Cuentos de Navidad para León
Tejocotes con canela Hacía varios años que el árbol no daba muestras de vida, sus ramas estaban secas y la corteza se le caía a pedazos. No faltó quien dijera que estaba listo para atizar el horno. La única que lo defendió fue la abuela, dijo que le hacía falta una ilusión. Así que fue y le dio un abrazo, luego lo bendijo diciendo: -¡Qué el Santo Niño de Belén haga caer sus bendiciones a través de ti! Unos días después, una pareja de tutubixis hicieron su nido en la última rama que quedaba. Todas las tardes y mañanas revoloteaba el pajarito mostrando su rojo pecho, como si una llama bailarina quisiera incendiar la madera. Cuando nacieron los polluelos, el árbol se sintió tan contento que brotó su primer retoño, luego otro y otro y muchos más hasta llenar de hojas nuevas la vieja rama. Los retoños se hicieron ramas y se llenaron de flores. Al final del otoño, volaron las aves, pero el viejo árbol se quedó cubierto de frutos, unos tejocotes tan grandes y dulces como jamás se hayan visto. Así que tuvo muchos visitantes que se alegraron con la cosecha. La abuela que fue la única que no le perdió la esperanza, puso en Navidad una Sagrada Familia en el viejo tronco y para abrigar al Niño hizo una corona de hojas y frutos. Para todos los que acudieron a ver el prodigio hizo un cocimiento de tejocotes con canela y los repartió con esta frase: -¡Reciban las bendiciones del Santo Niño de Belén! 29