Foto: Ezequiel Zaidenwerg
PO ES ÍA E N A B R I L
PRIMAVERA 2022
Lila Zemborain (Buenos Aires) vive en Nueva York desde 1985. Ha publicado siete libros de poesía compilados en Matrix Lux. Poesía reunida (1989-2019) (Buenos Aires: Bajo la luna: 2019) junto con dos inéditos, además de un libro de ensayos y varias obras en colaboración con artistas. Es co-fundadora y actual directora de la Maestría de Escritura Creativa en Español de New York University. En el 2007 recibió la beca John Simon Guggenheim de poesía.
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De Las postales de Hitler, volumen 1 de la serie Álbum (Inédito, 2004-2021) Algo se abre como el techo despintado de un cuarto ya reconocido en otros sueños, en el rosado intenso de sus empapelados, la existencia de otros niveles, de otros personajes que bajan por escaleras, saliendo de ese espacio viciado, tal vez, o abandonado, saliendo de ese otro piso, bajando a otro nivel, donde hay gente durmiendo y despertando, hay fiesta en la casa, hay comida, hay caras conocidas y desconocidas en sillones amarillos, hay celebraciones, cierta confusión sonora, plenitud de seres indistintos, hay un cuarto y dos camas separadas, roperos con ropa de bebé, el cuarto de tu abuela es el trasfondo oscuro de esta metamorfosis.
Tener el don del ojo y la habilidad técnica del cuarto oscuro, el encierro, el olor de los líquidos, el revelado de los rollos, la oscuridad, la aparición de la imagen escondida en la película, después en el papel. El placer de mirar por el objetivo, de ver la foto, entrar en conjunción con la cámara, cuando cámara, ojo, mano, elección adecuada de la velocidad y apertura de diafragma, todo en un instante, la nitidez del foco, hacen de una foto, la foto. El momento en que en la imagen se combina, se armoniza, como un eclipse que cierra el diafragma. El momento de la foto es el que no se ve, justo el momento ciego, el instante donde en el otro lado se imprime la imagen negativa. Qué placer da esa conjunción. Hace falta un detenimiento, un ralentarse del tiempo y el espacio, pero sobre todo de la luz que se refracta en el objeto, que revela la imagen, esa geometría oculta de los cuerpos inertes, que en forma metonímica reducen el movimiento a una triangulación perfecta, insustancial. Pero el adentro ya está reticulado, constreñido, desfigurado por un afuera que ahora se revela en esa imagen sensitiva, en esa sonoridad mecánica del paso de la luz hacia la sección del celuloide. Oh luz misteriosa. ¿Hay leyes que aun estando entrelazadas con la lógica son igualmente reversibles?