Sobre el juicio de Francisco Pro (1803) Tomado de Androginopolis: Dissident Masculinities and the Creation of Republican Peru (Lima, 1790-1850) por Magally Alegre, tesis de doctorado en la Universidad Stony Brook de Nueva York. Traducción de Julio Lossio
La posibilidad de ser engañado por el gesto sensual de la tapada se refleja con ansiedad en muchas piezas de la literatura, desde la escritura de viajes hasta artículos de prensa y diversas obras de teatro.13 Las quejas más habituales de viajeros y lugareños eran si estaban siendo seducidos por la propia esposa o encontrando a una mujer fea acechando bajo el velo.14 Esta queja, por supuesto, incluía un componente racial; Por ejemplo, Johann Jakob von Tschudi, un naturalista suizo que visitó Lima a fines de la década de 1830, lamentó los numerosos engaños desagradables que este «juego de disfraces» provocó, particularmente cuando el paso majestuoso de una figura alta y esbelta pertenecía a una fea mujer, en lugar de la Hebe con la que había soñado.15 Peor aún era encontrar a un hombre debajo del chal de la tapada, una experiencia que debe haber sido particularmente angustiosa para muchos hombres. Esto al menos es lo que sucedió el 2 de agosto de 1803 a Pedro Palomares, un soldado de 22 años que patrullaba la concurrida festividad religiosa de la Porciúncula.16 Palomares vio en medio de la multitud a un maricón vestido con saya y manto. El maricón había desvelado brevemente su manto, demostrando que en realidad era un hombre. Todos los compañeros de Pedro Palomares se sorprendieron y se indignaron rápidamente
cuando este avisó al sargento de la patrulla y se apresuraron a detener al maricón.17 El maricón se llamaba Francisco Pro, un joven sastre de veinte años, que era un chino libre (descendiente de indio y negro) que había nacido en Concepción, Chile. Uno de los soldados afirmó que se le conocía como hermano de una monita (niña linda) y que se le reconocía públicamente como maricón. Francisco fue sorprendido caminando en la Alameda de los Descalzos, un importante bulevar, vestido con un chal andrajoso y una falda de sus hermanas que se había llevado sin su permiso. El hecho de que hubiera elegido un atuendo andrajoso se debió probablemente a que a algunas tapadas les gustaba «disfrazarse», lo que significaba que las damas elegantes usaban una saya y un manto viejos y andrajosos para ocultar aún más su identidad.18 Francisco, a quien se le llama «maricón» durante toda la demanda penal, supuestamente se llevó la ropa de su hermana (falda, chal, corsé, blusa, medias de seda y zapatos) para asistir a la festividad porque así lo deseaba y su propia ropa había sido robada. María Pro, hermana de Francisco y dueña de la ropa, lo reconoció
Un poema en homenaje al Príncipe de Asturias sirve como ejemplo de principios del siglo XVIII sobre las quejas contra las engañosas artes de las tapadas: 13
... Como a las damas, que son u en balcón, u entre canceles, riesgo deseado, tapadas; peligro amado, patentes. Marqués de Castell dos Rios, Comedia Harmonica El Mejor Escudo de Perseo, en Carlos A. Romero, Adiciones a “La Imprenta en Lima” de José Toribio Medina (Lima: Academia Nacional de la Historia, Fondo Editorial Pontificia Universidad Católica del PerúInstituto Riva Agüero, Fondo Editorial Universidad de San Martín de Porres, 2009), 164. Posteriormente, en la década de 1840, Manuel Ascensio Segura dedicó una obra de teatro a mujeres que vestían saya y manto para intervenir políticamente en pos de mejores posiciones públicas para sus maridos. El poder engañoso de las tapadas llegaba incluso al más perspicaz de los maridos. Manuel A. Segura, La Saya y Manto, escena XXI, 195, en Manuel Ascensio Segura, Obras completas, ed. Alberto Varillas Montenegro (Lima: Universidad de San Martín de Porres, 2005). 14
Terralla y Landa nos ofrece una bonita estrofa: Jamas a muger tapada bayas a echarla requiebros, que puede ser una negra o algun horrible esqueleto.
Terralla y Landa, Lima por dentro y fuera, 158. Ver también: Manuel Fuentes, Lima. Apuntes históricos, descriptivos, estadísticos y de costumbres (Lima: Fondo del Libro del Banco Industrial del Perú, 1988), 102-104. 15
Tschudi, El Perú, 92. También, Tristán, Peregrinaciones de una paria, 2: 425-426; Hall, Extracts from a journal, 1:84.
Indulgencia plenaria concedida a los católicos cada 2 de agosto en la Iglesia de San Francisco. Era también acompañada por una celebración muy popular y el ofrecimiento de sopa a los pobres. 16
Causa seguida contra Francisco Pro por encontrarse vestido como mujer en la Alameda, 1803, Real Audiencia, Causas Criminales, Leg. 98. Cuad. 1192, AGN. 17
18
22
Tristán, Peregrinaciones, 426.