OPINIÓN
CONMEMORACIÓN DE LOS 30 AÑOS DE LA CONSTITUCIÓN DE COLOMBIA
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Iván Marulanda Senador de la República Alianza Verde
L
levamos las razones que nos habían encomendado entregarles a los demás delegatarios las gentes con las que compartíamos nuestros sueños de vida, nuestras preocupaciones, nuestras experiencias y visiones del mundo que nos rodeaba, historias acumuladas por generaciones en los lugares y en los corrillos desde donde veníamos con nuestros mandatos. Cada delegatario llevaba su cartapacio de relatos y recados a manera de encomendero. Juntos, unos con otros, éramos el compendio de lo que pudiéramos llamar el trasiego y el trasunto de la nación. Digamos, sin traicionar la modestia, porque como les dije éramos personas sencillas y sin pretensiones, que llevamos puestos encima pasados que reunidos y entreverados en el seno de la Asamblea bien podían representar buena parte de la historia de Colombia. Nos escuchamos en esas reuniones de trabajo los reclamos, transmitimos con serenidad y en lenguaje coloquial, sin acentos ni dramas, las ideas de cómo reconocernos y cómo sobrellevar las vidas los múltiples grupos que compartimos esta nación, sin tantos sufrimientos ni desacoples, sin tantas humillaciones, sin tantos peligros y sin chocarnos a muerte como ocurría desde hacía decenios, doscientos años quizás, o tal vez desde siempre. Entonces, lo que escribimos en esa Constitución fueron palabras mayores que no se borran así nada más, ni se pierden en detalles. Son gritos desde el dolor de la historia, sin filigranas ni los tecnicismos de la hermenéutica.