La protesta en Venezuela fue masiva, el espíritu de libertad llenaba las calles y avenidas de las diferentes ciudades del país; el mensaje era directo, pero la represión fue brutal. Nada más en el 2014, estas movilizaciones duraron casi todo el año y dejaron más de 40 civiles asesinados por parte de los agentes de seguridad y grupos armados ilegales financiados por el estado. El conflicto dejó casi 3000 heridos y más de 2000 detenidos. En el año 2017 retornaría la protesta en Venezuela. Esta duraría cuatro meses, pero triplicaría en muchos de los casos, con respecto a 2014, las escenas de violencia, violación de derechos humanos, tortura y asesinatos. Según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS), se registraron más de 160 muertos durante las protestas; de acuerdo con el Foro Penal, más de 400 presos políticos y más de 1400 heridos conforme a las cifras del Ministerio Público. Según CNN, Venezuela se convirtió en el país con mayor número de solicitudes de asilo político, con casi 4000 peticiones, sin contar la enorme diáspora que se ha venido desarrollando en los últimos años, la cual ha generado uno de los movimientos migratorios más grandes y alarmantes de la región. Durante el 2017 era común encontrar las calles abarrotadas de cartuchos usados de bombas lacrimógenas, perdigones y algunas balas. La cantidad de fragmentos usados y ejecutados hacia el que protestaba, evidenciaba el uso y abuso de la fuerza bruta y desmedida. La enorme ciudad era solo testigo y víctima de un estado que arremetía contra quien pensaba distinto y clamaba justicia. Aquellos desechos y esa clara evidencia de la violencia se convirtieron en un objeto fácil de conseguir. Era tanto que, al caminar por algunas avenidas de Caracas, ¡podías tropezarte con ellos!. Arrinconados y acumulados, eran prueba fehaciente y símbolo de la represión, pero ante todo, eran la más vil demostración de miedo ante la enorme masa humana y su poder, su grito ensordecedor, su símbolo de libertad. Nunca se escatimó en el uso de las armas y la violencia por parte del estado en contra de los venezolanos. Este panorama da origen a Bolívares para Cañón 2 (2017). Es la segunda parte de una pieza que desarrollé durante el año 2016, donde decido superponer dos elementos cotidianos venezolanos para darle una lectura polisémica a la imagen: una moneda de un bolívar del cono monetario vigente para la época (2008), la cual ya no tenía ningún valor, junto a culatas de diferentes balas encontradas. La pieza permite reflexionar sobre el valor