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Néctar del olvido RONALD BOZA
RON A L D B OZ A
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as flores cuyo olor hacen temblar las bocas más ávidas de conocimiento, el néctar del olvido, de la calma, de saberse triste por pensar que algún día las flores y plantas se harán marchitas, como el corazón mismo que palpita a toda potencia hasta que se apague la fuerza del amor, y no habrá con quien conversar, a quién llorarle, cantarle los versos y las penas más tristes. El minimalismo sencillo y sincero, el estar tan triste en esta vida que querer el olvido y llorar los desengaños es lo que más anhela un corazón herido y curado en la sal de sus lágrimas, /como quisiera tomar chichita de tus flores airampito/. Y ya no solo eres tú, querida Flor Pucarina, eterna voz cantora de penas y elegías, ni solo soy yo, somos quien llora la pena y vive la tristeza, somos uno solo, somos quien se riega de lágrimas el cuerpo cual flores de jardines con rocíos al alba, somos quien riega de relente congelado un corazón que ya no puede sentir amor, ni mucho menos penas y dolor. /Estoy muy triste en la vida malaya mi destino airampito, como quisiera tomar chichita de tus flores y así podría tener el néctar del olvido/ /Ay airampito, airampo tu nomas sabes mi dolor, el dolor que estoy llevando aquí dentro de mi pecho/ Quedar solo con el dolor agudo, rojo carmesí de las llagas en el corazón y el color púrpura de los incontables
golpes de la vida, por tantas traiciones y tantas mentiras. Es con lo único que queda la persona dañada y mal pagada por un amor no correspondido. /Desde muy joven en la vida, amaba con el alma airampito, tantas mentiras, tantas traiciones he tenido, ya no quisiera amar a nadie en la vida/. Es la parte donde pone más emoción, alma y corazón la Flor Pucarina al cantar este himno huanca. Son las letras del maestro Emilio Alanya Carhuamaca, pero las voces de nuestra queridísima Leonor Efigenia Chávez Rojas, popularmente conocida como la Flor Pucarina, le dio la melodía y la vida a este huayno hermoso, que seguramente a todos, que alguna vez lo escuchamos, nos llegó hasta el corazón y el alma; que por supuesto de alguna u otra manera hace que nos sintamos identificados con cada una de las letras de la canción. Solo hay que escuchar y olfatear con el sentimiento, para encajar piezas de un rompecabezas llamado vida, o por qué no, también llamado música. Los aromas de las plantas, las retamas en la frente, la ruda de la infancia, la mermelada de geranio, las amapolas de siempre, las margaritas de la escuela, los lirios nostálgicos, los claveles regados de lágrimas por almas dolientes. Y es entonces cuando una flor cobra vida, tiene historia e incluso evoca una emoción.