta tarde que cae se forma una palabra que la nombra, y así vive, entre el jaspe y el iris.
antología
Enrique Sánchez Hernani Lima, Perú, 1953. Ha publicado Me gustas tú. Adolescentes en la poesía peruana, de Jorge Eslava y Eduardo Chirinos, Punto de lectura, Lima (2011); Festivas formas, Poesía peruana contemporánea, Editorial de la Universidad de Antioquia (Colombia); Antología de la poesía peruana, Fuego abierto, de Carmen Ollé, Editorial LOM (Santiago de Chile, 2008).
Dinámica de los cuerpos que estallan por amor Me dicen que Bob Dylan modula Baby, Let Me Follow You Down con su voz de hospital cada vez que se lo pides solo por abrirle paso a la minúscula luz que repta por el pasadizo para cederle el camino a un ofidio que insiste en clavarte sus delgados colmillos rosados en tu transpirada piel aprovechando que ya no estoy contigo. Me cuentan que Dylan canta y que de su armónica gotea óxido de calcio y algunas piedras romas que titilan en medio de la feroz borrasca que echa a volar los objetos por todos los cuartos de la casa. Me advierten que ya no me amas que de tu cabeza huyen extrañísimas máquinas y dos o tres muchachas disipadas de profundas ojeras azules con faldas diminutas mostrando tus estupendas piernas pero que no son tú sino otras las que insisten en divulgar su adulterio en las barras de los bares más repugnantes de la ciudad. Dime por qué haces todo eso nena si sabes que me molesta.
Nena, déjame seguirte, nena, déjame seguirte, haré cualquier cosa en este enorme mundo de Dios si tan solo me dejas seguirte. Nada más me queda advertirte pues casi no quepo en el vertedero de desperdicios adonde has estado arrojando mis cartas y mis poemas que cuando no pueda tolerar más a ese forastero revolviendo sus manos debajo de tu vestido verde malva solo porque a ti te seduce cómo blasfema desde el tocadiscos de nogal que fue mío quitaré el vinilo del plato oscuro cuando aún esté girando alocadamente dentro de ti y lo echaré contra el filtro del amanecer. Todo entonces volverá a la normalidad querida.
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Maruja Vieira Manizales, Colombia, 1922. Son, entre otros, sus libros: Campanario de lluvia, (1947), Los poemas de enero (1951), Poesía (1951), Palabras de la ausencia (1953), Clave Mínima (1965), Mis propias palabras (1986), Tiempo de Vivir (1992), Sombra del amor (1998), Los nombres de la ausencia (2006), Todo lo que era mío (2008), Ciudad remanso, Popayán (1956).
Al final del camino Sólo pido tu rostro para el sueño. Tu nombre dibujado en los telones del recuerdo. Me iré con ellos lejos, a la ciudad tranquila de los lirios, de las campanas y de las violetas. El tiempo será largo como un río y seguirá copiando el mismo cielo eternamente. Y eternamente clara, casi viva tu sombra estará cerca.
Tiempo definido Está bien que la vida, de vez en cuando, nos despoje de todo. En la oscuridad los ojos aprenden a ver más claramente. Cuando la soledad es el total vacío del cuerpo y de las manos, hay caminos abiertos hacia lo más profundo y hacia lo más distante. En el silencio, las amadas voces renuevan claramente sus palabras y los muros custodian el rumor conocido de los ausentes pasos. Los labios que antes fueran sitio de amor en las calladas tardes, aprenden la grandeza de la canción rebelde y angustiada. Hay un viento en suspenso
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sobre los altos árboles, un repique de lluvia sobre ruinas oscuras y humeantes, un gesto en cada rostro que dice de amargura y vencimiento. Sigue un lento caer de horas inútiles, desprendidas del tiempo. Y más allá del círculo pequeñito del mundo, aquel mundo cerrado, con sus vagas estrellas y su bruma de sueños, despierta inmensamente la herida voz del hombre poblador de la tierra. Antes estaban lejos, casi desconocidos, el combate y el trueno. Ahora corre la sangre por los cauces iguales del odio y la esperanza, sin que nada detenga la invasora corriente de las fuerzas eternas. 9 de abril de 1948
La flor del silencio Hora extraña, leve. Se borra el contorno del tiempo. La música viva del aire está quieta. La flor del silencio deshoja uno a uno sus pétalos. Suavemente viene, soñando caminos de amor, tu recuerdo.
antología
Giovanni Quessep San Onofre, Colombia, 1939. Entre sus libros se destacan: Después del paraíso, 1961; El ser no es una fábula, 1968; Duración y leyenda, 1972; Canto del extranjero, 1976; Madrigales de vida y muerte, 1978; Muerte de Merlín, 1985; Antología poética, 1993; Brasa Lunar, 2004.
Por ínsulas extrañas
Tejido
Tuve todo en mi casa, el cielo y la raíz, la rama oculta que hace las estaciones y el vuelo de los pájaros. No había
Si tuviese tus ojos, hilandera, podría ver lo que jamás he visto: hilos de plata, hilos de oro, hilos de seda moviéndose en mis manos para tejer las cuatro estaciones, especialmente la primavera o el otoño que todo lo acaba; vería el agua correr por la madeja y torres en el fondo de las barcas, o miraría en la rueca las bellas formas que ya son hilo en que siempre la muerte nos espera, el hilo de plata, el hilo de oro, el hilo de seda.
nada que no viniera hasta mis manos; pero yo nada quise, y me fui lejos por caminos, por ínsulas extrañas en busca de los ojos del tigre y el rumor de una fuente que no era de mi mundo. En el atardecer lo dejé todo por una sombra y un alcázar, y hoy, perdido en un amargo laberinto de hojas, veo las nubes que se van, la vida.
Amara yo el olvido Felicidad en ruinas Lo que han visto mis ojos Volver al tiempo amado Ya fugitiva música del polvo
Alguien se salva por escuchar al ruiseñor Digamos que una tarde El ruiseñor cantó Sobre esta piedra Porque al tocarla El tiempo no nos hiere No todo es tuyo olvido Algo nos queda Entre las ruinas pienso Que nunca será polvo Quien vio su vuelo O quien escuchó su canto
(Nada tendrá el amor Si en jardines o nieve La Quimera le cuenta Del valle de la muerte) Felicidad en ruinas Lo que ha visto mi alma en el encanto Amara yo el olvido Y el reino de las hojas que he encontrado
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Miguel Méndez Camacho Cúcuta, Colombia, 1942. Autor de los libros de poemas, Los golpes ciegos (1968), Poemas de entrecasa (1971), Instrucciones para la nostalgia (1984), Desencantos y cantos (2003). Publicó también dos libros de crónicas y reportajes: Papeles (1978) y Perfil y papalote (1983).
La soledad
Para asumir la soledad
Si miramos el rostro de la amada y cerramos los ojos para palparlo luego en la memoria el fantasma del miedo. Por eso los amantes no se dan nunca nada el uno al otro y las manos que recorren los cuerpos no persiguen la piel sino el olvido de la futura soledad. Y las caricias se prodigan no a los cuerpos sino al vacío de la ausencia al temor de quedar sin compañía.
En los aeropuertos donde nadie te espera ni despide ondea tu sonrisa y responde a las manos que saludan. Y al subir o bajar la escalerilla el rito del brazo levantado hacia la bandería de los pañuelos que se agitan. No olvides la variante de las pequeñas tiendas de turismo: pregunta por el perfume de la muchacha que te hubiera esperado si tuvieras alguna. O el licor favorito de tu amigo que no puede beber porque la muerte no se lo permite. Duty free significa simplemente libre de explicaciones para asumir la soledad. Y cuando los altoparlantes anuncien que el viaje continúa vuelve y levanta el brazo hacia la muchedumbre que es posible que quienes te saludan sean también solitarios que no tienen ni visitas ni ausencias.
Escrito en la espalda de un árbol No recuerdo si el árbol daba frutos o sombra, sólo sé que dio pájaros. Que era el centro del patio y de la infancia. Que en la madera fácil tallé tu nombre encima de un corazón flechado. Y no recuerdo más: tanto subió tu nombre con el árbol que pudiste escaparte en la primera cosecha que dio pájaros.
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Lucrecia Mi madre nunca tiene en los poemas un muy exacto Simpre está dando vueltas Huyendo y regresando Aquí y allá de la vigilia al alba, limpiando y remendando mis palabras como si fuera oficio de la casa.
antología
Jotamario Arbeláez Cali, Colombia, 1940. Representante y cofundador del movimiento nadaísta colombiano. Ha publicado, El profeta en su casa (1966); El libro rojo de rojas (1970); junto a Elmo Valencia; Mi reino por este mundo (1981); La casa de la memoria (1985); El espíritu erótico (1990) realizada junto al pintor Fernando Guinard; y El cuerpo de ella (1999); entre otros.
Poema de invierno Llovió toda mi infancia. Las mujeres altas de la familia aleteaban entre los alambres descolgando la ropa. Y achicando hacia el patio el agua que oleaba a los cuartos. Aparábamos las goteras del techo colocando platones y bacinillas que vaciábamos al sifón cuando desbordaban. Andábamos descalzos remangados los pantalones, los zapatos de todos amparados en la repisa. Madre volaba con un plástico hacia la sala para cubrir la enciclopedia. Atravesaba los tejados la luz de los rayos. A la sombra del palo de agua colocaba mi abuela un cabo de vela y sus rezos no dejaban que se apagara. Se iba la luz toda la noche. Tuve la dicha de un impermeable de hule que me cosió mi padre para poder ir a la escuela sin mojar los cuadernos. Acababa zapatos con sólo ponérmelos. Un día salió el sol. Ya mi padre había muerto.
Después de la guerra Un día después de la guerra si hay guerra si después de la guerra hay un día te tomaré en mis brazos un día después de la guerra si hay guerra
si después de la guerra hay un día si después de la guerra tengo brazos te haré con amor el amor un día después de la guerra si hay guerra si después de la guerra hay un día si después de la guerra hay amor y si hay con qué hacer el amor.
La lectura en tinieblas Mi padre no me dejaba leer la Biblia ni el Manifiesto Comunista para que no gastara la poca luz que podía pagar para la casa. Me quitaba el bombillo y dormía con él bajo la almohada remordiéndole la conciencia pero al pie de la cama de mi cuarto también roncaba la nevera e instalado a los pies de mi cama con la nevera abierta leía de la medianoche al canto del gallo de la crucifixión de San Pedro cabeza abajo, del intento de lapidación de Pablo en Listra y de la pasada por la espada de Santiago en los Hechos de los Apóstoles, de las tribulaciones de Panait Istrati, las duras prisiones de Nazim Hikmet y las torturas de Julius Fucik en su reportaje al pie del patíbulo, hasta que se me helaban los huesos.
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Armando Romero
Poeta homenajeado en el Xxvi Festival Internacional de Poesía de Bogotá 2018 n por Jotamario Arbeláez
Armando Romero es un personaje especial dentro de la literatura colombiana. Desde temprana edad militó en el Nadaísmo, y despuntando su juventud tomó las de Villadiego en busca de personajes que le fascinaban, de aventuras y de paisajes. Salió de Colombia por Ecuador, a abrazar a los tzántzicos y seguir, y regresó por Venezuela donde se emparentó con los de El Techo de la Ballena, después de una vuelta loca por una Suramérica plena de maravillas. Entabló nupcias con la joven griega Constanza y siguió a Norteamérica, donde ha desempeñado por más de 30 años una impecable cátedra de literatura en la Universidad de Cincinnati. Ha publicado más de 30 títulos en todos los géneros, ganado importantes premios y recibido las más valiosas distinciones, entre ellas el honoris Armando Romero causa de la Universidad de Atenas. El Festival Internacional de Poesía de Bogotá, que dirige Rafael Del Castillo, distingue cada año a uno de los creadores literarios en reconocimiento a sus méritos en el oficio, contando la calidad, la entrega, la persistencia y, por qué no decirlo, el apostolado en la difusión de la obra de sus colegas. Por ello será el Poeta Homenajeado el próximo año, en la versión xxvi del Festival de Poesía de Bogotá. Es otro triunfo que reciben como suyo todos los nadaístas, vivos y muertos, en el año 60 de su insurgencia poética.
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homenaje
Presencia de
Nicolás Suescún Bogotá, 5 de mayo de 1937-14 de abril de 2017
No depende de mí No depende de mí. Es algo que se contrae y se expande sin que yo pueda hacer algo al respecto. Sin embargo, me han aconsejado que sea prudente, que reconozca mi impotencia en esta materia. No depende de mí, pero siento en el fondo que debo hacer algo, aunque no resuelva ni siquiera el problema de la identidad del desconocido que no quiso participar en esta tarea que me he impuesto, sin saber muy bien de qué se trata, como si me la hubieran dictado en un sueño que he olvidado.
No depende de mí, sino de algo que me mueve y me lleva más allá de lo razonable y lo sensato, quizás más allá de la locura, en un punto donde ésta da la vuelta y llega –¡oh, milagro!– a la suprema cordura, donde la emoción y la razón son una y la misma cosa. No depende de mí, porque nada de lo que he escrito ha sido razonado, pensado, planeado, o hecho con alguna intención que no sea el acto mismo de escribir lo que siento muy hondo, muy hondo. No, no depende de mí.
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in memoriam
Domingo Empezó este domingo con campanas y luz y el vacío de siempre entre la gente y yo y yo inabarcable? que se hace de pronto que se hace de pronto o que hago en torno a mí para esconderme. Y ahora, a mediodía, y con este calor, siento un frío de muerte. Anoche también sentí la muerte al mismo tiempo que la vida, mi sangre corriendo en otras venas, mis venas sin una sola gota. Siento mi corazón que vuelve y se va, oigo voces que vienen y se van, siento la muerte y despierto de golpe, la luz me hace visible, sólido. A veces nos ponemos como cubos de hielo y nos vamos derritiendo poco a poco, hasta que todo esto sea como si nada hubiera sido —¡es que en el trópico también hace frío!
Deseos Si yo pudiera ser como no soy y me parara en las esquinas a espiar los vaivenes de la luna o me fuera al Pacífico Sur a ver ballenas, o escalara montañas en otoño, o sembrara papas o trepara paredes, si pudiera gastar lo que no tengo, si pudiera reír sin esta pena que me da el recuerdo y fuera más duro que una piedra, de seguro fuera hueso sin carne y sin médula, pero llevo tinieblas entre pecho y espalda y si el viento se cuela por mis nueve agujeros quedo como si nada bajo mi alto techo, sintiéndome seguro, más o menos.
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La obra Sólo unos trazos y ya sabe que la obra está terminada, no algo completo sino un esbozo de rostros o paisajes que sugieren la eternidad y lo completo en el sentido laberintico del incierto devenir de cualquier cosa. Es un momento sin tiempo, el trazo de un poeta chino escribiendo la palabra Buda, la pincelada de un pintor completando los árboles bajo un cielo estrellado, o unas montañas que son la angustia misma o una ola que es todas las olas, un campo de trigo fulgurante, un tigre que se sale del cuadro y se lo come.
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Y el grande, oscuro piano, llenaba de ángeles de música toda la vieja casa. AURELIO ARTURO
Casa de Citas, la casa de la poesía 25 AÑOS
M Ú S ICA
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P OESÍA
1992 - 6 de agosto - 2017
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C AFÉ
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A RT E
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R EST AU RAN T E
Carrera 3ra #12B-35, La Candelaria, Bogotá – 286 6944 – 315 212 5733 casadecitasrestaurante@gmail.com – www.casadecitas.co
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