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Una Catedral
E
n medio de la arena del desierto, rodeados de oleoductos y, la presencia siempre permanente de la industria en forma de torres de energía; aparece una construcción. Había oído hablar de ella, lo que me llevó a visitarla; la emoción que sentí al ver como la catedral iba formando parte del paisaje me sobrecogió. La catedral llevará por nombre Nuestra Señora de Arabia y, será uno de los mayores templos no musulmanes del mundo árabe. Es una muestra del diálogo interreligioso que constituye uno de los principios básicos para este pequeño país del Golfo Pérsico. “El rey Hamad de Baréin ha aportado 30 millones de dólares para la construcción de esta catedral, que tendrá capacidad para más de 2.000 personas”, según dijo su hermano, el príncipe Jalid Bin Jalifa Al Jalifa, presidente del Centro Global por la Coexistencia Pacífica, en declaraciones a un grupo de periodistas españoles de visita en este país del Golfo Pérsico. El príncipe Jalid manifestó que su país hace gran hincapié en la necesidad, por un lado, de separar la política
de la religión y, por otro, de hacer del diálogo interreligioso y de la coexistencia pacífica la piedra angular de su planteamiento como Estado. “El imán en la mezquita tiene que ocuparse de la religión, pero no puede usarla con propósitos políticos”, manifestó el príncipe Jalid, quien recalcó que la legislación bareiní prohíbe mezclar ambos elementos. Añadió que, “Baréin ha hecho de la tolerancia una constante de su política, un medio de entender la coexistencia, que es un elemento fundamental en toda sociedad”. El principal templo católico en este momento de Manama, la iglesia del Sagrado Corazón, cuyo párroco es el padre Sherval, fraile capuchino libanés, es una muestra de dicha tolerancia. Es una iglesia de factura moderna, como tantas de tantos barrios de tantas ciudades de países católicos, y tiene una vida muy activa pues atiende a la comunidad de esta confesión que procede de diversos lugares del mundo, como India o Filipinas y también del propio Baréin, más de un centenar de familias originarias de Baréin son de confesión cristiana