CARTA DEL RECTOR En 1856, en el jardín de la abadía de Santo Tomás de Brünn, en la actual República Checa, un joven monje hacía, junto con sus chícharos, uno de los descubrimientos más interesantes del siglo. Con sus observaciones, Gregor Mendel sentaba las bases para formular la teoría de la herencia genética y, con ello, permitía al mundo saber cómo es que se transmiten las características físicas de una generación a otra, posibilitando el entendimiento de las conexiones que tenemos con nuestros ancestros y, al mismo tiempo, con nuestra descendencia. Gracias al descubrimiento de la herencia genética, por primera vez en la historia de la humanidad, pudimos entender que estamos físicamente unidos con nuestro pasado y nuestro futuro, que no somos individuos aislados, sino colectividad pura. Nuestros genes, esos marcadores del tiempo, nos acompañan en la travesía de quiénes y cómo somos. Sin embargo, a pesar de que esas pequeñas estructuras contienen toda nuestra información evolutiva, nuestra identidad no se compone únicamente de herencias corpóreas, sino también de legados intangibles. Desde que somos especie humana hemos ido acumulando y heredando una serie de características que nos permiten pensar y manifestarnos de manera particular. Estos elementos utilizan, para pasar de una generación a otra, un lenguaje y un engranaje distinto al genómico. La lengua, las costumbres y las tradiciones se vierten en una serie de marcadores de otro tipo que nos acompañan no solo en nuestra manera de mirar y configurar el mundo, sino también en la manera de sentir; forman parte de nuestras fantasías y nuestros sueños más profundos. El arte da cuenta de esta serie de sucesiones que, desde el pasado remoto, se han ido entretejiendo en relatos que ahora nos hablan de dónde venimos y hacia dónde vamos. Este número de ANTiDOGMA le rinde homenaje a esas herencias etéreas, a esas sensibilidades que son voz e impulso para el arte. Las expresiones artísticas se nutren, permean y exhiben estas crónicas evolutivas del sentir y el pensar. A lo largo de estas páginas les invito a ser parte de esta epopeya, de estas recitaciones que nos hablan de manera artística y creativa de nuestras historias, de nuestra colectividad, de nuestra herencia. Salvador Alejandro Corrales Ayala Pérez de Alba Rector Universidad de la Comunicación