sufrieron discriminación y xenofobia hoy recogen cadáveres y desinfectan calles en Perú. Siguen lejos de casa. Unos vuelven, otros politizan el retorno. ME DUELEN LOS OJOS.
del otro. Así de paradójica y confusa es —como la llaman algunos— esta “nueva normalidad” en la que parece haber pocos protagonismos individuales y mayor consenso colaborativo.
Nos topamos con la estética de la pandemia. Cuadrículas y pantallas partidas nos reencuadran en una colmena, un mosaico virtual. Somos narcisos buscando su rostro en el espejo de la pantalla. Necesitados de belleza, arriesgamos todo, sacrificamos la intimidad por el anhelo de sentirnos acompañados.
Nuevos objetos para una nueva cotidianidad. Las mascarillas ya se personalizan, algunos ofrecen originales diseños que no siempre se ajustan a las normas sanitarias, pero si a los requerimientos del mercado y sus demandas. Por las redes, algunos comentan que parecen sexy porque acentúan la mirada y estimulan la imaginación. Hay para todos los gustos.
¿Cómo asumir y entender este nuevo “Yo”? ¿Cómo caracterizar el “nosotros” transformado, expandido y virtualizado? Pareciera que, de repente, nos hemos vuelto ubicuos, pero sin cuerpo tangible, sin olor, sin la posibilidad de tocarnos, de respirar el mismo aire y mirarnos directamente a los ojos. La tecnología que veíamos con desconfianza y distancia ahora es la alternativa que nos conecta. Participamos en encuentros virtuales que nos recuerdan que estamos presenciando la ausencia
Paralelamente, estremecedoras imágenes muestran camiones de ataúdes y cadáveres amontonados; campos de fútbol, estadios o centros comerciales acondicionados como hospitales de campaña o morgues provisorias; fosas comunes o improvisados cementerios. Ancianos muriendo solos, velatorios y actos funerales celebrados en modalidad on line. Familias separadas, pasajeros varados esperando la reanudación de vuelos y el retorno a sus países, migrantes y refugiados todavía más vulnerables y desesperados. La tragedia de millones de venezolanos fuera de su país así lo demuestra. Un tema incómodo que muchos prefieren meter debajo de la alfombra. Las fronteras se refuerzan y nos recuerdan las desigualdades y fragilidades. No todos tienen la misma capacidad de respuesta, mucho menos las mismas condiciones. Gestos y llamados de atención son lanzados como un grito de auxilio que busca ser oído aun en medio del desierto urbano que se impone.
Anabel Morey (Brasil)
Visiones apocalípticas comparten espacio con enfoques más optimistas que auguran una transformación de la humanidad, una nueva época y oportunidad para enmendar errores. Filósofos e intelectuales atajan reflexiones mientras los acontecimientos siguen su curso. Se decreta el fin de sistemas económicos y se señalan las fragilidades políticas y las amenazas de gobernabilidad en un mundo globalizado que, repentinamente, quedó en confinamiento. Es un es-