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Las palabras: huellas eternas Publicación Digital Agosto 2021 Antología de Obras Certamen Día del Lector organizado por el grupo independiente y sin fines de lucro: Poetas Unidos de la ciudad de Resistencia, provincia del CHACO, República Argentina.
Organizadoras de Poetas Unidos: *María Rosa Rolón *Ester Noemí Salomón *Gladys Inés Salomón Diseño de tapa, diagramación y cuidado de obra digitalizada: las organizadoras.
Los autores conservan sus derechos sobre las obras publicadas por este medio y se responsabilizan por el contenido de las mismas.
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Las palabras: huellas eternas Antología Digital Certamen Día del Lector 2021
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Índice Al abrigo de las palabras ............................................. 7
Homenaje a los lectores: Poemas de las Organizadoras de Poetas Unidos María Rosa Rolón...........................................................9 Ester Noemí Salomón ................................................. 10 Gladys Inés Salomón .................................................. 11 Agradecimiento al Jurado ......................................13
Primeros premios Dora Dolcemelo ........................................................... 15 Mory Blanc .................................................................. 16 Isabel Sánchez ............................................................ 18 José Pereyra ............................................................... 19 Jorge Bossa ................................................................ 21 María del Rosario Suárez ........................................... 22
Menciones especiales Agustín Ávila Rodríguez ............................................. 26 Beatriz Bustos ............................................................. 27 Ana María Chaparro .................................................... 28 Ariel Dietz .................................................................... 29 Silvia María Foussal .................................................... 30 Rosana Molina ............................................................. 32 Belkys Larcher de Tejeda ........................................... 33 Susana Solanes .......................................................... 34 Jenny Villarreal Casarrubias ...................................... 35
Textos Certamen Día del Lector Julio Almirón ............................................................... 38 Virginia Amado ............................................................ 39 Annette Candelaria R. ................................................. 40 María Victoria Antoni Piossek .................................... 42 Alicia Balda ................................................................ 43 Isabel Barros Dellamea ............................................... 44 Jorge Eloy Blanco ....................................................... 45
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Alicia Borgogno .......................................................... 46 Sebastián Pablo Bruno ............................................... 47 María Carena ............................................................... 49 Nery Mabel Contreras ................................................. 51 Mónica Da Luz ............................................................. 52 Mabel Di Giuseppe ...................................................... 53 Mabel Frattari .............................................................. 55 María Elena Genovese ................................................ 56 Héctor Giavino ............................................................ 58 Luciana Gurciullo ........................................................ 59 Carina Mercedes Haedo ............................................. 61 Jorge Iturrieta .............................................................. 62 Analía Isabel Kozur ..................................................... 67 Norma Beatriz Kuroki ................................................. 69 Sahilí Cristiá Lara ........................................................ 70 Mariela Lugo ................................................................ 71 Silvana Mandrille ......................................................... 72 Angélica Maschio ........................................................ 74 Miriam Medina ............................................................. 75 Adriana Mendoza ........................................................ 76 Griselda Isaida Morand ............................................... 77 Edit Ojeda .................................................................... 79 Eduardo Ojeda ............................................................ 80 Ofelia Pereyra .............................................................. 81 Rubén Darío Portilla Barrera ...................................... 82 Lidia Leticia Risso ...................................................... 83 Noemí Rubiano ............................................................ 84 María Sánchez Pérez ................................................... 85 Paulina Villalba ............................................................ 86 Estela Voscoboinik ..................................................... 88 Jéssica Noemí Zaracho .............................................. 89 Teresa Esther Zlachensky .......................................... 90
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Al abrigo de las palabras “Para que veas los mundos del mundo, cambia tus ojos. Para que los pájaros escuchen tu canto, cambia tu garganta.” (de las tribus del Orinoco)
Durante milenios, el hombre observó el mundo, se asombró ante cada nuevo despertar de la tierra y ante la belleza de su entorno, fue testigo de sus propios cambios y los de su pueblo, lloró de dolor físico y espiritual y de alegría. Su conciencia histórica lo incitó a contar sus vivencias, deseó que sus narraciones sobrevivieran a su tiempo, al de sus hijos y más allá. Puso en práctica cientos de estrategias hasta que halló algo a través de lo cual podía dejar registros indelebles, huellas eternas... las palabras. “... Adquirió un pasado al tener la posibilidad de reconstruir sus acciones y un futuro al poder anticipar verbalmente, mentalmente, mediante representaciones en lenguaje interior, sus acciones.” La Humanidad abandonó el aquí y el ahora en los que estaba prisionera. Así, las palabras fueron los ojos con que se pudieron apreciar realidades lejanas, diferentes geográfica y culturalmente, donde otros habían puesto sus pies y sus miradas. “Para que veas los mundos del mundo, cambia tus ojos...”; en sentido práctico, cambiar de ojos es naturalmente imposible, pero se pudo “cambiar de ojos” tomando conocimiento de lo que otras personas habían visto, sentido y transmitido a través de sus escritos. Leer es descubrir las emociones, ideas, dudas, prejuicios, deseos, esperanzas, convicciones, bondades, perversiones de alguien que por medio de las palabras abre caminos hacia sus semejantes. Cuando leemos o escuchamos leer, aunque se trate de historias repetidas hasta al cansancio, arrobados por las
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imágenes de tiempos y paisajes desconocidos que fluyen de las calladas hojas impresas o digitalizadas, nos transportamos a una dimensión en la cual perdemos la prisa y el reloj deja de gobernar nuestras vidas. Podemos sentirnos cobijados, embriagados por el dulce aroma de la palabra poética y por su grata compañía, o percibir cómo se mueve el piso de nuestras certezas pero la libertad con que se nos premia al final justifica el tembladeral al que nos exponemos. Desde el año 2012, por ley nacional 26754 se celebra el día del lector como reconocimiento a la obra y trayectoria de la máxima figura de la Literatura Nacional, Jorge Luis Borges (1899-1986). En su obra, distinguimos a un ser atravesado por las historias que vivió virtualmente desde la lectura y que cimentaron su original e irrepetible forma de escribir. Hoy más que nunca, nos corresponde revalorizar la lectura, sobre todo recreativa, por puro placer, para salvaguardar nuestra identidad cultural en una época de contenidos efímeros y amenazante vacuidad. Definitivamente, “Para que los pájaros escuchen tu canto, cambia tu garganta”.
Poetas Unidos
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María Rosa Rolón (Organizadora de Poetas Unidos) Reminiscencia "La palabra saciada en el silencio, habla"
Que regresen las mañanas de aguas y arenas blancas, de brisa conjugada en apretados capullos de aromas encendidos... Que regresen esos aires en la conjunción de soles con el arrebato exacto de sonrisas rutilantes ... Que las voces liberen sus sueños más allá del páramo ... Que emerjan del ocaso las margaritas olvidadas y abracemos juntos los días de enero desplegando quimeras cargadas de nostalgias y capturemos juntos mariposas blancas en el universo intacto, en el rincón aquel de la única infancia.
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Ester Noemí Salomón (Organizadora de Poetas Unidos) Sámara en tierra fértil ¡El libro vaticina un lector!
Rústicos anaqueles afonía del objeto codiciado y temido y sagrado y desenfadado. Letras, palabras, párrafos… fragancia sahumada de tintas, de sabias y de tejidos vegetales acometen desde de tus hojas. Libro, sámara ágil, surfeas entre cielos rosas y lilas de ocasos y suburbios agrestes y apatía. De mis ancestros… otra memoria, otros dialectos, otros oficios, pobreza y ausencia de libros. Desde mis rústicos anaqueles el libro, objeto codiciado y temido y sagrado y desenfadado. Capital de mi idioma castellano… ¡quijotesco y venerado resplandor! Puertas adentro, en mi hogar, desde el anaquel, sámara, hallas mis manos fértiles: derrocamos juntos al infortunio.
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Gladys Inés Salomón (Organizadora de Poetas Unidos) Mientras te leo, libro En tu perfume amaderado, huellas de un alma que camina por el fino cordel de la cordura y se desnuda al viento y robar se deja el aliento vital. El peso necesario de tus letras reconstruye un agotador viaje, sin retorno posible, desde las ideas. Afables y crueles voces capturadas en un ritual ignoto resucitan al paso de mis ojos. Al peso necesario de tus letras tengo acostumbradas las manos, ellas te reclaman en minutos vencidos por la apatía o el hartazgo; con pereza suprema, postergo el punto final.
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Agradecimiento Al Jurado integrado por los Profesores en Letras:
* Gladis Cristina Etelechea * Silvia Isabel Ávalos * Luis Argañarás
Por el tiempo dedicado a la lectura de las obras recibidas y el acompañamiento desinteresado.
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PRIMEROS PREMIOS - 1° Premio Poesía “Otra Rayuela” de Dora Dolcemelo - 2° Premio Poesía “Siempre Borges” de Mory Blanc - 3° Premio Poesía “Corazón coplero” de Isabel Sánchez
* 1° Premio Narrativa Breve “Tiempos de burritos” de José Pereyra * 2° Premio Narrativa Breve “El hijo del otoño” de Jorge Bossa * 3° Premio Narrativa Breve “Mariela Stumpfs una escritora que Brilla” de María del Rosario Suárez
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Dora Dolcemelo 1° PREMIO POESÍA Otra rayuela “es muy difícil llegar con la piedrita al cielo” (del libro Rayuela) Julio Cortázar
Hacia abajo. Inesperada incierta bella reparadora la lluvia del sábado del cielo a la tierra en Rayuela de la tierra al cielo. Tiro una piedrita y juego. Cae en el rectángulo del medio. Cuento uno dos tres. Me sostengo. Sigo cuatro cinco seis… siempre en el límite y al revés. Callo. Recupero la fuerza que perdí en la jugada anterior y vuelvo a tirar otra piedrita en una rayuela del cielo a la tierra porque quiero parecerme a la lluvia.
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Mory Blanc 2° PREMIO POESÍA Siempre Borges Un ramo azul del jardín del huerto y un bastón que guía el paso incierto.
Espeja el brocal profundo del aljibe los versos que el poeta escribe.
Un reflejo intenso de luna amarilla, el silencio de gris ceniza y pesadilla.
La abstracción, la contemplación luego y la nostalgia que arde como fuego.
La rugosa mano adherida a los portales y sueños del regreso en difusos cristales.
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Un patio amplio, un cielo de Palermo y un tiempo que es tirano y yermo.
Unos ojos sabios fatigados de ceguera, un camino en trasluz de fantasía y de espera.
Y en el oro de la ciencia sin ficciones interpelo el ayer, su figura y convicciones.
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Isabel Sánchez 3° PREMIO POESÍA Corazón coplero Corazón coplero como Don Aledo, la docencia invita a amar cada sendero. Así fue que un día como el gran maestro, en una escuelita despertaron mis versos. Caminos lejanos rodeados de monte, la mirada puesta en nuevos horizontes. Y nos damos cuenta que no importa el peligro el tiempo o la distancia cuando espera un niño.
Ver despertar el día con aroma a plantas y cientos de aves con sus melodías. El corazón coplero con letras palpita cantando a mi Chaco mi tierra bendita.
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José Pereyra 1° PREMIO NARRATIVA BREVE Tiempos de burritos El hombre cerró los ojos e imaginariamente comenzó a desandar el sendero de letras y palabras por el que recorrió su vida. Tuvo miedo de no encontrarlo, pero allí, en el génesis de su tiempo, en el lugar que tanto le gustaba, jugando con los niños entre las uvas y mandarinas del huerto olvidado de una escuela, en la que su maestra los presentó. Recordó cómo el plateado de su nombre se encarnó para siempre en su corazón y se convirtió en el noble amigo de tantas aventuras infantiles. Y lo vio tal cual, pequeño, peludo y suave... encaramado a su memoria, abrazando momentos de oro que tallaron a fuego el rumbo entre las hojas de cientos de libros. Corazón de animal, alma de niño... En un instante recorre cada capítulo de ese tiempo de encuentro. Y por un instante fueron nuevamente dos seres jugando en la imaginación de tantos lectores, que rieron, amaron, se emocionaron y también lloraron ante su partida.
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El hombre se siente afortunado con los recuerdos de ese tiempo que pintó su infancia y teme abrir los ojos y encontrarse con la realidad que devoró los sueños de aquel niño que alguna vez fue feliz con un libro de tapas amarillas que la maestra le regaló, con el dibujo de un Borriquito, con una mariposa en el lomo, teme que el olvido haya esparcido sus hojas de ingenuidad y entusiasmo por caminos de olvidos e indiferencias. Se arrodilla y ensaya una oración por tantos Juanes que recorrieron con sus ojos los caminos hechos letras de sus vidas. Lo Observo y me descubro... ¡Yo soy uno de esos Juanes! Mi primer libro… mi “Platero y yo”, siempre has quedado guardado en los anaqueles de mi corazón. ¡Gracias, Juan Ramón Jiménez!
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Jorge Bossa 2° PREMIO NARRATIVA BREVE El hijo del otoño Mayo es una postal sepia adherida a los cristales de mi ventana. Sólo una hoja se atreve, impertinente, a irrumpir en la quietud del paisaje. Su caída, mecida por la suave brisa, parece una lágrima dorada precipitándose por las grises mejillas de la tarde. En mis manos, una vieja edición de las Rimas de Bécquer se asemeja a la estación que hoy reina por aquí. El marchito color de sus hojas y la tristeza del autor le dan todas las características de la época. La única diferencia radica en que los amarillentos papiros del libro resisten estoicamente el paso del tiempo. Se niegan a caer. Allí el otoño se conserva inalterable entre dos tapas de cartón, sin profusos desprendimientos. Mientras tanto, del otro lado de la lumbrera, el auténtico otoño no cesa su eterno deshojar. Quizás sea ello un obstinado “me quiere, no me quiere” sin destinataria sabida por nosotros. ¿Será la primavera, con su perdurable donosidad, la dueña de su corazón? ¿Será ese amor quimérico el responsable de la congoja que nos trasmite? Retomo mi lectura. El hijo del otoño, como lo acabo de bautizar, sigue enseñándome cómo la melancolía y la belleza pueden ensamblarse en un solo poema… Más allá, el ventanal me recuerda que también logran hacerlo en una sola estación.
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María del Rosario Suárez 3° PREMIO NARRATIVA BREVE Mariela Stumpfs una escritora que Brilla Nació en Oberá, un 20 de julio, ciudad donde vive y ejerce como docente, profesión en la que evidencia el amor por los niños, el placer por la lectura y escritura. En su trayectoria como escritora ha publicado una diversidad de historias describiendo su provincia, su tierra colorada, su fauna, sumándose a la protección de animales en extinción como el yaguareté. Grata fue mi sorpresa cuando al trabajar con mis alumnos su libro De yaguaretés y otros bichos, surgieron encuentros literarios donde sus lectores, los niños, pudieron conocerla en persona y a la vez autografiar sus libros, al mismo tiempo visitarla en su stand en La Feria del Libro, experiencia inolvidable, e inmensa satisfacción para ambos. Desde entonces conformamos un gran equipo de trabajo, promocionando y defendiendo el trabajo de escritores misioneros. Entre otros títulos de la autora aparece Hanna, donde pude contemplar la historia de sus antepasados que la llevó a investigar, registrar, recordar anécdotas y volcarlas al papel. Historias de inmigrantes que llegaron a nuestro país en busca de oportunidades, nuevos horizontes pero lo más importante paz y libertad. Con respecto a ello puedo expresar desde ese relato, la necesidad de que todos debemos conocer nuestros orígenes, de dónde venimos, quiénes somos. Ella lo supo volcar entre líneas con admiración y orgullo, homenajeando a todos los inmigrantes, aquellos que dejaron su tierra y tal vez no pudieron regresar jamás.
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Con tiernos y conmovedores párrafos hace que el lector se interne en ese placer por llegar al final de la historia, que simplemente te atrapa y no te suelta, para los que lo vivieron aún más. En cada página va enlazando momentos históricos de nuestro país y de su ciudad natal. Mariela Stumpfs, mujer sencilla, humilde, valiente, solidaria, su mano siempre se encuentra extendida a quien la necesite y la expresión en su mirada automáticamente te invita a volar en algún libro de su autoría como así también de sus amigos escritores. Personalmente considero y destaco su trabajo que surgió de una forma muy particular, sólo necesitan preguntárselo, tendrán la respuesta.
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Menciones Especiales * * * * * * * *
Agustín Ávila Rodríguez Beatriz Bustos Ana María Chaparro Ariel Dietz Silvia María Foussal Belkys Larcher de Tejeda Susana Solanes Jenny Villarreal Casarrubias
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Agustín Ávila Rodríguez A Dulce Ella, nuestra artista de arpa y lira, ella es así. Así lo será en ausencia, Como digna patriota que lo fue su padre; Era el Invasor su estirpe más que su ascendencia. Y por eso vive entre recuerdos, enajenante en vano de la realidad voraz que la consume, Sumida de gozo en su escritura. Creyendo merecer, cual ermitaño, quedarse atrapada entre piezas de museo. Sin pensar que afuera la querían, aunque fuese arrastrando sus trajes hermosos de Madrás, antiguos y finos de una vieja época de sedas y encajes. Aun en encierro de familia, petulante pensar que nos la aparta, supo ser fiel a sus principios y a la causa. Mujer fineza, estilo y gracia, que dejas una estela de luz en nuestras letras. Y llevas tan en alto tu cabeza, sin tener que rendirte en la partida de tristezas. Tu pluma supo recrear al castellano, Y la lengua nuestra se sintió importante, como tú, en la casa que robó el instante de tenerte siempre si pasear La Habana. Ella es así, Loynaz y del Castillo, musa de letra y lenguaje insumiso como insigne de cubana. Mi adorable e inmensa mariposa blanca con olor de flores, Poetiza nuestra hecha reliquia.
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Beatriz Bustos Alejandra ( homenaje a Alejandra Pizarnik)
ALEJANDRA A dónde se fugó la sombra que te tenía grabada, a punta de cinceles crudos a golpe de palabra airada a daga de muerte fundida a abismo de cordura herrada, todos te miran ahora con decires que descarnan, te escudriñan la sangre te lanzan arpón con alas horadan tu sangre grieta tus huellas de difusas máscaras, aún no han descubierto tus palabras encofradas, las de tus hondas marañas las de tu mundo de trancas las que pariste al alba las de tus hogueras cansadas, algunos piensan que todavía caminas en tus palabras, buscando rezar tus senderos de palabras enlutadas, sobre tu luz y tus sombras volverán a dar el hacha, y sangrará tu prosa herida, oscuras ideas calladas. La muerte huele a laureles, los versos huelen a.... ALEJANDRA.
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Ana María Chaparro Lámpara encendida a Alfonsina Storni
Hasta donde las aguas te llevaron, cargando tu infinito cuerpo inerte hasta cuando los latidos te cegaron y te arrastraron sin temor hacia la muerte.
Las olas fueron tu cuna, que mecieron tu voz adormecida, sola, el viento acarició una y otra vez tu rostro en la marea gélida y nocturna.
Se calló en un frío llanto la palabra, y guardó luto y pesar por días, volviste al vientre de tu madre, con las caracolas y las ninfas.
Dejaste como presagio luminoso la pequeña lámpara encendida, para llenar de palabras a los poetas para que no muera la poesía.
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Ariel Dietz Setenta balcones y una flor Setenta balcones hay en esta casa, setenta balcones y ninguna flor… (Baldomero Fernández Moreno)
Setenta balcones hay en esta casa… aquí no hay alcobas ni ascensor, puertas con rejas se ponen de moda, alarmas chillonas, cámaras y portón. Setenta balcones hay en esta casa… no existen las rosas ni el ruiseñor, el pasto es sintético, cuatro rotweiller, un caniche escondido y un muro ladrón. Setenta balcones hay en esta casa… el patio inundado, mierda y dolor, basura reciente en charcas profundas, no existen ventanas… pero hay una flor.
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Silvia María Foussal La elegida El amanecer la detenía frente a un gran espejo de agua admirado por sus ojos. El Egeo, un mar calmo, vacío de viento, de aguas plateadas, con límites de culturas latentes y diversas. Era la inmensidad de ese día, el que recordaría cada minuto que transcurrió en su vida de mujer, en su perseverancia por encontrar el camino de esperanza. En esa tierra de mármoles fríos, surgían las diferentes estructuras y formas que guardaban los mensajes místicos de la historia. Latía su corazón rememorando el paso de generaciones y sus pies iniciaban el peregrinar. Cuantos dioses asomaban sus espíritus entre columnas, trozos de roca apilados con musgos enraizados a la tierra, entre cultos y ruinas. El eco de sus voces se presentaban en el teatro, cuchicheaban en la sala de lectura de la Biblioteca de Celso, ofrecían rituales en el templo de Adriano, recorrían las casas-terrazas, los baños públicos, el gimnasio; se detenían a escuchar filósofos, poetas, políticos, observaban a escultores, todo el mundo social de otros tiempos. La neblina suavizaba el paisaje y el silencio era la oración propia de la templanza. El sonido era único, estaba aturdido de los ruidos silenciosos como si el paso del tiempo hubiera callado el repertorio de la humanidad. Solo el resoplido del viento comenzaba a vibrar entre los altos árboles. Allí, la soledad era un suspenso de llegada hasta lo alto de la colina de Ayasaluk, en Éfeso, donde el universo de religiones era la humanidad misma.
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La noche se acercaba en instantes. El cansancio derrotaba su cuerpo que bordeaba la tierra para caerse y seguir al sueño profundo. Éfeso era el camino a orillas del mar, aquel que le habló al oído y le dio palabras. La silueta de túnica oscura, con un velo que dejaba ver su rostro afable de tinte oliva, con mirada suave de ojos negros redondeados, con las manos cubierta de dones, se apareció como luz. Se acercó para ayudarla a beber y desapareció con humildad. Al despertar, en la intimidad del sendero de árboles, Meryet descubrió que solo quedaban unos metros del camino hasta la casita de piedras. Estaba rodeada de plantas y árboles, con miles de pañuelitos blancos colgados en los muros como guirnaldas, como si las bendiciones que clama cada ser humano resplandecieran el lugar. Relata la historia que una mujer envejeció en esas sombras, con el dolor por la pérdida de su único hijo…con su fe profesada de cristiana. En la penumbra de la luz de la vela, Meryet dejó caer sus rodillas al suelo y las lágrimas acunaron a su vientre, también dolido. Ese es el lugar donde se siente el aroma a café turco y el sonido del Salah, donde el alma de la madre de Jesús vive eternamente.
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Rosana Molina Respiro palabras En un lugar de la palabra y en el espiral del tiempo, con el aroma de cuatro vestidos, Mujercitas abrió el cauce que alimenta mi caudal. Bécquer, Neruda y Benedetti estrecharon las horas de nocturnas esperas. Como un puente se alargaron las figuras de Electra, Ofelia y Rosita. En el espejo de sus nombres descubrí la orilla que salva. A las mariposas amarillas de García Márquez y a los conejitos de Cortázar, los amarré con el hilo de Ariadna a mi mano y juntos recorremos el laberinto de lo indecible. Respiro la alquimia entre página y página. Hoy escribo porque primero soy lectora.
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Belkys Larcher de Tejeda Sin Literatura Morirse desde la raíz / agotar el agua que mueve las espigas / despojarse hasta el último poro de algún minúsculo brote de esperanza / empujar las primaveras jóvenes para que el frío se pegue a los huesos / por la subyacencia del dolor escudarse en la inmanencia del bramido asfixiado por la multitud / cansarse la inutilidad de las manos / aventar la luz que por el este trepa desplomada en unidad de cielo y agua arrojar / al fin / al río pestífero el gesto de vivir de frente el valor de trascender / el amor sin olvido ni tiempos.
¿Alguna otra excusa para encanallar una vida sin literatura?
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Susana Solanes Ofrenda Traigo papel y lápiz, Paulo Freire, para nombrar a los que vienen de los hogares sin apellido, de las oscuridades rojas. Los nombres de los que viven donde las flores no nacidas sellan los párpados de los muertos. Quiero anotar los nombres de los caídos. Traigo papel y lápiz, Paulo Freire para escribir la palabra de este país, la de su memoria tan llena de música y de olores tibios, de árboles que caminan hasta el sol y de ríos que saltan entre las polleras de sus mujeres. La palabra del sur, sin edades. La palabra que queda entre las manos para amanecer en el horizonte de todas las bocas del pueblo.
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Jenny Villarreal Casarrubias Escucho con tu corazón “Tu latido acompañaba el mensaje”
Tus palabras llegaron en lengua de viento clandestinas, silvestres, agridulces, irreverentes, rotas, imperfectas. Embalsamando las astillas de mis memorias, enraizándose en las grietas de mi piel.
Tus letras nombraban las grafías del mundo y tu canto me ofreció el néctar de tus sombras, girasoles de mediodías, habitaciones de estrellas.
Con hambre y oquedad de origen me alimenté de la savia de tus flores exiguas. Me acompañé de tu luna. Me alumbré con tu sol.
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El rezo de tus nombres desplegaron mis cielos, Virgilio, Homero, Alighieri, Octavio, Borges, Nika, Pizarnik, Lorca, Neruda…
Mar de Sinfonías danzaban de tus letras, tornado de reminiscencias, estruendos de revelaciones, infinitud donde fragua la palabra y la creación.
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Textos Certamen Día del Lector
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Julio Almirón Bohemio De alma errante y oficio de juglar amabas el amor y el amor fue tu rima. Gustavo, español de sangre y cupido por oficio.
Las golondrinas aún regresan a ese, tu balcón y en sus alas, tu nombre vuelve a volar.
¿Qué es la poesía? Dirías tú clavando tus pupilas en la noche y seguro alguna rima atravesaría feroz el umbral de la muerte porque aunque se rompiera el eje de la tierra, como un débil cristal a tus versos de sufrido bohemio ni la muerte lo podrá matar.
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Virginia Amado Cuando escribo Son territorios poéticos los que me pueblan. Son letras, son signos, son sonidos, son palabras, son enlaces, son emociones, son sentimientos amalgamados. Es armonizar, nombrar, pintar; es lavanda, es incienso y es el alma. La posibilidad de pensar y decir en amorosa conexión con la vida; un hilo rojo de uniones imperecederas. Es buscar la belleza y el dolor en artesanal construcción fecunda. Es la enigmática expresión de lo profundo.
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Annette Candelaria R. El lenguaje del amor Fue amor a primera vista aunque suene a cliché. Nunca se expresaron los sentimientos, pero en cada taza de café en la tarde, reunidos en la tienda de la esquina, envolvía las más dulces miradas. Con el fragante olor que destilaba aquellas tazas, sujetadas con la fuerza que contenían por no tener el valor de abrazarse, pasaban los minutos convertidos en horas de placer. Se despedían con una sonrisa pícara, cada cual al marcharse del lugar mientras trataban de retener ese instante que en un segundo se convertía en pasado. A veces conversaban hasta agotarse las palabras en sus bocas y luego quedaba el silencio, profundo e intenso, cual escena de una película de drama y suspenso. Silencio que luego interrumpían con risas que salían de la nada. Aquél verano en la universidad, fue para ambos algo muy especial e inesperado. No pensaban en el momento en que se tuvieran que despedir, pues aquel sentimiento que les unía no daba lugar para ello. Pero el día llegó, sin mucha prisa pues ellos tomaron cada minuto para vivirlo con intensidad aunque fuera por medio de sus miradas, con las cuales podían leerse, por medio de las sonrisas porque con ellas alegraban sus almas y por medio de los silencios porque con ellos se decían “no te vayas”. El autobús se acercaba y ella agarró su maleta, la cual pesaba mucho más que aquel día cuando llegó para comenzar los estudios en la universidad. En ella llevaba recuerdos y tristeza por la separación pero también mucho
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amor. Cuando se disponía subir al autobús, él la detuvo agarrando su brazo con suavidad, y le dijo: —Te amé en cada momento en que compartimos, te amé en cada palabra que no me atreví decir, y te amé en cada mirada que sostuvimos porque por medio de ellas te conocí, me dejastes entrar y te sentí, y te amo porque sé que eres parte de mí. —¡Que manera de amar! —le respondió ella. El bajó su rostro sintiendo pena por no haber sido más valiente y expresar su amor de otra forma. Ella acarició su mejilla y lo miró a los ojos. —Esta es nuestra forma de amarnos, único y especial. Es nuestro lenguaje del amor y sé que trascenderá. La nieta escuchaba la historia atenta, saboreando cada frase que describía el amor entre sus abuelos. —Abuela, ¡qué hermosa historia!, pero… a mí me gusta que me digan palabras de bonitas de amor —expresó la joven nieta. —Pues yo prefiero este tipo de lenguaje de amor porque en ocasiones es más puro y entendible que mucha verborrea falsa y vacía. Recuerda mi vida, las palabras son importantes pero los hechos dicen más que mil palabras —explicó la abuela.
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María Victoria Antoni Piossek Ser yo misma Nívea soledad que aletea en mi alma. Se zambulle en la liquidez de mi sangre. Aguas extendidas, como rayos de luna.
Estalló el bermellón por los caminos. Recorrí sendas misteriosas, laberintos escondidos. Rincones remotos de mi universo. Para encontrar mis propios egos y demonios. Con mi lanza de filo de cristal aniquilarlos. Soltar mis fantasmas, y acechar la verdad. Metamorfosis de mi ser. despertar mi conciencia dormida, ver la luz trascender...
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Alicia Balda Renacimiento “…de esta ala huérfana del día que a fuerza de ser una ya no es ala”
Cada noche descoso el ruedo del destino y ovillo el hilo laberíntico intentando la salida el camino a la verdad que se descuelga y trepa oscilando en la grieta de los días. Cada noche la urdimbre de la vida entreteje mis males, mis deseos y ahoga en la cavidad de mi garganta los alaridos ancestrales de la angustia. Cada noche socavo en las piedras de mis penas horadando la vasija donde todo es poco donde todo falta con la postura resiliente prometeica de los fuegos Cada noche Todavía… Todavía…
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Isabel Barros Dellamea El mar Tan viejo y siempre joven. Nunca cansa mirarlo e imaginar historias de piratas valientes y princesas hermosas, navegantes osados transportando sueños de épocas remotas o amoríos recientes entre verdes palmeras en doradas arenas. Los días y las noches lo observan incansables en un juego perfecto de subir y bajar, de encresparse y de humillarse para besar la orilla que lo espera rendida y encendida porque sufre de celos de los besos nocturnos que él acepta callado de su luna fiel.
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Jorge Eloy Blanco Al lector y poeta
En nuestra vida, leemos poesía, cuentos, novelas hermosas nos hacen conocer lugares exóticos, bellos paisajes. Estamos cerca, del día del lector y poeta, yo, te invito a escribir los lugares exóticos y los paisajes que ve nuestra imaginación. El poeta no sólo mira la realidad sino también hace volar la imaginación.
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Alicia Borgogno A alfonsina ¡Calla! Hasta el agua corre apenas bajo su verde pantalla… Alfonsina Storni
El mar calmo enmanta tu cuerpo que perdura en su fondo entre corales. Tu esencia ondula los líquenes y algas alineados, rescatando tu figura desfallecida en el tiempo, entre olas que repiten tus versos eternizados.
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Sebastián Pablo Bruno Diecinueve y 1/2 (homenaje a Pablo Neruda)
Nunca pude escribir los versos más tristes, será que mi tristeza se reconoce en alegrías, será que no vi tantos astros apagarse tiritando, será que con cobarde heroísmo se ocultan los secretos abatidos de mis noches más oscuras.
Nunca pude escribir los versos más tristes por el temor a la tristeza sempiterna, por el temor a quedarme sin algo o con nada, por el temor de merecer, tal vez, en el final de mi existencia cada uno de esos versos.
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Nunca pude escribir los versos más tristes y jamás lo volveré a hacer, no es prodigio de mi pluma deshacerse en cada letra, tal vez porque sea tibia mi escritura o porque perderte fue quizá la forma de encontrarme.
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María Carena Juventud con Rimas LIII de Bécquer Puedo pedir hoy mil cosas; que la vida me dé nuevas chances, qué me susurre al oído su secreto. Pero si algo pudiera recrear es la etapa de aquellas Rimas de Bécquer tan pronunciadas. En esa etapa dorada de mi juventud. . . Donde mis amigos con sus caras sonrosadas susurraban al viento. aquella Rima LIII que sentenciaba: “…Volverán las oscuras golondrinas de tu balcón sus nidos a colgar…” Sin imaginar cuántos amores llegarían pero también se marcharían. Cuánta ingenuidad, en el corazón. ¡Todo era ternura y amor! En este día quiero homenajear al escritor especial, el de mi juventud que iniciara en mí el amor por la Poesía. Entre sueños y fantasías en noches de plenilunios.
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Pintó el arte con su pluma tan fragante en el alma, donde fuerte retumban aquellas rimas con dulzura: "...Volverán las tupidas madreselvas de tu jardín las tapias a escalar..." Hoy como ayer, volverán en mi memoria esos mágicos momentos. Como las oscuras golondrinas, asimismo, con los grandes escritores: la poesía no morirá.
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Nery Mabel Contreras Esperame Llora la tarde y al despedirse del ocaso, trae recuerdos de vida y de ayeres. Me provoca cobijarme con mis brazos, y armar un secreto de caricias y placeres. Nada ha sido tan igual, que como era cuando me dabas tu calor y tu dulzura. Y hoy siento la orfandad de tu ternura pegada a un vacío de amor y de inocencia. Junto con la tarde que llora, también lloro… y las lágrimas que corren por mi cara parecieran querer lavar mi alma, y prepararla a vivir, solo de ausencias. Guardaré tu recuerdo en mi memoria, llenaré mi vida de momentos... y siempre al atardecer iré a tu encuentro, cargada de caricias que te añoran. Esperaré así tan solo, por la espera, y un solo instante de tu día, me bastará para llegar a ti, y en el encuentro, transformarte, en el mejor recuerdo de mi vida.
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Mónica Da Luz A Sor Juana Inés de la Cruz La mujer escribe de forma febril, intensa. La pluma rasga el papel el tintero se vuelca. Vuelve a comenzar sin imaginar la trascendencia de sus poemas. Perseguida por ser letrada y docta. Se puso de pie ante el mundo expresando: ¡Hombre necio que acusáis! sin temer las sentencias.
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Mabel Di Giuseppe El amor en una noche de verano Cuando yo era niño, mamá lograba hacernos reír a carcajadas al descubrirla, mis dos hermanos mayores y yo, bailando un twist en el patio. Su delantal azul marino bordado con flores silvestres acompañaba el movimiento prendido de su mano derecha. Ese sonido tan movilizador se escapaba del tesoro familiar que era la radio. Exhausta, se tiraba sobre el sillón metálico blanco que la esperaba con mullidos almohadones rojos. Daba la impresión de una complicidad entre ellos que se repetía con una frecuencia mayor a la que pensábamos. Recuerdo nuestros juegos en las noches de verano. Y especialmente uno. Entre risas y gritos, tan concentrados estábamos en la victoria de la competencia que nos ocupaba, que tropecé con la pata de la mesita donde lucía orgullosamente el transistor. Mis hermanos perplejos miraban la situación y respiraban aliviados por la suerte que les tocaba de no ser ellos los causantes del enojo y la reprimenda de mamá. Me apresuré a poner en resguardo el bien amado, que yacía sin sonido, como esperando ver a su dueña acudiendo en auxilio. Nosotros rogábamos que su presencia se dilatara lo necesario para pensar en una salida airosa. Atrapados en evidencias inobjetables, tomamos la decisión unánime de asumir la responsabilidad conjunta. Cuando mamá se presentó, el patio se volvió pequeño, y el calor se concentró en nuestras mejillas sonrojándolas por demás. Nos invadió una sensación de tristeza y deseos de salir corriendo a abrazarla y pedirle perdón. Ella nos miró presintiendo que algo no estaba en el orden que ella lo había dejado. No sabíamos con certeza cómo sería el final porque,
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en este caso, estaba en juego algo más que un objeto particular. Cuando detuvo su mirada justo sobre la reliquia, con un gesto entre el asombro y el enojo, soltó un grito ahogado... En ese momento hubiésemos querido estar muy lejos, como en otro planeta. Pero los tres hacíamos frente a la dificultad con los pies sobre la tierra, sin nave espacial ni explicaciones. Pasados unos minutos, mamá miró en derredor sonriendo, despeinó nuestros cabellos con las caricias de sus dedos y pronunció una frase inolvidable que llevaremos en el corazón por siempre: “mi amor por ustedes es lo más importante, incluso más que aquello que no se puede restaurar”. Así comprendimos que no todo estaba perdido...
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Mabel Frattari Ancestral caballero Cuántos enamorados tatuaron corazones en tu cuerpo jurando amor eterno. Cuántas manos pequeñitas se posaron en tu rostro jugando a las escondidas. Cuántos poetas se inspiraron bajo tu generosa sombra. Cuántas lunas, estrellas y soles compartieron tus días y noches. Tus raíces atesoran un caudal de sabiduría sabiduría de antepasados. Ancestral caballero así eres árbol especial y discreto, en tu rugosa piel guardas todos los secretos.
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María Elena Genovese El árbol desnudo Verlo así siempre me conmovió. Es un sinfín de sensaciones… Por un lado, siento ganas de tejerle un saquito. Lo veo tan debilitado, tan vulnerable. También en mi interior se enciende una gran bronca. Sí, bronca, porque justo en este momento tan difícil, cuando más necesitaría el vuelo de campanas y querubines cantando, a él se le da por quedarse así, apiltrafado. Entorno la persiana en señal de reprobación y me paro para ir a buscar un café, porque al final, sé que cuestionar el lógico vaivén de la naturaleza es solamente un absurdo. “Ya volverá a alegrar mis mañanas”, me digo a modo de consuelo. Me angustia pensar lo que falta para verlo otra vez vestidito de lila, abriendo sus ramas como brazos que trepan al cielo y dan galanura a las veredas. Y es que él es a quien veo primero cuando abro los ojos al comenzar el día, es decir, quien me muestra, en borrador, una inicial impresión de cómo será mi jornada. También, al atardecer, está allí como testigo mudo de mi cansancio, de mis preocupaciones, de mis pesares… También debo reconocer que es quien se entera antes que nadie de las buenas nuevas que dan una pincelada de vez en cuando a la monotonía, a lo cotidiano. Porque de eso se trata la vida, de pinceladas… Algunas suaves que son como caricias que ayudan a cicatrizar viejas heridas y otras gruesas, duras y exaltadas, que a veces asustan y nos hacen saltar de la silla o ponernos de pie si es aún más serio el tema… Este, mi árbol, es como una pequeñísima foto de la realidad del mundo, al menos del que conozco. Es bello e invita a soñar a veces, cuando septiembre trae nuevos brotes
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de primavera y ésta le regala ramas cargadas de lustrosas y pequeñas hojas verdes, sus magníficas flores de color lila intenso y brillante. Todo él es un canto a la vida. Cualquiera diría que le sonríe a cada rayo del sol que lo toca, tibio y luminoso. Sin embargo, otras veces es profundamente bucólico y solitario, cuando el frío del invierno le va desprendiendo todos sus encantos y se los puede ver cayendo lentamente hasta el suelo, en un viaje triste y resignado. Vuelvo de la cocina y, mientras revuelvo el edulcorante en el pocillo y me siento otra vez ante la compu, alzo la mirada casi por inercia. Por la hendija que queda entre los postigos de hierro color verde inglés, lo sigo viendo allí, quietito, aletargado. Entonces comprendo que este presente que mi árbol me muestra es la prueba más contundente de que, a los que amamos, debemos tolerarle sus “inviernos”. Entender que el dolor o la impotencia, como el frío son duros y crueles a veces y los marcan para siempre. En definitiva, hay que esperar a que, en un futuro no muy lejano, la luz y la armonía retornen para que sus almas reverdezcan…
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Héctor Giavino Dos en la llanura Cruzan campos arados. Extensas planicies. Ríos caudalosos. Montañas inmensas. Vencen todo tipo de obstáculos. Firmes. Gallardos. A nada le temen. A todo se atreven. De todo salen airosos. Montan un caballo y un burro. Se les opone un gigante. Frío metálico. De grandes manos giratorias. Filosas. Desgarradoras. Pero nada los detiene y el monstruo cae doblegado ante el valiente Caballero y su fiel Compañero. Nada es imposible para Don Quijote y Sancho Panza.
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Luciana Gurciullo Soy tu mano y tu voz Graciela se fue de la casa familiar. No la entendían. Se llevó algunas prendas y una caja, su tesoro, todo con lo que ella pasaba los fines de semana. Lloró y lloró desconsolada. Consiguió trabajo vendiendo boletos en una pequeña empresa de viajes, lejos de la que fuese su casa. Alquiló una pequeña habitación y allí vivió. Pasando los años Graciela es mamá de dos hermosas niñas, y su vida se reduce a las pequeñas. Cuando la mamá sonreía las niñas veían algo que les resultaba extraño, parecía que miraba a muchas personas. Como si un secreto guardado hubiese en su felicidad. Los años pasaron y los fines de semana, Isabela y Rebeca comenzaron a salir, cuando su mamá las aconsejaba, se quedaba pensando, en un silencio que era incompleto. La salud de Graciela desmejoró, parecía que había trabajado demasiado y su cuerpo ya no respondía como antes. Fue momento de revisar esos temas, de los que no habían hablado antes. No tenían demasiadas cosas para averiguar, y fue entonces cuando recordaron la caja. Graciela no había dicho porque, pero nunca dejó que sus hijas vieran que había allí adentro. Y cuando la encontraron entendieron que podían intentar curar a su madre. Un sábado la sorprendieron con una reunión de viejos amigos, Graciela emocionada los saludó aunque no sabía bien porqué estaban allí. Fue mágico, Graciela había rejuvenecido.
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Luego de dos meses tenían todo listo y lo más importante, ganas de compartir. El grupo de amigos estaba compuesto por titiriteros y ofreció su función, nuevamente, después de treinta años. Guantes, telas, colores, música y ensayos. Esa era la vida de Graciela. La que ella había elegido cuando era joven. Las hermanas se turnaban y asistían al trabajo de su madre los días jueves y viernes para que ella se desentendiera. Para cerrar las dificultades que el pasado había ocasionado Graciela habló con sus hijas, y entre lágrimas les confesó que esa caja y su significado la habían alejado de su familia anterior. Prometieron acompañarla en todo. Solo les quedaba buscar a sus abuelos, tal vez fuese importante. Lo hablarían y llegarían a un acuerdo. Lo único que aún no se animaron a decir fue que al abrir la caja-tesoro de su madre, había un títere y creyeron escucharlo decir “Te estoy esperando, soy tu mano y tu voz”.
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Carina Mercedes Haedo Esperando por tu amor Aquí estoy, ante un papel volcando mis sentimientos, viendo cómo pasan las horas y yo amándote en secreto. Un suspiro sale de mis adentros, siendo inocente, cortando tanto silencio. Mi respiración se acelera se hincha mi vientre se estrujan los anhelos. Ya no sé cómo decirte esto: pero te amo desde hace ya tiempo, me pierdo en tu cálida mirada, que me incita a besarte pero me detengo. Ya no sé quién soy, se esfumaron mis miedos y todo por ti, dueño de mis sueños. Esperando por tu amor me encuentro, mientras veo como se pasa mi vida, mi transito, mi tiempo.
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Jorge Iturrieta Llanto nocturno Esta es una de esas noches muy fría, en las cuales una madre, dice, no salgas, si vas a ir, te abrigas bien, llevá el paraguas, igual son muy pocos quienes se arriesgan a salir, las nubes bajaron del cielo, como si quisieran aplastar a los peatones atrevidos, son pocos rezagados, tratando de llegar a su destino, el cual seguro, es mucho más confortable, que las solitarias veredas, es una neblina, igual a un manto vaporoso, envuelve empapando las caras, molesta pues no hay manera, de evitar el contacto, un peatón aparece de ese cerrazón, apurado ni mira al cruzar, la brisa aumenta, mueve esa masa, ahora es garua, el viento cambia a frio, hace hundir la nariz en el pecho, sin dudas, será una noche de perros. Garua incesante, con ínfulas de lluvia, molesta con la humedad constante, ayuda para hacer la noche más oscura, el frio dobla la espalda de un transeúnte, las manos hundidas en los bolsillos del sobretodo, parecen querer desaparecer allí, la visera del sombrero, brilla por las gotitas de agua, apura el tranco casi en un trote, el frio cala hasta los huesos, por la lejana esquina, cortando con su luz la oscuridad, raudo, cruza un carro de alquiler, tal vez queriendo dejar su pasaje, ya quiere retornar también, a la tibieza de la querencia, Rápida en la penumbra, se desliza una siniestra sombra, obstinada persigue un cuerpo flaco, el cual cada diez pasos se detiene, mira a su alrededor y sigue en apresuradas zancadas, la suela del zapato, deja su marca unos segundos en el piso mojado, sigue andando, el abrigo se abre, igual a las alas de un pájaro negro, como buscando un destino, la figura repite nerviosa su marcha, igual a una macabra coreografía, la garua insiste en caer, su pertinaz labor logra el objetivo, expandir la pegajosa humedad.
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Insegura la figura oscura, brinca de portal en portal, husmea y continua, es un itinerario incierto, tal cual un pirata en una isla lejana, tratando de esconder un cofre, al quedar al contraste de un mísero vislumbre, se marcan los huesos, en la espalda enflaquecida, se detiene, cuando parece haber encontrado el lugar, el ladrido rabioso de un perro guardián, la hace saltar hasta otra sombra, en rápido escape se aleja, la figura con perfil de pájaro negro, va en busca de algún lugar seguro, su andar es sospechoso, Solemne la sombra inmensa de la antigua casona, se recorta majestuosa en la oscura noche, brilla por efecto de las gotas de una lluvia que no se decide a ser, las viejas paredes supieron de mejores épocas, de luces y galas, de fiestas fastuosas con muchos invitados elegantes, hoy solo queda la estructura, los dueños hace mucho tiempo, se mudaron, la casona hoy espera por una piqueta, la demolerán para dar espacio a nuevos edificios. Aquella sombra con figura de pájaro, cumple su malvado mandato, deja un bulto en la oscuridad, de pronto, inesperado, un llanto largo se hace escuchar, se entrecorta al respirar, y vuelve a gritar, clama por auxilio, reclama atención, proviene de la caja abandonada en el oscuro portal, el cuerpo flaco, de la figura negra, se escabulle en la oscura noche, veloz abandona la escena, cual si emprendiera un tenebroso vuelo. Inmutables las ráfagas aumentan, con fuertes rachas estremecen el esqueleto, del entonces lujoso portal, el frio cual infame espada, acuchilla la espalda de quien se atreve a salir al camino, por ese motivo la soledad gana más espacio, no se ve nadie en el horizonte, la garúa persistente, moja suavemente los trapos, que envuelven el pequeño bulto, es un bebe recién nacido, sin saber de lluvias, de vientos ni garuas, sigue llorando. Niño en que mal lugar naciste, equivocado elegiste, no te quiere ni tu mamá, la cual como sombra dañina se deslizó por las angostas y solitarias veredas, hasta este lugar, te dejó,
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pensando tal vez, que alguien escuchará el lastimero llanto y te salvará de morir esta noche, o morir lentamente en una vida marginal, si te dejaba con ella, pensó, y bien, cualquier ser humano te rescatará de esa caja, eso será mejor que ella, a tu madre le importa más su vida actual y el qué dirán, continuar con la farsa de su familia. Deja tu vida envuelta en trapos, tu destino está señalado, no será fácil sobrevivir en esta fría caja de cartón, dependes de la fuerza de tus pulmones, usa tu llanto para llamar la atención, bebe abandonado, llora fuerte niño, nadie está dispuesto a dejar el calor del hogar, menos a abandonar la mesa familiar, ninguno abrirá la ventana, para mirar la garua de la calle, es una noche horrible para estar afuera. Persiste la llovizna, maldita lluvia, no deja de mojar, el bulto patalea, envuelto en los trapos sucios, dentro de oscura caja, lucha, cada pataleo y berrinche lo mantiene activo, le inyecta vida, sin saber lo hace, por instinto, se remueve, tratando de mantener la fuerte circulación sanguínea, se desespera por mantenerse tibio, los llantos fueron fuertes y claros, empiezan a flaquear, el hambre y el frió, principian a hacer estragos en su cuerpecito, cada vez lucha menos, ahora su vocecita es un quejido, con algunos estertores de gritos, nadie da respuesta a su exigencia, ni un mísero peatón, circula por esta vereda. Feroz la noche se pone más oscura, las nubes parecen alas de una alimaña voladora, negras igual a la boca de un lobo feroz, parecen descargar más agua, enfriando la piel desnuda del bebe en la caja, la frialdad de la naturaleza espanta, los ciclos se cumplen sin cesar, aunque en esta oportunidad, su maldad sea menor, a la acción de la figura negra, quien abandonó la caja, en el sucio portal, esta no es una actitud común, ni natural, todo animal cuida su cría, en esta noche, la ley natural va de contramano, las gotas indolentes caen, helada llovizna, pueden ser amargas lágrimas del cielo.
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Cuando cualquier bebe llora, enseguida, una cara se asoma a sus ojos, con una sonrisa, calma la ansiedad al niño, lo arropa, lo alimenta, lo limpia y el niño feliz concilia tranquilo nuevamente el sueño, con la sonrisa amiga grabada en sus retinas, descansa tranquilo. Desahuciado bebe, de la caja oscura, espera esa sonrisa, sueña con esa expresión, está grabada en la memoria de sus genes, esa retentiva le dice, cuando hay sollozos viene la cara amiga, la madre, esa madre que lo cuidará y alimentará, por eso el niño llora, las sombras se ciernen como negros pájaros, quienes abren las alas sobre él, el agua de lluvia se mezcla con sus lágrimas, corriendo por su carita, llora esperando ver asomar el rostro conocido, Espera lo cobijen, lo arrullen en un regazo tibio, quiere escuchar el latido tranquilizador, ese percibido durante nueve meses, del corazón generador de su vida, él mismo corazón sordo a su llamado, el cual hoy lo abandonó, sigue llorando, llora incesantemente y no aparece la cara sonriente esperada, y con desconsuelo vuelve a llorar. Lluvia cruel, se pone más intensa, se pone salvaje, imprudente, sin medir las secuelas, moja los sucios trapos, esos desechos usados, único abrigo para envolver la vida del bulto, ahora casi no se mueve, la negra noche, a cada instante más fría, espanta transeúntes de la mojada vereda, los empuja hacia sus casas, la noche negra, se hace cómplice de ese abandono. El perro guardián hace oír sus ladridos fuertes, le hace saber a su amo del llanto, es una lástima, pero el amo atiende sus quehaceres, no le interesa el paisaje afuera, el cual se moja a cada rato, un poco más, de fondo se escucha el lastimero aullido de un viejo perro, se une al ladrido fuerte del guardián, también avisa de la maldad, en su idioma relata el drama en desarrollo, los humanos no prestan oídos a lo sucedido allí, todos los vecinos tienen frío, cada uno se arropa un poco más, alguno corre un visillo, se ve la brasa roja de su
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cigarro al pitar, cierra otra vez, nadie sale a investigar, porqué ladran los perros. Aquello, el enérgico llanto, se va acallando, es un débil gemido, los pulmones ya no tienen fuerza, con dolor deja escuchar un lúgubre ronroneo. Insiste aun, clama en su lenguaje por la madre, lamentablemente nadie le responde. Relampagueando, de pronto, emerge de la penumbra nebulosa, la figura oscura, con forma de pájaro, da miedo, aparece a la carrera, abre un paño cual una tercer ala, al llegar, levanta en vilo al gestor de los llantos, lo guarda, igual a un tesoro, en su pecho, es un abrigo seguro, su llanto ya no duele tanto, amaina el dolor, la figura de pájaro, maniobra en lo oscuro, el sollozo ahora, es gorjeo, está mamando. Oscura, la espalda huesuda se agiganta, por donde arribó, emprende el retorno con su carga, no tan rápido como apareció, la pesada llovizna deja de caer, como si las nubes se abrieran, en inusual festejo, de lejos se ve, una suave luz ilumina la vereda, a cada paso de la figura de pájaro, al oído inexperto le parece, el lastimero llanto, mutó a una risa.
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Analía Isabel Kozur Dos mujeres extrañas de lugares de la nada “Al poema le incumbe todo, aún la tierra más ingrata”, Susana Thenon de “La edad sin tregua”,1958.
¿Qué cuentas en tus renglones de moradas imposibles; el castigo verdugo de aquella mujer que grita o esos instantes en que se descubre un rostro que todavía tortura la fugaz memoria en un espejo?
En los libros de las horas, la soledad fluye como un río, el lecho se ensucia y caen las hojas desde lejos, nadie abre el final, nadie chapotea sobre el enigma de la poesía y la hora se inclina y como boca convaleciente y reseca. No hay ropa que aguante, están ajadas sin la nostalgia de luna que las quema y envejecen nuestras manos juntas de marrón claro pedregullo al querer alcanzarlas. Y en la tarde, en donde el infierno desconfías más que nunca de la distancia y la memoria
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te leo a ti y no existe ningún edificio en pie y ungida por el rayo de la libertad reescribo sobre las páginas del libro que tengo en mis manos parecen trozos de cuero que construyo y demuelo, como harapos curtidos separadas de la edad sin prisa, escarbo un verso y espero entre retazos de la aurora que el tiempo arrugue los caminos hasta que llegue el día de abrazarnos como moribundas eternas, como espinas de rosas.
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Norma Beatriz Kuroki Muro infernal Era un muro colosal, infranqueable, de la época en que los esclavos levantaban piedra sobre piedra con tal exactitud, que aún perduran. Un lugar del pasado como tantos. Muchos esclavos dejaban sus vidas en esas construcciones, mal alimentados, y extenuados, maltratados, azotados y obligados a soportar horas de trabajo extremo, hasta la muerte. Mientras contemplaban el muro, los dos jóvenes recordaban y comentaban la similitud con esas películas y lo que habían estudiado en su época de secundaria, concluida hacía dos o tres años atrás. De pronto, una visión inesperada: en la pared, estrujados los cuerpos contra la piedra, avanzaban tras ella que se movía con la astucia de un felino, destellando seducción, enamorando a su paso. Parecía una guerrera, sin armaduras, con harapos, guiando a su séquito de gente esquelética, de rostros enjutos y ojos desorbitados, con movimientos aletargados cual zombis. Solo ella conservaba esa belleza natural, avasallante e irresistible manera de caminar. Solo ella no encajaba con la secuencia espeluznante… Los jóvenes atónitos contemplaban la escena, sin decir palabra, con la mirada fija en el muro. Un olor fétido les hacía arder la nariz, los ojos y vomitar hasta sentir que no podían respirar ni mantenerse en pie. Una fuerza inhumana los atrajo e incrustó en la pared de piedras y nunca más se supo de ellos. Algunas noches frías y oscuras se sienten gemidos, como si una legión de infelices sufrientes, hiciera oír su dolor eterno y un hedor repugnante invade el lugar como presagio de jóvenes, nuevas, curiosas e inocentes víctimas…
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Sahilí Cristiá Lara Diferencias II No es compasión ahondar en sentimientos a veces puede ser atractiva la desgracia ajena La mujer en el bar no me importa parece divorciada, quizás con hijos pienso: qué estupidez pero no dejo de imaginarme mi futuro como el de ella Sonrío para las fotos busco la pose No me avergüenza confesar el placer del éxito Escribo porque es una vía para separarme de lo que puede ser vano y corroe No se trata de conmoverlos con dramas sólo que ya he caído fuerte
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Mariela Lugo García Campana El címbalo jocundo acompañó el crujir de las copas del tiempo, él no se enteró de las ausencias ni del silencio de tu adiós. En soledad siguió el baile ancestral de las castañuelas sordas, el taconeo invadió los espacios del frenesí amoroso de tu sombra bacante. A los lejos escuché la sátira de horas nuevas cuando quebraban tu sonrisa. La luna parva supo de mi tristeza y de tus mieles regadas en la playa solitaria. Se durmió mi llanto en los Dionisios donde el polvo enmudeció mi grito. Las agonías tomaron el disfraz del estoicismo. Volví a escuchar tu canción, llené la copa de champagne le di de beber a las águilas pequeñas ávidas de la cima que las acunó. Busqué las termas perpetuas y el ruido del agua calmó los lamentos...
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Silvana Mandrille El destino no pregunta
Debió fingir como un tal Borges que anduvo por caminos bendecidos cumpliendo sus quimeras juveniles e idolatrando a la mujer que lo amó como si hubiera sido su elección y su plácido destino.
Debió creer como un tal Benedetti que “La Tregua” fue solo una novela y “Hagamos un Trato”, su mejor poesía sin sopesar esa simpleza intrínseca que lo hacía un hombre triste embarcado en soledades y melancolías.
Debió pensar como Cortázar y deshacerse del aburrimiento inventando palabras que en ningún diccionario encontraría para hacer lúdico y entretenido este mundo en el que no eligió habitar.
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Debió, tal vez, nacer con el karma de un Lorca para que a edad temprana fusilaran, sin piedad, todas sus ilusiones y en completa razón de su rebeldía dejarse morir como los hombres de antes sin llanto ni pedido de clemencia. Debieron ser… ¿hombres o destinos?
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Angélica Maschio Sentencia a Horacio Quiroga
La selva fue su morada su placer y su desgracia. Salpicando entre tinieblas sus soles sombríos… Fue noble, audaz e inquieto. Observando el paso del tiempo hacia el olvido de sus pesares de trágicos infortunios… A pesar de ello… su pluma marcó su estirpe de genial maestro. Mostrando el bravío sentir de la selva profunda. Mas su corazón resentido… ante la selva con el rio, que lo miran sorprendidos. Claudico a los sombríos designios de los trágicos finales. Sin pensar en otra… más que en su triste historia marcando a fuego su destino. Cuando un vaso de cianuro con sigilo, se lo llevo desprevenido.
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Miriam Medina Setecientas flores (A Baldomero Fernández Moreno)
Setecientas flores hay en este bosque setecientas flores y ningún balcón ninguna doncella que pueda mirarlas ningún arcoíris, ningún picaflor.
Los pajaritos ya no dan sus cantos el rocío a las flores no les dá fulgor. Sólo son las flores las que se resisten a morir de espanto y dan su color.
Muchas flores son las que ya no existen otras más ,están en extinción: en este bosque sólo hay setecientas del millón de flores que un día existió.
Cuando el hombre quiera admirar la belleza no habrá para él, fuente de inspiración. Setecientas flores hay en este bosque ¡setecientas flores, ningún escritor!
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Adriana Mendoza La única Alfonsina Con sus blancas manos sedosas como copos de nieve teje y entreteje sublimes ideas escritas sobre un papel y con cada toque especial transforma palabras sueltas en maravillosos versos traspasan y acogen alma y corazón de cada lector, la inigualable y única Alfonsina Storni, la madre de la poesía, la que elevo mi alma al infinito y la arrojo al vacío y no cayo, voló al cielo celeste y sembró mi vida de poemas, cada lagrima tenía sentido y cada lágrima que lloraba convertía el dolor en poesía, mucho amo a esta artista, no solo su sentir es valioso. Mujer valiente y admirable y hasta su triste final, motivo canción maravillosa, mi Alfonsina vestida de mar.
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Griselda Isaida Morand ¿Para qué sirven los colores? El color negro se vincula con lo serio, lo triste y lo amargo. El gris pone un paréntesis entre lo bueno y lo malo. El violeta me trae el perfume de la flor con su nombre. El lila me aporta placidez, sosiego y calma. El marrón marca el color de la buena madera, del tronco que sustenta. El morado trae a mis pupilas la figura de las dulces moras. El rojo simboliza la pasión y lo emotivo, lo que hace vibrar la sangre. El anaranjado nos alegra y agrada. El rosado es el color de la juventud, del sonrojo y el asombro. El amarillo es brillante y sirve nada menos que para pintar al astro Rey. El dorado destaca mis dedos y muñeca. El verde me da placer y comunica con el gozo y el disfrute de la naturaleza. El azul me vincula con la infinitud y la inmensidad del cielo.
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El celeste está presente en el símbolo sagrado: la bandera de mi Patria. El color plata señorea en la luna y las estrellas. El blanco ¡Ay el blanco! El más luminoso. Muestra los sentires del alma. Es la ausencia del color exterior y el realce de los colores interiores.
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Edit Ojeda Eterno (A Federico García Lorca)
Junio te trajo, poeta que me contienes, ahí, en ese tu pecho, me iluminas como al amor que guardaste. Perseguido, por ser un amor diferente. Te percibo soñador y así te sueño. Sueño cada vez que te evoco, que juntos abrimos las cárceles a las que por amor y convicción nos han condenado por siglos. Y freno con mi pecho despiadado fusil, que disparó hacia ti, aquel cobarde verdugo. Y te salvo. Escribo y te hago en mí, eterno.
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Eduardo Ojeda Homenaje a Erich Fromm En este desafío de recordar autores que impactaron en nuestras vidas, quiero hablar de Erich Fromm y su Libro “El Miedo a la libertad”, cayó en mis manos allá por 1975, la verdad en plena adolescencia y terminando el colegio secundario, al provenir de una familia con costumbres protestantes de raigambre calvinistas, donde el miedo al pecar es la regla de educación, como paradigma de los castigos celestiales si te apartas de las normas preestablecidas. Atento a ellos este libro revoluciono, mi cerebro y muchas de las conductas aprendidas pasaron a ser cuestionadas en su razón de ser y con ese cuestionamiento vino un periodo de rebeldía y dudas a una infinidad de cuestiones tenidas por ciertas e inmutables. La descripción de Fromm del hombre en la sociedad moderna y esa noción de esclavo/libre, fue brutal en mi vida al intentar salir de esas costumbres tan arraigadas en nuestra familia y el no poder cuestionar, debido que así debían ser las cosas. Entendí lo de ser esclavo de la sociedad de consumo, las marcas de los productos la idea de querer pertenecer a un determinado grupo, solo por consumo y no por una cuestión de elección en plena libertad, sino muchas veces empujado por los grupos. Me quedo esa frase, que el hombre muchas veces entrega su libertad al grupo y este grupo termina eligiendo por Él. Es un autor que para mí que sigue vigente y debería ser de lectura casi obligatoria para muchos. En mi caso, me ayudo a cuidar mi libertad y cada vez que debo tomar alguna decisión, pienso esta conducta, es mi libre albedrío o me estoy dejando llevar por la sociedad de consumo en esta elección.
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Ofelia Pereyra Poesía en la piel (homenaje a Federico García Lorca)
Te vi venir en una nube como el ángel de la alegría; traías en tus manos el corazón herido; cubrían tu mirada pequeños cristales de agua. Dibujé en un papel un sol con una gran sonrisa, pinté un jardín florido con jazmines y rosas, cambié la palidez de tus mejillas en un dulce arrebol. Y cantó tu boca la más bella canción; te arropé entre besos, inventé palabras para amalgamarlas en versos, el sabor de tu piel me incitaba a la creación, descubrí en tu cuerpo la razón de mi existencia, el elixir divino para embriagarme hasta la locura con toda tu poesía.
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Rubén Darío Portilla Barrera Poetas Pablo Neruda Sus poemas de amor ¡Son un encanto! ¡Oh! Rubén Darío Y su poema “azul” ¡Versos de santo! Ercilla, luchó “La araucana” narró ¡Heroicos cantos! Tejiendo versos Poe tejió “el cuervo” ¡En su quebranto! Amado Nervo Sus poemas del alma ¡Los amo tanto!
¡Son los poetas Quienes curan las penas Cuando hay llanto!
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Lidia Leticia Risso Del crujir, de la escarcha Llueve en relieve un destello y una lágrima, se precipita Es una noche gélida, pero serena, y yace escondida, la luna llena Se escuchan chirridos, quejas y latidos Y más allá, los sonidos del crujir, de la escarcha Que sin rumbo, corre, acelerando su marcha.
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Noemí Rubiano Lector “Si quieres ser un buen escritor, debes ser mil veces mejor lector” J. L. Borges
Nos regalaron historias prototipos ganadores, maravilloso mundo ficticio riqueza para lectores. El lenguaje transmitido tiene un don específico, hace volar bien alto aun con los pies en el piso. Y así de la mano de ellos comenzamos a recorrer, el magnífico mundo de las letras con paso lento, con delicadez. Hoy siento a mi mejor compañía a la pluma y el papel, me sumerjo con los versos con deseo de obtener. Que desde niño se impregne el deseo de leer, para llegar ser adultos buenos escritores mil veces mejor lector.
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María Sánchez Pérez Hormiga torbellina Sobre las raíces susurro de la arena, sobre las pupilas duelo del sol, sobre una lágrima de ausencias. Al proponer los espacios. Néctares de entrega y destino. Se precipitó torbellina, una hormiga negra, que iba en camino al azúcar derramada sobre la intimidad del escritorio. Página blanca, manchada de sangre, por mi alma delirante. La hormiga negra torbellina, mirándome...leía mis versos en silencio. era mi mejor lectora... Se detenía curiosamente, en cada montaña de mi melancolía, en cada deseo efervescente de mi vientre, en cada hálito de mi exilio. Los movimientos de sus antenas, me hicieron sentir una insignificante partícula, intangible de la naturaleza. Desde entonces creo que las hormigas torbellinas, son como dinosaurios, interpretando en su vida de esclava, sentimientos de los humanos.
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Paulina Villalba El hombre de madera Pinocho, fue tan deseado por su creador, que el hada de los hombres de madera le inyectó un corazón independiente que latía como humano. En la primera revisión gubernamental, se le implantó un chip que lo haría servil a los beneficios y fueros de los opulentos de turno. El chip y el corazón pensaban diferentes, generando cortocircuito. El médico que ensambla a los hombres de maderas, no se explica ¿el por qué? Los nuevos microchip, tienen unas bombas de tecnologías, amparadas por los medios de comunicaciones, propagando noticias quiméricas. Captando una total alineación de la conciencia de los sujetos para doblegarlos sutilmente, en desmedro de sus derechos y libertades, con tolerancia cero a los librepensadores, que en el pasado obstaculizaron, el intervencionismo de los amos del mundo, con la consiguiente pérdida de sus ganancias. Con esta nueva metodología, serían segregados los libertarios, creando ciudadanos de madera extremistas, congruentes a las necesidades del Estado Universal. Sin embargo Pinocho tenía sus propias opiniones, críticas y sueños, por lo que asiduamente se lo enviaba a reeducación, conectándolo a baterías de información ilusorias. El psiquiatra Franz, no logró vencer su tenacidad, le diagnosticó Mitomanía compulsiva, la cura, si es que tal cosa existe para su mal, es confinarlo, hasta que acepte como propio lo infiltrado a todos los subordinados. No lo destruyeron, les era necesario para estudiar la falla que poseía e investigar si existían otros hombres de palos
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como él, peligroso, si se esparciera la brizna del descontento y discrepancia. Podría contagiar paradigmas a los pobres dúctiles, resignados por siglos a su papel de manos de obra explotadas, aniquilando el mundo consabido por los ricos omnipotentes para su exclusivo disfrute. Nada podrían hacer los pocos dueños del mundo, si todos los Pinochos del universo se sublevaran, harían tambalear su delicado y precario poder, basado en la podredumbre de la corrupción. ¿Quiénes cosecharán sus alimentos? que consumen a manos llenas y lanzan sus migajas a los hambrientos ¿quiénes construirían las naves? con la que se trasladan de un punto al otro del universo para controlar sus propiedades. ¿Quiénes fabricarían sus atavíos y limpiarían sus desechos? Lo más temerario, sería que los soldados pinochos, no toleraran órdenes de generales de papel, necesarios para mantener el statu quo. No podrían elucubrar, violentas rivalidades de raza, religión y/o cualquier otra excusa, a los fines de apropiarse de bienes de los aldeanos, mientras ellos en sus cómodos sillones observan vía satélites, la matanza de pueblos enteros y las riquezas de ese suelo que ambicionan. Los soberanos de los planetas, concordaron en una mesa de negociaciones, similar a los mafiosos, que compartirían las riquezas de los mundos, se apoyarían mutuamente, eliminarían a los sediciosos idealistas y continuarían la domesticación de las masas. De esta manera perpetuarían sus privilegios y poderío.
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Estela Voscoboinik El otro final Surco de lluvia, el rojo de la luna se inquietaba;/ acordes de guitarra, la esquina confusa del laberinto, solos, entrecortaba;/ la tarde se apagaba, como la espera que en la llanura,/ lentamente, la realidad recobraba.
Años de silencio, en el horizonte, la figura, como en sueños, calma, se vislumbraba. Mesurados consejos, en tragos amargos, el destino derramaba./ Una música sutil, el encuentro desafiante, anunciaba.
Resplandecía la luz que el otoño, en la escena inmóvil, encuadraba. En el silencio oscuro, la lentitud del otro, el paisaje detenido, observaba.
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Jéssica Noemí Zaracho La Espuma del Mar
(para Alfonsina Storni)
Palabras transformadas en versos son volcadas en el blanco papel. Transmitiendo profundos sentimientos. Esos… que se gritan desde adentro, sin que nadie los pueda oír. A veces fuera del entendimiento pero con más de mil cosas por decir.
Así la poeta desnuda su alma frente a un mar atormentado, llamándola enardecido, para que sus aguas sean el cofre de esos sueños que se han ido.
Un salto a lo profundo devuelve al espíritu la calma. Convirtiéndose en espuma bañando las orillas de la playa. Porque ya no puede regalar versos pero si, seguir mostrando lo puro y cálido de su alma.
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Teresa Esther Zlachensky Añoranza Como era habitual nuestros padres se iban a trabajar después de almorzar. La cita somnolienta con la aventura comenzaba. Nuestro barrio Santa Elena recién se estaba urbanizando por aquella época. Las líneas férreas que nos llevaban a San Ignacio, el lugar elegido, estaban vacías hasta las 17 horas lo cual nos daba margen para ir y volver seguros. Aroma intenso a tomillo invadía nuestro paso. Paso ligero añorando llegar. Todo estaba dispuesto. La caminata de 3 kilómetros nos transportaba al encanto. Cruzábamos un puente sobre el río del mismo nombre donde culminaba nuestro derrotero. Manzanilla silvestre dominaba el paisaje. Al llegar a nuestro lugar se podía escuchar los susurros del agua entre las piedras. La pereza ingenua lo cubría todo. Entre cortaderas llenas de plumeros hacíamos nuestro convite después de mojarnos en el agua cristalina. Cobijo de rocas que a nuestro antojo usábamos como reposeras para secarnos al sol. Y ahí el festejo. Los scones de mamá nunca faltaban; ciruelas blancas rebosantes de néctar calmaban el ardor de nuestra piel. Y el jugo de naranja, aroma penetrante nos daba saciedad. Las mojarritas se asomaban curiosas por las migas que les tirábamos. La consigna era regresar a casa sin peso en la canasta. La tarde de estío iba llegando a su fin. ¡Era la mejor siesta!
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