El sueño del Libro de todos los libros Pietro Citati En 1963, cuando aún era muy joven, Roberto Calasso comenzó a trabajar en Adelphi, bajo la influencia de Luciano Foà y Roberto Bazlen, el más divertido y adorable de los consejeros. Su deseo de poder era más sutil que el de Einaudi. No quería ser educador y pedagogo; y creo Al igual que Bazlen, que una Italia adelphiana le habría disgustado mucho. Amaba jugar con proyectos y Roberto Calasso tenía libros. Amaba lo que tiene de vagamente on qué ingenua y fantástica dedicaequívoco y aventurero el oficio de editor: el ción al arte del libro ha escrito Roberto cierta intolerancia por papel de consejero secreto, del hombre que Calasso sus ensayos de La impronta del edi- la literatura pura: para se esconde entre bastidores y que sugiere tor. Nadie, a primera vista, podría imaginar que es ingenuo. Sin embargo, aún hoy, él, los libros eran un re- e insinúa, contando historias misteriosas Calasso considera que no hay nada más be- sultado secundario, que y fantásticas. Quería un poder oculto: un poder que no fuera ni ilusorio ni evasivo, llo que trabajar en los libros. Nada, para porque abarcaba distintas generaciones y él, ha sido más hermoso que construir, du- presuponía algo más. rante cincuenta años, los libros de Adelphi. Exigía que un libro fuera penetraba profundamente en la sociedad, más que el poder político y pedagógico. Todas las etapas son fascinantes. Primeuna experiencia única, Con los lectores de Adelphi, Calasso esro, con una mirada amplia, elaborando la idea de una colección; después, eligiendo que estuviera arraigado tableció una relación de fascinación: los sedujo, los encantó, no los dejó dormir, los libros, traduciéndolos, revisando las traducciones, eligiendo el papel, escribiendo en una sustancia oscura, transformándolos en los pequeños y grandes hábitos del pensamiento y de la vida. las contraportadas, inventando la cubierta, sin parangón con nada Comprendió que no solo publicaría obras intentando traducir la intrincada complejidad de cada volumen con una sola imagen, que ofreciera la historia maestras: pero no podía soportar que ninguno de sus libros causara tedio; todos ellos deslumbrante y misteriosa. Hoy en día es de la literatura. —hermosos o feos— debían brillar, provomuy raro encontrar un hombre que sea fecar, excitar. Con el arte de las contraportadas y de las cubierliz con lo que hace. Calasso es feliz; y explica su felicidad de tas, con muchos trucos y artimañas, quería despertar la misma la manera más culta e ingeniosa, conversando con el lector atmósfera, el mismo perfume; como aquel, decía Don Quijote, de los libros de Adelphi, en quien ve a una especie de elegido. que se respira en las tiendas de los más exquisitos guanteros. Cuando Calasso comenzó a publicar libros, el campo en Por eso quiso publicar no muchos libros sin relación entre Italia estaba ocupado por Giulio Einaudi y su editorial. Giulio sí, sino un solo libro, una inmensa «serpiente de libros», esEinaudi no era culto: había leído pocos libros, y leía de mala labones de una misma cadena que se respondían entre sí, y gana incluso los que él mismo publicaba y llevaba al éxito. Tenía un inmenso y ligeramente perverso deseo de poder. En primer lugar, dentro de su editorial: la mitad de sus energías se dirigían a dominar a sus colaboradores y convertirlos en instrumentos flexibles de su mente. En segundo lugar, quería influir en los lectores italianos de 1945 o 1960, haciéndolos a su imagen y semejanza. Soñaba con formar una Italia einaudiana; y, durante muchos años, cumplió su deseo.
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