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Jesuitas y estudiantes españoles en la Bolonia Bonapartina (1796-1814)
la altura de 1559 una contrarreformisaún inéditos, del diario que, entre 1767 y ta pragmática de Felipe II había prohibido a 1815, llevó este otro hijo de San Ignacio los naturales de estos Reynos estudiar fuera de sin desfallecer jamás en su redacción a lo ellos, con la salvedad de que «[…] no se extienlargo de ese casi medio siglo y cuyo «[…] de ni entiende lo contenido en esta ley […] con fin principal […] es contribuir y ayudar los colegiales del Colegio de los Españoles del del modo que pueda a que se conserve Cardenal Don Gil de Albornoz en Bolonia que sincera y pura la verdad de los sucesos son ó fueren, y estuvieren de aquí adelante en de la presente persecución de la Compael dicho Colegio»1, puesto bajo la advocación ñía», mas, aunque no tema incurrir en de San Clemente y testamentariamente fundaexcesos, sino todo lo contrario, tampoco do el año 1364 por dicho jerarca de la Iglesia y nos disimula «[…] francamente, que a de Castilla para hospedaje de estudiantes hisun diarista viajante no hay objeto ningupanos que pasaran a formarse a la docta Unino que le deba ser extraño. Pasa de un versidad de Bolonia, construyéndose de seguireino a otro, de una a otra provincia, de do un recio edificio al efecto que comenzaba esta a aquella ciudad y por todas partes a recibirlos desde 1368 y todavía continúa hanota en su diario lo que le parece digno ciéndolo seis siglos y medio después. En ellos, Rector del Colegio de observación. Sagrado y profano, malo hay en buena lógica de todo, desde períodos de y bueno, propio y extraño; todo entra en sus apuntacioesplendor e inserción dinámica de los egresados en las es- nes, y todo puede y aun debe entrar»6 , como nosotros poferas del poder hasta rachas de paladino declive, incluso a demos y aun debemos servirnos de ellas en lo hacedero través de vicisitudes que hicieron peligrar su pervivencia. asimismo para otras pesquisas históricas exorbitantes a la Uno de estos momentos críticos vino determinado por la familia ignaciana. Las adversidades que hubieron de arrosofensiva de la Francia revolucionaria contra el papado, trar los expulsos están en los libros de historia, las sufridas dada la pertenencia del territorio emiliano-romañolo a los en particular por este entonces joven profesor jesuita de la Estados Pontificios. Si hasta el último tercio de la centuria provincia de Castilla le zarandearon junto a tantos otros anterior, este colegio, con su rector a la cabeza, constituía hermanos, desde su embarque en La Coruña en mayo de por antonomasia la colonia española en la urbe académica 1767, los dos meses y medio de travesía marítima que vino (y aun de facto con un cierto papel diplomático o repre- a dar en una Córcega en guerra civil entre el dominador sentativo del trono y gobierno de Madrid), desde 1768 ha- genovés y los independentistas isleños, con toda la penuria bíase agregado al de los sanclementinos otro contingente que durante año y pico ello superpuso a las circunstancias de compatriotas en circunstancias vitales bien contrarias a del exilio, recibiéndoles luego la ligurina Sestri de Levante, las risueñas de unos mozos becados que, con una capacita- el parmesano Borgo Val di Taro, la campiña emiliana y… ción suplementaria en el alma mater studiorum de Irnerio, su epicentro bononiense al fin. comienzan a labrarse prometedor porvenir hacia las eminencias de la administración civil o eclesiástica. Todavía instalado Luengo en una de las casas de campo que, tras haber atravesado a pie los Apeninos, albergaron Fue el padre Manuel Nicolás Luengo Rodríguez (1735- hacinados a los jesuitas por vedárseles en principio la en1816), vallisoletano natural de Nava del Rey, uno de los trada a la metrópoli universitaria, comparece ya, mediamás de cinco millares de jesuitas arrojados por Carlos III do febrero de 1769, incidentalmente, «[…] por casualidad de la Monarquía Hispánica, mitad de su territorio penin- […] un Sr. Quintano, español, que es rector de un colegio sular, mitad del ultramarino. De aquel drama tal cual vez, de españoles que hay en Bolonia»7 ; Joaquín Quintano y tragedia nos ha llegado testimonio en primera persona, Ruiz de Mesones lo fue entre 1768 y 1774 , esto es abarentre otros, de José Francisco de Isla2 (1703-1781), aparte cando desde el arribo de los jesuitas hasta la extinción de su famoso Memorial al soberano3, de Blas Larraz4 (1721- la Orden, en el verano de 1773, por el breve Dominus ac 1796) o también, con otra perspectiva turística, de Juan Redemptor de Clemente XIV, bajo presión española en Andrés5 (1740-1817), pero sobre todo el servido por los cerco a la Santa Sede, simultáneo, por lo demás, a la acosesenta y cuatro tomos manuscritos, en su mayor parte metida interna contra los siete ilustres colegios mayores de