Benny Goć
BENNY GOĆ ME CONQUISTÓ escribiendo poemas con los dedos en la arena de la playa, picándome el ojo y torciendo un poco la boca mientras hacía un chasquido con los dientes. Al final dibujaba corazones chuecos y estrellas y flores. Se sacaba dos anillos dorados de fantasía de los meñiques y se abría los botones de su única camisa de tigre, que le combinaba con la uniceja y el pelo azabache. Tenía un diente dorado al lado del colmillo izquierdo. Me lo mostraba con mirada fugaz, metiendo el labio de abajo, y corría a la cancha de vóley. Me hacía reír. Nos veíamos los miércoles cuando jugaba vóley playa con su equipo de trabajo, los domingos y lunes grababa, y los martes les dictaba clases de expresión corporal a los actores. Me contó que la primera vez que hablamos, canceló una reunión a última hora. Saliendo para la playa dejó su disculpa: Es un amor más viejo que la Tierra. Los planes para la película siguen iguales, mis muchachos. Aquí dejo los temas de los que iba a hablar, cuéntenme qué opinan y mañana reviso. Besos. Cumplía con el primero de los pocos días que tenía para enamorarme. Planeaba irse de Madeiro porque quería cambiar de vida. Ese día ya no me escribió en la arena. En un secreto gritado -para que me dejaran oír las olas y la brisa-, me dijo que las nubes y las montañas eran una misma unidad, y que eso seríamos nosotros.
Isabela Ramírez Payán 151