Revista Mi Pyme + Productiva - Edición No.8

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REVISTA MI PYME + PRODUCTIVA

1. Analizar el contexto de la organización, evaluando en el componente ‘externo’ la tasa de contagio o ranking de la zona o región donde la organización tenga operando sus centros de trabajo, igualmente revisar los lineamientos técnicos y legales definidos para controlar la propagación del virus (por ejemplo, restricción vehicular, de ingreso al trabajo, a establecimientos, organización de turnos de días de trabajo, cierre de fronteras, entre otras), y después establecer la evaluación del componente ‘interno’ revisando los procesos y actividades que se tienen en la organización, caracterización de las personas y su estado de salud (edad, genero, pre existencias, circulo familiar, entre otros), inventario de instalaciones, capacidades tecnológicas para el trabajo remoto, ausentismo relacionado con síntomas generados por la COVID-19. 2. Luego, es esencial establecer una caracterización del nivel del riesgo de acuerdo al grupo de trabajadores, visitantes o demás, en función de la severidad o el potencial de daño que se puede desencadenar en caso del contagio de un trabajador, involucrando el análisis de elementos claves como la preexistencia que tiene el trabajador (obesidad severa, enfermedad renal crónica, diabetes, obesidad, asma), cuantas de estas se tienen al mismo tiempo, edad del trabajador, día de evolución tras ser caso positivo (para evaluar la probabilidad de transmisión), tipo de exposición de acuerdo a su vínculo familiar y medio de transporte usado para llegar a la empresa. El resultado que se espera es establecer el nivel del riesgo existente en los trabajadores de la organización de acuerdo con los elementos previamente mencionados u otros que promuevan la objetividad en la evaluación. 3. En el siguiente paso, se deben identificar las diferentes situaciones de riesgo en función de las áreas o procesos de la organización, iniciando con un inventario de áreas y procesos necesarios para cumplir con la misión de la organización (incluyendo aquí el medio de transporte usado por los trabajadores y el trabajo en casa), y después, para cada una de estas, autoevaluar, por ejemplo, si estas áreas y procesos cumplen con condiciones ‘bioseguras’, dentro de las cuales se podrá evaluar si se cuenta con ventilación natural, si el área o proceso permiten respetar el distanciamiento de dos metros, si se tienen controles de ingeniería para promover la separación entre áreas, si se tienen zonas de lavado de manos y de dispensación de alcohol gel al 70% mínimo, también consi-

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derando factores como la aglomeración característica del área, si se tiene un contraflujo de entrada y salida, si se tienen definidas frecuencias de limpieza con virucidas establecidos, si se tienen células de trabajo implementadas, entre otros. Se sugieren metodologías adicionales como la propuesta por OSHA en la guía OSHA 3993 Worker Exposure Risk to COVID-19, en el que se establecen diferentes niveles de riesgo de acuerdo con la exposición de diferentes actividades. 4. Una vez se conozca el nivel de riesgo en función de las personas (trabajadores, clientes, proveedores, otras personas como parte interesada) y en función de las actividades y procesos de la organización, es clave valorar el riesgo, cruzando los resultados de los pasos B y C, obteniendo un panorama más claro y priorizado de los grupos de personas mas críticas y las áreas y procesos con mas alto nivel de riesgo. 5. Con un mapa de condiciones mucho mas claras y priorizadas, se deberán establecer controles priorizados de acuerdo con nivel del riesgo, adoptando así controles estipulados en la resolución 666 y demás elementos técnicos y normativos para reducir el riesgo de contagio de COVID-19, focalizando los controles de acuerdo con su eficacia y a los grupos con mas alta ponderación. 6. Es esencial considerar mecanismos de verificación de eficacia de las acciones implementadas, a través de indicadores de gestión (de proceso, resultado o estructura), inspecciones planeadas a las áreas, zonas o procesos críticos, o auditorías a la gestión del riesgo biológico por COVID-19. De esta manera, el reto en esta tan llamada ‘nueva normalidad’ tendrá como ejes fundamentales entender que existen niveles de riesgo de exposición al riesgo biológico por contagio de COVID-19, que varían de acuerdo a características de las personas (trabajadores, terceros, visitantes, clientes, otros) y a la naturaleza de las áreas y procesos de la organización, analizados en el diagnóstico, sin embargo, el entender e implementar la gestión del riesgo para enfrentar y prevenir la COVID-19 en el lugar de trabajo es un vehículo seguro a la re activación económica, para generar esa confianza en el trabajador y en el cliente, en función de la bioseguridad que tienen como necesidad a ser satisfecha en estas épocas de pandemia, manteniendo el balance entre los tres elementos descritos para regresar a la normalidad de manera segura.


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