Reporte SP 61

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Psycho Killer

Carlos Velázquez @Charfornication

La maldición de Graceland

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esde que aterricé en Fort Worth percibí una perMás tarde, Lalo me contó que a él ni siquiera le pidieron turbación en la fuerza. El migra no me pidió la prueba el pasaporte (donde tiene pegada su visa), por lo que para el de Covid. Un día antes había peregrinado con desespero gobierno gabacho jamás estuvo en el país. Bien podría hapor varias Farmacias del Ahorro tratando de que me la reaber desaparecido sin dejar rastro, cambiar de identidad o solizaran. La aerolínea había amenazado que sin ella no se me meterse a un experimento por parte del gobierno y hubiera permitiría el ingreso al gabacho. sido imposible reportarlo como missing person. TécnicamenDe todas las ocasiones que he cruzado la aduana era la te jamás pisó Estados Unidos. primera vez que no había fila. Acostumbrado a esperar dos En tiempos de pandemia ya nada resulta insólito. horas y media, detrás de una señora morena chaparrita a la que la atosigan con preguntas a la espera de que les diga lo Cuatro hombres y una mamávan. Muñaki al volante, DJcopique quieren escuchar: que se va a quedar a trabajar de ilegal. loto Javi y detrás, de holgazanes, Lalo y yo. Me sacó de onda pasar directo con el agente. Salimos de Dallas el domingo por la mañana rumbo a A dónde va, me preguntó. Memphis. Ese lugar donde el rock & roll se Pinches gringos, tan quisqui- cristalizó como un mosquito dentro de una A casa de Javi, respondí. No me cuestionó quién era Javi. No llosos, tan desconfiados, tan gota de ámbar para toda la eternidad. La me pidió dirección alguna. Ni me inciudad donde se gestó el mito fundacional acosadores, y ahora tan laterpeló por el motivo de mi estancia. xos. Por supuesto que tanto musical por excelencia. Y el sitio donde se Hubiera dado lo mismo que le revelara Graceland, la mansión que fuera relax obedecía a que asumen encuentra la verdadera finalidad del viaje. Visitar el hogar de Elvis Presley, y donde ahora yaque uno va a vacunarse. Yo cen sus restos. Graceland bajos los efectos del ácido. no. Ya llevaba puestas mis Papers, plis. Lalo y yo compartimos varias obsesiones Le extendí mi pasaporte y ni siquiera dosis de FifíPfizer. musicales. El Rey es una de ellas. Mientras me pidió que me quitara el cubrebocas a nuestro lado el paisaje se desenvuelve para corroborar que mi rostro matcheara con el de la foto. como una venda que se vuelve a enrollar sobre el puño de Cuándo devuelve, quiso saber. un boxeador recuerdo una noche en Barcelona en que nos Miércoles, respondí. bajamos dos de tinto escuchando Elvis: As Recorded at MaPase, dijo. dison Square Garden. Resulta conveniente que tengamos la Wow, pensé mientras caminaba por el pasillo hacia las misma edad. Mientras suena «Suspicious Minds» me cuenta bandas de equipaje. Era la primera ocasión en mi historial recuerdos de su infancia y parece que me está hablando de de ingresos a los Estados Unidos que me tardaba menos de mí. Nosotros descubrimos a Elvis gracias a nuestros padres. dos minutos en cruzar la aduana. Todo un récord. Pinches Mi padre era fan de Elvis. En la sala de su casa, descansa ahí gringos, tan quisquillosos, tan desconfiados, tan acosadohasta la fecha, aunque él ya ha muerto, un gramófono en res, y ahora tan laxos. Por supuesto que tanto relax obedeminiatura con un disco y una estampita de El Rey. Mi padre cía a que asumen que uno va a vacunarse. Yo no. Ya llevaba falleció a los setenta y nueve años, o quizá tuviera más, por puestas mis dosis de FifíPfizer. Pero el migra ya no veía en su vanidad solía quitarse la edad. Nada más Elvis que eso. mí a un inmigrante, a un gordo prieto cabrón con potencial Él vivió la fiebre por Elvis en tiempo real. No sé si le gustade asentarse en una esquina de Deep Ellum a vender coca, ba bailar o no, porque rara vez lo vi en la pista. Pero siempre sino a un cabrón que si se puede pagar un vuelo es porque que sonaba un rock de Elvis se levantaba a sacudirse como va a vacunarse y a dejarse unos dólares en Ubers y en el suel adolescente que alguna vez, por muy remoto que parecieplemento para las articulaciones para su jefa. ra en ese momento, habría sido alguna vez. Este viaje no se trataba para nada en tratar de conectar con el espíritu de mi difunto padre. Era para contactar con un padre ulterior: Elvis. Para que Lalo y yo nos observáramos a nosotros mismos y a nuestros vicios a la luz de ese adicto virtuoso después de diez años de aquella noche en Barcelona. Pisar las mismas calles que lo vieron florecer. Conocer el estudio donde comenzó a fraguar su leyenda, Sun Records. Y estar en la que fuera su morada, donde la muerte


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