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Napoleón en la Habana
P
or segundo años consecutivo el virus de la Covid 19 hará que muchos pasemos las vacaciones en casa, el lugar más seguro, desde mi opinión. No obstante, en este verano del 2021 les quiero llevar de paseo por un lugar ¡FABULOSO! en la capital de todos los cubanos: La Habana. Se trata de un museo único en Cuba: el Museo Napoleónico, una edificación que al entrar nos parece que hemos llegado a la Italia del siglo XVI, pues imita un palacio renacentista florentino. Ubicado en pleno Vedado capitalino, este museo se encuentra en el extremo lateral izquierdo se la Universidad de La Habana (institución que prometo traer su historia). Conocido también como La Dolce Dimora (La dulce morada) como gustaba su dueño llamarla el Doctor Orestes Ferrara Marino, fue construido entre los años 1926 y 1929; teniendo como arquitectos a los cubanos Evelio Govantes y Félix Cabarrocas, quienes ya contaban con la construcción del Capitolio Nacional y las residencias de Catalina Lasa y Juan Pedro Baró. El famoso dúo de maestros Govantes – Cabarrocas lograron una genial muestra de arquitectura ecléctica al recrear en los interiores y exteriores diferentes estilos provenientes del Renacimiento italiano. El 1 de diciembre de 1961 La Dolce Dimora abre sus puertas como el Museo Napoleónico. Atesorando más de 7 400 piezas pertenecientes a Napoleón Bonaparte o relacionadas con su contexto histórico, que incluyen pinturas, grabados, esculturas, muebles de estilo, trajes, equipo militar y armamento, artes decorativas, objetos históricos y una extraordinaria colección de libros raros y valiosos en idioma francés, inglés y español. Sus valiosos fondos constituyen la más extensa y variada colección de piezas de la época napoleónica. También incluyen objetos personales que pertenecieron al emperador o relacionados con su vida, los que abarcan distintos períodos del Imperio Napoleónico, como el reinado de los Borbones, la Revolución Francesa, el ascenso de Bonaparte al poder, el Consulado y el Imperio, el momento de las principales batallas, el regreso de la isla de Elba y la batalla de Waterloo. La tipología del palacio que se construye en la Florencia del siglo XV, se manifiesta en las siguientes particularidades de la casa Ferrara: disposición y tratamiento de los
vanos, uso de las cornisas para enfatizar la división de los niveles y textura de sus superficies: almohadillado en el primero piso y despiezo rústico en el resto. Pero si el modelo renacentista organizaba su cuerpo alrededor de un patio interior, en el caso de esta mansión, el patio está ubicado en su parte posterior. Otra diferencia es la tendencia vertical del edificio, así como el juego volumétrico de los pisos superiores, que rompe con la continuidad de las fachadas. Las alusiones a la arquitectura colonial se materializan fundamentalmente en los sistemas constructivos y materiales usados en los techos y cubiertas. Cada piso y cada local tienen su propia identidad, como un modo de diferenciar sus funciones. La variedad de los pavimentos, de los tratamientos y decoraciones de las superficies y en particular la diversidad de la forma y materiales usados en los techos, evidencian la potestad del eclecticismo de escoger el o los estilos más adecuados, según el gusto de propietarios y arquitectos. Los interiores de la casa Ferrara son un ejemplo de la combinación de diversas influencias. Sin embargo, desde el punto de vista de su imagen exterior, el edificio adquiere coherencia por las texturas rústicas, las reiteradas persianas francesas, el uso de arcos de medio punto, los techos inclinados con cubiertas de tejas criollas y las uniformes proporciones de los vanos. Colecciones Durante años el multimillonario azucarero Julio Lobo Olavarría se dedicó al estudio y recolección de cuanto estuviera relacionado con la figura de Napoleón Bonaparte. En el año 1954 comenzó a organizarse La biblioteca Napoleónica, bajo la dirección de una amiga llamada María Teresa Freyre de Andrade. Gracias a él el estado cubano luego de la revolución recupera muchas obras, y otras tantas que fueron o donadas o compradas por la institución. La colección incluye obras pictóricas como Napoleón prepara la ceremonia de su coronación, de Jean Vivert; Napoleón frente a los campos de Boulogne, de Jean Baptiste Regnault; Versalles, de Françoise Flameng; La Batalla, de Eugenio Lucas Velásquez y el retrato a Napoleón en la Isla de Elba encargado al pintor Robert Léfèvre por la condesa María Walewska, a quien llamaban “la esposa polaca