TAKURA Município: Ascensión de Guarayos, U.E. San José Obrero
Empleo en actividades delictivas
Había una vez una niña llamada Takura . A Takura le gustaba salir por las tardes a vender bolo y gelatina. Vendía porque le gustaba y el dinero que ganaba lo usaba para comprar más gelatina y leche para los bolos, el resto lo ahorraba. Una tarde, ella estaba vendiendo las gelatinas como siempre. Se le acercó un auto blanco y se estacionó cerca de ella, el conductor la llamó y ella, alegre se acercó pensando que le iban a comprar gelatina. Takura se acercó y el hombre que estaba en el asiento de atrás abrió la puerta y le compró una gelatina, pero le jaló del brazo y la subió al auto, le tapó la boca y el auto partió. Había amanecido, Takura estaba en un cuarto poco iluminado con otros niños, seguro estaba muy lejos de su pueblo, por que viajaron toda la noche. Takura no lloraba, porque estaba en shock. Miraba a su alrededor y dormidos sobre unas esteras estaban cinco niños que se despertaron poco a poco. La niña más grande salió a otro cuarto y se puso a lavar ropa, era la ropa de aquellos hombres.
ASCENSIÓN DE GUARAYOS
Autora: Prof. Patrícia Cruz Perez
Entró una señora que parecía muy cariñosa, les dio un té con pan y se acercó a Takura y le dijo que si hacía caso no le iba a pasar nada. En la noche llevaron a los seis niños a la calle, había un lugar con muchos autos estacionados y música muy fuerte en una casa. Takura nunca había visto algo así. Le dieron una caja y le dijeron que tiene que vender en la puerta, había chicles, dulces, cigarros. Los niños más grandes ofrecían cuidar los autos y la niña mayor vendía algo, Takura no sabía qué vendía porque ella no tenía su caja. Vendía hasta la madrugada y Takura asustada quería irse a su casa, no soportaba todos esos borrachos que la asustaban, pero si no vendía, no le daban comida al día siguiente. Sus padres habían buscado a Takura desde el día que no volvió a su casa, ya habían pasado dos meses y no sabían nada de ella. Pero esa mañana, un policía les dijo que estaban tras la pista de una banda que esclaviza a los niños poniéndolos de vendedores de dulces y drogas. Ya tenían una pista. Takura tuvo suerte: la encontraron, hay muchos niños que se han perdido y que hasta ahora sus padres no los han encontrado. Takura aprendió a no ser tan confiada y su comunidad aprendió a que todos deben estar cuidando a los niños y niñas.
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