condiciones o consensos para la autorización del registro. Todo esto al tiempo de intentar que la persecución se vuelva cotidiana. Un ejercicio de recolección de figuras que requiere que sea parte del mismo. Superando el intento por justificar las necesidades de dicha voluntad —mi voluntad— y la explicación del cambio de relaciones entre representado y representador, emerge de estas aguas un cuestionamiento fundamental, mismo que ha sido disparador de las más intensas disputas fotográficas: ¿Por qué los fotografío? Sin profundizar sobre el sentido deontológico de la fotografía, y entendiendo las funciones del registro familiar, confío que, en este caso, el más trivial de los cuadros me evocará al tiempo de estos escenarios fantásticos de relaciones familiares normales, como una vieja película en monocromo con las precisiones desgastadas. Una tregua futura con la angustia del paso del tiempo, una anticipación al desvanecimiento…
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