Cuentos de Navidad para León

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Cuentos de Navidad para León

¡Miren mis monedas! En una de esas noches previas a la Navidad en que por una descarga se va la luz varias horas, estabamos por cenar y de repente sucedió. El foco se apagó y nos quedamos en penumbra, apenas iluminados por la llama de la estufa. Mi madre calentaba la cena. Mi hermano, que estaba en la edad de mudar, sintió que uno de sus dientes se aflojó y al más leve jaloncito brotó de la encilla. Tomó el pequeño huecesillo y lo mostró a mis padres, su cara apenas contenía el llanto y la poca luz acentuaba su tristeza. En cualquier momento soltaría las lágrimas. Para calmarlo, mi padre lo tomó entre sus brazos y lo sentó en las piernas. -No llores. A todos se nos caen los dientes alguna vez. Bueno en realidad, dos veces. Una cuando somos niños y otra cuando ya somos abuelitos. Pero a ti te volverá a salir uno nuevo y te durará muchos años. Éste debemos echarlo en un agujero de ratón para que te lo cambien por alguna moneda. -¿Por una moneda? -Sí. Cada diente de niño vale una moneda. El ratón lo pesa, lo mide y lo lleva al mercado de dientes para cambiarlo por una moneda y luego traerla al niño que se le cayó su diente. -¿Y si me los quito todos, me traerá muchas monedas? -No. Tienen que caerse solos, porque si uno se los arranca se desaparecerán en el aire y nadie sabrá a donde fueron. Por eso debes ser paciente y no moverlos antes de tiempo. Cada uno sabe el momento en que 7


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