Perros pudorosos
EL SEMÁFORO PASÓ de un amarillo intermitente a un rojo definitivo. La pickup se detuvo antes del cruce peatonal. En el interior, F y B contemplaban silenciosamente la calle. F abrió un poco la ventana y vio a dos perros que pasaron uno detrás del otro y se introdujeron en un callejón estrecho de la colonia San Pedro. —¿Cuándo fue la última ves que viste a unos perros cogiendo? —¿Qué? —Eso, que hace muchísimo tiempo que no veo perros apareándose en la calle, ¿tú? —No digas “coger”, flaca. Se oye muy mal. Temprano en la mañana F salió a la calle en busca de croquetas para G, su perro pomeranian. Al volver a casa, encontró a G montando y embistiendo su mochila del trabajo, como había hecho en los primeros meses de su adolescencia canina. G, al percatarse de la presencia de F, pegó un brinco sobresaltado, luego gruñó y caminó lentamente hacia la cocina, olvidándose de la mochila. F acudió al internet para investigar. Tecleó, “perros apareándose”. Después de encontrar el resultado obvio de videos de perros apareándose, notó que de todos, el último tenía fecha del 2016. Volvió a la página principal y tecleó “Perros pudorosos”. El único resultado medianamente relacionado con lo que la llevaba a la búsqueda, fue un cuadro de un Carlos Ferráez
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